En el prólogo de “Rebelión en la granja”, George Orwell escribía una frase digna de ser cincelada en el mármol: “si la libertad significa algo será, sobre todo, el derecho a decirle a la gente lo que no quiere oír”.

Cuando la leí por primera vez, pensé que tal frase podría ser un magnífico lema vital; y, siempre consideré siguiendo a Orwell que la misión de todo el que escribe no es halagar a nadie, sino desnudarse y más bien aguijonear al lector, incomodarlo, llegando incluso a molestar por escribir sobre cuestiones espinosas o sobre asuntos controvertidos. Hoy ya sé que esto es una empresa inútil y quimérica; y que, como todas las empresas inútiles y quiméricas, solo engendra a la postre melancolía. Esta melancolía se eleva exponencialmente cuando esa libertad, es manifestada en la redes sociales, pues al descubrir las ideas uno se convierte en blanco de los demás.

martes, 2 de marzo de 2021

La parodia en el Quijote


Curiosamente los idealistas han hecho del Quijote su catecismo cuando en realidad lo que la novela hace es parodiar todos idealismos. Viene a decir el autor que todo idealismo conduce al fracaso porque es incompatible con la realidad. No hay pues interpretación más estúpida que considerar al Quijote un libro que defiende los idealistas, es todo lo contrario.

El propio narrador del Quijote anuncia que la novela parodia lo libros de caballería; esto es una trampa de Cervantes. Y no es la única trampa, hay muchas con el fin de despistar a un lector poco advertido y a la censura de la época, Así la potencia de esta obra radica en el uso que hace de la parodia, pretextando parodiar la los libros de caballería, cuando en realidad lo que parodia es el contenido de los libros de caballería, que es un uso ideal de la razón.

La idea fundamental de Cervantes es una idea muy presente en la filosofía de Spinoza. Para Spinoza la libertad tiene más que ver con el entendimiento que con la voluntad, y con el saber que con el querer; solo resolvemos los problemas cuando nos hacemos compatibles con la realidad, para ello es imprescindible el conocimiento.

Así la idea fundamental en el Quijote es parodiar a los idealistas. Cervantes se burla de los idealistas señanlándolos como los principales responsables del fracaso humano.

El narrador del quijote desempeña cinco funciones:

  1. Ejerce una facultad épica, cuenta cosas. Finge no saber muchas cosas, pero en realidad lo sabe todo; se muestra autodiegético, lo vive como protagonista, cuando narra los cartapacios que contienen la segunda parte del Quijote, a partir del cap. 9 de la primera parte, y desempeña también un relato homodiegético, al situarse dentro de la historia, y cuando se distancia del episodio, a lo largo de todo el libro es un relato heterodiegético (fuera del relato).

  2. Desempeña también una competencia dramática. Desaparece en determinados pasajes de la novela y esta se convierte en una obra de teatro donde los personajes actúan sin que el narrador los condicione, pareciendo mucho pasajes del Quijote como un entremés. En los episodios de Maese Pedro, y las bodas de Camacho que al final son las bodas de Basilio y Quiteria, entre otros, que revelan la estructura dramática que se objetivan en la novela.

  3. El narrador también realiza una función poética: los poemas de los poetas de Argamasilla, la Canción desesperada de Crisóstomo…

  4. Tienes ademas una facultad crítica. El narrador, juzga, valora, opina, y en boca de algunos personajes da sistemas de ideas sobre la propia obra con una labor propia de un ensayista. El canónico de Toledo en el cap. 48-1ª, enuncia toda una teoría dramática, en un pasaje decisivo de crítica literaria de los libros de caballería; critica al teatro de la comedia nueva y de Lope de Vega. A lo largo de la novela hay importantes observaciones sobe la idea de paz, la idea de guerra, la idea de convivencia política con otros grupos sociales como los moriscos, mencionando aspectos relacionados con la filosofía, con la política, con la religión. Se cita al lector con la realidad más cruda y más contundente de su época.

  5. Y la facultad paródica. El Quijote no se podría leer al margen de la parodia. La parodia es la imitación burlesca de un referente serio, pero no nos vamos a quedar en esta definición generalmente aceptada, el Quijote nos exige mucho más y lo vamos a hacer considerando al Quijote lo que es, una novela.

Naturalmente el Quijote puede considerarse como una parodia de los libros de caballería, pero también podemos considerar al Avellaneda como una parodia de la primera parte, y al la segunda parte como una parodia de la primera y del Avellaneda. Así al establecer una relación intertextual entre dos o más obras literarias porque hay una relación de la una con la otra.

Hay que especificar más en profundidad en qué consiste la parodia. Cervantes es un autor que sabe muy bien que al poder solo se le puede seducir, vencer o burlar, y Cevantes en la literatura opta por burlarse del poder en términos críticos, ya que al contenido paródico y burlesco le añade un componente crítico de intensa profundidad. Así a la definición anterior añadiremos que en Cervantes: la parodia es la imitación burlesca de múltiples referentes serios con componentes críticos de gran profundidad ante el estado, la religión, poesía, teatro etc, hechos todos de manera muy sutil.

La novela se burla de sí misma instituyendo el monopolio del control de las burlas llevando la iniciativa o limitando que otros intervengan en la interpretación humorística. Este control de la burla afecta a referentes literarios como el narrador, la poesía, el teatro, los libros de caballería, el contenido, los autores ficticios a los que responsabiliza de la narración. Pero afecta también a referentes reales, y aquí la cosa es más seria, como los curas, que son muchos los apaleados en el Quijote, no hay otra novela en la literatura española en la que se apaleen tantos curas (curas, los monjes de San Benito que acompañan al vizcaíno, los disciplinantes, el cuerpo muerto, etc) y menos en el siglo de oro, en plena contrareforma; esto no es casual.

Se parodia también la idea de amor y la idea de suicidio (un tío que se suicida porque una pastora le niega su amor, como es el caso de Crisóstomo). Se parodia la idea de vivir en los montes suponiendo que allí se encuentra la idea máxima de libertad, cuando en el monte no hay nada que hacer.

En el Quijote se parodian muchas cosas, pero sobretodo se parodian a los idealistas, con mayor incidencia en los idealismos radicales o patológicos, haciendo ver que el problema no es ser esto o aquello sino ser esto o aquello de forma patológica.

Se parodia también la política, basta recordar los episodios en los que Sancho Panza es el fingido gobernador de la ínsula Barataria; se parodia la ociosidad del cura Pero Pérez que comienza saqueando la biblioteca de don Quijote, y acaba disfrazándose de princesa menesterosa; se parodia la ociosidad de los duques, unos aristócratas improductivos que no tienen nada que hacer aparte de burlarse de un enfermo mental, como es en muchos aspectos don Quijote.

Los episodios reales y los ficticios están parodiados simultáneamente, ya que Cervantes es un maestro del arte de la disimulación, un contrabandista de ideas peligrosas, dentro de textos legales camufla contenidos altamente peligrosos que burlan la censura, con el juego de narradores que introduce en la novela.

El personaje más castigado con la parodia es el protagonista. Don Quijote fracasa en casi todas sus empresas, y es más azotado cuanto mayor idealismo hay en su comportamiento; no para hacer de él ni un mártir ni una victima, sino para decir que la realidad no acepta los idealismos. Cervantes parece considerar que el problema de los idealismos es que un loco hace un ciento, un loco nunca está solo: el nazismo no fue cosa de una persona, tampoco los bolcheviques fueron pocos. El idealismo con frecuencia acaba en utopía que si se transforma en un proyecto político acaba siempre muy mal.

Sorprende que los idealista parodiados en el Quijote, se apoderaron de esta obra como si fuera su catecismo, quizás apoyados filosóficamente por el idealismo alemán, responsable de las locuras del mundo contemporáneo, y antes, por el gran precursor del idealismo alemán que fue Lutero, alguien que cree que el sentido de las cosas tienen el sentido personal que él les da, leyendo esas cosas: una aberración, germen de la hermenéutica contemporánea que cree que la literatura es un material radioactivo y que es el único capaz de comprender ese contenido (Lutero pretendía interpretar la literatura a su manera, la única válida). Con la literatura no se puede hacer lo que cada uno quiere, ni los textos se pueden leer como si fueran el radio de una circunferencia infinita, eso es inabarcable.

El Quijote, lo dice el narrador en una afirmación completamente irónica, tiene por objeto parodiar los libros de caballería. Es irónica porque en realidad se parodia todo menos los libros de caballería, la declaración en sentido literal del narrador, además de irónica es ridícula porque los libros de caballería ya no están de moda, ya no son lecturas de referencia y además lo hace para que la censura suponga que no se va a criticar ninguna otra cosa. En definitiva despistar al inquisidor para poder decir cosas muy graves; algo que no despistó al autor del Avellaneda que sí que percató de que la cosa no iba contra los libros de caballería.

Hay algunos personajes de la novela que se toman en serio los libros de caballería, como el ventero Juan Palomeque, Maritormes, o la hija del ventero, que consideran que lo que cuentan esos libros es realmente histórico, con lo cual Cervantes se está burlando de esos lectores ingenuos que se creen lo que cuentan literalmente los libros. Y es que hay gente que sobrevalora lo que está escrito, leen un periódico y se lo creen, o se creen más inteligentes por leer un libro, cuando hay libros y libros. Depende del libro que se lea.

El Quijote Es una novela que se distingue de la epopeya en que su protagonista ya no es un héroe, sino un antihéroe. Don Quijote, que pasa de los 50 años se cree un héroe de la guerra de Troya y arremete contra toda injusticia como un adolescente, y en el siglo de oro, que la esperanza de vida apenas superaba los 30 años, la diferencia es mayor.

Cervantes dijo que era una novela de risa, algo muy poco de fiar, que la había escrito paras burlarse de los libros de caballería -una mentira más- ¿porqué decía esto?, pues era como decir que nadie piense que en este libro se critica algo, este es un libro lúdico, de risa. Pero en realidad es todo lo contrario es una novela terriblemente crítica contra todas las sociedades; lo que Cervantes construye es un parodia contra un mundo ideal enfrentado a un mundo real existente.

Toda parodia tiene cuatro elementos a considerar:

  1. El artífice de la parodia, quien la construye: en este caso Cervantes.

  2. El sujeto de la parodia, quien la ejecuta: don Quijote.

  3. El objeto de la parodia. El referente, lo que se degrada con la parodia, de lo que se burla: un mundo ideal, heroico enfrentado con la realidad, un mundo rufianesco, de embusteros, de cínicos, de ladrones. Don Quijote fracasa porque su locura nada tiene que ver con la realidad, su uso patológico de la realidad le hace incompatible con ella.

  4. El código de la parodia, que lo que hace posible la degradación o burla: los libros de caballería, ese mundo ideal de la literatura caballeresca en el que triunfa la justicia, la armonía, la amistad, donde el final feliz está asegurado, donde los caballeros reparan toda injusticia, donde el que la hace la paga, ese mundo donde siempre hay un superhéroe que restaura el honor y las pérdidas sufridas. Este código es lo que le sirve a Cervantes para parodiar a los que dicen vivir en un mundo perfecto, porque en la realidad todo eso no se cumple en absoluto, el culpable sale impune, el ladrón triunfa …

Los idealismos son insolubles en la realidad. Por eso pienso en el sufrimiento de Martin Heidegger, uno de los penosos supervivientes y que había sido nombrado, como nazi destacado en su pensamiento, rector de la Universidad de Friburgo con apenas treinta años, cuando vio que todos los idealismos por los que había apostado cayeron derrumbados, pensador que es paradógicamente hoy uno de los padres del discurso de la modernidad, enlazado con los seguidores de la escuela de Frankfurt, con Adorno y su seguidor Habermas, que intentó explicar como dialogar con quien no quiere razonar.

Calderón de la Barca, otro ejemplo de parodia fuera del Quijote. Calderón, que fue un escritor contrarreformista, un dramaturgo al servicio del estado, tiene un entremés que se titula “El desafío de Juan Rana”. Pues bien, hay muchos críticos “progres” que les gusta Calderón, yo conozco al menos a uno. Para uno de izquierda es paradójico tener gustos calderonianos, e intentan convertir a Calderón en un progre, que es como vestir a Lenín de púrpura; mi amigo, como hay que adaptase a los nuevos tiempos, después del franquismo, piensa que porqué no iba Calderón también a cambiar de chaqueta y democratizarse, no llegó a afiliarlo al pesoe pues comprendió que era excesivo, pero si hablaba de “Calderon nuestro contemporáneo”, como si Caledrón fuera soluble con la progresía, cuando si Calderón viviera estos tiempos se moriría de asco, si nos conociera diría que las fuerzas del mal han salido de los infiernos.

Decía mi amigo, con un vino costa en la mano, y no era en broma, “Calderón en sus comedias mayores tipo del Alcalde de Zalamea, toma como referente el honor, pero en los entremeses, en sus comedias menores se burla del honor, porque en el desafío de Juan Rana, sus personajes encarnan la figura del tonto, del bobo, del simple, que tiene una mujer y esa mujer le engaña con otro hombre, con lo que Calderón bromea con el honor”. En aquel momento yo me sentí un ignorante; me extrañaba su comentario sobre Calderón, pero no había leído “El desafío de Juan Rana”. Ahora sí, y puedo afirmar que “¡una leche!, bromea con el honor”, Calderón no bromea con el honor, utiliza el honor como código de una comedia para ridiculizar a aquellos hombres que por tontos, por impotentes, por viejos, por cobardes, no se atreven a imponer un orden social vigente en los tiempos de la contrarreforma. Así que, a los entremeses lleva Calderón a aquellos que no dan la talla para ser Pedro Crespo y ajusticiar a garrote vil al violador de su hija, o al que amenaza el honor conyugal, como don Gutierre frente a doña Mencía, en El médico de su honra. Esa gente es de la que se burla Calderón, esos son el objeto de la parodia, no del honor, el honor es el código de la comedia que hace posible esa burla.

Y afirmo, como pensaba, que el honor es intocable para Calderón; su crítica, es al prototipo de hombre que no da la talla de hombre, respecto al uso de la época, para meter en cintura a su mujer. Por ejemplo, lo que se hace en El pintor de su deshora, o en El médico de su honra, es que el marido, por la mera sospecha que su mujer, doña Mencía, pueda tener algún desliz extramatrimonial, que no lo tiene, la ejecuta, incluso sospechando de que probablemente no lo tiene, pero basta el descrédito para que la mujer sea rea de muerte a manos de su marido. ¿Qué dirá hoy la Ley de violencia de género de este drama?, ¿que hace apología de lo que la ley prohíbe? Y quieren hacer de Calderón un progre; claro y Aristóteles un romántico.

La interpretación de la literatura no puede, amigo mío, estar al servicio de las ideologías; a Calderón no se le puede situar en la progresía, ni ahora ni en su tiempo. Pero es que además, repasando los elementos de la parodia, no se debe confundir el código de la parodia que en este caso si es el honor, con el objeto de la parodia que la debilidad de determinadas personas para no defender los códigos que le exige su tiempo, como hace don Gutierre, o don Pedro Crespo, frente a quien atenta contra el honor de su mujer o de su hija.

El lazarillo se sobrevive porque se adapta a la realidad, se arrima a los buenos, o sea lleva cuernos y se junta con cabrones, pero vive y como todos los días. Cornudo pero feliz, su mujer amancebada con un arcipreste, pero come caliente. Vive, si vivir así vale la pena: eso es cosa de cada cual.


La parodia en algunos pasajes del Quijote.

Episodio de los batanes. Cáp 20 de la 1ªp.

Don Quijote y Sancho se adentran en una zona oscura en la que se oyen unos golpes y unos ruidos desconocidos. Al amanecer descubren que son unos mazos de batán movidos por una corriente de agua que golpeaban en el suelo. El narrador cínicamente dice:

...oyeron a deshora otro estruendo que les aguó el contento del agua, especialmente a Sancho, que naturalmente era medroso y de poco ánimo. Digo que oyeron que daban unos golpes a compás, con un cierto crujir de hierros y cadenas, que, acompañados del furioso estruendo del agua, que pusieran pavor a cualquier otro corazón que no fuera el de don Quijote.”

Se oyen unos ruidos espantosos, Sancho se muere de miedo, se descompone, don Quijote se dispone a emprender una descomunal batalla al amanecer, cuando descubren los batanes y el misterio desaparece. Al pasar el susto, ya sosegado, a Sancho le da un ataque de risa recordando la imagen y las palabras de su señor, cuando decía que esta era una batalla que los cielos me tienen deparada...

Entre el contraste dialéctico de las palabras de don Quijote y la realidad descubierta, aparece la burla que Sancho hace a don Quijote, diciéndole:

Cuatro veces sosegó, y otras tantas volvió a su risa con el mismo ímpetu que primero; de lo cual ya se daba al diablo don Quijote, y más cuando le oyó decir, como por modo de fisga:”

La risa de Sancho iba subiendo de tono, y a don Quijote le estaba molestando la risa (le daba al diablo), y más cuando el escudero a modo de fisga (burla) repitió palabras de su amo:

«Has de saber, ¡oh Sancho amigo!, que yo nací, por querer del cielo, en esta nuestra edad de hierro, para resucitar en ella la dorada, o de oro. Yo soy aquél para quien están guardados los peligros, las hazañas grandes, los valerosos fechos...»

Y llegando a este punto de la burla ya don quijote no puede aguantar más y le da un castañazo a Sancho que le deja maltrecho. Es curioso que Sancho que no es capaz de memorizar la carta que su amo le da para llevar a Dulcinea, cuando quiere, puede y en un lenguaje correcto, tardo medieval, parodia a don Quijote con una perfección asombrosa. Para que luego diga el narrador que tiene poca sal en la mollera, pues aquí, y otros muchos pasajes habla mejor que un profesor de universidad. Ya quisiéramos muchos tener la inteligencia que Sancho repetidas veces muestra.

El cura de la aldea, Pero Pérez

Es unos de los personajes mas parodiados de la novela. No deja de ser curioso que el cura aparezca en numerosas ocasiones en la novela pero ninguna de ellas ocupándose de sus feligreses, ni haciendo nada que tenga que ver con la actividad eclesiástica, eso es cuando la ironía no está en las palabra pero sí en los hechos.

Como cuando en La Regenta, la mujer más hermosa de Vetusta, no es capaz a de enamorar a nadie que valga la pena, nada más que a un cura, que es como si no se enamorara nadie y un don Juan trasnochado, con cincuenta y tantos años de la época, un verdadero viejo, don Alvaro Mesía; que la mujer más atractiva de una cuidad de apenas treinta años, solo despierte el amor de un cura, que si bien las tiene todas, el magistral es un tipo perfecto físicamente, pero es un cura, que tiene una madre que no le deja tener relaciones sexuales nada más que con la asistenta que tiene en casa, y con viejo que solo trata de burlarse de ella. O como en la Celestina, que dice necesitar de una vieja para que Calixto y Melibea se enamoren, cuando en realidad ya están enamorados, no es necesario la intermediación, en todo caso es necesaria para que le abra la puerta del dormitorio.

Decíamos que el cura no hace en la novela nada relacionado con su actividad eclesiástica. Se dice en la novela que el cura es un gran bromista, y es quien idea el plan de disfrazarse de princesa menesterosa para hacerle salir a don Quijote de Sierra Morena. El narrador cínicamente lo cuenta así en el cap 26-1ª:

Después, habiendo bien pensado entre los dos el modo que tendrían para conseguir lo que deseaban, vino el cura en un pensamiento muy acomodado al gusto de don Quijote, y para lo que ellos querían, y fue que dijo al barbero que lo que había pensado era: que él se vestiría en hábito de doncella andante, y que él procurase ponerse lo mejor que pudiese como escudero, y que así irían adonde don Quijote estaba, fingiendo ser ella una doncella afligida y menesterosa, y le pediría un don, el cual él no podría dejársele de otorgar como valeroso caballero andante y que el don que le pensaba pedir era que se viniese con ella, donde ella le llevase, a desfacelle un agravio que un mal caballero le tenía hecho, y que le suplicaba ansimesmo que no la mandase quitar su antifaz, ni la demandase cosa de su facienda hasta que la hubise hecho derecho de aquel mal caballero; y que creyese sin duda que don Quijote vendría en todo cuanto le pidiese por este término, y que desta manera le sacarían de allí y le llevarían a su lugar, donde procurarían ver si tenía algún remedio su estraña locura.”

El cura disfrazado de princesa menesterosa (tú cara me suena, ¿tomamos una copa?), en vez de pensar en la misa piensa en el carnaval. Cervantes sin duda disfraza al cura así, -hace que se disfrace él, que sea iniciativa suya - porque se quiere burlar de él y eso lo hace en plena contrarreforma cuando el Concilio de Trento había prohibido que los curas adoptaran una indumentaria distinta de su oficio. Cap. 27 1ª:

En resolución, la ventera vistió al cura de modo que no había más que ver: púsole una saya de paño, llena de fajas de terciopelo negro de un palmo en ancho, todas acuchilladas, y unos corpiños de terciopelo verde, guarnecidos con unos ribetes de raso blanco, que se debieron de hacer, ellos y la saya, en tiempo del rey Wamba. No consintió el cura que le tocasen, sino púsose en la cabeza un birretillo de lienzo colchado que llevaba para dormir de noche, y ciñóse por la frente una liga de tafetán negro, y con otra liga hizo un antifaz, con que se cubrió muy bien las barbas y el rostro; encasquetóse su sombrero, que era tan grande que le podía servir de quitasol, y, cubriéndose su herreruelo, subió en su mula a mujeriegas, y el barbero en la suya, con su barba que le llegaba a la cintura, entre roja y blanca, como aquella que, como se ha dicho, era hecha de la cola de un buey barroso.”

No consiguó el cura que le tocasen”, ¿que le pusieran la toca o que le tocasen de tocar? ¡Vaya diafonía!, ¡Tocar a un cura! “Noli me tangere”. Y sigue el narrador:

Mas, apenas hubo salido de la venta, cuando le vino al cura un pensamiento: que hacía mal en haberse puesto de aquella manera, por ser cosa indecente que un sacerdote se pusiese así, aunque le fuese mucho en ello; y, diciéndoselo al barbero, le rogó que trocasen trajes, pues era más justo que él fuese la doncella menesterosa, y que él haría el escudero, y que así se profanaba menos su dignidad; y que si no lo quería hacer, determinaba de no pasar adelante, aunque a don Quijote se le llevase el diablo.”

Vamos que la burla no pasa adelante, que todo queda en un simple desliz imputable al personaje, no al autor; imputable al cura, no a Cervantes. Es la habilidad de Cervantes, primero lo viste de ramera, pero luego cínicamente lo corrige, y así se libra de la inquisición. Sigue el narrador:

En esto, llegó Sancho, y de ver a los dos en aquel traje no pudo tener la risa”

Sancho no es ningún tonto y al verlos no pudo contener la risa. Luego se encuentran con Dorotea, ya tienen a la princesa y no hace falta disfrazarse de mujer. El cura se quita su disfraz y queda en ropa interior y es cuando se encuentra con don Quijote que le dice:

...ruego al señor licenciado me diga qué es la causa que le ha traído por estas partes, tan solo, y tan sin criados, y tan a la ligera, que me pone espanto.”

Claro encontrarse al cura de tu pueblo en calzones por el monte a principios del siglo XVII es un poco raro. El cura que es un pillo le dice, cargando las tintas en referencia a lo galeotes que don Quijote liberó, que le robaron la ropa unos ladrones a los que un perturbado les dio libertad. Indirectamente llama a don Quijote loco, y don Quijote callado tragando.

En otro momento dice del cura el narrador. Cap 29-1ª:

El cura, que vio el peligro que corría su invención de ser descubierta, acudió luego a las barbas y fuese con ellas adonde yacía maese Nicolás, dando aún voces todavía, y de un golpe, llegándole la cabeza a su pecho, se las puso, murmurando sobre él unas palabras, que dijo que era cierto ensalmo apropiado para pegar barbas, como lo verían; y, cuando se las tuvo puestas, se apartó, y quedó el escudero tan bien barbado y tan sano como de antes, de que se admiró don Quijote sobremanera, y rogó al cura que cuando tuviese lugar le enseñase aquel ensalmo; que él entendía que su virtud a más que pegar barbas se debía de estender, pues estaba claro que de donde las barbas se quitasen había de quedar la carne llagada y maltrecha, y que, pues todo lo sanaba, a más que barbas aprovechaba.”

Un cura de la contrarreforma practicando ensalmos para pegar barbas, cosa más bien de hechicero o de curandero. Otra parodia que le cae a los curas.

En el capítulo 1 de la 2ª parte hay una broma sobre la confesión:

-Y a vuestra merced, ¿quién le fía, señor cura? -dijo don Quijote.

-Mi profesión -respondió el cura-, que es de guardar secreto.

Pero este cura es un gran tracista y como dice Sancho al final de la obra, es alegre y amigo de holganza.

La idea que se quiere dar, como hemos dicho, es una feroz crítica a los idealismos, demostrando que son incompatibles con la realidad y que pueden llegar a ser muy peligrosos. Esa crítica es profunda, sutil y no se detiene anta nada.

Ref: Basado en la Crítica de la Razón Literaria del Materialismo Filosófico de Gustavo Bueno; Mooc uvigo.

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