En el prólogo de “Rebelión en la granja”, George Orwell escribía una frase digna de ser cincelada en el mármol: “si la libertad significa algo será, sobre todo, el derecho a decirle a la gente lo que no quiere oír”.

Cuando la leí por primera vez, pensé que tal frase podría ser un magnífico lema vital; y, siempre consideré siguiendo a Orwell que la misión de todo el que escribe no es halagar a nadie, sino desnudarse y más bien aguijonear al lector, incomodarlo, llegando incluso a molestar por escribir sobre cuestiones espinosas o sobre asuntos controvertidos. Hoy ya sé que esto es una empresa inútil y quimérica; y que, como todas las empresas inútiles y quiméricas, solo engendra a la postre melancolía. Esta melancolía se eleva exponencialmente cuando esa libertad, es manifestada en la redes sociales, pues al descubrir las ideas uno se convierte en blanco de los demás.

jueves, 4 de marzo de 2021

Cervantes y la filosofía


Interpretamos a Cervantes desde el Materialismo Filosófico de Gustavo Bueno. Alejados de los criterios del erasmismo y del idealismo alemán, como lo interpretaron Américo Castro o Ortega y Gasset, que llegó a decir, desacertadamente, que “España es el problema y Europa la solución”. Desde el materialismo filosófico se sostiene que la solución es la hispanidad.

Cervantes, como materialista y ateo, influyó en la obra de Spinoza, y este en la de Gustavo Bueno. En ni una sola obra de Cervantes, las ideas metafísicas, transcendentes, las explicaciones religiosas, son móvil, centro, o cobran importancia; todo lo que sucede se explica desde un racionalismo antropológico, y esto ocurre en una época en la que todas las explicaciones que se daban se fundamentaban en un racionalismo teológico. Es, pues, Cervantes mucho más contemporáneo nuestro que Erasmo, que le hacía el juego a Lutero. Cervantes, en su literatura objetiva una serie de ideas cuyas causas son siempre humanas.

¿Cómo asumir que Cervantes es un ateo? No lo es en el sentido de que niegue la religión. Cervantes es un ateo de formación católica, de la misma manera que Spinoza es un ateo de formación hebrea; al ateísmo se llega solo a través de la religión, porque no se puede ser ateo sin pensar en Dios, idea de la causa primera, para confirmar que esa idea no se puede sostener porque racionalmente es falsa, lo que es un paralogismo. Esto no es arbitrario en Cervantes, pensemos en una tragedia como La Numancia, donde se plantea la invasión de los romanos, mandados por Escipión; no hay una guerra, es un cerco. El planteamiento de La Numancia, está muy presente en la obra cervantina, Escipión hace una afirmación que es capital, “Cada cual se fabrica su destino”, lo que está haciendo Cervantes es negando la razón teológica y afirmando la antropológica. Está diciendo que los problemas de las personas se lo han de resolver las mismas personas, no invocando a la divinidad. Es lo contrario que años después diría Calderón, cuando dijo “No hay más fortuna que Dios”. Cervantes es un nihilista, pero no al modo de Nietzsche, que dice “Dios ha muerto”, para Cervantes Dios es solo un concepto teológico, dado que para él, tanto el origen como la solución a los problemas no viene de Dios. Cervantes en La Numancia renueva lo que es la tragedia clásica que se fundamentaba en el enfrentamiento de los seres humanos intervenidos por designios divinos; era el destino que se cumplía por un orden moral y trascendente (la tragedia de Edipo). En Cervantes es lo contrario, los augurios, las interpretaciones religiosas, no tienen ningún valor, todo depende del racionalismo humano.

Cervantes es el primer autor de la historia que en la tragedia sustituye la metafísica por la historia, a los dioses por los seres humanos, a los que hace protagonistas de los hechos que ocurren. Esa es la esencia de La Numancia. En la tragedia siempre los protagonistas eran de las clases altas, porque se estimaba que solo la nobleza y la realeza podían expresar con dignidad el dolor y el sufrimiento, que en la clases bajas eso era chabacanería, que solo podían ser protagonista de la comedia. Cervantes rompe este principio que era una ley sagrada de la composición literaria; en La Numancia (que algunos con ironía han llamado la primera tragedia socialista), no hay nobles, es la primera tragedia que invierte las leyes del decoro, con el protagonismo de las gentes sencillas. Pero esto no solo ocurre en La Numancia; el protagonista del Quijote es un noble venido a menos, la más baja escala de la nobleza, un personaje al que ridiculiza constantemente, y sin embargo Sancho, que viene del pueblo está mitificado de principio a fin; se invierten los valores en los que se regulaba el arte y el modo de interpretar.

La literatura estaba normalizada desde siglos, y la ortodoxia no permitía subvertir estas normas. Pero ningún genio es ortodoxo, y en ese contexto surge la obra literaria más grande de todos los tiempos, que tardó muchos años en ser interpretada, porque rebasaba el racionalismo de su época. El sistema de ideas objetivado en la obra de Cervantes va en contra de las ideas vigentes en su época. Shakespeare reformó el teatro de su país, pero crea unos personajes que se sitúan siempre en un mundo preexistente, que creen en brujas y oyen voces de fantasmas, personajes que no podría sobrevivir en nuestro mundo, que su individualismo fracasa siempre; en tanto que los personajes de Cervantes abren las puertas del mundo contemporáneo, como Sancho Panza, que no sabe leer ni escribir, pero que tiene un comportamiento infinitamente más digno que el de los nobles que intentan burlarse de él.

Gustavo Bueno, en su libro “España no es un mito”, advierte que la literatura es una materia que puede y debe analizarse mediante conceptos. Muy pocas filosofías de las que analizan la literatura, definen primero que es la literatura, sin embargo a partir del Materialismo Filosófico de Bueno se ha definido en la Critica de la Razón Literaria que literatura es una construcción humana y racional que se ejerce en libertad por medio del enfrentamiento dialéctico de ideas. Y es tan grande el terreno que la literatura ha ganado en nombre de la razón, que el racionalismo de una sociedad se mide por el tipo de literatura que escribe.

Hoy día nadie escribe literatura basada en el mito, la magia, o la religión numinosa, al contrario, hoy se desmitifica todo esto, porque nuestro racionalismo sabe interpretar que un rayo o un trueno no es debido a la ira de un dios, sino a causas meteorológicas. Tiene una gran libertad porque sabemos que no se puede encarcelar a un personaje literario, como se quiso hacer con Madame Bobary, ni juzgar a su autor como se hizo con Gustave Flaubert, tomándose la literatura en serio. La literatura solo se la pueden tomar en serio, los locos como don Quijote, alguien que es un ignorante, o alguien que es un dogmático. La literatura no se puede tomar en serio como contenido literal, si se ha de tomar en serio en tanto que es un material que se puede y se debe analizar.

Si algo tiene la literatura es que sobrevive a todas sus interpretaciones. Cervantes en la historia de la filosofía habría ocupado un capítulo más, sin embargo en la historia de la literatura el capítulo que ocupa es el de haber construido, hace 400 años, la obra que, hoy día, sigue siendo la más importante de todos los tiempos.

 

La ficción

Dice Aristóteles que la realidad supera siempre la ficción. Lo dice porque él entiende que el arte es siempre una imitación de la realidad. Una mímesis, de manera que el pintor cuando pinta un árbol lo que hace es copiar en un lienzo lo que ve en la naturaleza. Para Aristoteles la realidad es algo preexistente y el artista lo que hace es imitarla: la literatura la imita mediante el lenguaje, la música mediante el sonido, la pintura mediante el color, la escultura mediante el volumen, la arquitectura mediante la proyección, etc. La ficción (fábula) va a ser siempre una explicación imaginaria de los hechos, y siempre va a estar por debajo al ser una imitación.

Pero la teoría de Aristóteles sucumbe en el siglo XVIII, que se derrumba el concepto de naturaleza, y por tanto el de mímesis. Kant entiende el arte como una construcción subjetiva que depende de las competencias del ser humano, a partir de lo que percibe en el llamado mundo real. La tesis de Kant es que la ficción siempre supera la realidad, porque la genialidad de la conciencia humana es capaz de construir historias que van más allá de las historias reales.

Tanto Aristóteles como Kant consideran que la ficción no forma parte de la realidad, en un caso porque la imita, en otro porque se construye subjetivamente a partir de ella.

Sin embargo, la ficción, si forma parte de la realidad, sencillamente podemos comprenderlo porque cuando vemos una película o leemos una novela, aunque estemos contemplando una experiencia ficticia, el espectador o el léctor no abandona la realidad.

¿Cuál es entonces la diferencia entre realidad y ficción? La operatoriedad, si un actor, en escena, ha de cometer un asesinato, ese asesinato no es operatorio, no tiene consecuencias, porque es simulado, es ficción; el crimen en la ficción se representa. No es lo mismo tampoco fingir un ataque al corazón en escena, que sufrir un ataque al corazón en la vida real.

Pero lo que ocurre en escena tampoco es mentira, sería mentira si no fueran espectadores quien contemplan la escena, si se monta un engaño en la vida real. En el teatro, en la literatura, ni el autor, ni los actores, están engañando al público, están narrando o representando una ficción.

Así la Crítica de la Razón Literaria define la ficción como una materia que carece de existencia operatoria (no tiene consecuencias irreversibles).

 

Ref: Basado en la Crítica de la Razón Literaria del Materialismo Filosófico de Gustavo Bueno; Mooc uvigo 2019.

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