En el prólogo de “Rebelión en la granja”, George Orwell escribía una frase digna de ser cincelada en el mármol: “si la libertad significa algo será, sobre todo, el derecho a decirle a la gente lo que no quiere oír”.

Cuando la leí por primera vez, pensé que tal frase podría ser un magnífico lema vital; y, siempre consideré siguiendo a Orwell que la misión de todo el que escribe no es halagar a nadie, sino desnudarse y más bien aguijonear al lector, incomodarlo, llegando incluso a molestar por escribir sobre cuestiones espinosas o sobre asuntos controvertidos. Hoy ya sé que esto es una empresa inútil y quimérica; y que, como todas las empresas inútiles y quiméricas, solo engendra a la postre melancolía. Esta melancolía se eleva exponencialmente cuando esa libertad, es manifestada en la redes sociales, pues al descubrir las ideas uno se convierte en blanco de los demás.

domingo, 31 de marzo de 2019

Cervantes y la libertad. Homenaje a Luís Rosales I














"La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad así como por la  honra se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres"  (II, 58)








Don Quijote nace sin prehistoria, sin antecedentes familiares, sin lugar concreto de nacimiento (“en un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme...“), sin infancia ni juventud siquiera, puesto que da comienzo a su «historia» cuando rondaba los cincuenta, con los datos mínimos imprescindibles para explicar su transformación de cuerdo en loco.


El personaje literario se concibe, de este modo, en libertad plena, sin estigmas familiares ni locales que condicionen su evolución posterior, sin marcas previas que determinen, inexorablemente, su comportamiento.

Libertad total que hace de don Quijote un hijo literario de sus obras, y que, simultáneamente, Cervantes, se da a sí mismo, con el fin de poder trazar la vida de su héroe como mejor le cuadre, sin cadenas que obstaculicen su autonomía de narrador omnisciente.



Hoy 26 de abril hace veintisiete años de la muerte de de Luís Rosales, un poeta granadino que deberíamos valorar a la altura de los más grandes. Es también uno de los grandes críticos del Quijote -el mejor de todos en cuanto a la estética, si mi opinión importa-. Su gran obra "Cervantes y la Libertad", que estoy desmenuzando ahora, hace un retrato moral del autor de la "novela infinita", un canto apasionado de la libertad con una prosa preciosistica. Lo estoy leyendo en dos tomos que pertenecen a la propia biblioteca de Rosales, adquirida por la Biblioteca de Andalucía; para mí ha sido un placer ser el primero en hojear estos libros, a los que he tenido que cortar los filos de sus páginas encuadernadas, para poder ojearlos.

Luis Rosales, nacido en 1910, pertenece a la Generación del 36, grupo poético que recuperó la poesía clásica y la experiencia cotidiana frente al vanguardismo de la Generación del 27. La experiencia de la Guerra Civil marcó su poesía y lo convirtió en miembro de una generación escindida.

Utilizó los modelos clásicos para acercarse al neorromanticismo con un lirismo íntimista, sobrio y de enfoque narrativo centrado en el amor. El desengaño cobra importancia en su obra a finales de los años cuarenta, así como lo cotidiano que rodea al poeta: la familia, la amistad, el hogar y la memoria sosegada.

Luis García Montero escribe sobre su personalidad y de la “factura sentimental e íntima que le pasó la violencia”.

Andrés Soria Olmedo analiza “la dialéctica de memoria y esperanza, y la conciencia del desengaño” en la obra de Luis Rosales.

Premio Cervantes de 1982. Su gran obra poética es "La casa encendida", la que solo he ojeado y que me espera en la Biblioteca de Andalucía para el próximo cambio, cuando entregue el segundo tomo de "Cervantes y la Libertad"