"La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad así como por la honra se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres" (II, 58)
Don Quijote nace sin prehistoria, sin antecedentes familiares, sin lugar concreto de nacimiento (“en un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme...“), sin infancia ni juventud siquiera, puesto que da comienzo a su «historia» cuando rondaba los cincuenta, con los datos mínimos imprescindibles para explicar su transformación de cuerdo en loco.
Hoy 26 de abril hace veintisiete años de la muerte de de Luís Rosales, un poeta granadino que deberíamos valorar a la altura de los más grandes. Es también uno de los grandes críticos del Quijote -el mejor de todos en cuanto a la estética, si mi opinión importa-. Su gran obra "Cervantes y la Libertad", que estoy desmenuzando ahora, hace un retrato moral del autor de la "novela infinita", un canto apasionado de la libertad con una prosa preciosistica. Lo estoy leyendo en dos tomos que pertenecen a la propia biblioteca de Rosales, adquirida por la Biblioteca de Andalucía; para mí ha sido un placer ser el primero en hojear estos libros, a los que he tenido que cortar los filos de sus páginas encuadernadas, para poder ojearlos.
Premio Cervantes de 1982. Su gran obra poética es "La casa encendida", la que solo he ojeado y que me espera en la Biblioteca de Andalucía para el próximo cambio, cuando entregue el segundo tomo de "Cervantes y la Libertad"