En el prólogo de “Rebelión en la granja”, George Orwell escribía una frase digna de ser cincelada en el mármol: “si la libertad significa algo será, sobre todo, el derecho a decirle a la gente lo que no quiere oír”.

Cuando la leí por primera vez, pensé que tal frase podría ser un magnífico lema vital; y, siempre consideré siguiendo a Orwell que la misión de todo el que escribe no es halagar a nadie, sino desnudarse y más bien aguijonear al lector, incomodarlo, llegando incluso a molestar por escribir sobre cuestiones espinosas o sobre asuntos controvertidos. Hoy ya sé que esto es una empresa inútil y quimérica; y que, como todas las empresas inútiles y quiméricas, solo engendra a la postre melancolía. Esta melancolía se eleva exponencialmente cuando esa libertad, es manifestada en la redes sociales, pues al descubrir las ideas uno se convierte en blanco de los demás.

viernes, 14 de julio de 2023

Certezas

¡Nunca màis!

 Una vida sin examen no merece la pena ser vivida

Apología. Sócrates

 La prosa, decía Juan de Mairena a sus alumnos de Literatura, no debe escribirse demasiado en serio. Cuando en ella se olvida el humor –bueno o malo–, se da en el ridículo de una oratoria extemporánea, o en esa que llaman prosa lírica, ¡tan empalagosa!... (Machado, 1989).

 

A pesar de aquello que dijo Platón en las Georgías, Cuando uno atiende a la filosofía más tiempo del debido es la ruina de los hombres”, como bien saben los que me conocen - y como le pasa a la mayoría de los humanos-, no dejo de darle vueltas a la metafísica. No lo hago a todas horas, pero es recurrente que me pregunte de cuando en cuando por lo que en verdad creo. Hace un tiempo, a modo de un ejercicio de autoconocimiento, llegué a confeccionar una lista, que acabo de encontrar doblada en medio de un libro al que sabía que volvería tarde o temprano. Los papeles están doblados y, en lo que podría llamar la cubierta, está anotada la fecha, junio de 2013. Añado, en forma de autoaviso, el propósito del experimento. Dice así:

Esta es una lista de certezas. Esperar a que pasen unos años, y, antes de leerla, elaborar otra lista. Comprobar después las coincidencias y discrepancias”.

Tras el autoconocimiento
Curiosamente de esto me acuerdo bastante bien. Cuando la hice -pienso ahora-, podía estar un poco aburrido, puesto que son casi tres caras en dos folios. Al advertirme lo de la segunda lista -me digo ahora-, estaría pensando que las convicciones, al menos las mías, son subjetivas y a menudo cambiantes. Lo digo sin duda influenciado por esa máxima que dice que “las creencias inamovibles son propio de las mentes rígidas”, que confieso que no sé quien la dijo, pero que algo de “veleta” debía de ser su autor.

Si ese es fue mi propósito entonces, no puedo más que confirmarlo ahora que han pasado, no unos años, sino la friolera de más de diez, ¡cómo corre el tiempo! Recuerdo perfectamente, o creo recordarlo, aquel día de principios de verano que me dio por rascarme la cabeza en tanto que miraba con los ojos a medio cerrar los folios en blanco encima de esta misma mesa. Lo que no puedo precisar es  qué motivó la génesis de esta tarea..., pero, con seguridad, tuvo que haberla.

La nueva lista es un verdadero ejercicio de curiosidad al que me he aferrando con cierta ansiedad. La he trabajado, y una vez finalizada, creo que sin duda ha sido un desnudo intangible de mi persona y, como me veo ciertamente reflejado en el retrato, por las certezas, todas relevantes, y por el asomo de cierta ironía, me he propuesto dejar constancia de aquellos silogismos que perduran en mí a lo largo de estos años con meridiana claridad.

Lo dijo Platón hace ya unos años: “Nada hay más confortable para el hombre, ni más peligroso, que las certezas.” Qué razón tenía y cuánto metemos la pata por olvidarnos de ésto. Así, sin juzgar la sensatez, que es cosa que corresponde a otros más sensatos que yo, puedo afirmar que bajo mi criterio, en este tiempo y espacio en el que me hallo -mañana posiblemente será otra cosa-, siento como certezas que:

  • La tortilla de patatas es mejor con cebolla.

  • El puchero y los potajes que comemos en casa nunca los comeremos en ningún restaurante, por muchas estrellas Michelín que tenga.

  • La paella de María José; y el empedrao de mi madre. En ambos platos he superado ya a mis maestras (bueno, con su receta, le he dado mi toque particular: más tomate, siempre rallado en ambos platos, y algo de ajo; más mi secreto, que por supuesto me callo para no descubrir mis artes).

  • El tocino siempre a escondidas. En mis años jóvenes, por las noches, me ocultaba de Pepe Blanes, y ahora de mi conciencia. El primero me pillaba siempre y me mandaba arrodillarme delante de la Inmaculada, -que ya sé que todo lo bueno es pecado-, pero lo hacía más tiempo del merecido para un joven inocente; la segunda no necesita sorprenderme para saberlo todo de mí.

  • El vino en invierno y la cerveza en verano, con algunas excepciones.

  • El capitalismo es detestable. El comunismo es peor porque no te deja rajar de la situación y mucho menos conspirar contra él. Antes había puesto: cuando se derrumba una frontera la gente siempre corre hacia el mismo lado”, pero tomo prestada, a Aramburu, esta forma de decirlo, que me parece bastante acertada.

  • Una causa, por muy justa que sea, se vuelve peligrosa tan pronto como la defiende un fanático. En 2013, hablaba de fundamentalismos.

  • El mundo se está poniendo inhabitable. En 2013 me refería al medio ambiente: me habían afectado mucho los últimos terremotos, el desastre del Katrina, y sobre todo lo del Prestige, que me llevó a Galicia en solidaridad con esa tierra y el planeta entero (yo me defino “universal”). A Galicia en el 2003, fuimos, Lola y yo, integrados en una brigada de activistas del PC de Albolote y Peligros, montando una pantomima ideológica, en la que la limpieza importaba muy poco a la brigada; teniendo el rechazo claro de los trabajadores gallegos, que, como pasa con los bosques que arden, quizás habían descubierto un nicho laboral, y con el escepticismo de las gentes del pueblo gallego; la excepción estuvo en los munícipes o Consejo del pueblo de Laxe, precioso lugar donde recalamos, que nos trataron como si fuéramos miembros del “politburó”, regalándonos hasta los correspondientes tres besos en las mejillas cada mañana. Los motivos de la afirmación, “El mundo se está poniendo inhabitable”, sin duda, han aumentado en 2023.

  • La Naturaleza se comporta a veces de forma muy poco natural. O, ¿acaso siente más simpatía por los peces que por el petróleo que los mata?; ¿o prefiere el bosque que ella misma ha creado a lo largo de años, al fuego que lo destruye en unas horas?

  • La escuela pública (Se incluyen los hijos de los ministros de izquierdas). El ajedrez, una asignatura obligatoria.

  • La sanidad, pública y universal. Recomiendo no olvidar a los españoles fuera de su autonomía, enredándolos en complicadas trabas.

  • El Quijote es la obra literaria más grande de todos los tiempos, y la escribió Cervantes por lo que el alcalaíno es el escritor más grande de la historia.

  • Es menester tocar las cosas con las manos para dar lugar al desengaño”. Esta es la primera frase que anoté del Quijote (II,9), y la he vuelto a poner acordándome también de Santo Tomás, que en su falta de fe -necesitó tocar para creer-, me hace suponer que no es imprescindible la fe para ser santo. De hecho yo conozco uno, que me decía siempre, que era comunista.

  • Mi conciencia es social y universal. Antes escribí esos versos programáticos de Juan Panadero: aunque andaluz, soy viento, soy copla de cualquier parte.”

  • La palabra no tiene porque ser siempre política. Sigo pensando que hay que estar en contra de toda política, aunque sea la nuestra. Antes había escrito: “criticar sobre todo a los míos.” Por cierto, como me pasa con la religión, envidio sobremanera a los que tienen fe en cualquier dogma, y se mantienen rígidos en unas creencias. Yo he pasado por casi todas, y, he de confesar, que de casi todas me queda algo… Por eso hablo de los “míos”, pues con todos podría señalar mi pertenencia sin equivocarme, como mi discrepancia.

  • El nazismo ocurrió porque unos ideólogos hablaron de una raza superior y un pueblo, mayoritariamente, se lo creyó. Por eso no me gustan nada esos egoísmos, ni esas proclamas, ni esas creencias en el “rh” negativo, y menos aún lo del abolengo territorial en la filiación de los apellidos. Por eso me mueve tanto ser alpujarreño, porque su historia es puro mestizaje, diáspora, movimiento continuo, a pesar de que en mi caso, sin escogerlo, por un azar que desconozco, sea "errehache" negativo.

  • España siempre con Europa, pero sin olvidar la hispanidad. Antes había puesto: Nuestra política de inmigración y cooperación debería mirar preferentemente a hispanoamérica.”

  • China gobernará el planeta y entonces la libertad individual me temo que se verá muy comprometida. En 2013 decía: nos está invadiendo la economía china...”

  • No me gustan los toros, no soy nada flamenco, no sé contar bien los chistes, y sin embargo soy andaluz. Claro que de Graná; quizás esa sea, en parte, la explicación. O debería decir: “alpujarreño”. O de Cádiar. No sé de dónde soy..., ¡pero si soy universal, cómo voy a conocer de geografías! Sí puedo decir que, según mi opinión, “sé quién soy, y quién puedo llegar a ser”, también repetiré eso de que soy "viento de cualquier parte".

  • El sexo es muy importante también cuando eres mayor, siendo aconsejable en los actores mover algún músculo, y saber que el del entrecejo no vale. Bueno, ¡allá tú! Esto me lo digo a mí, en tu caso no me meto.

  • Hoy por hoy, las mujeres son más propensas al embarazo que los hombres, por lo que la igualdad, a la que imprescindible y necesariamente debemos tender, encuentra aquí un escollo importante. Repito lo de "hoy por hoy"..., o todavía. Y ya sabemos que "hoy es siempre todavía".

  • Revolución y democracia son conceptos contradictorios.

  • El termino cultura engloba asuntos que reflejan muy poca “cultura”... Veamos: el cascamorras, la batallas de ratas, las carreras de gansos, la caza del zorro, el aizkora, el toro embolao, el uso obligatorio del burka, la ablación, el harakiri; incluyo, por absurdas, las amables batallas de agua o de vino, y, pensando en el gazpacho malogrado, la tomatina. Por eso, antes que de cultura, prefiero hablar de fiestas, artes, ciencias, o literatura...

  • Me siento responsable de lo que hago y digo, pero no de aquello que digo o hago en los sueños de los demás. Eso que no me lo achaquen a mí.

  • Me gustaría mucho que Dios existiera. Esto me persigue y me ocupa desde hace ya muchos años; pero filosofar nunca ha sido salir de dudas sino entrar en ellas. Unamuno, un día ya remoto, me lió del todo, cuando leí aquello que le dijo por carta a un amigo chileno, eso de: “si creo en Dios, es porque quiero que Dios exista", que parece poseer la facultad de creer en lo que se espera, la esperanza, el anhelo de pervivir: una fe más pasional que escolástica. Por otro lado me gusta decir que creo en un Orden Natural que a todos nos es palpable, que si reparo un poco he de confesar que para ello hace falta algo de sentido religioso, algo de fe.

  • A veces se me olvida que debo pararme a “distinguir los ecos de las voces. Y, dicho esto, una mención a don Antonio Machado: se podrán escribir mejores poesías que las suyas, podrá haberlas ya escritas (sobre todo en los clásicos), pero como poeta integral, será muy difícil igualarle. En su poesía, que también es filosofía, podemos leer esa duda que quiere despejar: Tu verdad, no: la Verdad. Y ven conmigo a buscarla. La tuya, guárdatela”.

Por lo apuntado en el último punto, añadiré, aunque en la lista anterior no figuraba, pero me da que la nueva política de extremismos exige decirlo: no creo en las verdades absolutas, que tan susceptibles son de colarse en los discursos especulativos. En realidad, la mayor de mis certezas, es que las verdades absolutas son una patología, por lo que, nadie en su verdadero juicio, puede creer en ellas. Sin embargo son muchos los que moviendo los brazos se pronuncian con verdades absolutas y pasan por cuerdos ante sus huestes.

Por eso de contradecirme, aunque lo envidie, creo que después de Newton es iluso apoyarse en cualquier dogma. Nada de cuanto sea expresado fuera del dominio y el rigor de la ciencia puede aspirar a otra cosa que a convertirse en literatura. A veces, no lo niego, en buena literatura, pero hasta la filosofía parece innecesaria después de Newton. Creo, también, que se puede pensar en estos y aquellos pormenores de la vida, ordenarlos, clasificarlos, y que algunos racimos de conceptos, silogismos, definiciones y máximas contienen belleza, y, por tanto, se puede disfrutar mucho de todo ello.

Tengo también la certeza que todo lo que hacemos repercute en los demás. Quizás sea ese el sentido de la vida: si cometemos actos malignos, malignizamos el mundo; y si hacemos algo bueno, contribuimos a mejorarlo y a redimirlo, aunque el acto bueno que hayamos realizado sea anónimo, aunque nadie lo conozca ni llegue jamás a conocerlo, aunque lo hayamos ejecutado en completa soledad y aparentemente carezca de consecuencias. Los hechos pesan y dejan huella por sí mismos, y cada individuo influye en la totalidad como si nos relacionáramos a través de un sistema de vasos comunicantes. (Esto de relacionar los hechos entre sí -todo está relacionado con algo, pero no todo está relacionado con todo- es un principio platónico llamado "simploqué", que Gustavo Bueno, un filosofo olvidado porque es español, explicó con maestría).

Aspiro a dejar un buen recuerdo, pero sé que nada permanece por mucho tiempo, tampoco la memoria. Me acuerdo bastante de mis padres y de mis abuelos; pero lo que recuerdo de ellos morirá conmigo si no se ha borrado antes. Tengo una foto de mi hermana en mi despacho, llena de juventud y de alegría; siento que también se diluirá su recuerdo algún día.

Vine al mundo sin preguntas, me iré del mundo sin respuestas. Las únicas soluciones que puedo presumir de haber encontrado son estas evidencias que la vida me ha ido regalando, o vendiendo -que todo tiene su precio o todo se paga-, de las que hoy, como si de un juego se tratara, he querido dejar constancia.

Afirmaré rotundamente que todos nos iremos de este mundo ligeros de equipaje. Sin nada, “como los hijos de la mar”. Recordaré que todos sabemos que algún día las vamos a palmar, pero que parece que se nos olvida con demasiada facilidad. A mi entierro asistirán algunos de mis amigos, pero yo no podré hacer ya nada para agradecérselo. Algunos se tomarán una cerveza “a mi salud” ¡qué paradoja!; mas yo no podré pagar ninguna ronda, espero que este desaire no se me tenga en cuenta. A ti, que me lees, para compensarlo, estoy dispuesto a pagártela solo con que me lo recuerdes un día de estos que por nosotros están pasando.

Puede que todo esto sea fruto del subconsciente. Esto le gustaría Froid, pero, entre nosotros, he de confesar que yo no sé, ni lo que es, ni dónde está el subconsciente… Quiero decir que podría ser la necesidad de autoengaño que todos tenemos, como se engañaron muchos con lo del espíritu absoluto de Heguel, o lo del ego transcendental de Kant, lo del motor perpetuo de Aristóteles, lo del superhombre de Nietzsche, ...; con un ser superior, en definitiva, que nos controla todo desde arriba a modo de un granhermano, algo, que al parecer, necesitamos los seres humanos. Y si conociendo este engaño, derivamos que no podemos fiarnos ni siquiera de nosotros mismos, ¡cómo para dejar las cosas en manos del líder!... Que sí, que no dudo que en un principio puede estar limpio de polvo y paja, pero la cuestión es pensar por uno, porque cuando el aparato empieza a tomar forma, aparecen los intereses, la lucha por el poder, y esas frases que todo lo justifican, como: “el partido es lo primero”, o “hay que perseguir el objetivo a toda costa”, hasta el “no importan los medios, sino el fin”.

A conciencia he olvidado hablar de las certezas esenciales, fundamentales, básicas, esas que nos ayudan a pasar por este mundo tan complicado, esas mismas que nos tranquiliza saber que están junto a nosotros. Me refiero al papel que tienen en mi vida la familia y los amigos. No diré nada más, pues ya he puesto algún adjetivo. Tampoco he querido hablar de las certezas que lo estropean todo, que son peligrosas, las que te llevan al pensamiento caprichoso, de las que debemos aprender a huir, como la queja constante o el “ya te lo decía yo”, o  el “esto es así porque pienso” … ¡qué piensas! ¿Qué piensas? Pero si cuando uno piensa seriamente no surge ninguna certeza; al pensar lo que surgen son dudas, y esas dudas lo más que pueden ayudarnos es a decidir sabiendo que la opción que escojamos puede ser errónea, y que también podemos atinar, y sobre todo a saber que si no elegimos nos equivocamos seguro.



Año 2003, Laxe. Prestos para la limpieza de chapapote

Los "atareados" trabajadores de TRAGSA, con quienes, sin quererlo ni beberlo, competíamos en el afán de limpieza de las costas gallegas.

 


6 comentarios:

  1. Un deleite leerlo y pensarlo

    ResponderEliminar
  2. Te has desnudado, si. Y, podría decir que se te ven los atributos

    ResponderEliminar
  3. ...la tarde cayendo está a 23 de agosto...de una forma u otra, mayormente de manera inconsciente y no escrita, al tuntún de cada día, todos vamos haciendo ese examen interior, ese balance, ese ver llegar el horizonte al que llegamos...la mayoría no sabe expresarlo porque al hacerlo parece desaparecer el ángel que lo inspiraba...y otra mayoría lo hace pero lo queda la certeza de que eso no era, que había más...
    Yo, personalmente, agradezco tu esfuerzo y el aireamiento interior para constartar que estamos menos solos dentro de la absoluta soledad...
    (no tenía ni idea de la palabra SIMPLOQUÉ, que ahora al leer de qué va me recuerda a lo de la metaliteratura que aprendí por ti: que sabía de ella sin conocer la palabra...)

    ResponderEliminar
  4. Por fin un comentario al descubierto. No sé, aunque puedo intuir al menos uno, la procedencia de los otros dos.
    Tal vez repita este ejercicio dentro de algunos años. No es otra cosa que dar una opinión de uno mismo, en medio de tantas ajenas que se cuentan; y también es una clara oposición a esas exhibiciones tan rancias del "si yo te contara". Yo decidí hace tiempo contar sin condiciones, por eso les digo a mis amigos que se lo piensen antes de preguntarme qué pienso.

    ResponderEliminar
  5. Pepe, no deberíamos perseguir y sobre todo educar en valores absolutos.

    ResponderEliminar
  6. Claro, amigo, pero no he hablado de "valores" sino de "verdades". La verdad metafísica, filosófica es personal, y tú sabes bien que cuando alguien habla de "verdades absolutas" es porque quiere imponer su verdad. No cabe duda que hay valores absolutos ciertos, que son verdad: en matemáticas 2+2=4 (eso es indiscutible); para los que tiene fe, Dios, es una verdad absoluta. Pero si salimos de ahí, fuera de lo que la ciencia no haya dado por cierto, no hay "verdades absolutas". Sí que estoy contigo, con todos lo profesores, con los maestros, con los padres, que hemos de educar en valores, y que podemos ver como valores absolutos: el decir la verdad, buscar el bien, el trabajo bien hecho, ayudar a tu vecino, practicar la misericordia (como nos recordara Sancho), perseguir la razón, incluso, para todo el que así lo sienta, tener fe; y sobre todo un valor absoluto en la educación es ayudar al alumno a encontrar su verdad creándole dudas y proporcionándole medios para discurrir y poder elegir siendo consciente que con la elección que haga puede equivocarse, pero que si no actúa se equivocará seguro.

    ResponderEliminar