En el prólogo de “Rebelión en la granja”, George Orwell escribía una frase digna de ser cincelada en el mármol: “si la libertad significa algo será, sobre todo, el derecho a decirle a la gente lo que no quiere oír”.

Cuando la leí por primera vez, pensé que tal frase podría ser un magnífico lema vital; y, siempre consideré siguiendo a Orwell que la misión de todo el que escribe no es halagar a nadie, sino desnudarse y más bien aguijonear al lector, incomodarlo, llegando incluso a molestar por escribir sobre cuestiones espinosas o sobre asuntos controvertidos. Hoy ya sé que esto es una empresa inútil y quimérica; y que, como todas las empresas inútiles y quiméricas, solo engendra a la postre melancolía. Esta melancolía se eleva exponencialmente cuando esa libertad, es manifestada en la redes sociales, pues al descubrir las ideas uno se convierte en blanco de los demás.

jueves, 29 de septiembre de 2022

Los días de aventuras


La única vez que se hace referencia con precisión al tiempo cronológico de la acción del Quijote es en la carta que escribe Sancho, recién nombrado gobernador, a su mujer, y firmada un 20 de julio de 1614.

Teresa mía, que en salvo está el que repica, y todo saldrá en la colada del gobierno; sino que me ha dado gran pena que me dicen que si una vez le pruebo, que me tengo de comer las manos tras él; y si así fuese, no me costaría muy barato, aunque los estropeados y mancos ya se tienen su calonjía en la limosna que piden; así que, por una vía o por otra, tú has de ser rica, de buena ventura. Dios te la dé, como puede, y a mí me guarde para servirte. Deste castillo, a veinte de julio de 1614.

Tu marido el gobernador, Sancho Panza. (Capítula XXXVI del Quijote de 1615)

Como hizo Teseo para salir del laberinto de Creta, seguiremos el hilo para situar la acción en su propio tiempo, como ya lo hicimos con el espacio geográfico: una manera de humanizar a los personajes. De nuevo, ahora referido al tiempo, podremos comprobar la inderminación que caracterizó toda la obra de Cervantes

En el capítulo XXV de la primera parte, don Quijote alterna la gimnasia con la penitencia en Sierra Morena, y envía a Sancho de cartero al Toboso. Sancho que no ve claro tanto sacrificio para tan poca materia, consigue que su amo le firme una orden para su sobrina, a fin de que entregue tres pollinos como pago en especie. La libranza decía así;

Mandará vuestra merced, por esta primera de pollinos, señora sobrina, dar a Sancho Panza, mi escudero, tres de los cinco que dejé en casa y están a cargo de vuestra merced. Los cuales tres pollinos se los mando librar y pagar por otros tantos aquí recebidos de contado, que con esta y con su carta de pago serán bien dados. Fecha en las entrañas de Sierra Morena, a veinte y dos de agosto deste presente año.

Ya tenemos una segunda fecha con la libranza de los pollinos. Esta, solo día y mes, 22 de agosto (nunca se me olvidará, pues ese mismo día vi la luz por primera vez). Si la carta de Sancho a su mujer, es del segundo Quijote, en la tercera salida del héroe, y esta ocurre en la segunda salida, forzosamente ha de ser del año anterior: 22 de agosto de 1613. Siendo así, Cervantes, habría escrito la Primera parte, en un tiempo cronológico futuro, ya que la Primera parte se publicó en 1605 y estaba terminada en 1603. También podríamos pensar que la acción se desarrolló en 1602, pero ¿quién puede imaginar a don Quijote inactivo durante once años? Esto es del todo inconcebible, no podemos suponer que la locura se eclipsara por tanto tiempo.

En el capítulo LXI de la segunda parte, por tanto posterior a la carta de Sancho a su mujer, Teresa. Dice el narrador:

Por caminos desusados, por atajos y sendas encubiertas partieron Roque, don Quijote y Sancho con otros seis escuderos a Barcelona. Llegaron a su playa la víspera de San Juan, en la noche.

Al ser posterior al 20 de julio, fecha de la carta de Sancho, nos hace pensar que la víspera de San Juan, 23 de junio, sería del siguiente año 1615, pero, creo que es más atinado pensar, después lo desarrollaremos, que no se refiere, al nacimiento, sino a la Degollación de San Juan, ocurrida un 29 de agosto. Así, tendríamos una tercera fecha, en que llegaron a las playas de Barcelona, que por lógica podríamos situar el 29 de agosto de 1614.

En el capítulo primero de la segunda parte se nos da a entender que el tiempo transcurrido entre la terminación primera parte y el inicio de la segunda, fue escasamente de un mes. El cura y el barbero, pensando en la recuperación de don Quijote respetan estos días, hasta que deciden visitarle, y conocen del mismo don quijote, que retoma sus caballerías. Y si solo ha pasado un mes se nos presenta un anacronismo del autor, pues entre las dos fechas comentadas (22 de agosto y 20 de julio) transcurrieron cuando menos once meses.

Cuenta Cide Hamete Benengeli, en la segunda parte desta historia y tercera salida de don Quijote, que el cura y el barbero se estuvieron casi un mes sin verle, por no renovarle y traerle a la memoria las cosas pasadas (...)

Así podemos determinar que las aventuras se desarrollaron en las siguientes fechas: 

  

Primera parte. Primera salida. Año 1613.

27 de julio. Primera salida.

«. y sin que nadie le viese, una mañana, antes del día (que era uno de los calurosos del mes de julio) se armó con todas sus armas, subió sobre Rocinante, puesta su mal compuesta celada, embrazó su adarga, tomó su lanza y por la puerta falsa de un corral salió al campo con grandísimo contento y alborozo»(cap. II).

Ese mismo día llegó a la venta, donde fue armado caballero. El autor, en el mismo capítulo II, al relatar la llegada de don Quijote a la venta, y cuando fue de damas tan bien servido, anota que A dicha acertó a ser viernes aquel día.

28 de julio. «La del alba sería cuando don Quijote salió de la venta»(cap. IV) Aventura del joven Andrés, y, en el mismo día, la desafortunada aventura con los mercaderes, que dieron con su humanidad en tierra, siendo recogido por su vecino Pedro Alonso (cap. V).

29 de julio. En casa recuperándose. (cap. VI). El cura y el barbero hacen el escrutinio de su biblioteca y la quema de libros. Pasan dos días cuando don Quijote va a ver su biblioteca. En el cap. VII, nos dice el narrador que estuvo quince días en casa muy sosegado, que con los dos anteriores, nos situamos en el 16 de agosto, cuando salieron sin despedirse una noche (cap. VII).

Primera parte. Segunda salida. Año 1613.

17 de agosto. Pasaron por el Campo de Montiel y tuvo don Quijote su célebre, y tal vez más conocida aventura, con los molinos de viento, que él imaginara gigantes (cap. VIII), queriendo su buena o mala suerte que aquella noche la pasaran entre unos árboles (cap. VIII).

18 de agosto. «Tornaron a su comenzado camino del Puerto Lápice, y a obra de las tres del día le descubrieron»(cap. VIII). Batalla con el vizcaíno que termina en el cap. IX. Esa noche la pasan junto a los cabreros, donde pronuncia el discurso sobre la edad de oro (cap. XI) y oye la pastoril historia de Marcela y Crisóstomo (cap. XII).

19 de agosto. Entierro de Crisóstomo (cap. XIII). Después, el mismo día el encuentro con los yangüeses (cap. XV). Llegan a la venta-castillo donde "tendió los brazos para recibir a su fermosa doncella", que no era otra sino Maritornes (cap. XVI).

20 de agosto. Deja la venta (cap. XVII). Aventura de las ovejas (cap. XVIII). Ese mismo día, ya de noche, la aventura del cuerpo muerto (cap. XIX). Sancho le bautizara con el nombre de Caballero de la Triste Figura, y refiere el cuento de las ovejas, y así en estos coloquios y otros semejantes pasaron la noche amo y mozo (cap. XX).

21 de agosto. Aventura de los batanes (cap. XX). Aventura del yelmo de Mambrino (cap. XXI), la única vez que llueve en el Quijote. Aventura de los galeotes, noche de triste recuerdo para Sancho, ya que Ginés de Pasamonte le robó, su asno (cap. XXII y XXIII).

22 de agosto. Sierra Morena, donde firma don Quijote el vale por los pollinos que comentamos al principio, y que nos ha servido de base para establecer la cronología de la Primera parte del libro.

23 de agosto. Llega Sancho a la venta donde se encuentra con el cura y al barbero, quienes planean devolver a don Quijote a casa (cap. XXVI).

24 de agosto. «Otro día llegaron al lugar donde Sancho había dejado a su señor» (cap. XXVII), día que como dice el autor era de los del mes de agosto, cuando el cura y el barbero encuentran primero a Cardenio y luego a Dorotea (cap. XXVIII), la que gustosa se prestó al gracioso artificio y orden que se tuvo en sacar a nuestro enamorado caballero de la asperísima penitencia en que se había puesto (cap. XXIX), para solicitarle favor como la alta princesa Micomicona, reina del gran reino Micomicón de Etiopía, lo que decidió a nuestro héroe a abandonar la Sierra Morena (cap. XXX), lo que produjo gran alegría a Sancho, que luego se le completó al encontrar su rucio (cap. XXXI).

25 de agosto. «Sin que les sucediese cosa digna de contar, llegaron otro día a la venta» (cap. XXXII). La expresión otro día que emplea Cervantes a menudo, la hemos interpretado como la locución ordinaria «al día siguiente» interpretación que hemos confirmado y hallado correcta por la exactitud con que coincide con nuestra cronología. Ese día, en la venta, encontraron algunos libros, de uno de los cuales leyó el cura la novela del Curioso impertinente, cuya lectura fue interrumpida por la brava y descomunal batalla que don Quijote tuvo con unos cueros de vino tinto. (cap. XXXV). Abundante de acontecimientos fue la noche de ese día; llegaron Luscinda y don Fernando (cap. XXXVI), luego el cristiano y Zoraida (cap. XXXVII), pronunciando don Quijote su discurso sobre las letras y las armas (cap. XXXVIII), para luego oír del cautivo su historia (cap. XXXIX), llegando por último el oidor y su hija (cap. XLII).

26 de agosto. «Faltando poco para venir el alba llegó a los oídos de las damas una voz tan entonada y tan buena, que las obligó a que todas le prestasen atento oído»(cap. XLII), para luego sufrir don Quijote el grave agravio de quedar suspendido de un brazo (cap. XLIII), por broma pesada que le diera Maritornes y que él atribuyera a los encantadores sus enemigos, prosiguiendo luego lo que Cervantes llama los inauditos sucesos de la venta (cap. XLIV).

Dos días eran ya pasados los que había que toda aquella ilustre compañía estaba en la venta (cap. XLVI), o sea que fue el lunes 27 de agosto, cuando hicieron una como jaula de palos enrejados, capaz que pudiese en ella caber holgadamente don Quijote (cap. XL VI), la que colocada sobre un carro inició el regreso de nuestro héroe a su aldea, en cuyo viaje vino el encuentro con el canónigo (cap. XLVII), el encuentro con el cabrero (cap. L), y la pendencia que don Quijote tuvo con el cabrero, con la rara aventura de los disciplinantes, a quien dió feliz fin a costa de su sudor (cap. LII). Y al cabo de seis días llegaron a la aldea de don Quijote, adonde entraron a la mitad del día, que acertó a ser domingo (cap. LII), o sea el domingo 2 de septiembre, con lo cual se da término a las aventuras que tuvo en su segunda salida.

Segunda parte. Tercera salida. Año 1614.

La base para nuestra cronología, como hemos dicho anteriormente, data de la fecha de la carta que escribió Sancho desde el castillo a Teresa Panza, su mujer, y del tiempo que necesariamente transcurrió entre el regreso de don Quijote a su aldea y la tercera salida. Hechas estas anotaciones, principiamos el:

16 de junio. «Al anochecer, sin que nadie lo viese sino el bachiller, que quiso acompañarles media legua del lugar, se pusieron en camino del Toboso, don Quijote sobre su buen Rocinante, y Sancho sobre su antiguo rucio»(cap. VII). Hicieron el viaje platicando y en estas y otras semejantes pláticas se les pasó aquella noche y el día siguiente (lunes 17 de junio) sin acontecerles cosa que de contar fuese (cap. VIII).

18 de junio. Otro día, al anochecer descubrieron la gran ciudad del Toboso (cap. VIII). Media noche era por filo, poco más o menos, cuando don Quijote y Sancho dejaron el monte y entraron en el Toboso (cap. IX).

19 de junio. Encuentro con Dulcinea encantada(cap. IX). Aventura de la carreta de las Cortes de la Muerte (cap. XI). Al día del rencuentro de la Muerte, lapasaron don Quijote y su escudero debajo de unos altos y sombrosos árboles (cap. XII) donde en estas y otras pláticas se les pasó gran parte de la noche.

20 de junio. Al amanecer de este día encuentra al Caballero del Bosque (cap. XII), a quien vence en singular pelea en defensa de su dama (cap. XIV). Encuentro con el Caballero del Verde Gabán (cap. XVI y XVII), que le hizo cambiar su nombre de «Caballero de la Triste Figura» por el de «Caballero de los Leones» y, serían como las dos de la tarde cuando llegaron a la casa de don Diego de Miranda. Cuatro días estuvo don Quijote regaladísimo en la casa de don Diego, al cabo de los cuales le pidió licencia para irse (cap. XVIII), pero de ese día hasta cuando llegóse, en fin el día, de su partida, tan alegre para don Quijote como triste y aciago para Sancho Panza (cap. XVIII), pero debieron pasar unos días más, como lo confirmamos más adelante, lo que nos hace establecer que D. Quijote y Sancho salieron de dicha casa, el día,

Lunes 1 de julio. A poco de continuar sus andanzas tuvo la aventura del pastor enamorado, con otros, en verdad, graciosos sucesos (cap. XIX), para llegar cerca de un lugar, donde en contra de los deseos de Sancho no quiso entrar en el lugar don Quijote, aunque se lo pidieron así el labrador como el bachiller; pero él dió por disculpa, bastantísima a su parecer, ser costumbre de los caballeros andantes, dormir por las campos y florestas antes que en los poblados, aunque fuese debajo de dorados techos (cap. XIX).

2 de julio. Las bodas de Camacho el Rico, que, en realidad son las de Basilio el Pobre. (cap. XX). El buen Sancho se refociló tres días a costa de los novios (cap. XXII), o sea el mencionado 2 de julio y los días 3 y 4, al cabo de los cuales pidió don Quijote al diestro licenciado le diese una guía que le encaminase a la cueva de Montesinos. El licenciado le dijo que le daría a un primo suyo, famoso estudiante y muy aficionado a leer libros de caballería.

5 de julio. Con él fue platicando todo este día, y a la noche se albergaron en una pequeña aldea, adonde el primo dijo a don Quijote que desde allí a la cueva de Montesinos no había más de dos leguas (cap. XXII).

6 de julio. A las dos de la tarde llegaron a la cueva (cap. XXII y XXIII). Y siguieron todos tres el derecho camino de la venta, a la cual llegaron un poco antes de anochecer (cap. XXIV), donde se apunta la aventura del rebuzno y la del mono adivino (cap. XXV y XXVI).

7 de julio. «Casi a las ocho del día, dejaron la venta y se pusieron en camino» (cap. XXVI) ... el cual anduvo dos días sin acontecerle cosa digna de ponerse en escritura (cap. XXVII), o sea, los días 8 y 9 de julio.

10 de julio. Aventura del rebuzno(cap. XXVII), donde no rebuznaron en balde ni uno ni el otro alcalde. Sancho recibió sus buenos palos. Veinte y cinco días ha que salimos de nuestro pueblo (cap. XXVIII), es la cuenta que sobre la tercera salida hace don Quijote, lo que confirma la nuestra. Adelante incurre el autor en un anacronismo, ya que pone en boca del hidalgo aventurero la siguiente expresión: Pues no anduve yo en Sierra Morena, ni en todo el discurso de nuestras salidas, sino dos meses apenas (cap. XXVIII), lo que explicamos no por el tiempo total de sus salidas, sino por el tiempo efectivo en que estuvo en sus andanzas, fuera de su casa. Terminando el coloquio don Quijote se acomodó al pie de un olmo y Sancho al de una haya; que estos tales árboles y otros sus semejantes, siempre tienen pies y no manos. Sancho pasó la noche penosamente

12 de julio. «Dos días después que salieron de la alameda llegaron don Quijote y Sancho al río Ebro»(cap. XXIX) sucediéndoles la famosa aventura del barco encantado (cap. XXIX).

13 de julio. Encuentro con la duquesa (cap. XXX). Llegada al castillo esa misma noche (cap. XXXI).

19 de julio. «De allí a seis días le llevaron a caza de montería»(cap. XXXIV), en la tarde llegó la noticia que tuvo don Quijote del desencanto de Dulcinea (cap. XXXV) que Sancho no miró con buenos ojos, cuando supo que sería a costa de sus carnes.

20 de julio. Fecha básica para nuestra cronología, ya que en este día Sancho escribió la carta a su mujer, siendo la única fecha que figura con toda precisión en el libro. Preguntó la duquesa a Sancho otro día si había comenzado la tarea de la penitencia que había de hacer por el desencanto de Dulcinea (cap. XXXVI) conversación en el curso de la cual Sancho dio a conocer a la duquesa su carta. Ha seis días que la vuestra bondad está en este castillo, dijo Trifaldín a don Quijote (cap. XXVI), expresión ésta que, confirma nuestra cuenta, o sea la interpretación, que hemos dado a la expresión otro día, entendiéndola como al día siguiente. Ese mismo día se originó la famosa aventura de la dueña Trifalda y el singular viaje a lomos de Clavileño (cap. XXXVI a XLI).

21 de julio. Sancho gobernador»(cap. XLII). Recibe lo sabios consejos de su amo, que son guía para el buen gobernante, saliendo luego para la ínsula (cap. XLIV). Noche tormentosa para don Quijote quien sufrió por los amores de Altisidora (cap. XLIV).

22 de julio. «Como es ligero el tiempo, y no hay barranco que le detenga, corrió caballero en las horas, y con mucha presteza llegó la de la mañana. Lo cual visto por D. Quijote, dejó las blancas plumas, y no nada perezosa se vistió su acamuzado vestido»(cap. XL VI) encontrando presto a Altisidora la cual cuando vió a don Quijote fingió desmayarse (cap. XLVI) para sufrir luego don Quijote con gran detrimento de su cuerpo, la aventura de los gatos (cap. XL VI), la que costó cinco días de encerramiento y de cama (cap. XLVI), es decir los días 23, 24, 25, 26 y 27 de julio. Seis días estuvo sin salir en público (cap. XLVIII), o sean los cinco días de encerramiento y de cama (cap. XLVI), más uno más, o sea el 28 de julio, que fue domingo.

En una noche de las cuales estando despierto y desvelado, pensando en sus desgracias y en el perseguimiento de Altisidora, sintió que con una llave abrían la puerta, de su aposento (cap. XLVIII), noche de la cual no podemos precisar la fecha con exactitud, teniendo así lugar lo que le sucedió a don Quijote con doña Rodríguez, la dueña de la duquesa, con otros acontecimientos dignos de escritura y de memoria eterna (cap. XLVIII).

Estando ya don Quijote sano de sus aruños, le pareció que la vida que en aquel castillo tenía era contra toda la orden de caballería que profesaba, y así determinó de pedir licencia a los duques para partirse a Zaragoza. Y estando un día a la mesa con los duques, y comenzando a poner en obra su intención de pedir licencia, veis aquí a deshora entrar por la puerta de la gran a las dos mujeres (como después pareció) cubiertas de luto de los pies a la cabeza, y la una dellas, llegándose a don Quijote, se le echo a los pies (cap. LII). No podemos precisar la fecha de este acontecimiento, pero para poder hilvanar nuestra cronología, bien podemos suponer ocurrió al siguiente día aquel en que terminó su encerramiento, osea el

29 de julio. La entrada de estas dos mujeres dio principio a la aventura de la segunda Dueña Dolorida o Angustiada, llamada por otro nombre, doña Rodríguez (cap. LIV), cuyo remate fue el desafío que hizo don Quijote al causante de las desgracias de la doña Rodríguez, broma que quisieron adelantar los duques, designando para sostener la singular batalla a un lacayo gascón, que se llamaba Tosilos.

31 de julio. «De allí a dos días dijo el Duque a don Quijote como desde allí a cuatro vendría su contrario, y se presentaría en el cuerpo armado como caballero» (cap. LIV).

2 de agosto. «Don Quijote, que alborozado y contento, esperaba el plazo de la batalla que había de hacerse con el robador de la honra de la hija de doña Rodríguez, a quien pensaba enderezar el tuerto y desaguisado que malamente le tenían fecho. Sucedió, pues, que saliéndose una mañana a imponerse y ensayarse en lo que había de hacer en el trance en que otro día pensaba verse, dando un repelón o arremetida a Rocinante, llegó a poner los pies tan junto a una cueva, que a no tirarlo fuertemente las riendas fuera imposible no caer en ella. En fin, le detuvo y no cayó; y llegándose algo más cerca, sin apearse miró aquella hondura; y estando mirando oyó grandes voces dentro»(cap. LV), hallando así a Sancho, quien al regresar de su gobierno había caído, para mal de su ventura, en tal cueva. La fecha de este suceso la confirmamos, pues sabemos que Sancho duró en su gobierno diez días (cap. LV), que sumados al día de viaje de ida son once días, osea que al cabo de once días de la iniciación de su gobierno fue que cayó en la cueva, lo que nos conduce precisamente a la fecha dada del dos de agosto.

4 de agosto. «Se llego el día de la batalla aplazada»(cap. LVI) en la cual obtuvo D. Quijote recia victoria, tras la cual aclamaron todos la victoria por don Quijote... fuese la gente, volvieronse el duque y don Quijote al castillo, encerraron a Tosilos, quedaron doña Rodríguez y su hija contentísimas de ver que por una vía o por otra, aquel caso había de parar en casamiento, y Tosilos no esperaba menos (cap. LIV).

14 de agosto. «Y así, pidió un día licencia a los duques para partirse»(cap. LVII). El libro nada nos dice sobre los días que suponemos pasaran entre la batalla con el lacayo Tosilos y aquel en que don Quijote pidió licencia para partir, pero a fin de cuadrar nuestra cronología tenemos que fijar este día en la fecha anotada, lo que no quiere decir otra cosa sino que estos días intermedios los pasaron D. Quijote y Sancho plácidamente en el castillo, con remordimientos del primero y gran placer del segundo.

15 de agosto. «Habiéndose despedido la noche antes de los duques, una mañana se presentó armado en la plaza del castillo» (cap. LVII). Ese mismo día, menudearon sobre don Quijote aventuras tantas, que no daban vagar unas a otras (cap. LVIII), tales como la aventura con las imágenes y la que tuvo con los toros, y esa noche, don Quijote y Sancho echáronse a dormir entrambos, dejando a su albedrío, y sin orden alguna, pacer de la abundosa yerba, de que aquel prado estaba lleno, a los dos continuos compañeros y amigos, Rocinante y el rucio (cap. LIX).

16 de agosto. «Despertaran algo tarde, volvieron a subir y a seguir su camino, dándose prisa para llegar a una venta»(cap. LIX). En ella encontraron a don Jerónimo, quien con otra persona, hablaba de la primera parte de Don Quijote de la Mancha. Los dos caballeros pidieron a don Quijote se pasase a su estancia a cenar con ellos... en estas y otras pláticas se pasó gran parte de la noche (cap. LIX).

17 de agosto. «Madrugó don Quijote, dando golpes al tabique del otro aposento, se despidió de sus huéspedes»(cap. LIX). Se informó sobre cuál era el más derecho camino para ir a Barcelona, sin tocar en Zaragoza... Sucedió, pues, que en más de seis días no le sucedió cosa digna de ponerse en escritura (cap. LX). Estos seis días serían del 18 al 23 de agosto.

24 de agosto. «Ya en esto amanecía»(cap. LX) cuando don Quijote y Sancho se encontraron con los bandidos que capitaneaba Roque Guinart. Tres días y tres noches estuvo don Quijote con Roque (cap. LXI), es decir el domingo 25, el 26 y 27 de agosto. En fin, por caminos desusados, por atajos y sendas encubiertas partieron Roque, don Quijote y Sancho con otros seis escuderos a Barcelona. Llegaron a la playa la víspera de San Juan, en la noche (miércoles 28 de agosto).

29 de agosto. (cap. LXI). Entra en Barcelona y se aloja en la casa de don Antonio Moreno.

30 de agosto. Entran en casa dijo, don Antonio: Guardó rumores, pintó caracteres, observó astros, miró puntos, y, finalmente, la sacó con la perfección que veremos mañana; porque los viernes está muda, y hoy que lo es nos ha de hacer esperar hasta mañana (cap. LXII).

31 de agosto. «Aquella tarde sacaron a don Quijote, no armado, sino de rúa, vestido un balandrán de paño leonado, que pudiera hacer sudar en aquel tiempo al mismo hielo»(cap. LXII). Y esa noche, que volviéronse a casa...

19 de septiembre. Aventura de la cabeza encantada. (cap. LXII).

2 de septiembre. Visita a la imprenta. Aquella tarde don Antonio Moreno, su huésped y sus dos amigos, con don Quijote y Sancho, fueron a las galeras (cap. LXIII), de cuya visita resultó la nueva aventura de la hermosa morisca.

4 de septiembre. «De allí a dos días partió el renegado en un ligero barco de seis remos por banda»(cap. LXIV).

6 de septiembre. «Y de allí a otros dos se partieron las galeras a Levante»(cap. XLIV).

7 de septiembre. (cap. XLIV). Don quijote es derrotado por el Caballero de la Blanca Luna, en la playa de Barcelona. El vencedor le impone que se retire a su aldea hasta el tiempo que por mí le fuere mandado (cap. LXIV). Seis días estuvo don Quijote en el lecho, marrido, triste, pensativo y mal acondicionado, yendo y viniendo con la imaginación en el desdichado suceso de su vencimiento (cap. LXV): (del 8 al 13 de septiembre).

15 de septiembre. «De allí a dos días trató el virrey con don Antonio qué modo tendrían para que Ana Félix y su padre quedasen en España».(cap. LXV).

17 de septiembre. El regreso a casa (cap. LXV) y luego de despedirse partieron don Quijote, desarmado y de camino; Sancho a pie, por ir el rucio cargando con las armas (cap. LXV). En estas razones y pláticas se les pasó todo aquel día, y aun otros cuatro, sin sucederles cosa que estorbase su camino; y el quinto día (o sea el domingo 22 de septiembre), a la entrada de un lugar hallaron a la puerta de su mesón mucha gente (cap. LXVI)… Carrera de los labradores. Aquella noche la pasaron amo y mozo en mitad del campo al cielo raso y descubierto.

23 de septiembre. (cap. LXVI). En cuentro con el lacayo Tosilos. Cuando llegó la noche retiráronse, cenaron tarde y mal..., pero consideraba no ser posible ser siempre de día, ni siempre de noche, y así pasó aquélla durmiendo, y su amo velando (cap. LXVII). Esa misma noche la aventura de los cerdos, (cap. LXVII) tras la cual Sancho tomando en el suelo cuanto quiso, se acurrucó y durmió a sueño suelto, sin que fianzas ni deudas ni dolor alguno se lo estorbase (cap. LXVIII).

24 de septiembre. «Llegóse en esto el día, dió el son con sus rayos en los ojos a Sancho, despertó y esperezóse, sacudiéndose y estirándose los perezosos miembros.finalmente, volvieron los dos a su comenzado camino, y al declinar de la tarde vieron que hacia ellos venían hasta diez hombres de a caballo, y cuatro o cinco de a pie»(cap. LXVIII). Estos hombres apresaron a don Quijote y a Sancho y llegaron en esto un hora casi de la noche a un castillo, que bien conoció don Quijote que era el del duque, donde hacía poco que habían estado (cap. LXVIII), teniendo lugar el más raro y más nuevo suceso que en todo el discurso desta grande historia avino a don Quijote (cap. LXIX) y que no fue otra que la pantomima de la muerte y resurrección de Altisidora, ocasionada la primera por su amor a nuestro héroe y la segunda por la intervención de Minos y Radamanto, y durmió Sancho aquella noche en una carriola en el mismo aposento de don Quijote (cap. LXX).

25 de septiembre. «El uno durmiendo a sueño suelto, y el otro velando a pensamientos o desatadas, les tomó el día y la gana de levantarse»(cap. LXX). Poco después hablando con los duques don Quijote les suplicó le diesen licencia para partirse aquel mismo día, pues a los vencidos caballeros como él, más les convenía habitar una zahurda que en los reales palacios. Luego de platicar, cuando acabóse la plática, vistióse don Quijote, comió can los duques y partióse aquella tarde (cap. LXX). Llegó la noche, se entraron entre unos amenos árboles que poco desviados del camino estaban donde dejando vacías las silla y albarda de Rocinante y el rucio, se tendieron sobre la verde yerba, y cenaron del repuesto de Sancho... (cap. LXXI) iniciando allí esa noche Sancho su penitencia para obtener el desencanto de Dulcinea.

26 de septiembre. Todo aquel día, esperando la noche, estuvieron en aquel lugar y mesón don Quijote y Sancho, el uno para acabar en la campaña rasa la tanda de su disciplina y el otro para ver el fin della (cap. LXXII). Encuentro con don Álvaro Tarfe.

27 de septiembre. Aquel día y aquella noche caminaron sin sucederles cosa digna de contarse (cap. LXXII).

28 de septiembre. «Y siguiendo su camino no topaba mujer ninguna que no iba a reconocer si era Dulcinea del Toboso... Con estos pensamientos y deseos subieron una, cuesta arriba, desde la cual descubrieron su aldea, la cual vista de Sancho se hincó de rodillas... (cap. LXXII). A la entrada del pueblo toparon en un pradecillo rezando al cura y al bachiller Carrasco... finalmente, rodeados de muchachos acompañados del cura y del bachiller, entraron en el pueblo, y se fueron a casa de don Quijote y hallaron a la puerta della al ama y a su sobrina (cap. LXXIII).

Ya fuese de la melancolía que le causaba al verse vencido, o ya por la disposición del cielo, que así lo ordenaba, se le arraigó una calentura, que le tuvo seis días en la cama: del domingo 29 de septiembre, al viernes 4 de octubre. Al término de estos rogó don Quijote que le dejasen solo, porque quería dormir un poco. Hiciéronlo así y durmió de un tirón como dicen, más de seis horas (cap. LXXIV) a cuyo despertar, a grandes gritos reconoció su locura, e hizo llamar al cura, al bachiller Sansón Carrasco y a maese Nicolás el barbero, pues quería confesarse y hacer su testamento.

Cerró con esto el testamento, y tomándole un desmayo, se tendió de largo a largo en la cama. Alborotáronse todos, y acudieron a su remedio, y en tres días, que vivió después déste donde hizo el testamento, se desmayaba muy a menudo. Estos tres días fueron el sábado 5, domingo 6 y lunes 7 de octubre, día éste que fue el último de don Quijote... el cual, entre compasiones y lágrimas de los que allí se hallaron, dio su espíritu, quiero decir que se murió (cap. LXXIV).

Según nuestra cuenta, don Quijote murió un 7 de octubre, o sea en el aniversario de la famosa batalla de Lepanto (1), donde peleó Cervantes perdiendo el uso de la manó derecha, lo que le valió el sobrenombre del «Manco de Lepanto». Esta batalla constituyó un momento culminante de la vida de Cervantes, el cual rehusó bajar so cubierta, y dijo que más quería morir peleando por Dios y por su rey, que su salud; y pidió a su capitán que le pusiese en la parte y lugar que fuese más peligroso y allí estaría y moriría peleando. ¿Qué tiene, pues, de extraño que Cervantes intencionalmente hubiera desarrollado la trama de su novela inmortal en forma tal que su héroe muriera en la fecha indicada, aniversario que debía recordar el autor con sin igual emoción?

(1) Cervantes siempre demostró su orgullo de haber combatido en la Batalla de Lepanto, refiriéndose a ella en el primer párrafo del prólogo de la segunda parte del Quijote como: “la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros”.



Referencias:

Cervantes, Miguel. Don quijote de la Mancha. Planeta de. Martín de Riquer. 1980 Barcelona

Torrente Balester. Gonzalo. El Quijote como juego. Ediciones Guadarrama. Punto Omega. 1975.

Centro virtual Cervantes. La cronología en el Quijote


lunes, 12 de septiembre de 2022

El lugar de La Mancha


En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. (Quijote I,1)
 
  

La Mancha, en la obra de Cervantes, más que un paisaje o escenario es pura alusión: un nombre, o si se prefiere, varios nombres concretos y reales que en determinados momentos de la novela han permitido situar, aunque sea en forma aproximada, las aventuras manchegas de Don Quijote… 

(Martínez Val. Teoría de La Mancha)

 

Buscar el pueblo de Don Quijote y Sancho ha sido a lo largo de los años un ejercicio reiterado. Prácticamente la totalidad de los pueblos de La Mancha han formulado argucias interesadas para designarse como la patria de Alonso Quijano. Todos lo que lo han hecho han fracasado.

 

Evidencias del texto

Si Cervantes habla de un lugar de cuyo nombre no quiere acordarse, ese lugar existe. Es obvio que si no existiera no tendría un nombre que recordar. Este sitio no es conceptual, porque en algún lugar vive Don Quijote, y ese lugar ha de ser un pueblo de cierta entidad, ya que tiene cura y barbero. Y si se tratase de un lugar imaginario, ¿qué sentido tiene que el escritor siembre la novela de referencias identificables? ¿Se trata de pistas falsas, de un simple recurso literario? Lo cierto es que estas pistas se asientan en nombres verdaderos (El Toboso, un camino real, Puerto Lápice, Sierra Morena, …), y el lugar al que nos llevan tiene igualmente existencia real. Cervantes así lo quiso y nosotros respetamos su voluntad.

1) Hay un pasaje hacia el final de la Segunda Parte del ‘Quijote’, cuando el hidalgo regresa definitivamente a su pueblo, en el que Cervantes anota una referencia insoslayable para situar la coordenada de origen y destino de las andanzas de Don Quijote. Extraemos del texto (II,72) las frases relevantes:‘… subieron una cuesta arriba, desde la cual descubrieron su aldea… bajaron de la cuesta y se fueron a su pueblo’. La descripción es precisa y no tiene otras lecturas. Y para que esta referencia sea coherente con el texto, el altozano debería encontrarse al noreste del pueblo, ya que los protagonistas procedían de Zaragoza.

2) Causa asombro la capacidad de observación de Cervantes, y asimismo que pudiera recordar con tanto detalle un sitio que posiblemente había visitado hacía años, aunque pudo recordárselo un informante. También es admirable el modo sintético y dinámico de construir un episodio en el que cuenta más de lo que escribe. De no existir en la realidad un escenario semejante, se podría pensar que es un invento del escritor. Del relato no se desprende que el pueblo se encuentre al pie de la bajada o a cierta distancia de ella, pero sí informa de que para acceder a su aldea los protagonistas necesitan subir una rampa, que evidentemente no es un obstáculo tan empinado como la ladera de un monte.

3) No es una colina aislada lo que hay que buscar, porque caballero y escudero la hubieran bordeado. Tiene que ser una larga loma la que les cortaba el paso. Lo que procede hacer, para tratar de localizarla, es situarse en un pueblo cualquiera de La Mancha aspirante a ser el ‘lugar’ y mirar en dirección aproximada al noreste. Desde este pueblo se podrá comprobar si el horizonte lo interrumpe un relieve que pueda equipararse al descrito por el novelista. En caso afirmativo, habrá que acercarse a la loma para decidir si la parte que queda oculta a nuestra mirada tiene una pendiente asimilable a la de una cuesta.

4) Algunos cervantistas (o quizás muchos) ignoran el hito que colocó Cervantes al final de la novela. El episodio tiene sentido sólo si el escritor quiso marcar una última vez el camino para identificar el lugar de cuyo nombre no quiso acordarse (DEL NOMBRE). Y si este pasaje no se considera literal, ¿qué criterio hay que seguir para interpretarlo?,¿y quién lo decide? Parece que algunos pretenden corregir a Cervantes. O ignorar lo que dejó escrito.

5) Otros condicionantes acotan el lugar, y también han de ser tenidos en cuenta. Todos ellos tienen que converger en un mismo sitio. Debe de estar cerca del Toboso, encontrarse en o próximo al camino real Toledo – Murcia y tener una ruta directa que vaya a Cartagena (según apunta el cura para conseguir que Don Quijote regrese voluntariamente a su pueblo). También se puede valorar que al amanecer los protagonistas salen del lugar dándoles el sol de soslayo. Son pocas las marcas que deja Cervantes en la novela. Pero indelebles y suficientes.

6) El episodio también advierte que cuando se trata de contrastar con la realidad capítulos del libro en los que se alude al territorio, el trabajo de gabinete es incompleto si no se completa con recorridos de campo. Y a los que todavía cuestionen la literalidad del pasaje mencionado se les podría decir: Qué le vamos a hacer si Cervantes quiso que el ‘lugar’ se encontrara cerca de una cuesta... ¡con la cantidad de pueblos manchegos que había para elegir entre los que están en una llanura!

Indeterminaciones del autor

En el capítulo 31 del Quijote de 1615, Cervantes intercala un cuentecillo en boca de Sancho, con visos de historia real, al apoyarse en los trágicos hechos acaecidos en La Herradura, el 19 de octubre de 1562, a la flota naval española, por los que podríamos colegir algunos nombres para “El lugar de La Mancha”.

Antes quiero advertir al lector, que para llevar a cabo este ejercicio de imaginación, hay que sortear una de las características fundamentales de la obra de Cervantes: la indeterminación consciente de su ficción, por la que el héroe de Lepanto mueve geografías y tiempos, o usa elementos del habla de unos lugares en otros. Dicho esto, como un juego más, comentamos el mencionado episodio a fin de señalar posibles lugares.

Al inicio de la comida con la que fueron recibidos amo y escudero en el palacio de los duques, a cuenta del protocolo exigido por el duque a don Quijote para sentarse a la mesa, Sancho interviene como sigue:

-Si sus mercedes me dan licencia, les contaré un cuento que pasó en mi pueblo acerca desto de los asientos.

Apenas hubo dicho esto Sancho, cuando don Quijote tembló, creyendo sin duda alguna que había de decir alguna necedad. Miróle Sancho y entendióle, y dijo:

-No tema vuesa merced, señor mío, que yo me desmande, ni que diga cosa que no venga muy a pelo, que no se me han olvidado los consejos que poco ha vuesa merced me dio sobre el hablar mucho o poco, o bien o mal.

-Yo no me acuerdo de nada, Sancho -respondió don Quijote-; di lo que quisieres, como lo digas presto.

Con la debida incertidumbre en don Quijote por lo que Sancho pudiera decir y cómo lo iba a decir, ante la insistencia de la duquesa, Sancho así lo cuenta:

Y el cuento que quiero decir es éste: “Convidó un hidalgo de mi pueblo, muy rico y principal, porque venía de los álamos de Medina del Campo, que casó con doña Mencía de Quiñones, que fue hija de don Alonso de Marañón, caballero del hábito de Santiago, que se ahogó en la Herradura, por quien hubo aquella pendencia años ha en nuestro lugar, que, a lo que entiendo, mi señor don Quijote se halló en ella, de donde salió herido Tomasillo el Travieso, el hijo de Balbastro el herrero...” ¿No es verdad todo esto, señor nuestro amo? Dígalo, por su vida, porque estos señores no me tengan por algún hablador mentiroso.

Según Sancho, sin desmentirlo don Quijote, el hidalgo era yerno de un caballero de su mismo pueblo, don Alonso de Marañón. Su hija Mencía tuvo más de un pretendiente, “por quien hubo aquella pendencia” y que como aseguraba Sancho, “mi señor don Quijote se halló en ella”, confirmado por don Quijote con un categórico:

Tú das tantos testigos, Sancho, y tantas señas, que no puedo dejar de decir que debes de decir verdad. Pasa adelante y acorta el cuento, porque llevas camino de no acabar en dos días.

(…)

Digo, pues, señores míos -prosiguió Sancho-, que este tal hidalgo, que yo conozco como a mis manos, porque no hay de mi casa a la suya un tiro de ballesta, convidó un labrador pobre, pero honrado.

Sancho, da numerosas señas del hidalgo, y muestra incluso su pesar por no poder asistir a su entierro por encontrase echando algún jornal en el cercano lugar de Tembleque:

(…) Y así, digo que, llegando el tal labrador a casa del dicho hidalgo convidador, que buen poso haya su ánima, que ya es muerto, y por más señas dicen que hizo una muerte de un ángel, que yo no me halló presente, que había ido por aquel tiempo a segar a Tembleque…


Tembleque es, según Sancho y confirmado por don Quijote, un lugar cercano a “El lugar de La Mancha”. También lo es El Toboso si nos fiamos del narrador primero, que en el primer capítulo del Quijote de 1605, a propósito de Dulcinea nos dice:

Y fue, a lo que se cree, que en un lugar cerca del suyo había una moza labradora de muy buen parecer, de quien él un tiempo anduvo enamorado …

Cercano, pero, en la tercera salida, tardaron en llegar, toda una una noche y el día siguiente, mientras marchaban en relajada plática. dice el capítulo (II-8):

En estas y otras semejantes pláticas se les pasó aquella noche y el día siguiente, sin acontecerles cosa que de contar fuese, de que no poco le pesó a don Quijote. En fin, otro día, al anochecer, descubrieron la gran ciudad del Toboso ...

Así podemos afirmar que tanto El Toboso, como Tembleque, son poblaciones cercanas al pueblo de don Quijote y Sancho.

¿Qué distancia entre dos lugares podemos considerar como cercana? Hoy en día 100 km no son nada, son tan pocos que todos tenemos algún conocido que acude a diario a su trabajo a una distancia incluso mayor. Pero estamos hablando de finales del siglo XVI, principios del XVII, donde la distancia entre lugares era medida en leguas o en horas, y los desplazamientos se realizaban a pie o en una caballería, generalmente en burro. En este episodio, a pesar de que el concepto de cercanía o proximidad entre el lugar de Sancho y Tembleque es evidente, aunque siempre subjetivo, la distancia le impide asistir al sepelio de uno de sus vecinos más conocidos, como era el hidalgo convidador del cuento.

Por seguir con el juego, estimaré la “cercanía”, apoyado igualmente en el Quijote (I,31), en una distancia máxima de 50 km por los caminos llanos manchegos. En este capítulo, don Quijote se extraña que Sancho haya recorrido en tres días una distancia media de 55 km (30 leguas que son 170 km en los tres días), y viene a decirle, habrás ido volando, o sea que es imposible andar 55 km en un día:

¿Sabes de qué estoy maravillado, Sancho? De que me parece que fuiste y viniste por los aires, pues como más de tres días has tardado en ir y venir desde aquí al Toboso, habiendo de aquí allá más de treinta leguas.

Cincuenta km los recorrería Sancho sobre su rucio o a pie, como mínimo, en unas diez o doce horas, todo un día caminando. Espacio verosímil para dejar a su familia por unos días e ir a ganarse unos cuartos, pero lo suficientemente lejano como para impedirle acudir al entierro de su vecino, debido a que perdería, como mínimo, dos o tres jornadas de siega.

Otro punto en el que me apoyo para establecer la cercanía en una distancia máxima de 50 km, lo corrobora las ocho leguas por día, 46 km, que obligaban a Cervantes a recorrer cuando fue nombrado fiador en Granada por el corregidor de Madrid:en lo cual os habéis de ocupar cincuenta días, o los que menos fueren menester, con más la ida y vuelta a esta mi corte, contando a razón de ocho leguas por día; y en cada uno de ellos habéis de llevar quinientos y cincuenta maravedíes de salario” (Sliwa: 283).

Nada más comenzar el primer Quijote encontramos la que va a ser la tercera acotación, en una referencia a Puerto Lápice, a donde se dirige libremente Rocinante. Esta villa está situada en el camino Real que unía la Corte madrileña con Andalucía, y rodeado de sierras, por lo que Las Ventas de Puerto Lápice eran el lugar propicio para reposo del viajero. En una de ellas fue armado caballero (I,3), y a la mañana siguiente, de regreso a su aldea, cuandono había andado mucho”, tuvo su primera aventura: la del joven Andrés y su amo Juan Haldudo, donde nuestro héroe resuelve su primer “tuerto” y pronuncia la frase más racional jamás dicha, “cada uno es hijo de sus obras(I,4).

En el capítulo I,2, podemos leer:

Hechas, pues, estas prevenciones, no quiso aguardar más tiempo a poner en efecto su pensamiento (...); y así, sin dar parte a persona alguna de su intención, y sin que nadie le viese, una mañana, antes del día (que era uno de los calurosos del mes de Julio), se armó de todas sus armas, subió sobre Rocinante, puesta su mal compuesta celada, embrazó su adarga, tomó su lanza, y por la puerta falsa de un corral, salió al campo con grandísimo contento y alborozo de ver con cuánta facilidad había dado principio a su buen deseo.

Casi todo aquel día caminó sin acontecerle cosa que de contar fuese, de lo cual se desesperaba, porque quisiera topar luego, con quien hacer experiencia del valor de su fuerte brazo.

Autores hay que dicen que la primera aventura que le avino fue la de Puerto Lápice; otros dicen que la de los molinos de viento; pero lo que yo he podido averiguar en este caso, y lo que he hallado escrito en los anales de la Mancha, es que él anduvo todo aquel día, y al anochecer, su rocín y él se hallaron cansados y muertos de hambre; y que mirando a todas partes, por ver si descubriría algún castillo o alguna majada de pastores donde recogerse, y adonde pudiese remediar su mucha necesidad, vio no lejos del camino por donde iba una venta, que fue como si viera una estrella, que a los portales, si no a los alcázares de su redención, le encaminaba. Dióse priesa a caminar, y llegó a ella a tiempo que anochecía.

Nos dice el narrador que nuestro hidalgo estuvo caminando casi todo el día para llegar a Puerto Lápice. Podríamos añadir que en el mes de julio (I,2), caminar casi todo el día, sería como decir que caminó unas diez horas, entre cuarenta o cincuenta kilómetros; y si caminó “casi todo el día, por despacio que fuera Rocinante, caminaría un mínimo de veinte kilómetros, por lo que ya tenemos otra acotación: “El lugar de La Mancha” estaría a una distancia, mínima de 20 km, y máxima de 50 km de Puerto Lápice.

Así, si el pueblo de don Quijote y Sancho fuese una villa concreta, cuestión harto dudosa, para señalarla, tendría que apoyarme en el patrón de cercanía establecido, referido a las dos villas próximas a “El lugar de La Mancha”, según los capítulos (I,1), El Toboso, y en el (II,31), Tembleque. Además, amparado en el capítulo segundo del Quijote de 1605, como hemos visto, Puerto Lápice, estaría a una distancia de entre 20 y 50 km. Otras villas, señaladas por diversos autores, se han descartado al salirse del radio que he establecido:

Distancia en kilómetros

En un primer descarte abandonamos los pueblos que no cumplen las dos primera condiciones de distancia igual o menor a los cincuenta kilómetros. A continuación analizamos las demás:

Quintanar de la Orden. Está muy cerca de El Toboso, pero a cincuenta y tres kilómetros de Puerto Lápice, por lo que habría tardado más de once horas en llegar, que supondrían todo un día entero andando, no “casi” todo el día, como apunta el narrador. Por lo que descartamos Quintanar de la Orden como “El lugar de la Mancha”.

Lillo. Está muy cerca de Tembleque, pero a casi cincuenta km de Puerto Lápice. Así que, por el mismo motivo anterior, descartamos Lillo.

Villacañas. Está en pleno corazón de La Mancha cervantina. A unos cuarenta kilómetros de Puerto Lápice, que supondría una jornada casi completa andando; a dieciocho kilómetros de Tembleque, que llevarían a Sancho, entre la ida y la vuelta, de ocho a diez horas caminando, suficiente para excusarse de acudir al entierro de su vecino; también reúne la condición de cercanía a El Toboso. Por lo que podríamos considerar a Villacañas como “El lugar de la Mancha”.

Alcázar de San Juan no puede ser el pueblo de nuestro héroe porque está sutilmente desmentido en el Quijote:

(…) por ser la hora de la mañana y herirles a soslayo los rayos del sol, no les fatigaban (I,7)

En la segunda salida, don quijote y Sancho, se dirigieron a Puerto Lápice. Si hubieran partido de Alcázar, que se encuentra al este de Puerto Lápice, irían de espaldas al sol. Al decirnos que los rayos del sol le hería de soslayo (con la mirada en oblicuo), lo lógico es pesar que El Lugar de la Mancha estaría al norte o al sur de Puerto Lápice. Lo mismo podríamos decir de todas las poblaciones situadas al este de Puerto Lápice, como Campo de Criptana, donde al parecer se topan con sus molinos, o Mota del Cuervo. Al hablar de que lo rayos del sol les herían de soslayo, podríamos admitir Argamasilla, que está algo al sur.

Por el propio texto del Quijote podemos eliminar a Argamasilla como candidata cuando leemos: Con esto, bajaron de la cuesta y se fueron a su pueblo (II, 72). En Argamasilla no hay cuestas, su topografía es plana.

Quero. Está a treinta kilómetros de de Puerto Lápice, e igualmente que Villacañas cumple las demás condiciones. Por lo que podríamos considerar Quero como “El lugar de la Mancha”.

Miguel Esteban. Está a más de cuarenta y cinco kilómetros de Puerto Lápice, por lo que le hubiera supuesto a don Quijote todo un día entero andando, como apunta el narrador. Por lo que podríamos considerar Miguel Esteban como “El lugar de la Mancha”.

Villafranca de los Caballeros. Está demasiado cerca de Puerto Lápice, a unos quince kilómetros, que, como mucho, le habría costado a nuestro héroe, una mañana recorrer; no “casi” todo el día. Por lo que descartamos Villafranca de los Caballeros como “El lugar de la Mancha”.

Camuñas. Igual que Villafranca, está demasiado cerca de Puerto Lápice, a unos trece kilómetros. Por lo que descartamos Camuñas como “El lugar de la Mancha”.

Villanueva de Arcardete. Está a más de sesenta kilómetros de Puerto Lápice, por lo que le hubiera supuesto a don Quijote más de un día andando. Por lo que descartamos Villanueva de Arcardete como “El lugar de la Mancha”.

Madridejos. Está a unos veinte kilómetros de Puerto Lápice, que a paso de Rocinante, un viejo caballo, podría cumplir todas las condiciones. Por lo que podríamos considerar Madridejos como “El lugar de la Mancha”.

La Villa de Don Fadrique. Para llegar a Puerto Lápice, que está a unos cuarenta y cinco kilómetros, tardaría todo un día entero. Por lo que podríamos considerar La Villa de Don Fadrique como “El lugar de la Mancha”.

La Puebla de Almoradiel. Para llegar a Puerto Lápice, que está a unos cuarenta y siete kilómetros, tardaría más que un día entero. Por lo que descartamos La Puebla de Almoradiel como “El lugar de la Mancha”.

De este ejercicio textual de la obra de Cervantes solo seis pueblos parecen cumplir las condiciones que la lógica de la novela nos ha impuesto: Lillo, Villacañas, Quero, Miguel Esteban, La Villa de Don Fadrique, y La Puebla de Almoradiel. Todos están al norte de Puerto Lápice, por lo que caminando hacia él les daría el sol de la mañana de soslayo. Ninguno figura con su nombre en El Quijote, aunque si están en el mismo corazón de La Mancha. Derrotado nuestro héroe se dirigen a su aldea; en el capítulo (II-72) dice el narrador:

"Con estos pensamientos y deseos subieron una cuesta arriba, desde la cual descubrieron su aldea".

En estos seis pueblos el único desnivel geográfico que encontramos, en un supuesto camino en el regreso de Barcelona a casa, es el Cerro Moreno, al norte de La Villa de Don Fadrique.

Profundizando en la información del texto cervantino advertimos que, dentro del territorio manchego, hay una zona más reducida, que está muy próxima a “El lugar de La Mancha”. Nos referimos al Campo de Montiel, al que Cervantes cita hasta cinco veces en su obra (en uno de los sonetos de los Académicos de Argamasilla I,52), y cuatro veces más en texto: En el mismo prólogo de la Primera parte declara que don Quijote era bien conocido “en aquellos contornos”:

(…) la historia del famoso don Quijote de la Mancha, de quien hay opinión, por todos los habitadores del distrito del Campo de Montiel, que fue el más casto enamorado y el más valiente caballero que de muchos años a esta parte se vio en aquellos contornos.

En el capítulo (I-2), en la primera salida nos dice que nuestro héroe comenzó a caminar por el camino del Campo de Montiel. Esto, cuanto menos, nos indica que el mismo Campo de Montiel no debía estar muy lejos.

(…) cuando el famoso caballero D. Quijote de la Mancha, dejando las ociosas plumas, subió sobre su famoso caballo Rocinante, y comenzó a caminar por el antiguo y conocido Campo de Montiel."

En el capítulo (I-7), en la segunda salida, acompañado ya de Sancho, tomó la misma dirección, y aquí precisa algo más la cercanía del Campo de Montiel con su aldea, porque nos dice que ya caminaba por él a esa hora de la mañana en que los rayos del sol aún no fatigaban y caen de soslayo. No podía ser muy tarde cuando "ya" caminaban por el Campo de Montiel, por lo que su pueblo no podía estar a más de dos o tres horas del mismo: como mucho a quince kilómetros -podríamos fijar-.

Acertó don Quijote a tomar la misma derrota y camino que el que él había antes tomado en su primer viaje, que fue por el Campo de Montiel, por el cual caminaba con menos pesadumbre que la vez pasada, porque por ser la hora de la mañana y herirles a soslayo los rayos del sol, no les fatigaban.

En el Quijote de 1615, en el capítulo (II-8), llega la tercera salida, en la que se dirige a El Toboso, que está en sentido opuesto al Campo de Montiel.

(…) que desde agora en el camino del Toboso comienzan, como las otras comenzaron en los campos de Montiel.”

Dice que las otras (las caballerías, -plural, que se puede entender por aventuras), comenzaron en el Campo de Montiel.

Los seis pueblos que cumplían las anteriores acotaciones están a más de noventa kilómetros de Montiel, centro geográfico y que da nombre al Campo de Montiel, pero todos están, además, a más de cincuenta kilómetros del límite norte de esta zona, el más cercano a los mismos. Cincuenta kilómetros es imposible andarlos en una mañana; por lo que no podríamos señalar a ningún pueblo de La Mancha como la villa de don Quijote y Sancho, sin contradecir el propio texto cervantino.

La geografía que percibimos en el Quijote pocas veces está concretada en en un lugar definido, sino que es el ambiente lo que se recrea: familiar, en los casos de los cabreros del discurso de la Edad de Oro y los andurriales montañeses en que pernotan (I,10-11), o los personajes de la venta de Palomeque (I,16-18), o entre Diego de Miranda y su casa (II,18), y, si se me apura, entre Alonso Quijano y su monótono entorno físico y vital (I,1); o un ambiente moral, en la relación con el cura y el barbero, los duques o Antonio Moreno. Tampoco se reconoce el vínculo entre el espacio y las acciones de los viandantes que don Quijote encuentra en su camino— los mercaderes toledanos (I,4), el vizcaíno (I,8-9), los frailes del cuerpo muerto (I,19),etc.—, ni, por supuesto, entre los protagonistas de las historias secundarias Dorotea, Cardenio, el cautivo, etc. Salvo excepciones, no encontramos una línea definida en todo el Quijote respecto al espacio topográfico, y cuando lo identificamos parece más atmósfera literaria que espacio realista, como ocurre en los episodios de La Cueva de Montesinos (II,23), que en nada se parece la cueva literaria a la gruta geográfica(1), o la visita nocturna a El Toboso (II,9). Así la relación entre el espacio y las acciones de los personajes que lo habitan se diría más fruto de una predeterminación de género literario. La atmósfera de La Mancha es real, pero no parece serlo la de ningún lugar determinado.

En las aventuras de don Quijote percibimos algo parecido a ese realismo atmosférico determinista en la relación de necesidad que se establece entre la acción del hidalgo loco y los elementos de la vida cotidiana: sin ventas, prostitutas, molinos, rebaños, etc. no exitirían castillos, damas, gigantes, ejércitos, etc. y don Quijote no sentiría el impulso de actuar. Pero es una relación de necesidad del objeto con la acción del protagonista. En el Quijote no cabe duda de que el orden geográfico, cronológico, o temporal son imperfectos, o no son fundamentales: los episodios podrían ser cambiados de lugar en el relato sin que sufriera la coherencia global. En el episodio de la ganancia del yelmo de Mambrino, que ocurre en pleno verano -la única vez que llueve en el Quijote, que esto de la sequía viene de largo-, daría igual que hubiera ocurrido en invierno, lo único necesario es que llueva y salga el sol, para que la bacía se transforme en casco protector y relumbre como si fuera de oro.


Como conclusión solo puedo decir que, "El lugar de La Mancha" que cita Cervantes y con el que empieza El Quijote, es una ficción a partir de elementos de la realidad geográfica por él conocida. No es un solo pueblo, sino todos los pueblos de La Mancha los que dieron ideas a Cervantes para su novela. Y, de igual manera que dice no saber bien si su hidalgo se llamaba Quijana, o Quesada, o Quijada... ¿cómo no iba a saber cómo se llamaba su protagonista?; no es un olvido del autor, eso no se lo cree nadie: son las indeterminaciones que tanto usó Cervantes en toda su obra. No es que no se acordara del nombre del pueblo de sus protagonistas, sino que vino a decirnos que no es ninguno en concreto, o que no importa lo más mínimo el que sea, y, quizás, que los son todos a la vez.

Los molinos de Mota del Cuervo al atardecer, cuando nuestras sombras se alargan sobre la tierra cruzando los regueros de una reciente tormenta.


(1) La descripción de La Cueva de Montesinos, más se parece a la andaluza Cueva de Cabra que a la manchega: Cervantes menciona esta sima en varias de sus obras. En el Quijote (II,14), Casildea de Vandalia mandó bajar al caballero del Bosque: “Otra vez me mandó que me precipitase y sumiese en la sima de Cabra, peligro inaudito y  temeroso y que le trajese particular relación de lo que en aquella oscura  profundidad se encierra” (II, XIV). También la menciona en el Celoso Extremeño y en el capítulo 8 del Viaje del Parnaso.

 



Bibliografía consultada además del Quijote:

-Calero Palacios, María del Carmen. Naufragio de la Armada Española en La Herradura. Diputación de Granada. Granada 1974. (digitalizado por la BA).

Martín Morán, J. Manuel. La novela moderna en el Quijote. 2008, The Cervantes Soc of America.

-Distancias entre pueblos recogidas de Google maps.

-SLIWA, KRZYSZTOF (1999): Documentos de Miguel de Cervantes Saavedra, EUNSA, Pamplona.