En el prólogo de “Rebelión en la granja”, George Orwell escribía una frase digna de ser cincelada en el mármol: “si la libertad significa algo será, sobre todo, el derecho a decirle a la gente lo que no quiere oír”.

Cuando la leí por primera vez, pensé que tal frase podría ser un magnífico lema vital; y, siempre consideré siguiendo a Orwell que la misión de todo el que escribe no es halagar a nadie, sino desnudarse y más bien aguijonear al lector, incomodarlo, llegando incluso a molestar por escribir sobre cuestiones espinosas o sobre asuntos controvertidos. Hoy ya sé que esto es una empresa inútil y quimérica; y que, como todas las empresas inútiles y quiméricas, solo engendra a la postre melancolía. Esta melancolía se eleva exponencialmente cuando esa libertad, es manifestada en la redes sociales, pues al descubrir las ideas uno se convierte en blanco de los demás.

jueves, 4 de junio de 2020

¿Que podemos hacer por el medio ambiente?

Un lema que se politizó

...podemos afirmar que la sociedad y sus leyes artificiales, son el verdadero resultado natural de la evolución de nuestra especie.”



Excepto algunas mentes enfermas que no ven lo que tenemos delante de los ojos, a nuestra manera, la mayoría de los seres humanos estamos seriamente preocupados por el medio ambiente. De la misma manera se puede afirmar que el ecologismo está influenciado por determinados intereses, económicos, políticos, ideológicos, que en nada benefician a la naturaleza.

El Génesis, nos dice que Dios creó la naturaleza (capítulo 1, versículos del 1 al 25). Después de haber creado el mundo natural crea al hombre, y lo hizo a imagen Suya (versículo 27). Los bendijo y les dijo eso de “creced y multiplicaosy añadió, dominad los peces del mar, las aves de los cielos y en todo animal que habite sobre la tierra. De aquí sale la idea judeocristiana de naturaleza, pero ¿hemos entendido las palabras de Dios? El que crea en las palabras de la Biblia debería contestarse esta pregunta. Yo creo que no lo hemos entendido bien del todo.

Recientemente los ecologístas, como tantos otros grupos lo han hecho antes, nos recomiendan vivir de acuerdo con la naturaleza. Este ideal es tan atractivo que en un principio parece irrefutable. Lo difícil es establecer un patrón, una referencia al ideal, para saber con certeza qué entendemos por natural, y que no nos salpique ningún espurio interés. ¿Entenderemos tal vez que hay que coger la autocaravana, con la nevera llena de productos elaborados e irnos a pasar las vacaciones junto al “agua agria”, o por el contrario que deberíamos prescindir, en lo posible, del coche? Entre ambas opciones tenemos espacio donde situarnos.

Quienes a lo largo de la historia han recomendado comportarse con arreglo a la naturaleza se fijan en unos aspectos de ella y descartan otros. Los estoicos al comienzo de la era cristiana, querían ser naturales controlando sus pasiones y respetando al prójimo. El marqués de Sade estaba convencido de que no hay nada más natural que hacer cuanto nos apetezca sin pensar en los demás. Calicles, por llevarle la contraria a Sócrates, dice que los más fuertes e inteligentes deben dominar al resto de los hombres, por lo que considera antinaturales e injustas las leyes de la democracia que establecen la igualdad entre todos, protegiendo a los débiles. A la teoría de Calicles le podemos ver un cierto paralelismo con la evolución de Darwin, según la cual la naturaleza va seleccionando a los individuos más aptos de cada especie, y a la especie más fuerte entre las que compitan en un mismo territorio, y la humana es una especie más. ¿No debería cada uno demostrar lo que vale, sin esperar al que se rezaga o subvencionar a los que menos producen o más vaguean?

Los ecologistas van más por el medio ambiente: dicen que los seres humanos

Selva amazónica en cenizas
tenemos ciertos deberes como no polucionar los mares, respetar a los animales, no destruir el paisaje, mantener limpia la ciudad, no contaminar la atmósfera. Parece razonable y hay hechos recientes muy relevantes que han conmocionado a la opinión pública y así lo aconsejan: la marea negra que causó el petrolelo Gran cañón frente a las costas de Gran Bretaña, o la del Prestige en Galicia; el escape de cianuro en Bhopal en la India; el desastre nuclear de Chernobyl; el petroleo derramado en las costas de Alaska; la desaparición de gran parte de selva amázónica...

Pero y la naturaleza misma, ¿es natural? ¿Se comporta de forma natural? Podemos afirmar que se comporta más bien de forma indiferente: no tiene preferencias entres los seres, ¿o acaso siente más simpatía por los peces que por el petróleo que los mata?; no muestra respecto por lo que ella misma ha creado, ¿o prefiere el bosque al fuego que lo destruye?

En realidad Darwin, si se lee bien, dice que la selección natural ha desarrollado instintos sociales como la simpatía o la compasión, que son el éxito vital de la especie humana. Así podemos afirmar que la sociedad y sus leyes artificiales, son el verdadero resultado natural de la evolución de nuestra especie. El aspecto social en nuestra especie es más fuerte que el biológico y así podemos llamar natural a que las leyes, la ética o la moral humana lleven a repartir los recursos. Por artificial que parezca, lo natural es que los que poseen la habilidad de acumular los recursos, por sus valores sociales, por su humanidad, los repartan o enseñen las habilidades con los menos hábiles, pero también necesitados de recursos vitales que satisfagan sus instintos como la alimentación, seguridad, estima…

Es claro que en la naturaleza reina la indiferencia, pero los hombres que nos hemos organizado en sociedades avanzadas lo sabemos. Sabemos que existen las catástrofes que nos sorprenden periódicamente. Esto no lo duda nadie. Y es por eso nuestra responsabilidad (individual y social) de actuar para aminorar estos efectos y evitar las catástrofes consecuencia de una mala práctica del hombre. Y es responsabilidad política la de procurar una prevención, una educación y una normativa que refuerce las acciones positivas y sancione los actos que vayan en contra de estos valores. Hay cuestiones muy claras que demandan con urgencia cambios de modelo a nivel mundial, como el control de las emisiones de CO2, la cubierta vegetal, la sobre explotación de recursos, materias que influyen gravemente en la marginación y la desigualdad, por las relaciones que implica la sociedad globalizada.

Podemos pensar que alguna preocupación ya hay. Efectivamente algo ya hay, pero la igualdad entre los pueblos y la protección del medio ambiente hay que tomárselo más en serio y sin demagogias. Es la propia supervivencia humana la que está en juego y no habrá manera de sobrevivir económica ni intelectualmente con la naturaleza, si antes no hemos conseguido un modo de relacionarnos entre nosotros de una forma más igualitaria.

Lo que sirve de muy poco es la lucha individual de un adolescente o el político

El Everest desde Katmandú
que porque no puede hacer nada en este campo se dedica a hacer jornadas de género en Torremolinos. Más claro tenemos lo perniciosa, por acción u omisión, que es actualmente la presencia del ser humano en la naturaleza, lo hemos podido comprobar estos días de confinamiento con la presencia de animales salvajes en las ciudades y con la limpieza del aire que ha supuesto la parálisis, que ha permitido por primera vez en décadas ver el Himalaya y el Everest desde Katmandú, que está más de 200 km de distancia.

Si todos nos sentimos comprometidos con el planeta, ¿qué es lo que podemos hacer? Yo no me siento capaz de responder esta pregunta, pero sí sugerir que nos la hagamos. Bueno, y puedo añadir que me gustaría que se tomaran medidas globales serias, que fueran los expertos de los organismo internacionales quienes regularan actuaciones solidarias de obligado cumplimiento para todos los pueblos. Bajando en la escala, desescalando, como ahora se dice, pido una normativa básica para España y una actuación de necesidad (no dejarlo para lo último, ¡si queda presupuesto!) en las Comunidades Autónomas. Más abajo aún, en nuestra Alpujarra, medidas como vigilancia, limpieza de bosques y reforestación. Plantar arboles en nuestros pelados montes, idea que llevo vendiendo muchos años en la Diputación, en la Mancomunidad y a amigos y/o conocidos “guay” de cierto poder, idea que a todos parece bien ¿cómo no?, pero tarea que, con la política de urgencia de hoy, es tarea perdida. Siempre hay un “pero”, una urgencia o unos votos de por medio que la desplaza al final de la lista.

 

 Texto inédito de: Del cinamomo al laurel.51


3 comentarios:

  1. Amigo Pepe, de acuerdo en lo general y especialmente en lo particular referido a tu último párrafo.
    Añadir que cuando en Europa vivían a lo máximo 25.000 personas, se dieron grandes cambios climáticos sin que ellos pudiesen intervenir... a lo mucho, se tuvieron que desplazar hacia el Mediterráneo porque el centro-europeo era un inlandis, aquellos antepasados nuestros no podían evitar el cambio climático que se da por el 22.000-12.000 a.C. Luego llegó el Holoceno por el 11.578 BP y la Tierra se llenó de seres humanos porque la Naturaleza hizo los cambios necesarios para que así fuese... ¿cuándo llegará el siguiente cambio climático? Lo mismo que entonces, no será el hombre el que lo adelante o retrase... de ninguna de las maneras.
    Por lo demás, cuando Noé sale del arca de la alianza, Dios le dice: "Todos los seres vivos de la tierra, los animales voladores de los cielos, todo lo que se mueve sobre el suelo y los peces del mar seguirán teniéndoles miedo y terror. Ahora ellos quedan en sus manos. Pueden comer cualquier animal que se mueve y tiene vida. Igual que les di toda la vegetación verde como alimento, también les doy los animales. Génesis 9:2-3, es decir, Dios pone toda su creación al servicio del hombre.

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  2. Gracias Mariano, con tu alcalde es uno de los políticos amigos "guay" con el que estamos de acuerdo en la plantación de árboles en los montes de nuestra Alpujarra.

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  3. José, como he comentado en otro lugar, el tema tan actual del cambio climático no está exento de verdades, verdades a medias y alguna mentira claramente interesada con una profunda carga ideológica.
    En absoluto pretendo negar "todo" lo relacionado con el cambio climático, tal como se plantea en los medios de comunicación y en consonancia con organismos pertenecientes a la gobernanza (?) mundial: ONU, FAO, UNESCO, OMS, etc..
    Me limito a exponer un hecho, no una teoría con más o menos fundamento científico, para el que me gustaría encontrar una explicación, a ser posible, en consonancia con los fundamentos en los que se apoya la defensa del cambo climático: La actual Pechina (Almería) se denominaba en el siglo VIII la República Marítima de Pechina y la desembocadura del Río Andarax estaba en La Juaida (Viator). Actualmente, esa misma desembocadura está entre 6 y siete km más bajo. ¿Se puede esto explicar por el camio climático?
    NB. Me sigue saliendo "perseguidos", aunque ahora me da otra opción que pone "Nombre y URL"

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