En el prólogo de “Rebelión en la granja”, George Orwell escribía una frase digna de ser cincelada en el mármol: “si la libertad significa algo será, sobre todo, el derecho a decirle a la gente lo que no quiere oír”.

Cuando la leí por primera vez, pensé que tal frase podría ser un magnífico lema vital; y, siempre consideré siguiendo a Orwell que la misión de todo el que escribe no es halagar a nadie, sino desnudarse y más bien aguijonear al lector, incomodarlo, llegando incluso a molestar por escribir sobre cuestiones espinosas o sobre asuntos controvertidos. Hoy ya sé que esto es una empresa inútil y quimérica; y que, como todas las empresas inútiles y quiméricas, solo engendra a la postre melancolía. Esta melancolía se eleva exponencialmente cuando esa libertad, es manifestada en la redes sociales, pues al descubrir las ideas uno se convierte en blanco de los demás.

martes, 16 de junio de 2020

El cura de la aldea “de cuyo nombre no quiero acordarme”


El cura es uno de los personajes más parodiados del Quijote. No deja de ser curioso que aparezca en numerosas ocasiones en la novela pero ninguna de ellas ocupándose de sus feligreses, ni haciendo nada que tenga que ver con la actividad eclesiástica. Podemos ver en eso una de las características cervantinas: cuando la ironía no está en las palabras, pero sí en los hechos. Ocurre lo mismo en La Regenta, cuando la mujer más hermosa de Vetusta no es capaz a de enamorar a nadie que valga la pena, nada más que a un cura, que es como si no se enamorara nadie y un don Juan trasnochado, con cincuenta y tantos años de la época, un verdadero viejo, don Alvaro Mesía; que la mujer más atractiva de una cuidad de apenas treinta años, solo despierte el amor de viejo, que solo trata de burlarse de ella, y de un cura, que si bien las tiene todas, porque el magistral es un tío perfecto físicamente, pero es un cura, y que tiene una madre que no le deja tener relaciones sexuales nada más que con la asistenta que tiene en casa, es pura ironía sobre la belleza de Ana Ozores. Algo parecido tenemos en la Celestina, que dice necesitar de una vieja para que Calixto y Melibea se enamoren, cuando en realidad ya están enamorados desde que se vieron; no es necesario la intermediación para el amor, en todo caso es necesaria para que le abra la puerta del dormitorio.

Decíamos que el cura del Quijote no hace en la novela nada relacionado con su actividad eclesiástica. Sin embargo, se dice en la novela que el cura es un gran bromista, y es quien idea el plan de disfrazarse de princesa menesterosa para hacerle salir a don Quijote de Sierra Morena. El narrador cínicamente lo cuenta así en el cap 26-1ª:

Después, habiendo bien pensado entre los dos el modo que tendrían para conseguir lo que deseaban, vino el cura en un pensamiento muy acomodado al gusto de don Quijote, y para lo que ellos querían, y fue que dijo al barbero que lo que había pensado era: que él se vestiría en hábito de doncella andante, y que él procurase ponerse lo mejor que pudiese como escudero, y que así irían adonde don Quijote estaba, fingiendo ser ella una doncella afligida y menesterosa, y le pediría un don, el cual él no podría dejársele de otorgar como valeroso caballero andante y que el don que le pensaba pedir era que se viniese con ella, donde ella le llevase, a desfacelle un agravio que un mal caballero le tenía hecho, y que le suplicaba ansimesmo que no la mandase quitar su antifaz, ni la demandase cosa de su facienda hasta que la hubise hecho derecho de aquel mal caballero; y que creyese sin duda que don Quijote vendría en todo cuanto le pidiese por este término, y que desta manera le sacarían de allí y le llevarían a su lugar, donde procurarían ver si tenía algún remedio su estraña locura.”

El cura disfrazado de princesa menesterosa (tú cara me suena, ¿tomamos una copa?); en vez de pensar en la misa piensa en el carnaval. Cervantes sin duda disfraza al cura así, -hace que se disfrace él, que sea iniciativa suya - porque se quiere burlar de él y eso lo hace en plena contrarreforma cuando el Concilio de Trento había prohibido que los curas adoptaran una indumentaria distinta de su oficio.

En resolución, la ventera vistió al cura de modo que no había más que ver: púsole una saya de paño, llena de fajas de terciopelo negro de un palmo en ancho, todas acuchilladas, y unos corpiños de terciopelo verde, guarnecidos con unos ribetes de raso blanco, que se debieron de hacer, ellos y la saya, en tiempo del rey Wamba. No consintió el cura que le tocasen, sino púsose en la cabeza un birretillo de lienzo colchado que llevaba para dormir de noche, y ciñóse por la frente una liga de tafetán negro, y con otra liga hizo un antifaz, con que se cubrió muy bien las barbas y el rostro; encasquetóse su sombrero, que era tan grande que le podía servir de quitasol, y, cubriéndose su herreruelo, subió en su mula a mujeriegas, y el barbero en la suya, con su barba que le llegaba a la cintura, entre roja y blanca, como aquella que, como se ha dicho, era hecha de la cola de un buey barroso.” Cap. 27 1ª:

No consiguió el cura que le tocasen”, ¿que le pusieran la toca o que le tocasen de tocar? ¡Vaya diafonía!, ¡Tocar a un cura! “Noli me tangere”. Y sigue el narrador:

Mas, apenas hubo salido de la venta, cuando le vino al cura un pensamiento: que hacía mal en haberse puesto de aquella manera, por ser cosa indecente que un sacerdote se pusiese así, aunque le fuese mucho en ello; y, diciéndoselo al barbero, le rogó que trocasen trajes, pues era más justo que él fuese la doncella menesterosa, y que él haría el escudero, y que así se profanaba menos su dignidad; y que si no lo quería hacer, determinaba de no pasar adelante, ...”

Vamos que la burla no pasa adelante, que todo queda en un simple desliz imputable al personaje, no al autor; imputable al cura, no a Cervantes. Es la habilidad de Cervantes, primero lo viste de ramera, pero luego cínicamente lo corrige, y así se libra de la Inquisición. Sigue el narrador:

En esto, llegó Sancho, y de ver a los dos en aquel traje no pudo tener la risa”

Sancho no es ningún tonto y al verlos no pudo contener la risa. Luego se encuentran con Dorotea, ya tienen a la princesa y no hace falta disfrazarse de mujer. El cura se quita su disfraz y queda en ropa interior; es justo cuando se encuentra con don Quijote que pasado un tiempo le dice:

...ruego al señor licenciado me diga qué es la causa que le ha traído por estas partes, tan solo, y tan sin criados, y tan a la ligera, que me pone espanto.”

Claro, encontrarse al cura de tu pueblo en calzoncillos por el monte a principios del siglo XVII es un poco raro. El cura que es un pillo le dice, cargando las tintas en referencia a lo galeotes que don Quijote liberó, que le robaron la ropa unos ladrones a los que un perturbado les dio libertad. Indirectamente llama a don Quijote loco, y don Quijote callado, tragando.

En otro momento dice del cura el narrador. Cap 29-1ª:

El cura, que vio el peligro que corría su invención de ser descubierta, acudió luego a las barbas y fuese con ellas adonde yacía maese Nicolás, dando aún voces todavía, y de un golpe, llegándole la cabeza a su pecho, se las puso, murmurando sobre él unas palabras, que dijo que era cierto ensalmo apropiado para pegar barbas, como lo verían; y, cuando se las tuvo puestas, se apartó, y quedó el escudero tan bien barbado y tan sano como de antes, de que se admiró don Quijote sobremanera, y rogó al cura que cuando tuviese lugar le enseñase aquel ensalmo; que él entendía que su virtud a más que pegar barbas se debía de estender, pues estaba claro que de donde las barbas se quitasen había de quedar la carne llagada y maltrecha, y que, pues todo lo sanaba, a más que barbas aprovechaba.”

Un cura de la contrarreforma practicando ensalmos para pegar barbas, cosa más bien de hechicero o de curandero. Otra parodia que le cae a los curas.

En el capítulo 1 de la 2ª parte, hay una broma sobre la confesión:

-Y a vuestra merced, ¿quién le fía, señor cura? -dijo don Quijote.
-Mi profesión -respondió el cura-, que es de guardar secreto.

Pero este cura es un gran tracista y como dice Sancho al final de la obra, es alegre y amigo de holganza. La idea que se quiere dar aquí es que el Quijote crítica a los idealistas demostrando que son incompatibles con la realidad y que pueden llegar a ser muy peligrosos, y que esa crítica es profunda, sutil y que no se detiene ante nada, ni ante la iglesia de la contrarreforma.

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