En el prólogo de “Rebelión en la granja”, George Orwell escribía una frase digna de ser cincelada en el mármol: “si la libertad significa algo será, sobre todo, el derecho a decirle a la gente lo que no quiere oír”.

Cuando la leí por primera vez, pensé que tal frase podría ser un magnífico lema vital; y, siempre consideré siguiendo a Orwell que la misión de todo el que escribe no es halagar a nadie, sino desnudarse y más bien aguijonear al lector, incomodarlo, llegando incluso a molestar por escribir sobre cuestiones espinosas o sobre asuntos controvertidos. Hoy ya sé que esto es una empresa inútil y quimérica; y que, como todas las empresas inútiles y quiméricas, solo engendra a la postre melancolía. Esta melancolía se eleva exponencialmente cuando esa libertad, es manifestada en la redes sociales, pues al descubrir las ideas uno se convierte en blanco de los demás.

sábado, 6 de junio de 2020

La Casida de los ramos



García Lorca, en la "Casida de los ramos", escrita en los días de la persecución, muy pocos antes de su muerte, expresa la sensación de quien se haya en estado de declive psicofísico que preludia el fatal desenlace.

En la huerta del Tamarit el poeta vive el final de un verano que comenzó brillante y que se torna muy negro, un verano al que, aún sin concluir, se le adentra el otoño. Las umbrías arboledas se encuentran expuestas al fuerte viento y a las lluvias torrenciales que traerán la llegada del otoño. Estos presagios se materializan en "unos perros de plomo" y después en un grupo muy numeroso de niños anónimos e impasibles, "niños de velado rostro". Una manzana que pende del manzano -símbolo de la vida enamorada- contiene en su carne prieta todo un futuro de sollozos. Un ruiseñor -ave del amor- reúne para perpetuarlos los suspiros del enamorado, pero un faisán -representación del desdén vanidoso- los va relegando al olvido, "los ahuyenta por el polvo". En todo el ambiente se respira un presagio de muerte. Incluso los valles, "con el agua en las rodillas", aguardan las inundaciones que producirán los aguaceros otoñales. Bastará un viento ligero para que "se caigan los ramos". No pensando en su fragilidad se han dormido "como si fueran árboles", esto es, como si fueran lo bastante fuertes como para no quebrarse a la menor embestida. El elefante -atinada concreción de lo gigantesco en cuanto antítesis de todo lo frágil y diminuto- es introducido para designar metafóricamente el avance arrollador de las sombras a la caída del sol. Ahora no es ya la indefensión de los ramos vegetales cuya caída está próxima lo que congrega y atrae las miradas de los seres hostiles (perros y niños) que andan al acecho. Esta debilidad que amenaza ruina es la del propio poeta. Imperceptiblemente se ha trasladado a su cuerpo y a su alma la amenaza que se cierne sobre la fragilidad del mundo que le rodea.
Y así fue, su presagio se cumplió. Días después… “Se apagaron sus suspiros”.

Por las arboledas del Tamarit
han venido los perros de plomo
a esperar que se caigan los ramos,
a esperar que se quiebren ellos solos.

El Tamarit tiene un manzano
con una manzana de sollozos.
un ruiseñor apaga los suspiros,
y un faisán los ahuyenta por el polvo.

Pero los ramos son alegres,
pero los ramos son como nosotros.
No piensan en la lluvia y se han dormido,
como si fueran árboles, de pronto.

Sentados con el agua en las rodillas
dos valles aguardaban al Otoño.
La penumbra con paso de elefante
empujaba las ramas y los troncos.

Por las arboledas del Tamarit
hay muchos niños de velado rostro
a esperar que se caigan mis ramos,
a esperar que se quiebren ellos solos.

4 comentarios:

  1. Pepe,tenía conocimiento de esta entrañable recensión que realizaste en COU, lo que me demuestra que tienes madera de magnífico escritor.
    Tu escrito, alegórico en sí mismo, explica a su vez la alegoría que nos regala Lorca en su "Casida de los ramos". Vas desgranando cada metáfora contenidas en cada verso del poema de una forma que considero acertada y bellamente expresada. Sin embargo, me gustaría saber, y perdona mi ignorancia o incapacidad para la traducción simbólica y metafórica, como llegas a traducir la alegoría al significado real que nos ofreces de cada una de ellas.
    Y, por último, si según parece, el "Diván de Tamarit" ya estaba escrito, aunque no publicado, en 1934, ¿por qué datas "Casida de los ramos".. "los días de la persecución, muy pocos antes de su muerte.."?
    Gracias José por compartir tu trabajo

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    Respuestas
    1. Se me olvidaba... si celebramos su nacimiento, ¿por qué no haber escogido un poema de amor (Gacela) y no de muerte (Casida)?

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  2. Porque este lo tenía hecho, pero haré lo que tú me dices cuando tenga un rato. Lo puse aquí para ver si Bonilla comentaba algo, porque Lorca, al leerlo, aparte de cómo maneja el verso, hay que comprender su simbología; las Casidas y Gacelas, son idóneas para ello.

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  3. Cuando se hundieron las formas puras
    bajo el cri cri de las margaritas,
    comprendí que me habían asesinado.
    Recorrieron los cafés y los cementerios y las iglesias,
    abrieron los toneles y los armarios,
    destrozaron tres esqueletos para arrancar sus dientes de oro.
    Ya no me encontraron.
    ¿No me encontraron?
    No. No me encontraron.
    Pero se supo que la sexta luna huyó torrente arriba,
    y que el mar recordó ¡de pronto!
    los nombres de todos sus ahogados.


    Cuentan los que han estudiado los poemas de Federico García Lorca que tenía una especial sensibilidad que iba más allá del buen gusto y de la exquisitez de sus rimas. Aseguran que tenía premoniciones. Murió muy joven, a los 38 años, y es difícil comprobar este tema. Pero leyendo este fragmento de Poeta en Nueva York, escrito en 1929, como antes hemos hecho con "La Casida de los ramos"parece que Lorca conocía su destino.

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