En el prólogo de “Rebelión en la granja”, George Orwell escribía una frase digna de ser cincelada en el mármol: “si la libertad significa algo será, sobre todo, el derecho a decirle a la gente lo que no quiere oír”.

Cuando la leí por primera vez, pensé que tal frase podría ser un magnífico lema vital; y, siempre consideré siguiendo a Orwell que la misión de todo el que escribe no es halagar a nadie, sino desnudarse y más bien aguijonear al lector, incomodarlo, llegando incluso a molestar por escribir sobre cuestiones espinosas o sobre asuntos controvertidos. Hoy ya sé que esto es una empresa inútil y quimérica; y que, como todas las empresas inútiles y quiméricas, solo engendra a la postre melancolía. Esta melancolía se eleva exponencialmente cuando esa libertad, es manifestada en la redes sociales, pues al descubrir las ideas uno se convierte en blanco de los demás.

miércoles, 17 de junio de 2020

Don Quijote, el personaje

Parece que del personaje de don Quijote no podemos decir nada malo, que está prohibido, y sin embargo es un personaje espeluznante, con una locura y una idea de justicia medieval, especialmente al comienzo de la novela, donde arremete contra todo con ímpetu de adolescente. Don Quijote es un personaje ridículo, su comportamiento está por debajo de lo convencional, y con frecuencia, impone la paz a fuerza de golpes, con violencia. La paz aristotélica (si quieres la paz, preparate para la guerra); don Quijote, como Aristóteles, tiene una idea política de la paz, frente a la paz religiosa de Erasmo, que dice que ésta se consigue dialogando, algo parecido a lo de la Alianza de Civilizaciones que hoy día algunos defienden, que afirma que la realidad está hecha de palabras, ¡como si la gente se entendiera hablando! Don Quijote es muy agresivo y Cervantes como narrador, interpreta sus hechos con cierto humor, con mucha ironía (tanta ironía como la del preso aquel que pregunta a su carcelero que cuando lo iban a ahorcar, a lo que éste le contesta que el lunes, y dice el preso resignado y con ironía, ¡buena forma de empezar la semana!); es un humor negro, ese tipo de humor, no siempre negro, está presente en el Quijote, donde el sujeto que interpreta la experiencia cómica es el protagonista, que parece reírse de sí mismo, de sus propias miserias. Esto si es una característica típica del Quijote, obra que es además tremendamente crítica y a la vez optimista.

A medida que se va desarrollando la obra, don Quijote se va aproximando cada vez más al racionalismo contemporáneo, pero al comienzo es un verdadero psicópata, es un individuo que sufre (sufre como personaje literario), un individuo que experimenta trastornos deliberados de personalidad, o al menos los finge (se cree el Marqués de Mantua, Baldovino, confunde al cura de su pueblo con el Arzobispo Turpín, que es uno de los sacristanes de Carlomagno). En la segunda parte ya esto no le ocurrirá más.

Don Quijote desde el comienzo tiene un móvil que no abandonará hasta su muerte: actuar como alguien que imparte justicia conforme a un modelo de justicia totalmente anterior a la constitución de los estados nacionales; es un ser perturbado, un justiciero propio de una sociedad preestatal pero que aparece y actúa en el seno de una sociedad estatal, en una sociedad moderna.

Don Quijote tiene una mente medieval si bien embellecida por la literatura. La literatura es una cosa muy peligrosa tomada en serio, porque la gente se la puede creer, que es lo que le pasa a don Quijote que se cree un caballero andante, considerando que lo que lee en los libros de caballería es verdad, y la literatura no dice verdad, la literatura no es conocimiento, no es ciencia, la literatura es ficción, es arte; pero es que la literatura tampoco cuenta mentiras. La mentira y la verdad nada tienen que ver con la ficción. En el siglo XVII se toma como referencia que lo que dice la historia es verdad y lo que dice el poeta es mentira. La cuestión es que don Quijote se toma en serio los libros de caballería, que es una forma de literatura totalmente sofisticada o reconstructivista, o sea, un mundo que jamás existió. Relaciona idealmente una literatura extraordinariamente fantástica y maravillosa que reconstruye de forma ideal. Don Quijote se nutre de esa clase de hechos, y se nutre de la idea en virtud de la cual puede ejercer la justicia en el contexto de un estado nacional, que ya tiene su propio aparato de justicia.

En la liberación de los galeotes don Quijote se enfrenta a los guardias, la Guardia Civil de entonces, y les exige que suelte a los presos, que nadie tiene derecho a quitar la libertad de nadie. Maneja una idea de libertad posmoderna, rusoniana, “el hombre es libre por naturaleza”; una idea ridícula -y más en aquellos tiempos -, cuando la realidad es que nadie es libre por naturaleza, y la libertad hay que ganarla con esfuerzo. Cuando los libera, Sancho le advierte que lo que ha hecho es un delito y le dice que lo mejor que puede hacer es ocultarse de la Inquisición en Sierra Morena, y don quijote que es muy inteligente y no siempre está loco, le dice:

-...porque no digas que soy contumaz y que jamás hago lo que me aconsejas, por esta vez quiero tomar tu consejo y apartarme de la furia que tanto temes…

Furia que tanto teme Sancho, y que él que no está loco, también la teme. Hay una racionalidad que don Quijote nunca pierde de vista: que siempre responde a sus objetivos.

El episodio más cínico del Quijote es el del vaciyelmo. Es la única vez que llueve en la novela, que caen unas gotas. Ve acercarse por los llanos de la Mancha a un barbero que va de un pueblo a otro metido en su faena. El barbero decide cubrirse de la lluvia poniéndose la vacía en la cabeza. Don Quijote en su locura lo confunde con un caballero cubierto con su yelmo, que con las gotas y el tímido sol reluce como el oro. ¿Como el oro? No. Es de oro a ojos de nuestro héroe. Es el Yelmo de Mambrino, que ha de arrebatarle en descomunal batalla. Arremete contra el barbero que huye despavorido y se hace con el yelmo. Una escena ridícula carnavalesca. El punto álgido de esta aventura lo tiene poco después en la venta de Palomeque, en la que se reúnen, los cuadrilleros, Fernando, Luscinda, Dorotea, el cura, el barbero Maese Nicolás y aparece también el barbero al que arrebató la vacía. Por alargar la burla todos le siguen el juego y dicen a una que eso no es vacía sino yelmo… Y se lía la gresca en la que también se discute si el botín, con el que Sancho se hizo en la pelea, es albarda o jaez. La ilusión óptica termina cuando intervienen los cuadrilleros y dicen que todo esto es una tomadura de pelo. A partir de esta burla, la locura de don Quijote comienza a ser compartida por sus amigos que le siguen el juego. La locura del “yo” pasa al juego del “nosotros”.

Don Quijote fracasa en todas sus empresas. Pese a que el Quijote siempre ha enamorado a los idealistas, es a ellos a quien paradógicamente critica, a todos los idealismos. Don Quijote siempre fracasa. Cervantes parece advertirnos que los idealismos no conducen a nada, que es una perdida de tiempo, incluso que pueden llegar a ser peligrosos -eso la historia lo ha demostrado con creces ¿Pero y si don Quijote no está loco, sino que está jugando para divertirse, para vivir?

Episodio de la muerte de don Quijote. Cervantes no quiere ridicularizar la muerte de don Quijote pero tiene que matarlo para que Avellaneda no saque la 4ª parte, que no sabe y teme por donde podría salir, pues Cervantes conoce que “el Avellaneda” ha interpretado perfectamente su mensaje. Así Cervantes, en la muerte de don Quijote, restaura la racionalidad de éste, que vuelve a ser Alonso Quijano, de la misma manera que el licenciado Vidriera recupera la razón a través de un fraile que le hace volver a la sensatez. En este caso don Quijote, Alonso Quijano, volviendo a la razón política, decide hacer testamento, y conforme a la razón teológica se confiesa y encomienda su alma a Dios, Una muerte totalmente racional y contemplando las facetas de la razón de su tiempo; es como vivir en la inocencia, pero no en la ignorancia.

No muere en ridículo aunque antes haya protagonizado muchas situaciones ridículas. La locura de don Quijote tiene sus explicaciones más visibles en la génesis y en la clausura, en el nacimiento y en la muerte, en el momento inicial y en el final, aunque cuando éste nace ya Alonso Quijano tenga más de 50 años. Aquí es donde más claramente encontramos las clave de su locura, don Quijote se fanatiza leyendo libros de caballería (cuantas personas se fanatizan con otras cosas, hasta leyendo tuit en las redes sociales. Esto ocurre porque consideran que en estas figuras están objetivadas las claves de su vida). Así el hecho de que alguien enloquezca leyendo libros de caballería no es tan ajeno como pudiera parecer, ya que el leer de forma aséptica no todo el mundo lo consigue. No es lo mismo leer un libro de aventuras, que tras leerlo, creerse el héroe de esas aventuras. Dice el cap. 1:

En resolución, él se enfrascó tanto en su lectura, que se le pasaban las noches leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio; y así, del poco dormir y del mucho leer se le secó el celebro, de manera que vino a perder el juicio. Llenósele la fantasía de todo aquello que leía en los libros,”.

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