En el prólogo de “Rebelión en la granja”, George Orwell escribía una frase digna de ser cincelada en el mármol: “si la libertad significa algo será, sobre todo, el derecho a decirle a la gente lo que no quiere oír”.

Cuando la leí por primera vez, pensé que tal frase podría ser un magnífico lema vital; y, siempre consideré siguiendo a Orwell que la misión de todo el que escribe no es halagar a nadie, sino desnudarse y más bien aguijonear al lector, incomodarlo, llegando incluso a molestar por escribir sobre cuestiones espinosas o sobre asuntos controvertidos. Hoy ya sé que esto es una empresa inútil y quimérica; y que, como todas las empresas inútiles y quiméricas, solo engendra a la postre melancolía. Esta melancolía se eleva exponencialmente cuando esa libertad, es manifestada en la redes sociales, pues al descubrir las ideas uno se convierte en blanco de los demás.

lunes, 8 de junio de 2020

La Cueva de Montesinos, ¿literatura fantástica o maravillosa?



Don Quijote acompañado por un zoquete, que es el primo de uno de los invitados a la bodas de Camacho, decide descender a la Cueva de Montesinos cerca de las Lagunas de Ruidera. Desciende solo, atado a una cuerda y al cabo de un tiempo lo rescatan desde arriba Sancho y el Primo (no tiene otro nombre, era un verdadero "primo", medio tonto porque se hace preguntas tontas, como muchas gente se hacen, y dice que está escribiendo un libro sobre este tipo de cuestiones). Don Quijote sale de la cueva dormido y cuando despierta cuenta lo que le ha pasado en la cueva, su relato es un episodio de literatura fantástica o maravillosa según hagamos la interpretación.

Don Quijote narra lo acontecido desde un punto de vista muy personal. Con la ambigüedad que hay en todo el Quijote discurriremos para profundizar en lo relatado por el héroe. Un gran desafío.

Para ello, lo primero será definir lo que es una y otra literatura.
El ejemplo más claro de literatura maravillosa lo representan los cuentos de hadas, “un mundo cuyas leyes son totalmente diferentes de las nuestras, en el que todo puede ocurrir, por lo que los elementos sobrenaturales no provocan sorpresa ni asombro” (Todorov 40, 124). O como dice David Roas, “lo sobrenatural es mostrado como natural”. Un unicornio es un ser maravilloso.
El género fantástico representa “un mundo que es el nuestro en el que se produce un acontecimiento imposible de explicar por las leyes de ese mismo mundo familiar” (Todorov 18). En medio de la realidad conocida, irrumpe de golpe el misterio, lo imposible, lo sobrenatural (Roas 17). Algo fantástico sería que a nuestro burro le saliese un cuerno en el centro de la frente.

Tanto lo fantástico como lo maravilloso están muy presentes en el código de la literatura caballeresca, y de hecho el episodio de la Cueva de Montesinos está nutrido de aspectos propios de ésta (Montesinos, Durandarte, Belerma son personajes de la literatura artúrica y caballeresca). La narración de don Quijote está fundamentada en hechos de conciencia porque solo él ha descendido a la cueva, solo él ha vivido lo que cuenta; porque de la cueva no sale ningún personaje de los convocados por don Quijote. Es pues un relato autológico (del propio individuo) y autodiegético, o experiencias propias relatadas en primera persona; no es posible apelar al dialogísmo, no hay testigos.

Como ha señalado Torrente Ballester, el juego está muy presente en el Quijote, imponiendo al racionalismo ideológico de don Quijote, el racionalismo normativo de la sociedad en la que vive. Otros personajes de la novela: el cura, el barbero, Dorotea, disfrazada de Princesa Micomicona, Sansón Carrasco que se disfraza dos veces de caballero andante, siguen con frecuencia el juego de lo maravilloso y lo fantástico. Otros relatos que siguen esta diversión son el milagroso bálsamo de Fierabrás capaz de curar cualquier herida, pero que solo funciona con los caballeros, la invulnerabilidad que promete el Yelmo de Mambrino, la espada mágica de Amadis que, tras el manteo y como una defensa en base a sus poderes, reclama Sancho...

En cuanto a lo que ocurre en la Cueva de Montesinos hay razones para justificar todo sobre si es fantástico o maravilloso, pero no de cualquier manera. Es rigurosamente cierto que Cervantes tritura lo fantástico y maravilloso de la literatura anterior al Quijote. Todo lo que está en el Quijote apelando a lo fantástico y lo maravilloso, ni es una cosa ni es otra.

Lo que hace don Quijote es contar un cuento de literatura maravillosa (muestra lo sobrenatural como natural) en formato fantástico (lo cuenta al salir de la cueva como un relato real). Los componentes que presenta el episodio de la cueva no son más que los de un relato intercalado, cuyo narrador y protagonista es don Quijote, por eso hablamos de un relato autodiegético, ya que el personaje que cuenta la historia es el protagonista de la historia que cuenta, y es autológico porque solo la ha vivido él. Está destruyendo todos lo mitos compatibles con la razón literaria, porque lo que cuenta es increíble fuera de la cueva; y de hecho él presenta el relato como unos acontecimiento extraordinarios y no se los creen sus interlocutores. Sancho tiene más razones que nadie para no creerlos, ya que había sido él el que había encantado a la Dulcinea que don Quijote se encuentra en la cueva. Sancho sabe que es mentira.

Lo que si está claro es que a partir de este episodio el motor del Quijote encuentra en Dulcinea su pieza clave. Y es también clave en el núcleo de este relato fantástico, porque se incorpora en la realidad operatoria de la estructura del Quijote, y es maravilloso en cuanto no puede salir jamás de esta estructura, ni hacer operatorio en ningún mundo real.

Hay después una glosa por parte del narrador Cide Hamete Benengueli, el falso cronista de la obra y el traductor morisco y coinciden todos ellos en sostener que es absolutamente imposible, e incluso afirma que don Quijote, momentos antes de su muerte se retractó de esta aventura al considerarla apócrifa. En todo caso se cuenta como fantástica y se expone como maravillosa.

La locura puede ser la fuerza motriz del Quijote pero el irracionalismo no, porque la locura es de diseño racional por parte de Alonso Quijano guiado por Cervantes. Don Quijote puede perder la cordura, pero no la razón. Ningún irracionalista hubiese podido narrar el episodio de la Cueva de Montesinos, aquí estaríamos ante un enigma y así lo reconoce el propio narrador cuando dice citando entre comillas a Cide Hamete Benengueli:

Dice el que tradujo esta grande historia del original de la que escribió su primer autor Cide Hamete Benengeli, que llegando al capítulo de la aventura de la cueva de Montesinos, en el margen dél estaban escritas de mano del mesmo Hamete estas mismas razones:
«No me puedo dar a entender ni me puedo persuadir que al valeroso don Quijote le pasase puntualmente todo lo que en el antecedente capítulo queda escrito. La razón es que todas las aventuras hasta aquí sucedidas han sido contingibles y verisímiles, pero esta  desta cueva no le hallo entrada alguna para tenerla por verdadera, por ir tan fuera de los términos razonables. Pues pensar yo que don Quijote mintiese, siendo el más verdadero hidalgo y el más noble caballero de sus tiempos, no es posible, que no dijera él una mentira si le asaetearan. Por otra parte, considero que él la contó y la dijo con todas las circunstancias dichas, y que no pudo fabricar en tan breve espacio tan gran máquina de disparates; y si esta aventura parece apócrifa, yo no tengo la culpa, y, así, sin afirmarla por falsa o verdadera, la escribo. Tú, letor, pues eres prudente, juzga lo que te pareciere, que yo no debo ni puedo más, puesto que se tiene por cierto que al tiempo de su fin y muerte dicen que se retrató della y dijo que él la había inventado, por parecerle que convenía y cuadraba bien con las aventuras que había leído en sus historias.»

Para el narrador esto es un enigma y lo presenta como Pilatos lavándose las manos como algo que se encontró en la narración del cronista Cide Hamete Benengueli, lo traduce el moro aljamiado y así lo expone el narrador que recopila todo. El hecho como tal sería un relato fantástico para don Quijote y un relato maravilloso para los lectores del Quijote, y todas la declaraciones del narrador son absolutamente lúdicas, porque es muy cínico el afirmar que no se puede creer en los hechos que ellos mismos están contando. Finalmente cabe citar que a Sancho que es renuente a creerlo, don Quijote, le dice:

Sancho, pues vos queréis que se os crea lo que habéis visto en el cielo, yo quiero que vos me creáis a mí lo que vi en la cueva de Montesinos. Y no os digo más. 
(Capítulo después 41-2, tras el episodio de Clavileño). 
 
Sancho sabe que es mentira que Dulcinea esté encantada, pues fue un engaño suyo realizado a la salida del Toboso, pensando que sería fácil engañar a su loco señor.

Los fantástico y lo maravilloso son embellecedores del arte y no pueden tomarse en serio como muchos hacen, porque el sueño de los idealistas solo produce insomnio y dolor de cabeza.

Torrente Ballester. El Quijote como juego
Todorov. Introducción a la literatura fantástica
David Roas. Teoría de lo fantástico

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