Don
Quijote acompañado por un zoquete, que es el primo de uno de los
invitados a la bodas de Camacho, decide descender a la Cueva de
Montesinos cerca de las Lagunas de Ruidera. Desciende solo, atado a
una cuerda y al cabo de un tiempo lo rescatan desde arriba Sancho y
el Primo (no tiene otro nombre, era un verdadero "primo", medio tonto
porque se hace preguntas tontas, como muchas gente se hacen, y dice que está
escribiendo un libro sobre este tipo de cuestiones). Don Quijote sale
de la cueva dormido y cuando despierta cuenta lo que le ha pasado en
la cueva, su relato es un episodio de literatura fantástica o
maravillosa según hagamos la interpretación.
Don
Quijote narra lo acontecido desde un punto de vista muy personal. Con
la ambigüedad que hay en todo el Quijote discurriremos para
profundizar en lo relatado por el héroe. Un gran desafío.
Para
ello, lo primero será definir lo que es una y otra literatura.
El
ejemplo más claro de literatura maravillosa lo representan los
cuentos de hadas, “un mundo cuyas leyes son totalmente
diferentes de las nuestras, en el que todo puede ocurrir, por
lo que los elementos sobrenaturales no provocan sorpresa ni asombro”
(Todorov 40, 124). O como dice David Roas, “lo sobrenatural es
mostrado como natural”. Un unicornio es un ser maravilloso.
El
género fantástico representa “un mundo que es el nuestro en el
que se produce un acontecimiento imposible de explicar por las leyes
de ese mismo mundo familiar” (Todorov 18). En medio de la
realidad conocida, irrumpe de golpe el misterio, lo imposible, lo
sobrenatural (Roas 17). Algo fantástico sería que a nuestro
burro le saliese un cuerno en el centro de la frente.
Tanto
lo fantástico como lo maravilloso están muy presentes en el código
de la literatura caballeresca, y de hecho el episodio de la Cueva de
Montesinos está nutrido de aspectos propios de ésta (Montesinos,
Durandarte, Belerma son personajes de la literatura artúrica y
caballeresca). La narración de don Quijote está fundamentada en
hechos de conciencia porque solo él ha descendido a la cueva, solo
él ha vivido lo que cuenta; porque de la cueva no sale ningún
personaje de los convocados por don Quijote. Es pues un relato
autológico (del propio individuo) y autodiegético, o experiencias
propias relatadas en primera persona; no es posible apelar al
dialogísmo, no hay testigos.
Como
ha señalado Torrente Ballester, el juego está muy presente en el
Quijote, imponiendo al racionalismo ideológico de don Quijote, el
racionalismo normativo de la sociedad en la que vive. Otros
personajes de la novela: el cura, el barbero, Dorotea, disfrazada de
Princesa Micomicona, Sansón Carrasco que se disfraza dos veces de
caballero andante, siguen con
frecuencia el juego de lo maravilloso y lo fantástico. Otros relatos que siguen esta diversión son el milagroso bálsamo de Fierabrás capaz de curar cualquier herida, pero que solo funciona con los caballeros, la invulnerabilidad que promete el Yelmo de Mambrino, la espada mágica de Amadis que, tras el manteo y como una defensa en base a sus poderes, reclama Sancho...
En
cuanto a lo que ocurre en la Cueva de Montesinos hay razones para
justificar todo sobre si es fantástico o maravilloso, pero no de
cualquier manera. Es rigurosamente cierto que Cervantes tritura lo
fantástico y maravilloso de la literatura anterior al Quijote. Todo
lo que está en el Quijote apelando a lo fantástico y lo
maravilloso, ni es una cosa ni es otra.
Lo
que hace don Quijote es contar un cuento de literatura maravillosa (muestra lo sobrenatural como natural) en
formato fantástico (lo cuenta al salir de la cueva como un relato real). Los componentes que presenta el episodio de la
cueva no son más que los de un relato intercalado, cuyo narrador y
protagonista es don Quijote, por eso hablamos de un relato
autodiegético, ya que el personaje que cuenta la historia es el
protagonista de la historia que cuenta, y es autológico porque solo
la ha vivido él. Está destruyendo todos lo mitos compatibles con la
razón literaria, porque lo que cuenta es increíble fuera de la cueva; y de
hecho él presenta el relato como unos acontecimiento extraordinarios
y no se los creen sus interlocutores. Sancho tiene más razones que
nadie para no creerlos, ya que había sido él el que había encantado
a la Dulcinea que don Quijote se encuentra en la cueva. Sancho sabe
que es mentira.
Lo
que si está claro es que a partir de este episodio el motor del
Quijote encuentra en Dulcinea su pieza clave. Y es también clave en
el núcleo de este relato fantástico, porque se incorpora en la
realidad operatoria de la estructura del Quijote, y es maravilloso en
cuanto no puede salir jamás de esta estructura, ni hacer operatorio
en ningún mundo real.
Hay
después una glosa por parte del narrador Cide Hamete Benengueli, el
falso cronista de la obra y el traductor morisco y coinciden todos
ellos en sostener que es absolutamente imposible, e incluso afirma
que don Quijote, momentos antes de su muerte se retractó de esta
aventura al considerarla apócrifa. En todo caso se cuenta
como fantástica y se expone como maravillosa.
La
locura puede ser la fuerza motriz del Quijote pero el irracionalismo
no, porque la locura es de diseño racional por parte de Alonso
Quijano guiado por Cervantes. Don Quijote puede perder la cordura,
pero no la razón. Ningún irracionalista hubiese podido narrar el
episodio de la Cueva de Montesinos, aquí estaríamos ante un enigma
y así lo reconoce el propio narrador cuando dice citando entre
comillas a Cide Hamete Benengueli:
Dice
el que tradujo esta grande historia del original de la que escribió
su primer autor Cide Hamete Benengeli, que llegando al capítulo de
la aventura de la cueva de Montesinos, en el margen dél estaban
escritas de mano del mesmo Hamete estas mismas razones:
«No
me puedo dar a entender ni me puedo persuadir que al valeroso don
Quijote le pasase puntualmente todo lo que en el antecedente capítulo
queda escrito. La razón es que todas las aventuras hasta aquí
sucedidas han sido contingibles y verisímiles, pero esta desta
cueva no le hallo entrada alguna para tenerla por verdadera, por ir
tan fuera de los términos razonables. Pues pensar yo que don Quijote
mintiese, siendo el más verdadero hidalgo y el más noble caballero
de sus tiempos, no es posible, que no dijera él una mentira si le
asaetearan. Por otra parte, considero que él la contó y la dijo con
todas las circunstancias dichas, y que no pudo fabricar en tan breve
espacio tan gran máquina de disparates; y si esta aventura parece
apócrifa, yo no tengo la culpa, y, así, sin afirmarla por falsa o
verdadera, la escribo. Tú, letor, pues eres prudente, juzga lo que
te pareciere, que yo no debo ni puedo más, puesto que se tiene por
cierto que al tiempo de su fin y muerte dicen que se retrató della y
dijo que él la había inventado, por parecerle que convenía y
cuadraba bien con las aventuras que había leído en sus historias.»
Para el narrador esto es un
enigma y lo presenta como Pilatos lavándose las manos como algo que
se encontró en la narración del cronista Cide Hamete Benengueli, lo
traduce el moro aljamiado y así lo expone el narrador que recopila
todo. El hecho como tal sería un relato fantástico para don Quijote
y un relato maravilloso para los lectores del Quijote, y todas la
declaraciones del narrador son absolutamente lúdicas, porque es muy
cínico el afirmar que no se puede creer en los hechos que ellos
mismos están contando. Finalmente cabe citar que a Sancho que es
renuente a creerlo, don Quijote, le dice:
Sancho,
pues vos queréis que se os crea lo que habéis visto en el cielo, yo
quiero que vos me creáis a mí lo que vi en la cueva de Montesinos.
Y no os digo más.
(Capítulo
después 41-2, tras el episodio de Clavileño).
Sancho sabe que es
mentira que Dulcinea esté encantada, pues fue un engaño suyo
realizado a la salida del Toboso, pensando que sería fácil engañar
a su loco señor.
Los
fantástico y lo maravilloso son embellecedores del arte y no pueden
tomarse en serio como muchos hacen, porque el sueño de los idealistas solo produce
insomnio y dolor de cabeza.
Torrente
Ballester. El Quijote como juego
Todorov.
Introducción a la literatura fantástica
David
Roas. Teoría de lo fantástico
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