En el prólogo de “Rebelión en la granja”, George Orwell escribía una frase digna de ser cincelada en el mármol: “si la libertad significa algo será, sobre todo, el derecho a decirle a la gente lo que no quiere oír”.

Cuando la leí por primera vez, pensé que tal frase podría ser un magnífico lema vital; y, siempre consideré siguiendo a Orwell que la misión de todo el que escribe no es halagar a nadie, sino desnudarse y más bien aguijonear al lector, incomodarlo, llegando incluso a molestar por escribir sobre cuestiones espinosas o sobre asuntos controvertidos. Hoy ya sé que esto es una empresa inútil y quimérica; y que, como todas las empresas inútiles y quiméricas, solo engendra a la postre melancolía. Esta melancolía se eleva exponencialmente cuando esa libertad, es manifestada en la redes sociales, pues al descubrir las ideas uno se convierte en blanco de los demás.

jueves, 1 de abril de 2021

Marcela y Grisóstomo


En los capítulos 12, 13 y 14 de la primera parte del Quijote, Cervantes nos relata el episodio de los pastores Marcela y Grisóstomo.

Marcela decide hacerse pastora y vivir en el monte guardando cabras. La pastora Marcela escoge huir de la ciudad para vivir en soledad. Lo hace porque no quiere vivir en sociedad, no le gusta las soluciones que la sociedad española, como la europea ofrece, en los siglos XVI y XVII, por el hecho de ser mujer. No quiere casarse que es la solución política que tiene, ni quiere ingresar en un convento que es la solución religiosa. Elige vivir en el monte cuidando cabras, como en la tradición literaria de la novela pastoril.

Lo más irónico es que el personaje ha seducido a feministas posmodernas, incapaces de ver la realidad que oculta. Marcela presenta un falso concepto de la libertad, y una falsa idea de feminismo, que ha eclipsado la mente de muchos interpretes del Quijote. Marcela muestra una androfobia, porque es un hombre quien la acosa, pero se puede entrever que si fuera una mujer actuaría de la misma forma, siendo su patología una misantropía, debilitando la imagen de feminista que algunos críticos han visto en ella; si fuera feminista defendería su postura dentro de la sociedad, no en el monte entre cabras.

Grisóstomo es un falso pastor que busca el amor de Marcela. Actúa movido por una excesiva valoración de sí mismo, egolatría que le conduce hasta la muerte al ser rechazado.

Ambos fingen. Son unos falsos pastores que conviven con pastores reales. Proceden de familias ricas, y abandonan la ciudad para vivir idílicamente. Son unos inadaptados a la sociedad, a la realidad de su tiempo.

Una vez más Cervantes lo cambia todo. El hecho de que sean unos falsos pastores lo va determinar todo. Subvierte la novela pastoril, ya que esta exige que se cumplan las ilusiones, que el amor de los pastores de su fruto, acabando en un final feliz. El engaño rompe la principal premisa de la novela pastoril, en la que los pastores son pastores de verdad, haciendo que acabe en algo imprevisible e irreversible como es la tragedia. Marcela rechaza todo tipo de contacto con el ser humano, solo tolera a las “muchachas para hablar sosegadamente” a las que presupone exentas de deseos y relaciones sexuales, negando claramente el lesbianismo, y haciendo pensar al lector que Marcela no es feminista, sino misántropa.

Cervantes se apoya en el intertexto de la novela pastoril para transformarla. Desmitifica la realidad de la novela pastoril de la literatura arcádica, presentando a personajes con patologías: Grisóstomo con problemas emocionales que, a pesar de ser un buen estudiante de Salamanca, es más que un enamorado es un enfermo. Y es que las capacidades del ser humano no depende de estudios ni de gaitas, depende de la competencia para hacerse compatible con la realidad de la vida.

La muerte de Grisóstomo, suicidio, entierro y últimas voluntades, tiene mucho de desafío:

  • Un desafío espectacular contra Marcela, protagonizado por los pastores.

  • Un desafío religioso contra la iglesia católica.

El concilio de Trento se celebra entre 1545 y 1563 (casi veinte años de concilio), prohíbe el suicidio en la literatura (los enemigos de la ficción prohíben el suicidio en la literatura, para que no se imite en la vida real), así las últimas voluntades de un suicida no podían respetarse. Pues en el Quijote se hace, aunque hay algo de ambigüedad al comunicarlo, diciendo que Grisóstomo “murió de amor”, pero esto es solo una licencia poética, que pudo servirle a Cervantes para sortear la censura.

Así se habla de las últimas voluntades en el capítulo 12 de la 1ª parte:

-Por esa digo, -respondió el cabrero-; y es lo bueno, que mandó en su testamento que le enterrasen en el campo como si fuera moro, y que sea al pie de la peña donde está la fuente del alcornoque, porque según es fama (y él dicen que lo dijo) aquel lugar es adonde él la vio la vez primera. Y también mandó otras cosas tales, que los abades del pueblo dicen que no se han de cumplir ni es bien que se cumplan, porque parecen de gentiles.

Está pidiendo un entierro civil, una ceremonia atea, negando la razón teológica. Todo el episodio es una recreación del mundo pagano, que es la forma literaria y estética de hablar de ateísmo en el siglo XVI y XVII, en los que no se puede hablar de ateísmo como hoy en día, siendo necesario remontarse a un referente pagano, donde lo correcto es hablar de la negación de la razón teológica sobre la que se construye el catolicismo.

A todo lo cual responde aquel gran su amigo Ambrosio el estudiante, que también se vistió de pastor con él, que se ha de cumplir todo sin faltar nada como lo dejó mandado Grisóstomo

Aquí hay una dialéctica, entre los imperativos de las últimas voluntades, y los imperativos ideológicos de la iglesia.

y sobre esto anda el pueblo alborotado, mas a lo que se dice, en fin se hará lo que Ambrosio y todos los pastores sus amigos quieren, y mañana le vienen a enterrar con gran pompa adonde tengo dicho; y tengo para mí que ha de ser cosa muy de ver, a lo menos yo no dejaré de ir a verla, si supiese no volver mañana al lugar.

El lector está apunto de asistir al mayor entierro civil presente en la literatura del siglo de oro, en la culminación de la contrarreforma. Por eso se afirma que Cervantes es un racionalista y un ateo.

Los auténticos pastores presentan a Grisóstomo como una figura extraordinaria, una especie de superhombre: es noble, es rico, es estudiante de Salamanca, algo que se puede interpretar como una crítica a la universidad, al ser un universitario el que acaba suicidándose. Tampoco deja de ser curioso que el mejor de los pastores sea un falso pastor, un pastor de diseño, con una serie de cualidades literarias sofisticadamente desarrolladas. Pero con todas esas cualidades acaba suicidándose; diciendo los hechos que es un ególatra obstinado que tiene que poseer lo que desea, y no es capaz de asumir lo contrario, prefiriendo la muerte a la insatisfacción de su deseo. Su lema: “ser para Marcela o no ser”; actitud que le hace desembocar en un rotundo fracaso personal, negando la vida. El juego de ser pastor acaba en tragedia.

Marcela es huérfana de padre y madre, adoptada por un tío cura, beneficiado de la iglesia (que vive de las rentas y bienes de la iglesia). Es un cura muy liberal, que introduce una idea falsa en esa época. Dice así:

Porque decía él, y decía muy bien, que no habían de dar los padres a sus hijos estado contra su voluntad.

Que los hijos debían casarse con quien ellos quieran y que no debían ser los padres, quienes forzaran los matrimonios. Un cura muy progre que rompe con la tradición de la contrarreforma.

Dice el mismo capítulo sobre las cualidades de Grisóstomo:

Y don Quijote rogó a Pedro le dijese qué muerto era aquel y qué pastora aquella. A lo cual Pedro respondió, que lo que sabía era que el muerto era un hijodalgo rico, vecino de un lugar que estaba en aquellas sierras, el cual había sido estudiante muchos años en Salamanca, al cabo de los cuales había vuelto a su lugar con opinión de muy sabio y muy leído.

-Principalmente decían que sabía la ciencia de las estrellas, y de lo que pasaban allá en el cielo el sol y la luna, porque puntualmente nos decía el cris del sol y de la luna.

Un hombre muy estudiado y que ha aprovechado con inteligencia sus estudios

no pasaron muchos meses después que vino de Salamanca, cuando un día remaneció vestido de pastor con su cayado y pellico,habiéndose quitado los hábitos largos que como escolar traía, y juntamente se vistió con él de pastor otro su grande amigo llamado Ambrosio, que había sido su compañero en los estudios.

Un pastor de diseño, que asume el proceder de los verdaderos pastores con el fin de acceder a Marcela que es su objetivo.

Marcela es hermosa, honesta, virtuosa, pero también misántropa, pues se siente acosada por un hombre como podía sentirse de una mujer, estando desahuciada de la sociedad de la que procede y que rechaza, pues rechaza la religión, negándose a entrar en el convento; y rechaza al estado, negándose al matrimonio.

Busca la libertad es un espacio donde no hay libertad, no en una utopía, sino en una distopía, porque las posibilidades de hacer algo donde solo hay cabras son nulas. La libertad solo se puede ejercer allí donde hay leyes que regulen la vida en sociedad. No nos interesa la libertad de la selva donde el más libre es el mayor depredador, nos interesa la libertad del mundo civilizado, donde el más débil tiene el mismo derecho que el más fuerte. La independencia y la libertad que plantea Marcela son fraudulentas, estériles, porque supone la incomunicación, la imposibilidad de debatir con los demás. En la novela pastoril los pastores tienen relación entre ellos, hablan, se enamoran, Marcela no quiere nada de eso, es un personaje nihilista que desmitifica la novela pastoril. Una inadaptada social que busca refugio en algo que no procede de su propia naturaleza. Su idea de libertad es un imposible, es un juego en solitario, rechazando a hombres y mujeres, excepto la conversación honesta de las zagalas destas aldeas; una sociedad pseudo feminista que en realidad es pura misantropía.

Es la historia de dos ególatras, uno suicida, al no superar la negativa; la otra, misántropa, al no querer saber nada de nadie renunciando al mundo civilizado, por un mundo al aire libre. Dos actitudes claramente patológicas, que delata a ambos como incompatibles con a realidad.

Marcela, que proclama una y otra su libertad, dice en el capítulo 12 de la primera parte:

Y no se piense que porque Marcela se puso en aquella libertad y vida tan suelta, y de tan poco o de ningún recogimiento, que por eso ha dado indicio, ni por semejas, que venga en menoscabo de su honestidad y recato; antes es tanta y tal la vigilancia con que mira por su honra, que de cuantos la sirven y solicitan ninguno se ha alabado, ni con verdad se podrá alabar, que le haya dado alguna pequeña esperanza de alcanzar su deseo. Que puesto que no huye ni es esquiva de la compañía y conversación de los pastores, y los trata cortés y amigablemente, en llegando a descubrirle su intención cualquiera dellos, aunque sea tan justa y santa como la del matrimonio, los arroja de sí como con un trabuco.

Siendo todo ser humano tan proclive al los sentimiento amorosos, a Marcela, le hablan de amor y huye.

Y con esta manera de condición hace más daño en esta tierra que por si ella entrara la pestilencia, porque su afabilidad y hermosura atraen los corazones de los que la tratan a servirla y a amarla; pero su desdén y desengaño los conduce a términos de desesperarse, y así no saben qué decirle sino llamarla a voces cruel y desagradecida, con otros títulos a este semejantes, que bien la calidad de su condición manifiestan; y si aquí estuviéredes, señores, algún día, veríades resonar estas sierras y estos valles con los lamentos de los desengañados que la siguen.

Es una mujer a la que el amor le provoca irritación, misantropía en definitiva, situándose en una razón imposible, al negarse a la experiencia amorosa; un desafío al sentimiento humano remitiendo a un personaje con necesidad de acudir a un psiquiatra. La importancia de Marcela está determinada por ser un objetivo machista de determinados hombres especialmente cualificados, y su principal aliciente es presentarse como un personaje “feminista” capaz de emanciparse de los intereses machistas. El hombre amenaza la arcadia en la que ha decidido vivir “libremente”.

Todo el episodio de Marcela y Grisóstomo está insuflado de este paganismo, es una cita constante con la razón antropológica. En un momento dado en el capítulo 13, Vivaldo, uno de los pastores reprocha a los caballeros andantes el hecho de que al entrar en batalla se encomienden a su enamorada antes que a Dios:

una cosa entre otras muchas, me parece muy mal de los caballeros andantes, y es que cuando se ven en ocasión de acometer una grande y peligrosa aventura, en que se ve manifiesto peligro de perder la vida, nunca en aquel instante de acometella se acuerdan de encomendarse a Dios, como cada cristiano está obligado a hacer en peligros semejantes; antes se encomiendan a sus damas con tanta gana y devoción, como si ellas fueran su Dios: cosa que me parece que huele algo a gentilidad.

Precisamente, un pasaje del capítulo 20, lo censura por lo mismo la inquisición portuguesa. Don Quijote se encomienda a su señora Dulcinea antes que a Dios. Ocurre en 1924, diecinueve años después de la publicación de la primera parte en España, en una edición de ese país.

Alborotóse Rocinante con el estruendo del agua y de los golpes, y, sosegándole don Quijote, se fue llegando poco a poco a las casas, encomendándose de todo corazón a su señora, suplicándole que en aquella temerosa jornada y empresa le favoreciese, y de camino se encomendaba también a Dios, que no le olvidase.

La corrección quedó así: “encomendándose de todo corazón a Dios y su señora...”

No deja de ser irónico que la pregunta venga de Vivalvo que, de entre los pastores, es el más gentil y pagano. Una muestra más del cinismo cervantino. Así presenta el narrador a Vivalvo:

vieron venir hacia ellos hasta seis pastores vestidos con pellicos negros, y coronadas las cabezas con guirnaldas de ciprés y de amarga adelfa. Traía cada uno un grueso bastón de acebo en la mano; venían con ellos asimismo dos gentiles hombres de a caballo tan bien aderezados de camino, con otros tres mozos de a pie que los acompañaban. En llegándose a juntar se saludaron cortésmente, y preguntándose los unos a los otros dónde iban, supieron que todos se encaminaban al lugar del entierro, y así comenzaron a caminar todos juntos.

Uno de los de a caballo, hablando con su compañero le dijo:

- Paréceme, señor Vivaldo, que habemos de dar por bien empleada la tardanza que hiciéremos en ver este famoso entierro que no podrá dejar de ser famoso, según estos pastores nos han contado extrañezas, así del muerto pastor como de la pastora homicida.

Así me lo parece a mí, -respondió Vivaldo-, y no digo yo hacer tardanza de un día, pero de cuatro la hiciera a trueco de verle.

Y es Vivalvo, el que pone más énfasis en el entierro pagano de un suicida, y en plena época contrarreformista.

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