En el prólogo de “Rebelión en la granja”, George Orwell escribía una frase digna de ser cincelada en el mármol: “si la libertad significa algo será, sobre todo, el derecho a decirle a la gente lo que no quiere oír”.

Cuando la leí por primera vez, pensé que tal frase podría ser un magnífico lema vital; y, siempre consideré siguiendo a Orwell que la misión de todo el que escribe no es halagar a nadie, sino desnudarse y más bien aguijonear al lector, incomodarlo, llegando incluso a molestar por escribir sobre cuestiones espinosas o sobre asuntos controvertidos. Hoy ya sé que esto es una empresa inútil y quimérica; y que, como todas las empresas inútiles y quiméricas, solo engendra a la postre melancolía. Esta melancolía se eleva exponencialmente cuando esa libertad, es manifestada en la redes sociales, pues al descubrir las ideas uno se convierte en blanco de los demás.

martes, 20 de abril de 2021

Lo fantástico y lo maravilloso en el Quijote


En los libros de caballería lo fantástico y lo maravilloso está constantemente presente, en tanto que en el Quijote esa evidencia de relación es formal, no lo están funcionalmente, incluso están negados. El Quijote niega de un punto de vista crítico todo lo que tiene que ver con lo fantástico y maravilloso presente en la literatura anterior. Esto puede parecer paradójico, pero es que el Quijote es una obra enormemente sorprendente y paradójica. Así podemos afirmar que el Quijote es la negación crítica de lo fantástico y maravilloso, tal como se veía antes de su publicación. La magia, como se había visto hasta entonces, está presente de una manera formal, pero no tiene una presencia operatoria, efectiva. Don Quijote, artífice de la locura lúdica, podrá creer en los encantadores, pero Cervantes no cree en absoluto.

Estos elementos de lo fantástico y lo maravilloso podemos organizarlo desde tres criterios:

  • Lo numinoso, que tienen una presencia sobrenatural con atribuciones fuera de lo común o extraordinarias. Es el caso de los encantadores que despojan la biblioteca a don Quijote, cuando en realidad quienes la saquean son el cura y el barbero, con el visto bueno de la sobrina y el ama; o el caso del mono adivino, que es mono pero no adivino; o la cabeza encantada de Antonio Moreno, que en realidad no es más que un truco, un trampantojo de su sobrino. Detrás de todo esto no hay absolutamente nada de maravilloso, todo es una falacia que se presenta como algo maravilloso, pero es un montaje. Todos los sucesos numinosos del Quijote desembocan en el desengaño.

  • Lo mitológico, que igualmente que lo numinoso, desemboca en el desengaño, es solo una exposición teatral, lúdica que es lo sucede con toda la fiesta que le montan los duques con sus cabalgatas, como la farsa teatral de la ínsula para burlarse de Sancho. Así lo mitológico queda reducido a una exposición teatral.

  • Lo teológico, que siempre responde a un decoro religioso, una concomitancia con las ideas tridentinas, algunas veces para relacionarse con ellas de manera crítica, de la misma forma que la cortesía es el disfraz de las relaciones humanas para fingir una educación, la teología para Cervantes es el mejor disfraz de lo políticamente correcto, pero que detrás de esto no hay absolutamente nada (Cervantes es el Spinoza de la literatura, es un racionalista y un ateo; la concomitancia con la teología tridentina es una cortesía para evitar conflictos y con un profundo sentido crítico). Así lo teológico queda reducido a un decoro.

Si para Calderón el motor de todo es Dios, para Cervantes es el hombre. La locura de don Quijote es una locura de diseño racional, don Quijote podrá está loco, pero Cervantes no; don Quijote en su locura podrá perder la cordura, pero no la razón.

Toda la literatura anterior a Cervantes ha utilizado componentes fantásticos y maravillosos: la épica, el romancero, la Biblia, la literatura artúrica, los tratados sobre prodigios, los cuentos populares, las comedias de magia, los cantares de gesta, las crónicas de indias. Estos episodios fantásticos y maravillosos han sido interpretados en cada época según el grado de racionalismo de esa época, siendo esa literatura un termómetro del grado de racionalismo de la sociedad en que se crea, mucho más que lo que nos pueda decir la ciencia que solo nos habla de su campo. Cuando una sociedad lee la Celestina y cree en el conjuro que la Celestina hace, es una sociedad que está muy subdesarrollada desde el punto de vista del racionalismo; si una sociedad lee la Divina Comedia de Dante y se le ocurre construir un escaner para descubrir los diferentes círculos infernales, quiere decir que esa sociedad está subdesarrollada, porque no se puede concebir que la Divina Comedia sea una especie de inmobiliaria subterránea, que en un determinado estrato estén los infieles, en otro los traidores, etc, eso es no entender la literatura, eso es tomarse la literatura literalmente en serio.

El materialismo filosófico hace referencia a tres espacios de lo fantástico y lo maravilloso:

  • Espacio ontológico: Si seguimos los postulados de Gustavo Bueno debemos distinguir lo que sería:

    • El mundo desconocido (lo que hay más allá de un agujero negro, que no lo conocemos, pero forma parte del mundo).

    • El mundo conocido. El mundo categorizado por las ciencias e interpretado por la razón que se organiza en tres materias:

      • La materia primogenérica, que es lo físico, lo corporeo.

      • La materia segundogenérica o materia psicológica o fenomenológica, lo sensible.

      • La materia terciogenérica, lo inteligible que nos permite identificar el agua como H2O o distinguir las notas musicales.

Lo fantástico y lo maravilloso no se concibe fuera de la razón humana. Un dragón de siete cabezas lo interpretamos en un sentido metafísico, no hay dragones de siete cabeza, pero responde a un diseño racional humano que postula un mundo trascendente, más allá del físico construido con términos tomado del mundo físico, porque en el mundo físico hay cabezas y dragones de diseño.

David Roa, dice que lo fantástico es la imposición de lo imposible en el mundo normal, en el mundo operatorio. Eso solo puede darse en el arte, en la literatura. Por su parte lo maravilloso es la imposición de lo imposible en el mundo de por sí imposible, una interpretación normativa e idealista de lo sobrenatural explicado siempre de manera idealista y racional (lo sobrenatural aceptado nos sitúa ante el enigma; Amadís de Gaula se enfrenta a un dragón de tres cabezas y lo vence; en otra ocasión se sumerge en un lago de agua hirviendo y rescata a la princesa que estaba en las profundidades del lago. O ese cuento en el que la princesa le da un beso al sapo y se convierte en príncipe. Esto es lo sobrenatural aceptado: aceptamos que hay sapos que al ser besados se convierten en príncipes – luego viene la desmitificación del chiste posmoderno, versión que es muy distinta, cuando la princesa se encuentra con una rana y le dice la rana si me das un beso me convierto en príncipe, y le dice la princesa, prefiero tener una rana que habla a un príncipe. Hoy día es mas conveniente tener una rana que habla y forrarse con ella en a televisión, que un príncipe en casa república). Lo maravilloso, científicamente no se puede demostrar, por lo que nos encontramos ante un enigma. Cuando lo sobrenatural queda explicado, se desmonta lo sobrenatural cayendo en una trampa, que es el caso del mono adivino, en el Quijote o el episodio de la cabeza encantada, o el episodio de la bodas de Camacho, en el que Basilio finge la muerte para que Quiteria se case con él en arículo mortis, y luego todo resulta una trampa porque ni el puñal era tal, ni la sangre era suya ”industria industria o milagro milagro, y no era milagro sino industria”.

Cuando lo fantástico y lo maravilloso infectan la razón, la estructura lógica del mundo, entramos en un terreno muy peligroso, en un terreno que puede conducir al nazismo: podemos inventarnos una raza aria, una raza superior, considerando que hay seres humanos que son inferiores a nosotros. Todo esto entra dentro de lo fantástico porque es introducir lo imposible en el mundo real. Eso fue el nazismo, eso son lo nacionalismos, eso es inventarse algo que nunca existió y dotarlo de componentes extraordinarios, un país inventado, pero en un mundo real, que es incompatible con ese país; esas naciones inventadas son incompatibles con la realidad, como el nazismo era incompatible con la realidad, y esa incompatibilidad costó cerca de 50 millones de muertos que fue la segunda GM. Muchas veces el arte es muy peligroso, no en vano en cierta ocasión Platón quiso expulsar a los poetas de la República; claro es peligroso para los que se lo toman en serio, no para los que se lo toman como lo que es, una realidad estructural que no puede ser nunca operatoria. La utopía no se puede tomar en serio porque es una de las formas de lo fantástico y lo maravilloso. El racionalismo idealista no se puede tomar en serio, que es lo que hicieron los nazis, un uso aberrante de la razón que llevó a lo que llevó. Tanto el el nazismo como el nacionalismo lo que hacen es censurar todas aquella razones que son incompatibles con sus propios fundamentos oníricos; y no se puede pedir explicaciones a todas aquellas personas con las que hemos tenido un sueño; somos responsables de los que decimos y de lo que hacemos, pero no de lo somos, de lo que decimos, ni de lo que hacemos en los sueños de los demás. Esto ocurre en lo fantástico y en lo maravilloso por lo que, como hemos dicho, no puede tomarse en serio. El sueño de los utopistas produce monstruos; el sueño de lo idealistas produce insomnio.

  • Espacio antropológico tiene tres ejes

    • Circular o humano, en el que se relacionan los seres humanos

    • Radial o de la naturaleza. En él lo seres humanos mantienen relaciones con la naturaleza.

    • Angular, donde lo humano se relaciona con lo no humano. Esta relación está afectada por entidades religiosas de naturaleza numinosa, mitológica o teológica. El avance de un racionalismo no idealista ha desterrado del espacio antropológico circular o humano, para ubicarlo en el eje angular, a lo maravilloso y lo fantástico. La razón nos libera de la sumisión al prójimo. Hoy día se está educando a la gente en el uso del racionalismo idealista, no en un racionalismo crítico, no en un racionalismo materialista que es adónde queremos llevar esta interpretación; solo el irracionalismo lleva a la sumisión, a la gente le encantan los númenes, sobre todo los animales.

  • Espacio estético. Con tres ejes;

    • Eje Sintáctico, con tres dimensiones: medios, modos y fines.

    • Eje semántico, con tres sectores: mecanicista, psicolgista y logicista o conceptualista.

    • Eje pragmático, que es donde nos vamos a centrar y que presenta tres ámbitos:

      • Autológico. El autologismo es una interpretación personal de los hechos ante los que estamos, desde la consciencia del yo. Se podrá o no alcanzar un valor objetivo.

      • Dialógico. El dialogismo es una interpretación dada desde el nosotros, desde el gremio.

      • Normativo. Una interpretación que vale para todos.

Según Michael lo fantástico es lo que percibe el yo y lo maravilloso lo que percibe el nosotros, pero esto es insuficiente porque hay un tercer eje, el normativo que explica las cosas más allá del yo y del nosotros, más allá del yo y más allá del gremio o lovi, más allá de la conciencia individual y más allá de la conciencia gremial. El nosotros es el egoísmo colectivo que se da en el nacionalismo. Es pues insuficiente identificar el yo con lo fantástico y el nosotros con lo maravilloso, sería disolverlo en una cuestión de cantidad; y esta definición exige una interpretación normativa, sistemática, porque el arte es superior al e irreducible al yo y lo es también al nosotros, a los gremios que lo representan. Hay que superar la autonomía del yo que conduce a la atrofia, y la endogamia del gremio que conduce a la esterilidad; por eso todos los nacionalismos conducen a la atrofia del individuo y a la esterilidad del propio grupo, al ser necesario un desarrollo vertebrado, normativo, un sistema de pautas reglado de conocimientos comunes y asequibles a todos. De hecho lo fantástico tiene sentido porque es una anomalía ante la norma, que no solo es visible para un individuo sino para todo el mundo.

Así lo fantástico es un hecho o un conjunto de hechos que tienen lugar en un mundo ordinario, en un mundo normalizado e interpretado por la razón y la ciencia, y esos hechos brotan en ese mundo como una anomalía siendo un desafío a la razón y a la voluntad humana. Es lo imposible funcionando operatoriamente en un mundo normal (el individuo que despierte convertido en cucaracha, en un mundo en el que los demás siguen su vida normal), Lo fantástico en el arte es el juego a través del cual la razón desafía a la inteligencia humana.

Lo maravilloso es un hecho extraordinario dado en un mundo de por sí totalmente extraordinario (lo maravilloso es un unicornio, lo fantástico es que a un caballo le crezca un cuerno en la frente). Lo maravilloso no interviene en el mundo ordinario, no es compatible con sus fundamentos (en el mundo ordinario no puede haber unicornios). Lo fantástico en cambio si interviene el mundo ordinario (el muerto que revive como Basilio en el episodio de la bodas de Camacho, aunque aquí al final se descubre que es una trampa). Ahora bien ni lo fantástico, ni lo maravilloso suprimen la razón, se sirven de ella para circular por el mundo ordinario (la razón acepta lo maravilloso, incluido el milagro. Se acepta lo fantástico, pero no el disparate). La razón nos libera del disparate. Pretendemos alejarnos del racionalismo idealista, para acercarnos al racionalismo crítico, a un racionalismo materialista; la razón nos libera de alguien que, siendo idéntico a nosotros, trata de subyugarnos, la razón no permite reconocer la santidad del prójimo, que es moral y mortal como nosotros, pues solo el irracionalismo de la ignorancia pueden favorecer la sumisión al prójimo y la enajenación de la propia personalidad, pero aún así a la gente le encantan los númenes, los mitos, y la superstición, y las personas inconscientemente adoran a animales y se cuelgan amuletos y se pintan tatuajes en plan de obsesión numinosa.


Lo fantástico y lo maravilloso tomando como referencia la Cueva de Montesinos.


Don Quijote y Sancho acompañados por un zoquete, que es el primo de uno de los invitados a la bodas de Camacho, acuden a la Cueva de Montesinos, cerca de las Lagunas de Ruidera. Don Quijote, atado a una cuerda, desciende solo, y al cabo de un tiempo, Sancho y el Primo, lo rescatan desde arriba (El Primo no tiene otro nombre, es un verdadero primo, medio tonto porque se hace preguntas tontas, como muchas gente se hace, y está escribiendo un libro sobre este tipo de cuestiones). Don Quijote sale de la cueva dormido y cuando despierta cuenta lo que le ha pasado en la cueva, su relato es un episodio fantástico o maravilloso según hagamos la interpretación.

Don Quijote narra lo acontecido desde un punto de vista autológico, autodigético. Con la ambigüedad que hay en todo el Quijote intentaremos discurrir para ver si es maravilloso o fantástico lo relatado por el héroe, un gran desafío.

Tanto lo fantástico como lo maravilloso están muy presentes en el código de la literatura caballeresca y de hecho el episodio de la Cueva de Montesinos está muy nutrido de personajes propios de esta literatura (Montesinos, Durandarte, Belerma son personajes de la literatura artúrica y caballeresca). La narración de don Quijote está fundamentada en hechos de conciencia porque solo él ha descendido a la cueva, solo él ha vivido lo que cuenta, porque de la cueva no sale ningún personaje de los convocados por don Quijote. Es pues un relato autológico (del propio individuo) y autodiegético, dado en primera persona y que el único que conoce los hechos es don Quijote; no es posible apelar al dialogísmo, no hay testigos.

Otros personajes de la novela, el cura, el barbero, Dorotea, disfrazada de Princesa Micomicona, Sansón Carrasco que se disfraza dos veces de caballero andante, en el debate del Yelmo de Mambrino, siguen con frecuencia el juego de lo maravilloso y lo fantástico. Como ha señalado torrente, el juego está muy presente en el Quijote, imponiendo al racionalismo ideológico de don Quijote, el racionalismo normativo de la sociedad en la que vive.

En cuanto a lo que ocurre en la Cueva de Montesinos hay razones para justificar todo sobre si es fantástico o maravilloso, pero no de cualquier manera. Es rigurosamente cierto que Cervantes tritura lo fantástico y maravilloso de la literatura anterior al Quijote. Todo lo que está en el Quijote apelando a lo fantástico y lo maravilloso ni es una cosa ni otra.

Lo que hace don Quijote es contar un cuento de literatura maravillosa en formato fantástico. Los componentes que presenta el episodio de la cueva no son más que los de un relato intercalado cuyo narrador y protagonista es don Quijote, por eso hablamos de un relato autodiegético, ya que el personaje que cuenta la historia es el protagonista de la historia que cuenta, y es autológico porque solo la ha vivido él. Está destruyendo todos lo mitos compatibles con la razón literaria, porque eso es increíble fuera de la cueva; y de hecho él presenta el relato como un acontecimiento extraordinario y no se lo creen sus interlocutores. Sancho tiene más razones que nadie para no creerlo, ya que había sido él el que había encantado a la Dulcinea, que se encuentra en la cueva, por lo que sabe que es mentira.

Lo que si está claro es que a partir de este episodio el motor del Quijote encuentra en Dulcinea su pieza clave. Y es también clave en el núcleo de este relato fantástico, porque se incorpora en la realidad operatoria de la estructura del Quijote, y maravilloso en cuanto que no puede salir jamás de esta estructura, ni hacerse operatoria en el mundo real.

Hay después un glosa por parte del narrador, Cide Hamete, el falso cronista de la obra, y el traductor morisco, y coinciden todos ellos en sostener que es absolutamente imposible y en afirmar incluso que don Quijote, momentos antes de su muerte se retractó de esta aventura al considerarla apócrifa o falsa. En todo caso se cuenta como fantástica y se expone como maravillosa.

La locura puede ser la fuerza motriz del Quijote pero el irracionalismo no, porque la locura es de diseño racional por parte de Alonso Quijano guiado por Cervantes. Don Quijote puede perder la cordura, pero no la razón. Ningún irracionalista hubiese podido narrar el episodio de la Cueva de Montesinos, aquí estaríamos ante un enigma y así lo reconoce el propio narrador cuando dice citando entre comillas a Cide Hamete:

Dice el que tradujo esta grande historia del original de la que escribió su primer autor Cide Hamete Benengeli, que llegando al capítulo de la aventura de la cueva de Montesinos, en el margen dél estaban escritas de mano del mesmo Hamete estas mismas razones:

No me puedo dar a entender ni me puedo persuadir que al valeroso don Quijote le pasase puntualmente todo lo que en el antecedente capítulo queda escrito. La razón es que todas las aventuras hasta aquí sucedidas han sido contingibles y verisímiles, pero estaI desta cueva no le hallo entrada alguna para tenerla por verdadera, por ir tan fuera de los términos razonables. Pues pensar yo que don Quijote mintiese, siendo el más verdadero hidalgo y el más noble caballero de sus tiempos, no es posible, que no dijera él una mentira si le asaetearan. Por otra parte, considero que él la contó y la dijo con todas las circunstancias dichas, y que no pudo fabricar en tan breve espacio tan gran máquina de disparates; y si esta aventura parece apócrifa, yo no tengo la culpa, y, así, sin afirmarla por falsa o verdadera, la escribo. Tú, letor, pues eres prudente, juzga lo que te pareciere, que yo no debo ni puedo más, puesto que se tiene por cierto que al tiempo de su fin y muerte dicen que se retrató della y dijo que él la había inventado, por parecerle que convenía y cuadraba bien con las aventuras que había leído en sus historias.

Para el narrador esto es un enigma y lo presenta como Pilatos lavándose las manos como algo que se encontró en la narración del cronista árabe, lo traduce el cronista aljamiado y así lo expone el narrador que recopila todo. El hecho como tal sería un relato fantástico para don Quijote y un relato maravilloso para los lectores del Quijote, y todas la declaraciones del narrador son absolutamente lúdicas, porque es muy cínico el afirmar que no se puede creer en los hechos que ellos mismos están contando. Finalmente cabe citar que Sancho como es renuente a creer a don Quijote, capítulos después 41-2, tras el episodio de Clavileño, don Quijote le dice:

Sancho, pues vos queréis que se os crea lo que habéis visto en el cielo, yo quiero que vos me creáis a mí lo que vi en la cueva de Montesinos. Y no os digo más.

Sancho sabe que es mentira que Dulcinea esté encantada, pero le interesa creer en don Quijote para poder creer en el gobierno prometido.

Los fantástico y lo maravilloso son embellecedores del arte, que no pueden tomarse en serio, porque el sueño de los idealistas solo produce insomnio y dolor de cabeza.


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