En el prólogo de “Rebelión en la granja”, George Orwell escribía una frase digna de ser cincelada en el mármol: “si la libertad significa algo será, sobre todo, el derecho a decirle a la gente lo que no quiere oír”.

Cuando la leí por primera vez, pensé que tal frase podría ser un magnífico lema vital; y, siempre consideré siguiendo a Orwell que la misión de todo el que escribe no es halagar a nadie, sino desnudarse y más bien aguijonear al lector, incomodarlo, llegando incluso a molestar por escribir sobre cuestiones espinosas o sobre asuntos controvertidos. Hoy ya sé que esto es una empresa inútil y quimérica; y que, como todas las empresas inútiles y quiméricas, solo engendra a la postre melancolía. Esta melancolía se eleva exponencialmente cuando esa libertad, es manifestada en la redes sociales, pues al descubrir las ideas uno se convierte en blanco de los demás.

martes, 20 de abril de 2021

La novela picaresca


Cervantes incluye en su obra, episodios, personajes, rasgos, características, diálogos, tiempos y espacios, que pueden identificarse con la novela picaresca como género literario. Cervantes no escribe nunca una novela picaresca, pero en diferentes pasajes del Quijote, de Rinconete y Cortadillo, de La ilustre fregona, y de El Coloquio de los perros, existen rasgos extensionales que proceden de aspectos determinantes de la novela picaresca.

Desde la aparición de la primera parte del Guzmán de Alfarache, en 1599, hasta la primera parte del Quijote, se produce una fuerte expansión de la picaresca. Riley considera que se debe a la reacción que determinados autores manifiestan de la pseudoficción de las narraciones en formato romance. Es decir, que exponen el realismo de la novela picaresca frente al idealismo de las novelas de aventuras, o romances como él las nombra. Esto supone una interpretación de la literatura desde la propia literatura, y al margen de la realidad. La novela picaresca tiene muchos fundamentos, uno de ellos, desde el punto de vista del hipertexto literario, es el contraste dialéctico de la cruda realidad, frente al relato irreal, edulcorado, del formato fantástico y maravilloso. Pero no es la única explicación, para no caer en el error hay que salir de la literatura para interpretar la literatura, lo que no se puede es salir de la realidad (no se puede hacer lo que hizo Borges, que se pasó la vida escribiendo literatura para hablar de literatura, ignorando la realidad en muchos casos, y burlándose de los lectores casi siempre).

Lo cierto es que no podemos afirmar sin más que la novela picaresca es una reacción frente al idealismo de la novela de aventuras en formato romance. Es, sobre todo, la respuesta que, avanzado el Renacimiento, da la crítica, insatisfecha con una visión de la realidad que no acepta ni la voluntad ni la inteligencia de estos autores.

En la novela picaresca se manifiesta una realidad de la vida humana terrible, cruenta, impúdica, donde los valores humanos no tienen cabida; el hambre y la necesidad de vivir a toda costa, y a cualquier precio, está por encima de todo lo demás. Esta novela implica la disolución crítica de las utopías e idealismos que el Renacimiento impuso.

Cervantes utiliza rasgos particulares de la novela picaresca, que articula dentro de estructuras narrativas mucho más amplias, como las que se dan cita en el Quijote, en El coloquio de los perros, en La ilustre fregona, o en Rinconete y Cortadillo, por citar los ejemplos más visibles, que no son exclusivos, pues también se da en determinado episodios del Persiles, como es el caso de la argucia que sirve de motor al desarrollo de la acción, con la farsa de Periandro y Auristela.

La novela picaresca adquiere con Cervantes rasgos racionalistas. Uno de los episodios más visible del Quijote relacionado con la picaresca es la aventura de los galeotes, concretamente el diálogo que mantiene don Quijote con ellos, especialmente con el célebre Ginés de Pasamente, a quien posteriormente encontraremos como Maese Pedro, con su retablo y su mono adivino. Hay otros episodios que tienen que ver con la picaresca, como el de los nobles don Luís y doña Clara, capitulo 44 de la primera parte, un noble de alto nivel que se disfraza de mozo de mulas que, en tiempos de Cervantes, era laboralmente el estamento más bajo. No deja de ser sorprendente e irónico que, para estar cerca de su amada, una noble tenga que pasar por mozo de mulas siendo quién es. Cuando don Quijote se encuentra con los galeotes en el capítulo 22, de la primera parte, la característica dominante que se expresa es que don Quijote para nada conoce la picaresca, ni el lenguaje de germanías, ni la vida de los delincuentes; no entiende ese doble sentido malicioso de las palabras, ni por qué van conducidos presos por la guardia civil de la época. Como si se hubiera caído de un guindo, quiere liberarlos, reflejando una absoluta ingenuidad, desprovista de toda picardía, cuando don Quijote es todo lo contrario, un personaje de una colosal astucia construido por Alonso Quijano. Una vez más aparece el cinismo en don Quijote que actúa como si no supiera lo que hace, desconociendo hasta las razones jurídicas, y enfrentándose a la Santa Hermandad que lleva presos a los delincuentes a galeras. El diálogo merece la pena:

Yo voy por cinco años a las señoras gurapas por faltarme diez ducados.

Yo daré veinte de muy buena gana –dijo don Quijote– por libraros desa pesadumbre.

Eso me parece –respondió el galeote– como quien tiene dineros en mitad del golfo y se está muriendo de hambre, sin tener adonde comprar lo que ha menester. Dígolo porque si a su tiempo tuviera yo esos veinte ducados que vuestra merced ahora me ofrece, hubiera untado con ellos la péndola del escribano y avivado el ingenio del procurador, de manera que hoy me viera en mitad de la plaza de Zocodover, de Toledo, y no en este camino, atraillado como galgo; pero Dios es grande: paciencia y basta.

Es decir que parece no entender nada de lo que se dice. Continúa:

Antes, he yo oído decir –dijo don Quijote– que quien canta sus males espanta.

Acá es al revés –dijo el galeote–, que quien canta una vez llora toda la vida.

No lo entiendo –dijo don Quijote.

Mas una de las guardas le dijo:

Señor caballero, cantar en el ansia se dice, entre esta gente non santa, confesar en el tormento.

Finge una ingenuidad desmesurada… Seguiremos con Ginesillo de Parapilla.

Hemos de tener en cuenta que cuando Cervantes utiliza la picaresca, y la incorpora como parte integrante del Quijote u otras estructuras literarias más amplias, lo que hace es codificar a través del formato de la picaresca la complejidad de la vida real, y lo hace en una estructura que dista mucho de cualquier idealismo, advirtiendo siempre que el idealismo conduce al fracaso. En el caso de la novela picaresca se parte de una premisa capital, el desengaño, que solo se consigue con una buena educación; el ser humano que no está desengañado no está capacitado para sobrevivir (curiosamente, hoy día, parece que se educa en todo lo contrario, en el engaño, en idealismos que solo conducen al fracaso). La novela picaresca, que se desarrolla en la segunda mitad del siglo XVI, a final de un renacimiento que no resuelve lo problemas fundamentales del ser humano, tienen mucho que ver con la novela educativa. Propone un mundo contado por el propio protagonista que ha tenido que enfrentarse a una serie de situaciones que ninguna persona ha vivido por él.

Se ha dicho que el éxito del Lazarillo de Tormes que se publica en 1554, es un éxito retroactivo, que se manifiesta y brilla con el Guzmán de Alfarache, en 1599, de modo que para explicar la novela picaresca hay que retrotraerse a un tema donde el pícaro no es el Lazarillo, sino todo lo que le rodea, donde todos son pícaros excepto él, que vive “honradamente” con la mayor de las deshonras, como es el ser cornudo público, pero bien alimentado, y considerando que todos los prestigios humanos son una ridiculez.

Las características fundamentales de la novela picaresca son:

  1. La ironía que supone que sea una novela autobiográfica escrita por alguien que normalmente no sabe escribir. Cuestión que para lo filólogos es parte de la literatura, pero aquí defendemos que la literatura no se puede reducir a palabras, y que para interpretarla hay que salir de ella y hacerlo desde la realidad.

  2. La característica fundamental del pícaro es la experiencia del desengaño. El ver más allá de las apariencias del mundo, y de considerar que la virtud solo existe donde hay un vicio que ocultar. La novela picaresca pone al descubierto todas las falacias sobre las que se articula una visión de la vida que nada tiene que ver con la realidad. Nos dice que la realidad no es la que nos cuentan los demás, sino la que conocemos con la experiencia; y el hambre y la necesidad de supervivencia hace que desaparezca la vergüenza y el pudor, apuntando a un desenlace nihilista, como si todo lo que se hace en esta vida no fuera más que un disfraz.

  3. El protagonista, el pícaro, sirve a varios amos, manifestándose de diferentes maneras en diferentes contextos, y ofreciendo una visión plural de la realidad

  4. Presenta rasgos de otros géneros literarios:

    • De la novela de aprendizaje (Bildungsroman, como la llaman los alemanes). Es el joven que aprende a vivir y a superar los engaños de la vida.

    • Una dimensión epistolar, alguien que da cuenta de su vida al final de la misma.

    • La novela picaresca es una pseudonovela autobiográfica; una falsa biografía de un autor.

  1. Contiene una fuerte crítica, siendo una verdadera auditoría de la sociedad de esa época.

  2. Da una explicación teleológica de los hechos, dando a entender que es imposible que el pícaro, con la impudicia y el deshonor, mejore su vida, que lejos de superar su posición, la confirma e incluso degenera en su descendientes.

En el caso concreto de los galeotes, don Quijote mantiene un coloquio muy famoso con Ginés de Pasamonte, que ha sido tomado como referencia para legitimar el género de la novela picaresca. Dice así:

Tras todos éstos, venía un hombre de muy buen parecer, de edad de treinta años, sino que al mirar metía el un ojo en el otro un poco.”

Parece Quevedo, quebrando el alago con lo del ojo.

Venía diferentemente atado que los demás, porque traía una cadena al pie, tan grande que se la liaba por todo el cuerpo, y dos argollas a la garganta, la una en la cadena, y la otra de las que llaman guardaamigo o piedeamigo, de la cual decendían dos hierros que llegaban a la cintura, en los cuales se asían dos esposas, donde llevaba las manos, cerradas con un grueso candado, de manera que ni con las manos podía llegar a la boca, ni podía bajar la cabeza a llegar a las manos. Preguntó don Quijote que cómo iba aquel hombre con tantas prisiones más que los otros. Respondióle la guarda porque tenía aquel solo más delitos que todos los otros juntos, y que era tan atrevido y tan grande bellaco que, aunque le llevaban de aquella manera, no iban seguros dél, sino que temían que se les había de huir.

¿Qué delitos puede tener –dijo don Quijote–, si no han merecido más pena que echalle a las galeras?

Va por diez años –replicó la guarda–, que es como muerte cevil. No se quiera saber más, sino que este buen hombre es el famoso Ginés de Pasamonte, que por otro nombre llaman Ginesillo de Parapilla.

Señor comisario –dijo entonces el galeote–, váyase poco a poco, y no andemos ahora a deslindar nombres y sobrenombres. Ginés me llamo y no Ginesillo, y Pasamonte es mi alcurnia, y no Parapilla, como voacé dice; y cada uno se dé una vuelta a la redonda, y no hará poco.

Hable con menos tono –replicó el comisario–, señor ladrón de más de la marca, si no quiere que le haga callar, mal que le pese.

Bien parece –respondió el galeote– que va el hombre como Dios es servido, pero algún día sabrá alguno si me llamo Ginesillo de Parapilla o no.

Pues, ¿no te llaman ansí, embustero? –dijo la guarda.

Sí llaman –respondió Ginés–, mas yo haré que no me lo llamen, o me las pelaría donde yo digo entre mis dientes. Señor caballero, si tiene algo que darnos, dénoslo ya, y vaya con Dios, que ya enfada con tanto querer saber vidas ajenas; y si la mía quiere saber, sepa que yo soy Ginés de Pasamonte, cuya vida está escrita por estos pulgares.”

Y ahora viene lo interesante.

“–Dice verdad –dijo el comisario–: que él mesmo ha escrito su historia, que no hay más, y deja empeñado el libro en la cárcel en docientos reales.

Y le pienso quitar –dijo Ginés–, si quedara en docientos ducados.

¿Tan bueno es? –dijo don Quijote.

Es tan bueno –respondió Ginés– que mal año para Lazarillo de Tormes y para todos cuantos de aquel género se han escrito o escribieren. Lo que le sé decir a voacé es que trata verdades, y que son verdades tan lindas y tan donosas que no pueden haber mentiras que se le igualen.

¿Y cómo se intitula el libro? –preguntó don Quijote.

La vida de Ginés de Pasamonte –respondió el mismo.

¿Y está acabado? –preguntó don Quijote.

¿Cómo puede estar acabado –respondió él–, si aún no está acabada mi vida? Lo que está escrito es desde mi nacimiento hasta el punto que esta última vez me han echado en galeras.

Luego, ¿otra vez habéis estado en ellas? –dijo don Quijote.”

Es evidente que se identifica el género de la picaresca con la vida de Ginés de Pasamonte, que como dice trata de verdades que la educación esconde.

Rinconete y Cortadillo presentan unos rasgos picarescos que no son sistemáticos, no son ortodoxos. Ambos actúan con mucha inseguridad en el seno de la cofradía de Monipodio, el jefe de la mafia sevillana, con toda la corruptela que hay entre nobles, hombres de iglesia y delincuentes. Rincón y Cortado, no pertenecen a la mafia sino que incurren en delitos por propia supervivencia. Alguien podrá decir que lo mismo hace Monipodio, pero recodemos los versos de Manrique, “otros que por non tener, con oficios no debidos se mantiene”, pues Monipodio podría utilizar su profesionalidad en un oficio honrado, pero prefiere ser el padrino del crimen del Nueva York de la época, que sin duda era Sevilla, la capital de comercio de indias en los finales del XVI. Aquí la picaresca está tratada de forma heterodoxa y su final, como el comienzo, es enteramente abierto, no cumple exactamente el canon, quedando en plena acción “in media res”, que no es las característico en la novela picaresca, aunque hemos de afirmar que estas tampoco son taxativas, sino abiertas igualmente. En realidad en la literatura no hay nada ortodoxo, unicamente los preceptistas que vigilan lo inviable, ya que si se aplicara rigurosamente el método y se cumplieran las preceptivas la literatura no evolucionaría.

Algo parecido ocurre con El coloquio de los perros, una secuencia sin antecedentes ni consecuencias visibles entre dos perros que hablan, Cipión y Berganza, uno con cierto pedigrí y el otro sin raza alguna, que dialogan. Son sujetos con facultades humanas, lenguaje y razón, algo muy poco frecuente en la picaresca donde los protagonistas suelen ser seres humanos. Los perros son conscientes de que son perros, pero en su diálogo se objetiva toda la crítica posible y mitos de la época con el fin de desengañar a todo el que se presenta como gente honrada. Se desengaña a la bruja Cañizares, que se cree bruja pero es una chiflada; se desengaña a los pastores que acusan a los lobos de matar a las ovejas, cuando son ellos quienes la matan para comer; se desengaña a un matarife como Nicolás Romo, uno de los personajes más ridículos del cervantismo; se desengaña a los tres pirados que aparecen al final encerrados en un manicomio, un poeta, un arbitrista y un alquimista, individuos completamente zumbados que creen tener las soluciones desde las que resolver todos los problemas del mundo… En definitiva, una novela profundamente crítica y cínica donde se cumple esa característica de la picaresca de que el protagonista sirve a varios amos. Berganza da cuenta de sus muchos servicios, con la típica dialéctica cervantina que una cosa es lo que sucede y otra la que cuentan sus personajes. Berganza, en un momento dado, dice que los moriscos son muy malos, porque trabajan mucho pero con un trabajo egoísta, para su gremio, que se queda todas las ganancias a costa de los demás. Crítica que si nos fijamos es la misma que hoy se le hace al capitalismo, que solo se enriquece así mismo (o esa del “España nos roba”, cuando luego se dejan esquilmar amorosamente por los políticos de esa ilusión). Me he tropezado una crítica de Caravaggio en la que interpreta estas palabras de Berganza, como una parodia en contra de los judíos de la época, añadiendo que Berganza dice eso porque su actual amo es el que mejor le alimenta, cuando unas líneas más adelante el propio Berganza dice que lo tuvo que abandonar porque lo mataba de hambre. Las palabras del crítico subvierten el sentido de los hechos narrados en la novela. Y es que Cervantes confunde incluso a lo buenos críticos.

En resumen, lo que hay en El coloquio de los Perros de picaresca sería: el servicio del protagonista a varios amos, el desengaño de los personajes, la crítica social, y la “in media res” de la acción.

También hay rasgos de picaresca en La ilustre fregona, en la que dos nobles, a escondidas de sus padres desempeñan oficios que nada tienen que ver con su clase. Ambos van a estudiar a Salamanca con su buena bolsa de dinero que dilapidan en esa vida de pícaros en la ciudad de Toledo. Estos personajes representan claros pasajes de la novela picaresca, aunque al final se ve claramente que todo es mentira, que es un trampantojo, ya que los dos pícaros son nobles de la más alta aristocracia española, y la ilustre fregona, Constanza, la mujer más bella y perfecta, resulta ser, hija fuera del matrimonio y como resultado de una violación en medio de una cacería, que había sido abandonada hace quince años por su madre en la Posada del sevillano. Constanza es hermana de Diego Carriazo, uno de los nobles pícaros y, al final, se casa con el otro Tomás de Avendaño. Lo villano embellece literariamente lo aristocrático para que la picaresca delate los abusos de una clase dominante sobre la otra con muchos menos derechos.

Esta dimensión lúdica de la aristocracia, en la opinión de Torrente Ballester, está también presente en el Quijote, para el que todos los personajes, excepto Sancho, juegan. El primero que juega es don Quijote, que se pasa la novela haciendo creer a los lectores que está loco, cuando la realidad es que es un individuo muy astuto que utiliza la locura como una forma de diversión. Puede objetarse que se lleva muchos palos, dice Torrente, y es verdad, pero la diversión puede compensar esos palos (hoy día hay numerosos ejemplos de diversiones con más riesgos). Así puede ser una opción creíble el juego de don Quijote ideado por Alonso Quijano, haciendo creer a los demás que es un caballero andante y así poder tomarse unas libertades que de otra forma no podría. El cura y el barbero se lo pasan pipa recorriendo los caminos de La Mancha, disfrazándose de princesa menesterosa o de escudero de la Princesa Micomicona, o saqueando la biblioteca de don Quijote. Los duques se lo pasan de miedo protagonizando secuencias absolutamente teatrales y farsescas. El bachiller Sansón Carrasco se divierte, igualmente, haciéndose pasar por caballero andante, como el Caballero de los Espejos, primero, que fracasa en su intento de reconducir a don Quijote, y que vuelve como Caballero de la Blanca Luna para vencerle en las playas de Barcelona. La discreta y hermosa Dorotea, lo mismo hace el papel de la Princesa Micomicona, que relata la inquietudes de una amante despechada, al más puro estilo de la novela cortesana, ante uno de los hijos de la más alta aristocracia andaluza, como es don Fernando; y hasta se ofrece de celestina entre don luís y doña Clara. Esto le dice Dorotea a doña Clara, en el cap. 43 de la primera parte:

-No digáis más, señora doña Clara -dijo a esta sazón Dorotea, y esto, besándola mil veces-; no digáis más, digo, y esperad que venga el nuevo día, que yo espero en Dios de encaminar de manera vuestros negocios, que tengan el felice fin que tan honestos principios merecen.

Todos juegan a lo que no son, pero con una variante, todos los que juegan son nobles. Sancho no se permite jugar con nadie; y los que más abusan del juego son los nobles más altos, como son los duques en la segunda parte. Don Luís y doña Clara reproducen casi el mismo episodio que hemos visto en La ilustre fregona del noble que se hace pasar por villano para acercarse a su enamorada. Don Luís representa la rebeldía de los jóvenes de todos los tiempos; dice hablando de la libertad -algo que emociona mucho a mucha gente:

...yo soy libre, y volveré si me diere gusto, y si no, ninguno de vosotros me ha de hacer fuerza.

Vamos, que volverá si le da la gana, y le contesta uno de los criados de su padre:

-Harásela a vuestra merced la razón -respondió el hombre-; y, cuando ellano bastare con vuestra merced, bastará con nosotros para hacer a lo que venimos y lo que somos obligados.”

Le viene a decir que no se ponga chulo, que en ellos manda su padre y que ellos harán lo que tengan que hacer por las buenas o por las malas, para que no siga en el oficio de mozo de mulas, fingiéndose lo que no es.

Estas son, en definitiva, algunas de las características de la novela picaresca en Cervantes, que sobre todo demuestra que la educación debe conducir al desengaño, porque la educación que no lo hace es una educación idealista y falsa, y que todo idealismo conduce al fracaso.


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