En el prólogo de “Rebelión en la granja”, George Orwell escribía una frase digna de ser cincelada en el mármol: “si la libertad significa algo será, sobre todo, el derecho a decirle a la gente lo que no quiere oír”.

Cuando la leí por primera vez, pensé que tal frase podría ser un magnífico lema vital; y, siempre consideré siguiendo a Orwell que la misión de todo el que escribe no es halagar a nadie, sino desnudarse y más bien aguijonear al lector, incomodarlo, llegando incluso a molestar por escribir sobre cuestiones espinosas o sobre asuntos controvertidos. Hoy ya sé que esto es una empresa inútil y quimérica; y que, como todas las empresas inútiles y quiméricas, solo engendra a la postre melancolía. Esta melancolía se eleva exponencialmente cuando esa libertad, es manifestada en la redes sociales, pues al descubrir las ideas uno se convierte en blanco de los demás.

jueves, 2 de septiembre de 2021

Cómo leer el Quijote


Cervantes es algo que forma parte de nuestro patrimonio histórico, literario y cultural. Si queremos hablar en términos de cultura, evidentemente tendremos que hablar de un contexto dentro del cual sea posible interpretar a Cervantes conforme a una serie de condiciones y exigencias que respondan a lo que necesitamos.

Nos enfrentamos a un futuro en el que no será posible hablar de literatura si no lo hacemos dentro de un estado, porque la literatura española es literatura porque es española, no por ser literatura. La literatura si existe como tal es porque lo estados la hacen posible. Naturalmente existía literatura antes que estados, pero es que los estados constituyen la expropiación de la literatura para construirla dentro del formato estatal, en tanto que es sociedad política, y para interpretarla desde el estado frente a otro estado.

De ahí que Cervantes sea mucho más importante de lo que siempre se ha dicho que es Shakespeare, y sin embargo el imperialismo inglés ha situado a éste como alguien capaz de ponerse al mismo nivel que Cervantes. No es posible, pero debido a que la historia de España la han escrito sus enemigos, y la literatura española, hasta cierto punto, también han tratado de interpretarla sus adversarios. A Cervantes se le ha igualado a Shakespeare como si los dos fueran equivalentes. Es decir: para asegurarnos la interpretación de la literatura en el futuro hay que asegurarse la preservación del estado, porque si el estado desaparece con él desaparecen también muchas cosas, entre ella la literatura sobre la cual ese estado se ha constituido.

Hay muchas dialécticas entre proletariado y burguesía; y entre unos estados frente a otros… Pero actualmente hay una muy destacada que es la de la Europa de los estados frente a la Europa de los pueblos, y en esta dialéctica se ve inmersa la literatura: en el contexto internacional hay una lucha por la disolución de los estados, dando cierta prioridad a lo que se ha denominado pueblos nación frente a los estados nación.

La literatura no es indiferente a esto. Cervantes, a menos que sea nacionalizado popularmente por los diversos pueblos nación y tengamos un Cervantes gallego, un Cervantes catalán, un Cervantes andaluz, dejará de funcionar en esa interpretación en la que él escribió todas sus obras, en un estado nación fuerte, el primero que se creó en el mundo. La literatura es una prolongación de la política, y ese estado es el que promociona su literatura. Si esto deja de funcionar, también lo hace la literatura.

No es que esto ocurra de repente, sino que se está produciendo lentamente, y uno de los primeros pasos que se han dado en esta dirección procede sobre todo de la cultura anglosajona, de los Estados Unidos, que consiste en disolver la literatura en la cultura, de hecho en los estudios literarios en la última décadas se puede observar que se ha aceptado lo que se denomina estudios culturales. Si disolvemos a Cervantes en la cultura, nos quedaría simplemente una desnaturalización española de la obra de Cervantes en una especie de cultura universal, pero Cervantes es un producto de la Hispanidad, que mantiene sus diferencias específicas frente a Shakespeare y frente a otros muchos autores.

La lucha por interpretar a Cervantes desde una serie de códigos que a veces han tratado de sustraer la tradición hispánica de la que Cervantes brota y a la que Cervantes explica, no es nueva: a Cervantes le sale un Avellaneda a los pocos años de haber publicado su primera parte del Quijote; a Cervantes en el siglo XVII no se le considera el mejor autor de la literatura española, época en la que la obra de Fray Jerónimo de Campasa es más valiosa que el Quijote de Cervantes. A finales del siglo XIX desde interpretaciones idealistas, a Cervantes, a la literatura cervantina se la interpreta desde un punto de vista contrario a la realidad, como es el idealismo alemán, de tal manera que se llega a considerar a Cervantes como un precursor del idealismo alemán reprimido por la tradición hispánica, y que de no haber existido esta tradición Cervantes hubiese sido mejor autor de lo que es. Una interpretación completamente grotesca, porque Cervantes existe porque el hispanismo lo propició, la España del siglo de oro que se caracterizó por ser una España de inteligencia y de libertad de la que surgió una obra como el Quijote.

¿Cómo leer a Cervantes en las universidades del siglo XXI en las que los estados nación se disuelven en pueblos nación, en las que la idea de literatura se disuelve en una idea general de cultura? La cultura es una invención de aquellos pueblos que carecen de literatura y al carecer de esta promueven una cultura para disolver la buena literatura que tienen otros. Si algo ha aportado España a la historia del pensamiento, del conocimiento y de la filosofía, es sobretodo la literatura. No podemos aceptar que a Cervantes en la Universidades de nuestro tiempo se le estudie o se le interprete disuelto en la cultura o disuelto en estados no determinados por una evolución histórica esencialmente marcada por su configuración como nación. El primer estado nación del mundo fue España, y en ese marco, en ese modelo político se suprimieron los entonces vigentes feudalismos. En una sociedad feudal no es concebible el Quijote, porque una de las características del Quijote es que es una obra que se enfrenta a la destrucción de los estados nacionales, y no hay más clara razón que ver que don Quijote, que crítica de su personaje brota precisamente de aquellas sociedades no organizadas, pero en el seno del estado moderno.

Parece que del personaje de don Quijote no podemos decir nada malo, que está prohibido, y sin embargo Cervantes lo construye con rasgos espeluznante, con una locura y una idea de justicia medieval, sobre todo al comienzo de la novela, a medida que se va desarrollando, don Quijote se va aproximando cada vez más al racionalismo contemporáneo, pero al comienzo es un verdadero psicópata, es un individuo que sufre (sufre como personaje literario), un individuo que experimenta trastornos deliberados de personalidad, o al menos los finge (se cree el Marqués de Mantua, Valdovino, confunde al cura de su pueblo con el Arzobispo Turpín, que es uno de los sacristanes de Carlomagno) y experimenta constantes cambios de personalidad deliberada: una clara crítica de todos los idealismos. En la segunda parte ya esto no le ocurrirá.

Don Quijote desde el comienzo tiene un móvil que no abandonará hasta su muerte: actuar como alguien que imparte justicia conforme a un modelo de justicia totalmente anterior a la constitución de los estados nacionales; es el justiciero (perturbado) de una sociedad preestatal pero que aparece en el seno de una sociedad estatal, en una sociedad moderna.

Don Quijote tiene una mente medieval si bien embellecida por la literatura. La literatura es una cosa muy peligrosa tomada en serio, porque la gente se la puede creer, que es lo que le pasa a don Quijote que se cree un caballero andante, considerando que lo que lee en los libros de caballería es verdad. Pero la literatura no dice verdad, la literatura no es conocimiento, no es ciencia, la literatura es ficción; pero es que la literatura tampoco cuenta mentiras. La mentira y la verdad nada tienen que ver con la ficción.

En el siglo XVII se toma como referencia que lo que dice la historia es verdad y lo que dice el poeta es mentira. La cuestión es que don Quijote se toma en serio los libros de caballería, que es una forma de literatura totalmente sofisticada o reconstructivista, o sea un mundo que jamás existió, relaciona idealmente una literatura extraordinariamente fantástica y maravillosa que reconstruye de forma ideal. Don Quijote se nutre de esa clase de hechos, y lo hace en el contexto de un estado nacional que ya tiene su propio aparato de justicia.

En la liberación de los galeotes don Quijote se enfrenta a los guardias exigiendo que libere a los presos porque no es justo hacer esclavos a los que Dios y la naturaleza hizo libres, la Santa Hermandad, la Guardia Civil de la época, le dicen que ellos no tienen competencias para liberarlos aunque quisieran, porque hay una ley que les obliga a cumplir con su obligación, que en este caso es llevarlos a galeras. Don Quijote, cometiendo un claro delito, arremete contra ellos y aprovechando la refriega los galeotes se dan a la fuga.

La interpretación de este episodio en cada época o movimiento es diferente, coincidiendo con lo políticamente correcto: para los marxistas los galeotes son el proletariado y los guardias el estado opresor; otra interpretación fue que don Quijote estaba defendiendo los Derechos Humanos, esto se ha dicho incluso en el cuarto centenario, cosa que no tiene ningún sentido, don Quijote no tiene nada que ver con esto, don Quijote lo que defiende son los ideales de la literatura caballeresca, mucho más cerca del ojo por ojo. El idealismo ve en la idea de justicia y la idea de amor cortés los dos grandes móviles del héroe, cuando la novela está claramente escrita contra esos idealismos. Lo más paradójico es que sean los idealistas los que más admiran la novela que está escrita contra ellos. Es sorprendente la admiración del idealismo alemán por don Quijote, pero mal interpretado porque Cervantes critica precisamente aquello en lo que ellos se apoyan; si en realidad lo hubieran entendido, Alemania se habría ahorrado dos guerras mundiales. Ser idealista es algo incompatible con la realidad, y eso es don Quijote un idealista que siempre acaba fracasando, porque el idealismo siempre conduce al fracaso, la realidad no acepta a quien no es compatible con ella.

Las últimas interpretaciones que se dan sobre la liberación de los galeotes es una nueva idea mitificadora de la naturaleza, de la divinidad y de la cultura en virtud de la cual, la gente no puede ir a la cárcel por sus ideas. Don Quijote los liberaba en los caminos y hoy día se hace en los despachos. O sea que volvemos a la justicia impuesta por un señor feudal, pero no a la justicia de un estado moderno que garantiza que la ley sea igual para todos.

¿Y para qué sirve la literatura? Pues a veces sirve para entender estas cosas. Leer a Cervantes en la universidades que no pertenecen a un estado nación cambiará completamente su interpretación para adaptarla a la cultura de pueblo. La literatura que no es la ramera de la cultura no puede prostituirse conforme a lo políticamente correcto que imperen en cada época.

Lo mismo que hemos tratado el episodio de los galeotes, podríamos hacer con el de la pastora Marcela, el de la Cueva de Montesinos o el de la cabeza encantada. No hay episodio en el Quijote que no se pueda reinterpretar desde lo políticamente correcto y poner al servicio de una ideología.

Según explica Jesús Maestro, a parte de los temas, hay formas de enseñar los contenidos literarios. Todos hemos oído hablar los llamados MOOC, que son cursos masivos, abiertos, gratuitos en internet, y que ya es están dando algunas universidades españolas. Sobre estos cursos que se iniciaron en los Estados Unidos, ya es posible hacer algunas interpretaciones: pretenden un renovación de la enseñanza universitaria, y parece ser que que no están respondiendo a lo esperado, ya que al profesorado no parece agradar que le graben sus clases, quizás temiendo que sus palabras se puedan malinterpretar o utilizar en contra de ellos, por lo que prefieren dar las clases encima de la tarima y a pecho cubierto. Actualmente, primero en China y después en el resto del mundo, debido al coronavirus, se ha obligado a que la docencia se imparta a través de la red. Son ya más de 300 millones de alumnos que reciben las clases por internet y más 600 mil profesores que las imparten. ¿Una vez que se resuelva el problema del virus van a volver las clase a la forma tradicional? Cabe dudarlo si ya funcionan en internet, para qué tantas universidades, para qué tantos profesores, si en la cuestión teórica con una universidad bien organizada puede ser suficiente.

Los MOOC, como hemos dicho, han fracasado por su escaso contenido en Estados Unidos. En España que están poco desarrollados, son pocas las universidades que los ofrecen y de una manera poco atrevida, pero, aparte de su calidad actual, su atractivo o su interés, creo que podrían triunfar, y todo el mundo, desde cualquier lugar, tendría acceso de lo que desde España se enseña de su literatura o cualquier otra arte o ciencia, siendo los españoles los que acotemos lo que internacionalmente se pueda decir sobre nuestra literatura, para que no pase como con nuestra historia que la han escrito nuestros enemigos. Que a nosotros nos hagan creer que los estados nación pueden disolverse en pueblos estado no quiere decir que nuestros enemigos crean lo mismo.

Otra consecuencia que tiene la desvertebración académica universitaria de los pueblos estado respecto a Cervantes es la proliferación de una formación anómica, una formación no reglamentada. Si cada universidad interpreta las cosas a su manera, al margen de un criterio que unifique posiciones, la comunicación será imposible, es necesario un código, una unidad respecto a una serie de criterios. En una sociedad como la que viene la literatura tiene que prestar un servicio al estado; la literatura no puede disolverse en cultura, que es el soporte de las ideologías. Cervantes no puede disolverse en sus relaciones con Shakespeare.

Tenemos que combatir la anomia interpretativa, en la que cada cual interprete a Cervantes a sus manera. Recientemente en un congreso cervantino celebrado en Ciudad Real un ponente declaró está preparando un edición crítica del original escrito en árabe por Cidi Hamete Berengeli. Esto es demencial, CHB es un personaje ficticio creado por Cervantes, que ni existió, ni pudo escribir nada y ahora viene un experto, que, en lugar de en el congreso cervantino, debería estar en el psiquiatra, diciendo que tiene su original en árabe. No tiene ningún sentido mencionarlo, pero que eso llegue a un encuentro académico revela que hay problemas serios de salud mental en el mundo académico. Cuando la educación académica, científica, filosófica, literaria, no responde a criterios normativos, sino que solo responde a criterios emotivos, el resultado es una degeneración completa.

No hace mucho tiempo Trapiello, un profesor que admiro cuando habla de la Memoria histórica, presentó una traducción completa al español contemporáneo del Quijote. Eso implica el aceptar la incapacidad o incompetencia de de algunas personas para leer este tipo de literatura. Estos hechos son reveladores de unas deficiencias con las que convivimos diariamente como si fueran naturales, peligrosas para la salud de la interpretación literaria, por el contrario es beneficioso para el desarrollo de la anomia de los lectores. No podemos disolver la interpretación de la literatura en circunstancias emocionales o ideológicas aunque sean dominantes en una determinada época. Si esto se permite, la interpretación literaria saldrá de la universidades para ir donde estaba antes de que estas existieran en grupos o gremios que se dedican al estudio de estas cuestiones. Podemos ver una tercera alternativa en la empresa, en el mundo empresarial volviendo también para atrás, me refiero a la labor de mecenazgo que cesó con la llegada del estado moderno. Si el estado nación moderno se disuelve en pueblos nación estos pueblos administrarán estos contenidos para sus propios fines.

Hay personas que creen que hay que ser un insecto para interpretar a los insectos simplemente por que no son capaces de ser entomólogos. Hay personas que para interpretar la literatura piensan que tienen que dejar de ser interpretes y convertirse en ideólogos de aquella causa desde la cual pretenden manipular la interpretación literaria para salvar los presupuestos desde los que hablan, pero eso es prostituir la interpretación literaria.

 

Texto basado en la Crítica de la interpretación literaria y 

en el Materialismo Filosófico de Gustavo Bueno

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