En el prólogo de “Rebelión en la granja”, George Orwell escribía una frase digna de ser cincelada en el mármol: “si la libertad significa algo será, sobre todo, el derecho a decirle a la gente lo que no quiere oír”.

Cuando la leí por primera vez, pensé que tal frase podría ser un magnífico lema vital; y, siempre consideré siguiendo a Orwell que la misión de todo el que escribe no es halagar a nadie, sino desnudarse y más bien aguijonear al lector, incomodarlo, llegando incluso a molestar por escribir sobre cuestiones espinosas o sobre asuntos controvertidos. Hoy ya sé que esto es una empresa inútil y quimérica; y que, como todas las empresas inútiles y quiméricas, solo engendra a la postre melancolía. Esta melancolía se eleva exponencialmente cuando esa libertad, es manifestada en la redes sociales, pues al descubrir las ideas uno se convierte en blanco de los demás.

sábado, 16 de mayo de 2020

Cartas sobre España



Hace dos días me bajé de la red “Cartas sobre España” de Vasili Petróvich Botkin y, hoy, hasta se me han pegado las lentejas porque se me ha perdido el “santo” entre sus líneas. Botkin, viajó a España a mediados del XIX, tras visitar diversos países europeos; se detuvo en Granada y habló de nosotros en un libro recientemente traducido al español. En él deja reflejado el carácter de los españoles, un análisis actual y certero.

Dice en uno de sus párrafos: “la propia España ignora su destino, ignora a dónde conduce su camino, va sin objetivo determinado, sin ningún plan y en una completa ignorancia del día de mañana y queda todo sometido a esa despreocupación española que lo deja al destino de la casualidad... Así, en España se hacen y rehacen las costituciones y nadie cree en ellas, se redactan leyes y nadie se somete a ellas; se promulgan medidas y nadie les hace caso”.

Encima de mi mesa tengo “El Mundo” del día 15 de mayo: mucho sobre el virus y de cómo nos tomamos la normas muchos españoles. En otra página Sánchez repite la cantinela un poco olvidada ahora, pero que tanto había machacado nuestro oídos hace unos meses; dice que sigue convencido de que “con la ley solo no basta”, se refiere al problema de Cataluña. Lamentablemente es de lo mismo que habla Botkin; ninguna de sus páginas me ha resultado extraña, ni siquiera ajena.

Será Andalucía, sobre todo en Granada donde se sienta feliz. Alaba sobremanera a la mujer, el carácter anarquista del alma española; habla de las dificultades para hallar un concepto definido de unidad nacional, de “las dos Españas”, de las tertulias; se enamora de la pintura de Murillo, de los toros, del bandolerismo... Bostkin se adentra en el alma española y concluye: “España,¡qué refugio para la gente a quién le aburre Europa!”. Destaca la amabilidad, la valentía, el patriotismo, “el apego a la memoria de los héroes”; “ningún país es tan crítico y al mismo tiempo orgulloso de su nacionalidad”.

Así habla de su estancia en Granada: "...cuando se ponía el sol, solía apoyarme contra la baranda del balcón y contemplaba el encantador panorama que se abría ante mis ojos, un panorama iluminado por el cálido sol del Sur. La cumbre nívea de Sierra Nevada brilla en el cielo azul como un hierro candente; un vapor rosado y ondulante se cierne, abajo, sobre la ciudad y el verde valle como un velo transparente.
A lo lejos, en la neblina azul clara se vislumbra la cordillera montañosa. El pico angular de Sierra Nevada, tras el cual desaparece el sol, como cubierto de oro brillante, deja a su alrededor sombras violáceas… Cielo y Tierra arden y se derriten en un inexplicable brillo radiante". "La Alhambra era la ciudadela de Granada. Construida sobre una alta colina, domina la ciudad. Aquí, rodeada por una alta muralla, están los restos del palacio de los soberanos moros.
La colina sobre la cual se erige la Alhambra, por una parte, precisamente hacia la ciudad, configura un pronunciado declive, y, por el otro lado, el orientado hacia Sierra Nevada, forma un barranco abrupto que la separa de la otra colina un poco más elevada, adyacente a Sierra Nevada, sobre la que fue construido el palacio de verano de los soberanos moros, el Generalife y sus jardines, que se consideraban entre los moros lo más majestuosos del mundo".

El único error que he encontrado en sus páginas es que confunde el atardecer con el amanecer, que no es poco: el sol no desaparece para el granadino por la sierra, sino que es por ella por donde aparece cada mañana.

3 comentarios:

  1. Total... otro cuadernillo lleno de tópicos; "se enamora de" ... "el bandolerismo".

    Si ese señor, un millonario que en siglo XIX ya podía permitirse viajar por Europa, hubiese tenido que mantener un negocio o cuidar unas tierras en Granada, no habría escrito semejantes tonterías.

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  2. No cabe duda, Mauricio, pero que yo sepa ni es el primero que opina u escribe sobre España y Granada, ni tan poco creo que haya sido el primero que herede o nazca con posibles. Puedes leerlo y, por supuesto, criticarlo con contundencia. Está en la red para eso.

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  3. Bien escrito fácil y agradable de leer Me atrajo atención también la posición del sol ;más lo relevante para mí,aunque localiza el relato nos habla de Hispanoamérica!!!

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