En el prólogo de “Rebelión en la granja”, George Orwell escribía una frase digna de ser cincelada en el mármol: “si la libertad significa algo será, sobre todo, el derecho a decirle a la gente lo que no quiere oír”.

Cuando la leí por primera vez, pensé que tal frase podría ser un magnífico lema vital; y, siempre consideré siguiendo a Orwell que la misión de todo el que escribe no es halagar a nadie, sino desnudarse y más bien aguijonear al lector, incomodarlo, llegando incluso a molestar por escribir sobre cuestiones espinosas o sobre asuntos controvertidos. Hoy ya sé que esto es una empresa inútil y quimérica; y que, como todas las empresas inútiles y quiméricas, solo engendra a la postre melancolía. Esta melancolía se eleva exponencialmente cuando esa libertad, es manifestada en la redes sociales, pues al descubrir las ideas uno se convierte en blanco de los demás.

lunes, 25 de mayo de 2020

Cervantes contra Erasmo


En el XVI, y esto se dice muy poco, fue España quien libró a Europa del islam,  
como en el siglo XX los americanos y los rusos  aplastaron el nazismo europeo.

 
Pedro Insua, en su libro Guerra y Paz en el Quijote, derrumba el mito del erasmismo de Cervantes. El erasmismo de Cervantes es una tesis que se institucionaliza con la publicación del libro de Marcel Batallion sobre la interpretación de Cervantes desde el punto de vista de la filosofía erasmista, con una idea de Cervantes frente a una España negra, legendaria, inquisitorial, y Cervantes un autor incomprendido y reprimido por esa España feroz. Esto además de ser una calumnia más del idealismo europeo contra España, es una estupidez, porque Cervantes nace de esa España que no es erasmista, que no es europeista y que teológica e inquisitorialmente está en contra del islam y del protestantismo, en contra del imperio turco y el neocapitalismo protestante.

No se puede interpretar a Cervantes ni a ningún otro autor sin tener en cuenta la realidad del mundo en el que vive, y esta interpretación se ha de hacer desde una filosofía realista y no desde el idealismo. Mucho menos aceptable es hacerlo con las ideas que le convienen al que interpreta. Hoy día hay nuevas ideas sobre la paz y la tolerancia inconcebibles en la época de Cervantes. Cervantes si fuera erasmista no hubiera estado en Lepanto, porque habría sido humanista antes que escritor y soldado, aunque esto último lo fuese a la fuerza, habría seguido los pasos de Erasmo, pero sobre todo, si hubiera sido erasmista, no se habría comportado como lo hizo en Lepanto.

Pedro Insua escribe liberado del idealismo filológico y filosófico que antepone el humanismo y las letras a todo, como creen los erasmistas. Apoyado en el materialismos filosófico de Gustavo Bueno, demuestra que Cervantes es todo lo contrario, que no es soluble en el europeismo erasmista, que sus ideas sobre la paz y la guerra no son erasmistas, sino aristotélicas, que se explica desde la filosofía española de Francisco de Vitoria, Francisco Suárez, de Sepúlveda o incluso de Quevedo o Maquiavelo.

Las ideas de Cervantes sobre la política, sobre la paz, sobre la guerra son ideas aristotélicas, no las ideas evangélicas de Erasmo. Si así fuera cabría preguntarse, ¿que hace Cervantes en Lepanto? Para Cervantes la paz es el fin de la guerra, y las guerras no se buscan, se encuentran y Cervantes piensa que lo que toca entonces es defenderse para conseguir la paz, y siendo consciente que la guerra puede ser peor que la derrota (como lo fue para los berlineses al final de la II GM), de la misma forma que la enfermedad puede ser peor que la muerte. La idea de Cervantes sobre la paz y sobre la guerra es una idea materialista, no idealista y acrítica.

La literatura es también la expresión de una serie de ideas que requieren interpretación, por lo que no basta la filología para explicar la literatura, es necesaria además la filosofía, para interpretar la realidad por la que brota esa literatura. No es lo mismo una literatura de una sociedad determinada por la magia, la mitología y la religión numinosa, de las sociedades hebreas del siglo X, que la literatura escrita en una sociedad determinada por el racionalismo crítico, la construcción científica, la disolución de las ideologías, en el siglo de oro. Así la literatura puede ser acrítica, crítica, y programática si el uso racional es acrítico.

La obra de Cervantes es profundamente crítica con los idealismos. No se puede ser idealista en política, no se puede ser idealista en la idea de paz, ni en la idea de guerra, a la guerra hay que ir con un realismo que supere el realismo del enemigo, que supere el racionalismo del adversario para no fracasar, y ya sabemos que, en la guerra, la derrota supone la pérdida de la vida o cuanto menos la perdida de la libertad. El Quijote viene a decir, si eres un idealista vas a acabar derrotado como siempre le pasa a don Quijote. Los idealistas alemanes adoptaron el Quijote como obra de referencia porque consideran que el Quijote nos libera de los problemas humanos a través de la locura, y ponen en funcionamiento una filosofía idealista, de donde brota el protestantismo, cuando lo que hace es criticar los idealismos medievales de una paz irreal, de una justicia inexistente, de la justicia poética de los libros de caballería. Este idealismo alemán ve en personajes como el Quijote o el Licenciado Vidriera, la encarnación de un racionalismo superior, porque los demás son prosaicos, materialistas, se atienen a intereses materiales y personales de los que están desposeídos los idealistas. Con esta soberbia de superioridad se sitúan en el terreno de las letras para su propaganda y su autoengaño, porque para tener razón en el terreno de la práctica es necesario tener poder, desde donde únicamente se puede ejercer la razón, sino será unicamente una razón teórica, en un racionalismo incompetente al no tener el poder para imponer su razón. La razón se impone con la fuerza de las armas: los pederastras, los traficantes, no se recluyen voluntariamente en la cárcel; el nazismo fue derrotado por las armas de un racionalismo democrático, y mientras estuvo en el poder su racionalismo era el que se ejercía. La razón nunca se impone por sí sola.

Determinados personajes a menudo dicen que las palabras nos liberan, pero si no hubiera un orden político militar, un estado que garantice a esos intelectuales decir lo que dicen, todo esto sería imposible. La exaltación de la anomia, que es lo que hizo el idealismo alemán, es algo que no permite explicar a Cervantes. La realidad no tolera el idealismo, por eso la ontología de Cervantes no se le puede explicar desde Erasmo, ni desde Lutero, ni desde el idealismo alemán, sino que hay que explicarlo desde Spinoza. Para Cervantes, que ha estado en Lepanto, el mundo no está hecho solo de palabras como piensa Erasmo, el cautiverio de Argel no son solo palabras, no se resuelve solo filológicamente, todo lo que Cervantes ha vivido no solo es cuestión de palabras, siempre estuvo luchando por su vida y su libertad. Cervantes no habla, como habla Erasmo, desde una vida cómoda.

La anomia, la locura, nos hace incompatibles con la realidad, es una forma patológica de razonar y el desenlace es el fracaso. Ese es el mensaje del Quijote. Como afirma Spinoza, la libertad tiene que ver más con el entendimiento o la inteligencia que con la voluntad o el deseo, está diciendo que no se puede razonar de manera ideal, ni tomando como referencia nuestras pasiones. Advertimos que Erasmo, Heidegger, Emilio Lledó, son gente obsesionada, con una idea de filología completamente ideal, patológica. En Heidegger era una verdadera obsesión su estética en la construcción del leguaje, y trataba de buscar en las palabras una retórica y una poética que legitimara incluso la estética del nazismo. Son gente que se relacionan con el mundo a través del idealismo del lenguaje, cuestión fácil de hacer con el puesto asegurado, como diría Sancho “bien predica quien bien vive”, si tienes que estar a medianoche en el invernadero, o en el andamio en el mes de julio, las humanidades humanizan menos. Erasmo, cuando escribe “Prefiero un turco sincero a un cristiano hipócrita” Insua le apostilla “… Y lo prefiere sobre todo porque no lo tiene delante. Erasmo se permite sostener la idea poética de paz”. Esta gente creen que el mundo está ahí, creen que la paz está hecha de palabras, como Zapatero que la paz es una construcción verbal, que todo se construye filológicamente, por eso cabría preguntarles si cuando se encuentran enfermos van al filólogo o al médico. Pero esa visión del mundo es totalmente falsa, es de imbéciles y de querer hacer imbéciles a los demás (No es ofensa, porque imbécil es el que carece de báculo en el que apoyarse, y el que considera, como Erasmo, que la paz o la guerra se resuelve verbalmente es que no sabe conducirse por la realidad).

La idea protestante plantea una solución con los turcos basada en el diálogo, un ideal para su tiempo idealista. Entonces, en el XVI, y esto se dice muy poco, fue España quien libró a Europa del turco, como en el siglo XX, americanos y rusos aplastaron el nazismo europeo. En el siglo XVI de no ser por los españoles, Europa, el protestantismo habría sido devorado por los turcos, por el islam, así que el protestantismo existe gracias al catolicismo español que fue quien puso las armas para que el turco no devorara a Europa en ese momento, y la obra de Lutero se habría evaporado.

Tradicionalmente se ha identificado a Felipe II con la prudencia, Pedro Insua no lo identifica con la prudencia sino con la indolencia, que con su falta de capacidad para sacar rentabilidad diplomática a los logros militares de don Juan de Austria. Dicho de otra manera que Felipe II perdió en la paz lo que don Juan de Austria ganó en la guerra, cuestión que se les pasó por alto a los filósofos y filólogos idealistas, pero no se le pasó a Cervantes, cuando en el soneto al túmulo de Felipe II adviente: “fuese y no hubo nada”.

Al Túmulo del Rey Felipe II que se hizo en Sevilla
Voto a Dios que me espanta esta grandeza
y que diera un doblón por describilla,
porque ¿a quién no sorprende y maravilla
esta máquina insigne, esta riqueza?
Por Jesucristo vivo, cada pieza
vale más de un millón, y que es mancilla
que esto no dure un siglo, ¡oh gran Sevilla,
Roma triunfante en ánimo y nobleza!
Apostaré que el ánima del muerto
por gozar este sitio hoy ha dejado
la gloria donde vive eternamente.
Esto oyó un valentón y dijo: "Es cierto
cuanto dice voacé, señor soldado,
Y el que dijere lo contrario, miente."
Y luego, incontinente,
caló el chapeo, requirió la espada
miró al soslayo, fuese y no hubo nada.


Y así fue, Felipe II se fue y no hubo nada, más propio de la la indolencia que de la prudencia. Gestionó desde el idealismo de las letras, lo conseguido desde el realismo de las armas. Esto lo asumió muy bien el libro de la Leyenda negra de Ivan Vélez, o Imperiofobia y leyenda negra, de María Elvira Roca Barea. Y hoy en día mucha gente cree que la inquisición fue malísima y mató a mucha gente, pero que la revolución francesa que mató a diez veces más seres humanos fue buenísima. Y es que todo es tan relativo: si consideramos que la Declaración Universal de los DH es excelente, supone tener en cuenta que es excelente considerar conforme a esa declaración que los seres humanos negros son seres inferiores. Con esto se quiere apuntar que siempre hay que tener en cuenta el momento histórico en el que suceden los hechos. La leyenda negra sobre la España inquisitorial es producto de sus enemigos holandeses, franceses, protestantes e ingleses, que fueron los que tomaron el relevo en el desarrollo, y son los mismo argumentos que se utilizan hoy día contra el colonialismo americano o inglés.

Marcel Bataillon, autor de Erasmo en España, donde hace erróneamente un erasmista de Cervantes, que nada tiene que ver con la idea de Europa ya que Cervantes pertenece a la tradición hispánica, que lo explica con una idea clara de estado. Este mito erasmista lo derrumba con claridad Pedro Insua, demostrando que Cervantes mantiene una relación dialéctica con Europa, una actitud beligerante contra el protestantismo al que considera mucho más intolerante que el catolicismo y que manifiesta que la paz se puede conseguir rezando. Cervantes piensa que con el enemigo se dialoga una vez vencido con las armas.

Claramente y resumiendo, Pedro Insua, critica la indolencia de Felipe II, demostrando que al monarca le importaba muy poco la cristiandad, le importaba muy poco los cautivos de Argel, postura que sufrió Cervantes. Felipe II, por su desidia, por su indiferencia perdió en la paz todo lo que don Juan de Austria había ganado en la guerra. Y una vez más demuestra que Cervantes era cristiano frente a los turcos, católico frente al protestantismo, y escéptico frente al catolicismo. Que para Cervantes no hay posibilidad de paz teológica, que las cosas hay que resolverlas desde un racionalismo antropológico, y que por lo tanto son las armas las que sostienen a las letras, situándolo en la línea de un Sepulveda, de un Maquiavelo, de un Spinoza, de un Aristóteles, y que nada tiene que ver con Erasmo.



Guerra y Paz en el Quijote. pedro Insua
Erasmo en España. Marcel Bataillon
Imperiofobia y leyenda negra. M. Elvira Roca Barea

13 comentarios:

  1. Interesantísimo punto de vista de Insua... me ha impresionado como ha entrelazado a Cervantes y Erasmo y he descubierto puntos de vista muy acertados sobre estos dos personajes...

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  2. No poseo los conocimientos suficientes para establecer una dialéctica discursiva, o argumentativa, contigo. Tampoco es lo que pretendo. Sí que me gustaría saber el significado práctico de la frase, "Cervantes era cristiano frente a los turcos, católico frente al protestantismo, y ateo frente al catolicismo".
    Las dos primeras enunciaciones podría entenderlas, aunque no la tercera, es decir, "ateo frente al catolicismo".
    Me consta que Cervantes en más de una ocasión se declaró católico y sus obras posteriores a la liberación de Argel, así lo confirman. Lo que sí he leído, aunque si profundizar en ello, es que no soportaba el fariseismo del clero en cualquiera de sus estamentos (por otra parte una postura lógica, si tenemos en cuenta la gran corrupción de la iglesia como institución, que no del catolicismo como fe religiosa).
    Por tanto, un un buen católico que no soportaba la doble moral de la jerarquía católica, pero que nunca llegó a ser "ateo", ni siquiera agnóstico, respecto al evangelio.
    ... ¿No?...

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  3. Cuando digo que Cervantes es "ateo frente al catolicismo", quiero decir que Cervantes que tiene una educación católica, la cual practica con cierta distancia y en sus textos se manifiesta claramente en contra de muchas de las prácticas religiosas de su tiempo. Que su experiencia vital y su racionalismo le lleva a ver la vida situando al hombre, no a Dios, responsable de aquello que le sucede. Cervantes es un racionalista antropológico, no teológico, pero ello no le impide practicar la religión (sabía que en su tiempo no se podía vivir de otra manera, te quemaban vivo), ni siquiera le impidió tomar las ordenes menores al final de su vida y así asegurarse una sepultura don de reposar. Claramente, creo que Cervantes en su vida, como en su obra, era un gran fingidor, que mentía para sobrevivir. El narrador del Quijote, es el más mentiroso narrador de toda la literatura.

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  4. Puede ser. No conozco bien a Spinoza.
    Si conozco la gran influencia que ejerció Erasmo (también holandés), sobre las corrientes humanistas del XVI y XVII.
    Si Cervantes hubiese tenido perspectiva vital en 1615, no hubiese matado (literariamente) a Don Quijote. Claramente intuía que le quedaba poca vida. En un gran acto para proteger a su pupilo literario se lo lleva con él a la tumba. Fue sabio Don Miguel hasta en el morír.
    Saludos.

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  5. Influencia de Erasmo, si, en mucho, pero no precisamente en Cervantes. Pedro Insua, en su libro Guerra y Paz en el Quijote, derrumba el mito del erasmismo de Cervantes. El erasmismo de Cervantes es una tesis que se institucionaliza con la publicación del libro de Marcel Batallion sobre la interpretación de Cervantes desde el punto de vista de la filosofía erasmista, con una idea de Cervantes frente a una España negra, legendaria, inquisitorial, y Cervantes un autor incomprendido y reprimido por esa España feroz. Esto además de ser una calumnia más del idealismo europeo contra España, es una estupidez, porque Cervantes nace de esa España que no es erasmista, que no es europeista y que teológica e inquisitorialmente está en contra del islam y del protestantismo, en contra del imperio turco y el neocapitalismo protestante.

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  6. No necesito leer a Pedro Insua (con todos mis respetos para él) para conocer la cercanía ideológica con el Erasmismo. Basta con leer a Erasmo directamente en el "Enquiridion, EL Elogio de la Locura, El Ciceroniano, Los Adagia, El diálogo de Caronte, etc."
    No necesito que nadie interprete a Erasmo. Lo hago yo sólo leyendo sus obras. Interésate por lo acaecido en Valladolid en 1528, con la famosa conferencia para prohibir el erasmismo en España que el mismo Carlos V trato de implantar. El emperador fue discípulo de Erasmo.
    Tras la muerte de Erasmo en 1536 y la muerte de su máximo valedor en España y escritor del Lazarillo de Tormes, Alfonso de Valdes en 1532, en España es muy difícil defender las tesis erasmistas. Con la llegada al poder de Felipe II y Inquisidor Fernando de Valdes, en 1559 empiezan a castigar los estudios erasmistas y prohiben en el famoso índice muchas de sus obras.
    Pero, ni toda esa censura termina con las ideas erasmistas.
    Cervantes lee muy bien a Erasmo con su maestro Lopez de Hoyos, además de tener acceso en Roma a la gran biblioteca vaticana en la época en la que trabaja para el cardenal Aquacviva.
    Para no aburrirte, te diré que la prueba más evidente del erasmismo Cervantino fue la gran admiración que profesó hacia el Lazarillo. Las huellas de lectura son interminables. Él leyo el Lazarillo íntegro. No el expurgado o castigado en 1573. El padre de Rinconete era buldero (el tratado del buldero fue anulado íntegramente en la edición expurgada por Lopez de Velasco.
    Ser erasmista no quiere decir ser europeista. Hay muchas más ideas con las que se puede coincidir.
    Los erasmistas españoles abogaban por un cristianismo más interior, y pretendieron la reforma por concilio de un catolicismo en crisis que conocían bien. La corrupción en la iglesia y en Roma eran vox populi. Eso es lo que quisieron cambiar y no pudieron.
    Por cierto el otro tratado que expurgaron fue el del fraile de la Merced. Es corto. Leelo y sabrás porqué.
    Gracias por compartir y debatir tus ideas.
    Un saludo.

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  7. Lo voy a decir con rotundidad, pero añadiendo solo es opinión que estoy dispuesto a cambiar siguiendo cualquier consejo como puede ser las lecturas que recomiendas.
    Conozco el enfoque erróneo y ya superado del Cervantes erasmista: las ideas de Cervantes sobre la política, sobre la paz, sobre la guerra, son ideas aristotélicas, no las ideas evangélicas de Erasmo. Si así fuera cabría preguntarse: ¿qué hace Cervantes en Lepanto? Pero sobre todo, si Cervantes fuera erasmista, no se habría comportado como lo hizo en Lepanto. Para Cervantes la paz es el fin de la guerra, y las guerras no se buscan, se encuentran; entones lo que toca es defenderse para conseguir la paz, siendo consciente que la guerra puede ser peor que la derrota (como lo fue para los berlineses al final de la II GM). La idea de Cervantes sobre la paz y sobre la guerra es una idea materialista (no idealista) y acrítica.
    La realidad no tolera el idealismo, por eso la ontología de Cervantes no se le puede explicar desde Erasmo, ni desde Lutero, ni desde el idealismo alemán, sino que hay que explicarlo desde Spinoza, ni desde el Lazarillo, que estoy totalmente contigo que es un texto que Cervantes conocía al dedillo, y que su reflejo se ve en muchos párrafos de la obra del alcalaino. Para Cervantes, el mundo no está hecho solo de palabras como piensa Erasmo: el cautiverio de Argel no son palabras, todo lo que Cervantes ha vivido no es cuestión solo de palabras; siempre estuvo luchando por su vida y su libertad. Cervantes no habla, como habla Erasmo, desde una vida cómoda.
    La idea protestante plantea una solución con los turcos basada en el diálogo, una idea para su tiempo idealista. Entonces, en el XVI, fue España quien libró a Europa del turco. En el siglo XVI de no ser por los españoles, Europa habría sido devorada por los turcos, por el islam, así que el protestantismo existe gracias al catolicismo español que fue quien puso las armas para que el turco no devorara a Europa en ese momento.
    El mito erasmista lo derrumba con claridad Pedro Insua, al que tú puedes no necesitar leer (no lo podemos abarcar todo en una sola vida), demostrando que Cervantes mantiene una actitud beligerante contra el protestantismo al que considera mucho más intolerante que el catolicismo, y que afirma que la paz se puede conseguir rezando. Cervantes piensa que con el enemigo se dialoga una vez vencido.
    Cervantes era cristiano frente a los turcos, católico frente al protestantismo, y escéptico frente al catolicismo. Para Cervantes no hay posibilidad de paz teológica. Las cosas hay que resolverlas desde un racionalismo antropológico, y que son las armas las que sostienen a las letras, situándose en la línea de un Sepúlveda, de un Maquiavelo, de un Spinoza, de un Aristóteles, y que nada tiene que ver con Erasmo.

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  8. La realidad de Cervantes sólo se puede explicar desde la comprensión histórica de la España que le tocó vivir. La historia es mejor siempre que sea explicada por historiadores. Tratar de entender y comprender la historia del XVI con criterios filosóficos extemporáneos, no lleva a ningún sitio.
    Cervantes luchó toda su vida por sobrevivir, como el resto de sus conciudadanos. El hambre, la miseria, las injusticias, las faltas de libertad individual e intelectual. Cervantes vive en una sociedad donde los valores religiosos brillan por su ausencia, donde lo importante es no ser cristiano, sino cristiano viejo, donde la jerarquía eclesiástica se elige a dedo y por favores políticos. Donde la iglesia ejerce un poder sobre la sociedad aniquilador, sobre intelectuales, sobre las mujeres, etc.
    Por esto el defiende la justicia, desfacer enturtos.
    Los humanistas cristianos del XVI luchaban por reformar un sistema podrido, dónde las bulas masacraban a los pueblos, donde los curas se saltaban el secreto de confesión, donde el clero violaba por doquier.
    Por todas estas barbaridades luchaban los cristianos que creían que todo lo malo era susceptible de cambio. Buscaban el cristianismo verdadero. Algunos de estos cambios son los que propuso en su extensa obra Erasmo. Algunos de estos cambios son los que intentó promover Cervantes désde el gran elogio de la locura que fue el Quijote.
    La filosofía de Cervantes consistió en intentar sobrevivir y en intentar cambiar el mundo desde lo único que sabía hacer de maravilla que fue crear una obra literaria genial, revolucionaria, desde la belleza de las palabras. Vale.

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  9. Claro que Cervantes lo que hizo fue sobrevivir: su vida fue pura resistencia. Y es cierto que siempre le rondó lo de la “pureza de sangre”. Pero al meternos en su obra entendemos que hay mucho más: toda, por la cantidad de ideas que contiene, está repleta de filosofía. Y claro que puede haber aspectos en su vida y obra en concordancia o apariencia con otros erasmistas, y que por esas mismas inquietudes quisiera cambiar el mundo “desfacer tuertos” (que no “entuertos”, que esa palabra nunca sale en el Quijote).
    La idea fundamental de Cervantes es una idea muy presente en la filosofía de Spinoza, para el que la libertad tiene más que ver con el entendimiento que con la voluntad, y con el saber que con el querer; solo resolvemos los problemas cuando nos hacemos compatibles con la realidad, y para ello es imprescindible el poder que nos da el conocimiento.
    En el Quijote, el objeto de la parodia, lo que se degrada, o de lo que se burla, es el mundo ideal, enfrentado con la realidad de sus días, un mundo rufianesco, de embusteros, de cínicos, de ladrones. Don Quijote fracasa (materialmente, nunca literariamente) porque su locura nada tiene que ver con la realidad, porque es un idealista, y Cervantes nos dice que todo idealismo está abocado al fracaso.

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  10. El objeto de la paradia no es ideal, es real. Parodia el hecho de que en el último siglo, como consecuencia de la censura inquisitorial y estatal, no se puede publicar, sin riesgo real de muerte , otras obras que no sean las de caballería. Las demás, las escritas en libertad no pasaban el filtro y directamente te ponían la mortaja. Esa es la libertad por la que lucha Cervantes, con su única arma, las palabras. La inquisición no fue ideal. Desgraciadamente fue muy real.
    Don Quijote no fracasa en ninguno de sus cometidos: nos entretiene, nos deleita y nos hace pensar (justo lo que no hacían los libros de caballeria).
    Ha conseguido divulgar sus ideas por el devenir de los siglos, consiguiendo el profundo respeto de sus lectores.
    Además pudo disfrutar su éxito de reconocimiento en su propia vida. Muríó Cervantes conocedor de que le guarbaban un sillón, junto a Homero, en el Olimpo de los creadores literarios. Vale.

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  11. Vale. Llegado este punto conviene por un lado afirmar la grandeza de Cervantes que fue capaz de crear una obra tremendamente crítica y sortear la censura de la época, y, por otro lado, definir que es la la parodia, que es la imitación burlesca de un referente serio. No nos vamos a quedar en esta definición generalmente aceptada, el Quijote nos exige mucho más y lo vamos a hacer considerando que es una novela (la primera novela moderna de la literatura). Añadiremos que, en el Quijote, la parodia es la imitación burlesca de múltiples referentes serios con componentes críticos de gran profundidad ante el estado, la religión, la poesía, el teatro etc, hechos todos de manera muy sutil. Se parodian muchas cosas, pero sobre todo se parodian a los a idealistas, con mayor incidencia en los idealismos radicales o patológicos, haciendo ver que el problema no es ser esto o aquello, sino ser esto o aquello de forma patológica.
    Toda parodia tiene cuatro elementos a considerar:
    1. El artífice de la parodia, quien la construye: en este caso Cervantes.
    2. El sujeto de la parodia, quien la ejecuta: don Quijote.
    3. El objeto de la parodia. El referente, lo que se degrada con la parodia, de lo que se burla: un mundo ideal, heroico enfrentado con la realidad.
    4. El código de la parodia, que es lo que hace posible la degradación o burla: los libros de caballería, ese mundo ideal de la literatura caballeresca en el que triunfa la justicia, la armonía, la amistad, donde el final feliz está asegurado, donde los caballeros reparan toda injusticia, donde el que la hace la paga, ese mundo donde siempre hay un superhéroe que restaura el honor y las pérdidas sufridas. Este código es lo que le sirve a Cervantes para parodiar a los que dicen vivir en un mundo perfecto, porque en la realidad todo eso no se cumple en absoluto, el culpable sale impune, el ladrón triunfa … Más actual no hay nada en la literatura.
    Evidencias como que la inquisición te quemaba en la hoguera incluso sin razón alguna, o que había que adaptase a la realidad para sobrevivir, son del todo conocidas. Fíjate si Cervantes se adaptó que, siendo crítico con la iglesia tomó las ordenes menores (para decir que es crítico con la iglesia me baso en que ningún eclesiástico de los muchos que aparecen en sus obras los veras haciendo funciones teológicas, pero si los verás quemando libros, vistiéndose de princesa menesterosa, preocupados ante todo por el buen vivir; con frecuencia salen apaleados...)

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  12. Interesantes las ideas sobre las partes de la parodia.
    No sé en que te basas para afirmar que Cervantes era ateo. El ateismo en su época no existió. Fue aniquilado por el cristianismo bastantes siglos antes. Epicuro no se lee en el XVI. Ya se habían encarcago de intentar hacerlo desaparecer.
    Tampoco quiero afirmar que Cervantes sea el más grande de la literatura. Como dijo Cervantes, citando, sin citar (no podía, era libro prohibido), el prólogo del Lazarillo. Los gustos no son todos unos...Mucha gente ha escrito muy bien, siempre. Porqué tiene que haber uno sólo que sea el mejor. Odio las comparaciones.
    Los libros de caballerías fueron el opio para el pueblo, que utilizaron los gobernantes de la época. Cervantes los critica , efectivamente, porque son excesivamente idealistas.
    Cervantes le gusta la literatura que posa sus pies sobre el suelo, que no inventa artilugios antinaturales. Por esto Cervantes admira el Lazarillo, porque es todo lo que Cervantes idealiza como literatura en prosa ideal. Donde se narra lo necesario, sin afectaciones. Vale

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  13. Aunque la palabra no corresponda con su época, digo que es ateo, por lo siguiente: Cervantes soluciona todos los conflictos de sus personajes con un racionalismo antropológico, nunca teológico, como hace Calderón o Lope; para él está la ciencia antes que la fe, nunca potencia los fideismo como hace Shakespeare cuyas las obras están pobladas de brujas y de fantasmas; Hamlet oye voces y ve fantasmas. Nada de esto ocurre en la literatura de Cervantes, donde se desmitifican estos fenómenos paranoicos o paranormales.
    Los curas que aparecen en sus obras, cono dije antes, raramente se ocupan de la liturgia, por el contrario, hacen cosas contrarias a las marcadas por el Concilio de Trento. Si nos vamos al Persiles que muchos creen que es una novela religiosa, todo es fingido, la peregrinación a Roma es una provocación, ya que Periandro y Auristela lo hacen para poder estar juntos y con la mentira de ser hermanos...

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