En el prólogo de “Rebelión en la granja”, George Orwell escribía una frase digna de ser cincelada en el mármol: “si la libertad significa algo será, sobre todo, el derecho a decirle a la gente lo que no quiere oír”.

Cuando la leí por primera vez, pensé que tal frase podría ser un magnífico lema vital; y, siempre consideré siguiendo a Orwell que la misión de todo el que escribe no es halagar a nadie, sino desnudarse y más bien aguijonear al lector, incomodarlo, llegando incluso a molestar por escribir sobre cuestiones espinosas o sobre asuntos controvertidos. Hoy ya sé que esto es una empresa inútil y quimérica; y que, como todas las empresas inútiles y quiméricas, solo engendra a la postre melancolía. Esta melancolía se eleva exponencialmente cuando esa libertad, es manifestada en la redes sociales, pues al descubrir las ideas uno se convierte en blanco de los demás.

sábado, 14 de junio de 2025

Etapa de Grijó – Porto

Hemos previsto, para el 29 de junio, una etapa fácil que nos permitirá dedicar el resto de la jornada a visitar la atractiva ciudad de Porto. En el breve recorrido de hoy pasaremos por dos de los paisajes más bonitos, como son un tramo de calzada romana a través de un bosque y la fantástica entrada en Porto, cruzando el puente del rey don Luís I sobre el río Douro.

Comida en el HOTEL. OPORTO MERCURE STA CATARINA (BUFETT) (vino, cerveza de barril, agua y refrescos ) 

ETAPA LARGA: Inicio en el Monasterio das freguetas de Grifo e Sermonde. 15,1 km.

ETAPA CORTA: desde SANTO OVIDIO hasta catedral de Oporto. 5 km o desde Serpente N1,  6 km

WIKILOC Caminho portugués Central. Etapa Grijo- Porto

Autor TriheirosTripeiros 15.65 km.

 


 

 Grijó - Perosinho: 5 km; una hora y media, más o menos

Arrancaremos por la Rua Cardoso Pinto, donde está la cruz del Padrão Velho, en paralelo al muro del monasterio. Recomendamos entrar en el cementerio y caminar por su interior en lugar de ir por la calle, que es muy transitada y carece de acera, para salir por la puerta de la parte alta.

Seguimos a la izquierda, pasamos junto a las naves de una gran fábrica textil y llegamos a una pequeña rotonda del centro de la población, donde hay una iglesia. Las flechas nos llevan a la derecha por la Rua da Guarda, siempre en paralelo al interminable muro del monasterio.

Pasaremos una gasolinera y al cabo de 600 metros giraremos a la izquierda por una calle de adoquines. Viene una fuerte bajada a la que sigue la inevitable subida, tras la cual tomaremos la Rua das Alminhas a la derecha; superaremos un campo de fútbol y después, por la Rua das Silvinhas, dejaremos a nuestra derecha varias naves industriales. Pasaremos el barrio de Asparela y al cabo de 1 km llegaremos al centro de Perosinho.

 

 


Perosinho - Vila Nova de Gaia: 11,8 km; unas dos horas

Siempre por calles adoquinadas, pasamos ante una escultura de acero con las letras del nombre del pueblo troqueladas y una vieira jacobea; cruzamos una carreterita ( hay semáforo) y seguimos recto en subida dejando atrás la iglesia y el cementerio; continuamos la cuesta; en una curva, por encima del muro de una finca, veremos una palmera y un interesante hórreo de madera.

Ya en las afueras, siguiendo el repecho de la Rua Bela Vista, el pavimento de adoquines se transforma en losas y aparece súbitamente bajo nuestros pies una calzada romana, con muros de piedra a ambos lados y envuelta por un bonito bosque. Disfrutemos del lugar, pues estamos en un punto mágico.

Al finalizar la calzada ésta se convierte en camino de tierra. Acto seguido llegamos a una calle con casas de una urbanización (Rua do Alto da Serra): aquí hay que estar atentos a una curva donde tomaremos de frente por un pequeño sendero, inicio de otro agradable tramo de tierra entre helechos por el interior del bosque.

Tras 700 metros volvemos al asfalto, estamos en un alto y ahora toca bajada; si el tiempo lo permite tendremos desde aquí una vista del litoral de Vila Nova de Gaia con el fondo azul del océano Atlántico. Será sin duda motivo de alegría. En el siguiente cruce seguimos una carreterilla hacia la derecha, que nos lleva en bajada ante la Quinta do Mirante y continúa por la Rua Prazeres hacia el casco urbano. Cruzamos un puente sobre la autopista y seguimos recto por el denso barrio de Rechousa.

4,2 Rechousa – Alto das Torres. Siempre de frente dejamos la localidad por la Rua del Alto das Torres; estamos de nuevo a pie de la antigua carretera nacional, la EN-1. Prueba de ello es que en un momento de la bajada encontraremos en la acera el antiguo mojón del kilómetro 300 de la nacional; en el mismo también se indica que sólo faltan 2 km hasta el centro de Vila Nova de Gaia, y 5 para entrar en Porto.

Pasamos bajo la autopista e iniciamos un duro repecho por la Rua da Fonte dos Arrependidos. Sin pérdida posible atravesamos el barrio de Laborim, hasta llegar a una rotonda con la estación de metro de Santo Ovídio, final de la línea D (la de color amarillo).

2,6 Vila Nova de Gaia, estación de metro de Santo Ovidio. DONDE EMPEZARÁ LA RUTA PEQUEÑA Y NOS ESPERA EL AUTOBUS


Vila Nova de Gaia - Catedral de Porto: 2,6 km; unos 40 minutos

El metro de Porto es más bien un tranvía moderno y largo, que va casi siempre por superficie. En este tramo la línea discurre por el eje de una gran avenida en dirección hacia el río y el centro de Porto. Ahora sólo toca seguir durante 2,6 km las aceras de la Avenida da República, bulevar que coincide con el trazado de nuestro camino.

Aquellos tramposillos que decidan tomar el metro deberán apearse en la parada Jardim do Morro, pues sería inexcusable perderse el mirador y no atravesar a pie el puente, que con sus 392 metros de longitud une las ciudades de Vila Nova de Gaia y Porto.

2,6 Puente de Dom Luís I. Tanto el mirador como todo el puente sobre el río son lugares con vistas privilegiadas: a este lado tenemos la ribera de Vila Nova de Gaia, con sus bodegas de vino de Oporto; a nuestra derecha, el monasterio da Serra do Pilar (con otro espectacular mirador), y al otro lado del río, las fachadas y tejados del casco antiguo de Porto, entre los que destacan los edificios alrededor de la Sé-catedral.

Cruzaremos el puente por su tablero superior, reservado exclusivamente a peatones —la mayoría turistas—, ciclistas y metro. Mucho cuidado aquí al hacernos fotos, pues después de tantos kilómetros evitando ser atropellados por los coches, sería lamentable que nos arrollase ahora un convoy de metro mientras nos hacemos una selfie.

Nota: Tal vez veamos alguna flecha que invita a bajar hasta el tablero inferior del puente, para cruzarlo caminando por una estrecha acera, a pocos centímetros de coches y autobuses que pasan continuamente y a cierta velocidad. Ello obedece a que durante siglos los peregrinos se veían obligados a descender a la orilla del río, para cruzar el Duero en barca y volver a ascender penosamente hasta la catedral por cientos de escalones. La verdad, salvo algún purista o quien desee fotografiar el puente desde otra perspectiva, no acabamos de ver sentido hoy en día a dicha opción, máxime cuando ya no hay barcas para cruzar.

A 100 metros tras cruzar el puente tomamos una calzada a la izquierda, pasando junto a un tramo de la muralla medieval y ante la estatua ecuestre de Vímara Peres, caudillo gallego del siglo IX que reconquistó la ciudad, siendo nombrado tras ello primer conde del condado Portucalense por Alfonso III de Asturias. Esta última subidita nos deja ya en el Terreiro da Sé, plaza que se extiende ante la catedral de Porto; es otro buen mirador sobre la ciudad, y en ella destaca un enorme pelourinho que cabe decir que es más falso que un duro sevillano, pues fue construido en 1945 durante la dictadura de Salazar al simple objeto de ornamentar la plaza.

0,7 Porto, Sé-catedral. La distancia de la etapa puede parecer corta, pero deberemos añadir ahora el recorrido a pie .

Porto .12 visitas para peregrinos inquietos

Porto, la gran capital del norte de Portugal, se ha consolidado, tras Sarria, como el segundo lugar de partida de peregrinos, lo que certifica el buen estado de salud del Camino Portugués. Según el balance de 2019, 39.345 peregrinos salieron de la ciudad y llegaron a Compostela, el 11,32% del total. Por lo tanto, si contamos los que hicieron solo algunas etapas sin llegar en esta ocasión a la meta, y aquellos que por el motivo que fuera no recogieron su certificado, aplicando los criterios de corrección que plantea la USC habríamos de pensar en una cifra próxima a los 60.000 peregrinos.

Hay otro factor importante en el perfil de Porto, y es que a diferencia de Sarria la mayoría de los que eligen esta ciudad son, además de los propios portugueses, extranjeros (muy pocos españoles). Es por ello que hoy Porto puede ser calificado como el principal referente internacional en la partida del Camino de Santiago, mérito que in illo tempore correspondió a Roncesvalles y, posteriormente, a Saint-Jean-Pied-de-Port.
Es bien sabido que la pujanza de Porto no se debe a la gran promoción que hacen las administraciones, ni tampoco las asociaciones, ni siquiera los propios peregrinos por las redes sociales. En ocasiones pensamos que los anteriores canales tienen mucha o bastante importancia en la prescripción de itinerarios, pero aquí la causa es otra y muy conocida: un aeropuerto internacional, el Sá Carneiro, con vuelos desde numerosas ciudades de España, Francia, Italia, Reino Unido, Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Suiza, Alemania, Austria, Polonia, Hungría, Turquía, Emiratos Árabes Unidos o Brasil.
Entre los peregrinos que desembarcan en Porto, o que regresan a casa desde su aeropuerto, casi todos suelen dedicar al menos un día para visitar la ciudad, cuyo centro histórico ha sido declarado Patrimonio Mundial de la Unesco en 1996.
Queremos hoy ofrecer un somero repaso, para que el peregrino pueda aprovechar al máximo su estancia, de sus recursos patrimoniales. Avisamos que solo es una selección, imposible incluirlo todo, para la que se precisarán al menos dos días completos:
 

1. Catedral. Punto de partida del Camino, o mejor dicho del laberinto de rutas que han señalizado desde su atrio, la debería de ser el primer espacio al que presta atención un peregrino. Como la mayoría de las portuguesas, responde al concepto de iglesia-fortaleza, y su estructura es del s. XII, con modificaciones de los s. XVII y XVIII. Previo pago se puede acceder al claustro (s. XIV). A diferencia de lo que ocurre en España, y no les demos ideas, la entrada es libre de 9:00 a 18:30, en invierno hasta las 17:30.

2. Iglesia dos Clérigos. Monumento emblemático de la ciudad, diseñado por el arquitecto italiano Nicolau Nassoni (s. XVIII), por su esbelta y delicada torre barroca. Ascender a ella vale la pena, pese a los 225 peldaños, por las vistas que se obtienen sobre la ciudad. La visita está perfectamente organizada (a diario de 9:00 a 19:00), pero suele haber colas.

3. A Ribeira. Sin duda el espacio urbano más reconocible de Porto, antiguo barrio de marineros y comercial, con sus coloristas edificios instalados sobre una línea de soportales. Repleta de cafés y restaurantes con sus terrazas orientadas al Douro, puente de Dom Luís y Vila Nova de Gaia. Imprescindible para el paseo pero cara para el consumo, ya que es el corazón del turisteo.

4. Mercado do Bolhão, Santa Catarina y el Café Majestic. Agrupamos aquí varios lugares del Porto burgués y decimonónico, entre ellos la clásica rúa peatonal y comercial de Santa Catarina, con su capela das Almas forrada de hermosos azulejos.

En el número 112 de la calle abre sus puertas el mítico Café Majestic (de lunes a sábado de 9:30 a 23:30). Inaugurado en 1921, constituye un viaje a la Belle Époque, y está considerado como uno de los 10 cafés más hermosos del mundo, compitiendo con A Brasileira lisboeta.

A un paso queda el Mercado do Bolhão, de 1914, que siempre nos ha parecido como salido de Indochina o por ahí. Para evitar que se desplome han decidido reformarlo a fondo, y nos tememos que perderá gran parte de su encanto popular si se les ocurre, como en el de A Ribeira en Lisboa, crear un espacio gastronómico.

5. San Francisco y La Bolsa. Dos edificios inmediatos, pero muy diversos en su estilo y simbología. El templo conventual es gótico, pero el interior ha sido totalmente colonizado por la talla dorada barroca, generando un horror vacui en el que la selva parece haberse adueñado de todo. Por su parte, el Palacio de la Bolsa es clásico, refinado, muy british, y su interior un popurri de estilos que van de la Roma clásica al Salón Árabe, copia descarada de La Alhambra.

6. Los puentes de hierro con o sin barco. Símbolos del Porto comercial e industrial, los puentes de Dona María Pía y Dom Luis son de finales del siglo XIX, y su imagen ha quedado unida a la de la ciudad. El primero, destinado al ferrocarril, es obra de la factoría Eiffel, como es sabido especializada en mecanos, pero lo han afeado al aproximarle en exceso el nuevo puente de São João. El segundo, que se puede recorrer tanto por la plataforma inferior como por la superior para ir a Gaia (de hecho, el Camino Portugués Central lo cruza), lo firmó un discípulo aventajado de Eiffel, Syrig, que desde luego superó al maestro. Desde Porto y Gaia se obtienen múltiples perspectivas, pero también se puede hacer por el Douro un mini-crucero de 3 o 6 puentes, según duración.

7. Convento da Serra do Pilar (Gaia). Sublime monumento renacentista que suele pasar desapercibido pese a formar parte del Patrimonio Mundial. Admirables tanto su iglesia de planta circular con gran cúpula, como el claustro jónico, también circular, muy elogiados por los viajeros cultos de antaño. De martes a domingo, de 10:00 a 18:30, en invierno hasta las 17:30.

8. Una bodega en Gaia. Otra cita clásica que no debe perderse ningún viajero. Cerca de 20 bodegas pueden ser visitadas, y todas incluyen sus instalaciones históricas y modernas, exposiciones y una degustación. Entre las más bellas las de Cockburn’s, Sandeman o Ferreira.

9. Casa da Música. Obra concebida por el arquitecto holandés Rem Koolhas, Premio Pritzker 2000, que ha sabido conjugar la vanguardia y la técnica con el espíritu portugués. Fue proyectada para la Ciudad Europea de la Cultura de 2001, pero por diversos problemas no sería inaugurada hasta 2005. Visitas guiadas, mejor con reserva previa, a las 11:00 y 16:00.

10. Cenar tripas o churrasquinho en un restaurante típico. Por fin es llegada la hora de satisfacer a los esforzados peregrinos, y para ello hay muchos restaurantes y casas de pasto, también de los populares que no han sucumbido a la renovación turística, en los que probar algunas de las especialidades de la ciudad. Por ejemplo las tripas o callos a la moda de Porto, el inconmensurable bacalhau de todo Portugal y las carnes grelhadas ó carvão. Preguntad asimismo por las francesinhas, de la familia de los sándwiches super-elaborados, no damos más pistas, que son una institución local.

11. Tranvía nº1 hasta la Foz do Douro. No solo Lisboa, también Porto tiene su elétrico amarillo, y si la icónica del Tejo es la línea 28, aquí es la 1, que va al borde del Douro y llega hasta el Passeio Alegre, en la Foz. Se puede utilizar para acortar en la salida por la variante costera. Recordamos que Porto fue la primera ciudad de la Península Ibérica en contar con tranvías, y que en el recorrido de la citada línea se encuentra el Museu do Carro Eléctrico.

12. Serralves. Para concluir la docena un recinto cultural, de primera magnitud, dedicado al arte contemporáneo. Álvaro Siza Vieira, arquitecto portuense de prestigio internacional (Premio Pritzker 1992), es autor del Centro de Arte, con su colección permanente y grandes exposiciones temporales, que aparece acompañado de la Casa Rosada, art decó, y de un cuidado parque de 18 hectáreas. Visita de 10:00 a 18:00, fin de semana hasta las 19:00, en verano hasta las 20:00.

Tiene guasa que en esta etapa tan breve se encuentren dos de los lugares más bellos del Camino Portugués desde su inicio en Lisboa: un tramo de calzada romana por dentro del bosque y la espectacular entrada en Porto cruzando el puente de D. Luís I sobre el río Douro.

Perosinho

Un repecho de asfalto al salir de este pueblo se convierte, como por arte de magia, en el pavimento enlosado de una calzada romana, envuelta por muros de piedra y flanqueada por alcornoques y eucaliptos. Se trata de un tramo de la vía XVI del Itinerario Antonino, que unía Braga y Lisboa.

Vila Nova de Gaia

Esta población albergó uno de los dos núcleos de la antigua Cale romana, origen del nombre del país: el puerto de Cale —Portus Cale— derivó en Portucale, como era conocida la región por godos y suevos ya en el siglo V, y de ahí a Portugal.

Al llegar a la estación de metro de Santo Ovídio —sería como un tranvía largo que va por la superficie—, algunos sucumbirán a la tentación de tomarlo, pues durante 2,5 km sigue el mismo recorrido que nuestro camino. Aquellos que lo hagan deben bajar en la parada de Jardim do Morro, la anterior al puente, para cruzar éste a pie.

Sería un pecado perdernos las fabulosas vistas desde lo alto del puente por el que se entra a la ciudad de Porto. Son 392 metros de recorrido a lo largo de la bella estructura metálica diseñada en 1886 por Théophile Seyring, ingeniero alemán socio de Eiffel.

El caudaloso río Duero era el límite entre las provincias romanas de Gallaecia y Lusitania, y siglos después constituyó la frontera física entre el reino de León, del que se desgajaría el condado Portucalense, y Al-Ándalus. Hasta finales del siglo XIX no se consiguió construir un puente fijo entre ambas orillas, y sólo se podía cruzar en barca.

Ya que hablamos del gran río Douro –Duero en español–, es el momento de preguntarnos por la etimología de dicho nombre. Contra lo que puede parecer, éste no viene de río d’ouro –del oro– sino de la antiquísima raíz indoeuropea Ur-, que hacía referencia a una corriente de agua, y que pasó a Dur- o Dour-. De la misma raíz derivan nombres como Duratón, Adour, Urumea, Urbión...

En la ribera izquierda del Duero se hallan los principales almacenes de vino de Oporto, donde veremos también las barcas o rabelos que se utilizaban para transportar las barricas río abajo. Hay visitas a las bodegas con degustación incluida, donde nos explicarán la interesante historia de este delicioso vino dulce, creado en el siglo XVII por y para británicos.

Porto

La catedral es un edificio que data de los siglos XII y XIII, por lo que alberga elementos de estilo románico y gótico, si bien con importantes añadidos barrocos. La visita a la catedral es gratuita (excepto el claustro) y aquí nos sellarán (y entregarán, si la necesitamios) la credencial. El horario es de 9:00 a 18:30 (17:30 de noviembre a marzo). En caso de que estuviera cerrada podemos sellar en la oficina de turismo que hay justo al lado.

Quizá lo mejor de la ciudad sea su agradable ambiente y las estupendas vistas que, desde el Cais da Ribeira (el paseo del muelle) y otros puntos de la ciudad, tenemos sobre el río Douro (Duero) y el omnipresente puente Dom Luís I. La ciudad también cuenta, por supuesto, con monumentos destacados como la catedral, la iglesia y torre de los Clérigos o la estación ferroviaria de São Bento.

El bacalhau, como en todo Portugal, es el producto estrella. Aparte de las recetas comunes típicas de todo el país con este célebre producto, en Porto destaca el bacalhau à Gomes de Sá, que lleva el nombre de su creador. En la elaboración, el bacalao es desmenuzado y macerado con leche para después hornearse con ajo y cebolla y acompañarlo con aceitunas y huevos cocidos.

Si lo que buscamos es dulce, Porto es una ciudad con multitud de opciones. Muy similares a los Pastéis de Belém de Lisboa, aquí podemos encontrar las natas y otras elaboraciones que, pese a no ser originarias de la ciudad, se han extendido, como los bolos de arroz, las queijadas o los oves moles.

Si queremos comprar provisiones para la etapa siguiente (aunque encontraremos servicios de sobra), podemos visitar el mercado de Bolhão, de lunes a sábado en el centro de la ciudad.


Nota: toda esta documentación nos la ha facilitado nuestro prócer guía Antonio, valedor de todos sus amigos y compañeros del Camino. Queda a la espera de ser completada una vez sea llevada a cabo.

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