En el prólogo de “Rebelión en la granja”, George Orwell escribía una frase digna de ser cincelada en el mármol: “si la libertad significa algo será, sobre todo, el derecho a decirle a la gente lo que no quiere oír”.

Cuando la leí por primera vez, pensé que tal frase podría ser un magnífico lema vital; y, siempre consideré siguiendo a Orwell que la misión de todo el que escribe no es halagar a nadie, sino desnudarse y más bien aguijonear al lector, incomodarlo, llegando incluso a molestar por escribir sobre cuestiones espinosas o sobre asuntos controvertidos. Hoy ya sé que esto es una empresa inútil y quimérica; y que, como todas las empresas inútiles y quiméricas, solo engendra a la postre melancolía. Esta melancolía se eleva exponencialmente cuando esa libertad, es manifestada en la redes sociales, pues al descubrir las ideas uno se convierte en blanco de los demás.

lunes, 23 de noviembre de 2020

Preciosa y el aire

Es el segundo romance del Romancero Gitano de Federico García Lorca. Está dedicado a Dámaso Alonso, por la admiración que ambos sentían hacia la obra de Cervantes, al que habían homenajeado en unas actividades culturales organizadas en la Residencia de estudiantes.

Es, pues, un poema con un personaje de tradición literaria: la gitanilla Preciosa de Cervantes, famosa bailarina y cantante de romances al son de la pandereta; la más cautivadora de las creaciones femeninas del autor del Quijote.

Si Cervantes habló de la dualidad de la vida, de la libertad, de la marginalidad, Preciosa, a Lorca, le interesa para proyectar sus aspiraciones y sus sueños íntimos, sus deseos de unos modos de vida marginales y libres, su anhelo de libertad. Preciosa es como una pintura que le sirve para captar el drama de la vida, expresándolo con la metáfora más atinada y creativa; la emplea para plasmar en una breve escena el sentido más íntimamente humano.

Como en Cervantes, en Lorca, constantemente coinciden dos temas opuestos: lo real con lo irreal; lo sagrado con lo profano; la gracia con el dramatismo; la vida con la muerte. Pero, una clara diferencia hay ente Cervantes y Lorca: el primero es un racionalista antropológico, y el segundo es un naturalista rusoniano que se interesa especialmente por la naturaleza, las pasiones, y los elementos numinosos como la magia, el duende, etc.

Lorca, en el poema, Preciosa y el aire, convierte a la mortífera luna de otros de sus poemas en objeto de metáfora. Ahora es el pandero ("luna de pergamino") que viene tocando Preciosa a través de un camino encharcado ("anfibio sendero") por las aguas del cercano mar.

El sonsonete del pandero ahuyenta el silencio de una tarde tranquila, haciéndole caer al mar en el que bulle la vida. Nada parece presagiar la cercanía de la tormenta: los carabineros duermen "vigilando" una colonia inglesa, mientras los peces son presentados como gitanos que juegan con caracolas y con ramas de pino. De pronto, se levanta un viento de tormenta, rasgado de relámpagos ("lenguas celestes", "estrellas bajas"); se escucha el rumor del mar, y sus olas son vistas metafóricamente como el fruncimiento del ceño de una superficie lisa hasta entonces. 

Toda la naturaleza reacciona al ser sacada de su sopor. Las nubes que ocultaban el sol hacen que los olivos palidezcan; el viento arranca sonidos, "las flautas de umbría" de los árboles y consigue que en las blancas rocas erosionadas se oiga el chocar de las olas ("el liso gong de la nieve"). Preciosa se siente perseguida por el caliente viento estival, convertido ante los ojos de su imaginación en el viejo sátiro al que una antigua mitología había atribuido el papel de violador de doncellas. 

La gitana se refugia en la casa del cónsul inglés quien en su duda de sí se encuentra ante una niña o ante una mujer, le ofrece leche y ginebra, a fin de que ella elija, para reponerse de su miedo, la bebida que prefiera. He aquí la encantadora ambigüedad de este romance: al final, el lector no sabe exactamente si a la niña (la ginebra no la bebe) le ha asustado la tormenta o la proyección de sus fantasías eróticas en el "viento hombrón" que le ha perseguido esgrimiendo la "espada caliente" de su falo. Una vez más el fuerte erotismo de la poesía lorquiana.


Preciosa y el aire

Su luna de pergamino
Preciosa tocando viene
por un anfibio sendero
de cristales y laureles.

El silencio sin estrellas,
huyendo del sonsonete,
cae donde el mar bate y canta
su noche llena de peces.

En los picos de la sierra
los carabineros duermen
guardando las blancas torres
donde viven los ingleses.

Y los gitanos del agua
levantan por distraerse,
glorietas de caracoolas y
ramas de pino verde.

*

Su luna de pergamino
Preciosa tocando viene.

Al verla se ha levantado
el viento que nunca duerme.

San Cristobalón desnudo,
lleno de lenguas celestes,
mira a la niña tocando
una dulce gaita ausente.

Niña, deja que levante
tu vestido para verte.

Abre en mis dedos antiguos
la rosa azul de tu vientre.

Preciosa tira el pandero
y corre sin detenerse.

El viento-hombrón la persigue
con una espada caliente.

Frunce su rumor el mar.

Los olivos palidecen.

Cantan las flautas de umbría
y el liso gong de la nieve.

¡Preciosa, corre, Preciosa,
que te coge el viento verde!

¡Preciosa, corre, Preciosa!

¡Míralo por donde viene!

Sátiro de estrellas bajas
con sus lenguas relucientes.

*
Preciosa, llena de miedo,
entra en la casa que tiene,
más arriba de los pinos,
el cónsul de los ingleses.

Asustados por los gritos
tres carabineros vienen,
sus negras capas ceñidas
y los gorros en las sienes.

El inglés da a la gitana
un vaso de tibia leche,
y una copa de ginebra
que Preciosa no se bebe.

Y mientras cuenta, llorando,
su aventura a aquella gente,
en las tejas de pizarra el
viento, furioso, muerde.


Ref: Basado en la Crítica de la Razón Literaria del Materialismo Filosófico de Gustavo Bueno; Mooc uvigo.

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