El
éxito de muchas obras literarias se debe a que muchas personas
inteligentes no las han leído. En el caso de Cervantes ocurre lo
contrario, muchas personas inteligentes no han leído a Cervantes y
eso ha tenido como consecuencia que no han tenido el éxito que
debieran. La española inglesa, obra que como otras muchas ya presenta
un oxímoron en su mismo título: hablar, a comienzos del siglo XVII,
de la española inglesa es muy contradictorio, sería como hablar
ahora de la estadounidense iraquí, (también se presta a hablar de
una española catalano-esquerra), algo complicado porque las
relaciones políticas entre España e Inglaterra eran muy difíciles
en esa época.
El
oxímoron es algo habitual en Cervantes: lo mismo que ocurre con el
Licenciado Vidriera: ninguna persona después de haber
estudiado mucho puede estar tan loca como para creerse de vidrio por
culpa de un membrillo; o como el Coloquio de los perros, dado
que los perros no pueden hablar; o en La Ilustre fregona, una
fregona no es ilustre, ya que en esos tiempos era imposible su
pertenencia a una clase social alta; o el caso de Las dos
doncellas, que ni eran doncellas ni eran dos, aunque las
protagonistas si fuesen dos. Quiero decir que Cervantes siempre va a
utilizar el lenguaje para expresar contradicciones que si no nos
fijamos un poco pueden pasar desapercibidas o despistarnos.
La
española inglesa
es la cuarta de las doce Novelas Ejemplares
de Cervantes. Representa el triunfo de la libertad humana frente a la
libertad religiosa y frente a la libertad política; el triunfo de la
libertad antropológica frente a la libertad teológica; el triunfo
de la razón frente a la religión y los grandes estados
absolutistas. Es una novela denominada de aventuras debido a la gran
cantidad de estos episodios que hay dentro de ella. Pero para hablar
de la aventura lo primero que hay que hacer es definir la aventura.
Podemos acudir al diccionario para saber que es la aventura, pero la
crítica literaria no se puede reducir solo al diccionario; la
literatura exige más de los que este dice. No podemos reducirla a
la interpretación lexicográfica, ni siquiera a una interpretación
filológica, porque no basta una sola ciencia para interpretar la
literatura. Hay que partir del lenguaje, pero hay que superar el
lenguje. El diccionario nos va a decir que la aventura es una empresa
arriesgada, un acontecimiento de hechos imprevisibles,
extraordinarios, es también un adulterio. Pero la novela que
tratamos no se limita a esto, sino que exige un conocimiento más
amplio. Podríamos decir que aventura es lo que le ocurre al
aventurero, que es una perogrullada, o se puede decir que aventura es
lo que le ocurre al protagonista del Asno de oro, que se
convierte en burro y vive como un burro de cuatro patas, de los que
comen hierba, toda la novela hasta el final que vuelve a ser quien
era. La crítica de la literatura consiste pues en interpretar las
ideas objetivadas formalmente, manejando no solo palabras sino
también ideas. Así la aventura es un experiencia humana o literaria
carente de una finalidad de la que seamos conscientes, la que no
somos dueños; una aventura es un despliegue de hechos cuya
consecuencia y desenlace no conocemos. La aventura arrastra al
aventurero.
La
tesis que sostiene Cervantes en La española inglesa es el
triunfo de la libertad humana frente a la religión y a la política,
que en este caso limitan la libertad humana, queriendo decir que
tanto la religión como la política deberían estar orientadas a
hacer la vida del ser humano mejor y no a convertirla en un drama o
una tragedia, y lo hace con un despliegue de aventuras más o menos
entretenidas. La aventura siempre discurre por un territorio habitado
por seres humanos; no existe en otros ámbitos, requiere la presencia
de seres humanos que interactúan frontalmente en la acción. La
aventura siempre carece de un final conocido de antemano, existiendo
una dialéctica entre el final de la aventura y la intención. Lo
mismo ocurre en la tragedia: Antigona solo pretende dar sepultura a
su hermano, violando la ley que impone Creonte de dar sepultura a los
traidores, y todo esto da lugar a que se suicide el hijo de Creonte,
prometido de Antigona, generando la tragedia; en el caso de Edipo
ocurre lo mismo, la intención es salvar a Tebas de la peste y sin
embargo es él el responsable de la peste porque ha matado a su padre
sin saberlo y sin quererlo. Por un lado está la intención y por
otro el resultado que siempre es desconocido; además la tragedia
solo es previsible cuando resulta inevitable; nadie se sube a un
avión si sabe que está averiado. Solo cuando la razón no es capaz
de evitar una desgracia, esa desgracia ocurre, siendo siempre la
tragedia un reto a la razón humana, un gol que destino cuela a la
razón. Cuando ocurre no es posible volver atrás. Nadie cuando
muere, resucita (salvo en el caso de los creyentes).
Todo
viaje programado se organiza, no se viaja a la aventura, responde un
itinerario definido, no se hace camino al andar, el camino ya está
fijado; necesita ademas unas estructuras de la sociedad, conocer a
donde vamos y lo que nos vamos a encontrar allí. La aventura es todo
lo contrario, es incertidumbre, no hay nada conocido, ni previsto. Un
viaje sin aventura suele ser lo normal (no se pierde el equipaje, no
se cae el avión al mar…). Un ejemplo de viaje sin aventura es el
que realiza el Licenciado Vidriera a Italia, es un viaje sin
incidentes, lo menos frecuente en la literatura, que solo suele
relatar los incidentes.
Si
hablamos del viaje a la aventura, lo primero que se necesita es que
alguien viaje sin saber a ciencia cierta dónde va. El viaje con
aventura es el que se da en La española inglesa, más bien un
viaje con innumerables aventuras. También ocurre este tipo de viajes
en el Persiles, es el modelo de la denominada novela bizantina o
novela de aventuras. El aventurero transita por caminos de dudosa
legalidad y con frecuencia no solo desconoce las consecuencias, sino
que las ignora, exponiendo su libertad a situaciones de riesgo
También
existe la aventura sin viaje, que es la que le ocurre a don Quijote.
Don Quijote nunca viaja a ninguna parte, sale de su casa a la
aventura, y va por cualquier sitio, “haciendo camino al andar”,
como buen aventurero; don Quijote es un autómata de la aventura,
allí donde él está se monta la aventura, si es una venta se le
ocurre que la ventera, una mujer desdentada, tuerta y maloliente es
una princesa que se enamora de él, generando una aventura erótica.
En
La española inglesa Cervantes que es un racionalista y un
ateo hace unas críticas a la religión y a la política absolutista.
La política es la administración del poder en el marco de un
estado, la organización estatal de la libertad de un pueblo (la
ideolgía que es una idea posterior a Cervantes, es el
contenido de lo que se habla en los bares, o lo que define a un grupo
social en su enfrentamiento con otro grupo social. La política es
superior a la ideología).
Según
la filosofía de Gustavo Bueno, el espacio antropológico del viaje
presenta tres ejes:
-
Eje circular: que nos remite a las relaciones que el ser humano
mantiene en una sociedad organizada políticamente (ir al médico,
ir a la universidad…) Los animales se pueden organizar
socialmente, pero nunca políticamente.
-
Eje radial, es el eje de la naturaleza que determina las relaciones
del ser humano con los espacios naturales. Un viaje a la luna
requiere una dimensión radial, una dimensión cósmica. El viaje de
Colon en el descubrimiento fue radial. Para él podía estar algo
reglado pero para muchos era totalmente desconocido, y no se
cumplieron sus previsiones al toparse en medio de su camino con un
continente que no existía geográficamente, ni para sus propios
habitantes que no sabían dónde vivían, ya que no estaba
cartografiado.
-
Eje angular que nos remite a las relaciones del ser humano con la
religión. Una peregrinación se hace en este eje. El viaje de Dante
y Virgilio en la Divina Comedia ya que recorren el más allá, un
espacio literariamente metafísico (nadie en su sano juicio lee la
Divina Comedia para hacer una prospección de lo que es el infierno,
no consiste en amueblar el más allá, sino que es una construcción
literaria que remite a un viaje por el ámbito de las creencias
religiosas articuladas en una teología conforme a la escolástica
medieval).
La
vida a veces se convierte en una aventura en cuanto al eje circular o
radial: los papeleos innecesarios, las normas desconocidas de un
determinado departamento, cuando hacemos algo que nada nos apetece.
Otras veces es una aventura porque nos vemos envueltos en un
incidente inesperado (robo, asesinato, atentado…), aventura, que
siempre te pilla por sorpresa y que no sabes cómo va a terminar. Las
religión o la política a veces convierten la vida del ser humano en
una aventura dramática o trágica. Esta es la tesis de La
española inglesa, donde Cervantes utiliza su arte para expresar
la idea del mundo en que vivía.
A
veces el aventurero lo es contra su deseo. La española inglesa
se inicia con el saqueo de Cádiz por la Armada inglesa. Un personaje
protagonista, llamado Clotaldo, secuestra a una niña de la
aristocracia arrebatándosela a sus padres. Clotaldo es un católico
virtuoso entre anglicanos, entregado a la rapiña entre católicos.
Una vez más las contradicciones a las que nos somete Cervantes, por
un lado se exalta la virtud del catolicismo y por otro nos dice que
es un delincuente (un católico como Dios manda no anda secuestrando
niñas ajenas). Catolicismo y anglicanismo son dos religiones
opuestas. El anglicanismo responde a la veleidad, al antojo de un
monarca inglés al que le niegan la posibilidad del divorcio e
inventa esta religión para legalizar su separación. Es una religión
a “doc”, para un individuo, que luego asumió todo un pueblo a
fin de marcar una diferencia respecto a los demás. Los irlandeses,
hablando la misma lengua, siguen otra religión simplemente para no
llevarse bien; otros pueblos lo hacen con la lengua. Es curioso que
en una época como la nuestra, que se exalta la solidaridad por todas
partes, nos empeñemos en el egoísmo colectivo marcando las
diferencias en nombre de la religión o de la lengua para
fastidiarnos la vida unos a otros (en principio fue la religión, hoy
continua en contados lugares; luego fue la raza entre judíos y
arios; y hoy en numerosos lugares es la lengua).
Siempre
hay cosas que pueden servir para joder la vida a los demás. Eso es
lo que nos dice Cervantes en esta novela: cómo el uso de la religión
y el uso de la política. Clotaldo, ladrón entre católicos, es un
hipócrita entre anglicanos porque finge una religión que en
realidad no profesa. Su superior el conde de Lester exige que se
devuelva a sus padres la niña raptada, pero la niña no aparece
porque él la oculta y la lleva a Inglaterra donde la da en adopción.
Además, rompe promesas de matrimonio que había dado a su hijo, al
que iba a casar con la chica robada, Isabela. Su hijo quería casarse
con ella, pero él quería casarlo con Clisterna una noble escocesa
(un protagonista muy poco ejemplar de una novela ejemplar). Son las
contradicciones con las que juega Cervantes: un católico que roba,
que secuestra niñas, que falta a la palabra dada, que vive entre
anglicanos engañándoles de su fe. Lo hace para sobrevivir, pero ya
el propio Agustín de Ipona, padre de la iglesia, decía que la
mentira no estaba justificada nunca, pero es que además va contra la
ética y la moral. Dice el narrador, “aficionado Clotaldo a la
hermosura de Isabela, aunque cristianamente...”, dando a entender
que el cristianismo tolera el secuestro, sentía un afecto cristiano
y se la arrebató a sus padres...
Recaredo,
el hijo de Clotaldo no renuncia jamás a su compromiso matrimonial
con Isabela, a pesar de que su padre le pone por delante a otra
pretendienta y le envenenan a su prometida hasta el punto de
convertirla en un auténtico monstruo y que está a punto de morir.
Recaredo hace creer a sus padres que muere asesinado entre Florencia
y los estados del Vaticano y nunca más vuelve a contactar con ellos.
De Roma se viene a España, no vuelve a Inglaterra (mucha gente hace
esto, se viene a España y nunca vuelve a Inglaterra).
La
reina de Inglaterra, había hecho comandante a Recaredo de una flota,
y le somete a una serie de pruebas, como saquear a los barcos
cristianos. Aventuras que él no desea, episodios que busca para
recuperar a su prometida. Recaredo se niega a atacar a los barcos
cristianos y busca a los musulmanes o a los otomanos. En su viaje
tiene un enfrentamiento con el conde Arnaldo, donde lo dan por
muerto, aunque como hemos dicho sobrevive. Después es capturado en
Argel, como Cervantes, por piratas berberiscos y lo llevan a un campo
de concentración. Tras su liberación por frailes trinitarios, como Cervantes, pero por una cantidad irrisoria, por muy poquito dinero,
que siendo un noble supone una degradación... Finalmente, tras
muchas peripecias, logra llegar a Cádiz segundos antes de que
Isabela entre en un convento, pudiendo casarse con ella. Es decir que,
a pesar de todos los obstáculos que la religión y la política han
vertido sobre la vida de este hombre, logra controlar el desenlace de
su vida y casarse con quien quiere, dando a la novela una solución
secular y no religiosa, como hubiera sido si Isabela entra
en el convento. Cervantes resalta una vez más lo importante que es
para la mujer la elección libre del conyuge y la solución
antropológica frente a la teológica, casándose con un ser humano y
no con Dios, tan frecuente en su época.
Recaredo
en su peregrinar recorre los tres ejes mencionados. En el circular,
polícamente hablando consigue logros, es un buen militar; en el
radial, recorre el mediterráneo y el atlántico, desconocidos para
él; y en el angular lleva a cabo una peregrinación a Roma con el
pretexto de posponer la boda que le imponen con Clisterna. La
preregrinación, como en el Persiles es una farsa, ya que el fin
no es religioso sino que está motivado por la astucia para dilatar o
disolver el compromiso que le imponen.
La
reina de Inglaterra de La española inglesa representa la
veleidad de quien ostenta el poder, el capricho, el absolutismo, el
autoritarismo benévolo, y al final es un personaje irrelevante.
Actúa de una manera que continuamente subvierte las normas del
estado que están para que las cumplan los demás, pero no la reina.
Propio de un estado absolutista, las normas son para los demás.
Isabela
vive su vida en tres cautiverios: el cautiverios domestico,
aristocrático con sus padres secuestradores donde es tratada como
una sirvienta; el cautiverio cortesano, en la corte de Inglaterra en
un ambiente palaciego donde la envenenan; y finalmente envenenada la
reina la manda a España pagando a unos intermediarios y llega a
Cádiz hecha una piltrafa humana, pero la española se recupera y,
espera siempre a Recaredo, que no llega. Agotados todos los plazos las
monjas la invitan a formar parte de su congregación donde ella opta
por un tercer cautiverio eclesiástico. Dice Cervantes “pero la
esperanza tiene nombre secular no religioso”, te llamaré esperanza
para no perderte nunca. Ella vivía esperando a Recaredo, comulgaba
pero esperando a Recaredo, todo lo hacía esperando a Recaredo. Hacía
todo con la razón teológica, pero pensando con la razón
antropológica. Es como Penélope, espera sentada en un banco a
Recaredo. A diferencia de Odiseo, aquí Recaredo llega a tiempo,
triunfando el amor humano frente a las imposiciones de la religión y
la política, el triunfo de la libertad secularizada.
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