En el prólogo de “Rebelión en la granja”, George Orwell escribía una frase digna de ser cincelada en el mármol: “si la libertad significa algo será, sobre todo, el derecho a decirle a la gente lo que no quiere oír”.

Cuando la leí por primera vez, pensé que tal frase podría ser un magnífico lema vital; y, siempre consideré siguiendo a Orwell que la misión de todo el que escribe no es halagar a nadie, sino desnudarse y más bien aguijonear al lector, incomodarlo, llegando incluso a molestar por escribir sobre cuestiones espinosas o sobre asuntos controvertidos. Hoy ya sé que esto es una empresa inútil y quimérica; y que, como todas las empresas inútiles y quiméricas, solo engendra a la postre melancolía. Esta melancolía se eleva exponencialmente cuando esa libertad, es manifestada en la redes sociales, pues al descubrir las ideas uno se convierte en blanco de los demás.

martes, 14 de julio de 2020

El viaje con aventura según La española inglesa


El éxito de muchas obras literarias se debe a que muchas personas inteligentes no las han leído. En el caso de Cervantes ocurre lo contrario, muchas personas inteligentes no han leído a Cervantes y eso ha tenido como consecuencia que no han tenido el éxito que debieran. La española inglesa, obra que como otras muchas ya presenta un oxímoron en su mismo título: hablar, a comienzos del siglo XVII, de la española inglesa es muy contradictorio, sería como hablar ahora de la estadounidense iraquí, (también se presta a hablar de una española catalano-esquerra), algo complicado porque las relaciones políticas entre España e Inglaterra eran muy difíciles en esa época.

El oxímoron es algo habitual en Cervantes: lo mismo que ocurre con el Licenciado Vidriera: ninguna persona después de haber estudiado mucho puede estar tan loca como para creerse de vidrio por culpa de un membrillo; o como el Coloquio de los perros, dado que los perros no pueden hablar; o en La Ilustre fregona, una fregona no es ilustre, ya que en esos tiempos era imposible su pertenencia a una clase social alta; o el caso de Las dos doncellas, que ni eran doncellas ni eran dos, aunque las protagonistas si fuesen dos. Quiero decir que Cervantes siempre va a utilizar el lenguaje para expresar contradicciones que si no nos fijamos un poco pueden pasar desapercibidas o despistarnos.

La española inglesa es la cuarta de las doce Novelas Ejemplares de Cervantes. Representa el triunfo de la libertad humana frente a la libertad religiosa y frente a la libertad política; el triunfo de la libertad antropológica frente a la libertad teológica; el triunfo de la razón frente a la religión y los grandes estados absolutistas. Es una novela denominada de aventuras debido a la gran cantidad de estos episodios que hay dentro de ella. Pero para hablar de la aventura lo primero que hay que hacer es definir la aventura.

Podemos acudir al diccionario para saber que es la aventura, pero la crítica literaria no se puede reducir solo al diccionario; la literatura exige más de los que este dice. No podemos reducirla a la interpretación lexicográfica, ni siquiera a una interpretación filológica, porque no basta una sola ciencia para interpretar la literatura. Hay que partir del lenguaje, pero hay que superar el lenguje. El diccionario nos va a decir que la aventura es una empresa arriesgada, un acontecimiento de hechos imprevisibles, extraordinarios, es también un adulterio. Pero la novela que tratamos no se limita a esto, sino que exige un conocimiento más amplio. Podríamos decir que aventura es lo que le ocurre al aventurero, que es una perogrullada, o se puede decir que aventura es lo que le ocurre al protagonista del Asno de oro, que se convierte en burro y vive como un burro de cuatro patas, de los que comen hierba, toda la novela hasta el final que vuelve a ser quien era. La crítica de la literatura consiste pues en interpretar las ideas objetivadas formalmente, manejando no solo palabras sino también ideas. Así la aventura es un experiencia humana o literaria carente de una finalidad de la que seamos conscientes, la que no somos dueños; una aventura es un despliegue de hechos cuya consecuencia y desenlace no conocemos. La aventura arrastra al aventurero.

La tesis que sostiene Cervantes en La española inglesa es el triunfo de la libertad humana frente a la religión y a la política, que en este caso limitan la libertad humana, queriendo decir que tanto la religión como la política deberían estar orientadas a hacer la vida del ser humano mejor y no a convertirla en un drama o una tragedia, y lo hace con un despliegue de aventuras más o menos entretenidas. La aventura siempre discurre por un territorio habitado por seres humanos; no existe en otros ámbitos, requiere la presencia de seres humanos que interactúan frontalmente en la acción. La aventura siempre carece de un final conocido de antemano, existiendo una dialéctica entre el final de la aventura y la intención. Lo mismo ocurre en la tragedia: Antigona solo pretende dar sepultura a su hermano, violando la ley que impone Creonte de dar sepultura a los traidores, y todo esto da lugar a que se suicide el hijo de Creonte, prometido de Antigona, generando la tragedia; en el caso de Edipo ocurre lo mismo, la intención es salvar a Tebas de la peste y sin embargo es él el responsable de la peste porque ha matado a su padre sin saberlo y sin quererlo. Por un lado está la intención y por otro el resultado que siempre es desconocido; además la tragedia solo es previsible cuando resulta inevitable; nadie se sube a un avión si sabe que está averiado. Solo cuando la razón no es capaz de evitar una desgracia, esa desgracia ocurre, siendo siempre la tragedia un reto a la razón humana, un gol que destino cuela a la razón. Cuando ocurre no es posible volver atrás. Nadie cuando muere, resucita (salvo en el caso de los creyentes).

Todo viaje programado se organiza, no se viaja a la aventura, responde un itinerario definido, no se hace camino al andar, el camino ya está fijado; necesita ademas unas estructuras de la sociedad, conocer a donde vamos y lo que nos vamos a encontrar allí. La aventura es todo lo contrario, es incertidumbre, no hay nada conocido, ni previsto. Un viaje sin aventura suele ser lo normal (no se pierde el equipaje, no se cae el avión al mar…). Un ejemplo de viaje sin aventura es el que realiza el Licenciado Vidriera a Italia, es un viaje sin incidentes, lo menos frecuente en la literatura, que solo suele relatar los incidentes.

Si hablamos del viaje a la aventura, lo primero que se necesita es que alguien viaje sin saber a ciencia cierta dónde va. El viaje con aventura es el que se da en La española inglesa, más bien un viaje con innumerables aventuras. También ocurre este tipo de viajes en el Persiles, es el modelo de la denominada novela bizantina o novela de aventuras. El aventurero transita por caminos de dudosa legalidad y con frecuencia no solo desconoce las consecuencias, sino que las ignora, exponiendo su libertad a situaciones de riesgo

También existe la aventura sin viaje, que es la que le ocurre a don Quijote. Don Quijote nunca viaja a ninguna parte, sale de su casa a la aventura, y va por cualquier sitio, “haciendo camino al andar”, como buen aventurero; don Quijote es un autómata de la aventura, allí donde él está se monta la aventura, si es una venta se le ocurre que la ventera, una mujer desdentada, tuerta y maloliente es una princesa que se enamora de él, generando una aventura erótica.

En La española inglesa Cervantes que es un racionalista y un ateo hace unas críticas a la religión y a la política absolutista. La política es la administración del poder en el marco de un estado, la organización estatal de la libertad de un pueblo (la ideolgía que es una idea posterior a Cervantes, es el contenido de lo que se habla en los bares, o lo que define a un grupo social en su enfrentamiento con otro grupo social. La política es superior a la ideología).


Según la filosofía de Gustavo Bueno, el espacio antropológico del viaje presenta tres ejes:
  • Eje circular: que nos remite a las relaciones que el ser humano mantiene en una sociedad organizada políticamente (ir al médico, ir a la universidad…) Los animales se pueden organizar socialmente, pero nunca políticamente.
  • Eje radial, es el eje de la naturaleza que determina las relaciones del ser humano con los espacios naturales. Un viaje a la luna requiere una dimensión radial, una dimensión cósmica. El viaje de Colon en el descubrimiento fue radial. Para él podía estar algo reglado pero para muchos era totalmente desconocido, y no se cumplieron sus previsiones al toparse en medio de su camino con un continente que no existía geográficamente, ni para sus propios habitantes que no sabían dónde vivían, ya que no estaba cartografiado.
  • Eje angular que nos remite a las relaciones del ser humano con la religión. Una peregrinación se hace en este eje. El viaje de Dante y Virgilio en la Divina Comedia ya que recorren el más allá, un espacio literariamente metafísico (nadie en su sano juicio lee la Divina Comedia para hacer una prospección de lo que es el infierno, no consiste en amueblar el más allá, sino que es una construcción literaria que remite a un viaje por el ámbito de las creencias religiosas articuladas en una teología conforme a la escolástica medieval).
La vida a veces se convierte en una aventura en cuanto al eje circular o radial: los papeleos innecesarios, las normas desconocidas de un determinado departamento, cuando hacemos algo que nada nos apetece. Otras veces es una aventura porque nos vemos envueltos en un incidente inesperado (robo, asesinato, atentado…), aventura, que siempre te pilla por sorpresa y que no sabes cómo va a terminar. Las religión o la política a veces convierten la vida del ser humano en una aventura dramática o trágica. Esta es la tesis de La española inglesa, donde Cervantes utiliza su arte para expresar la idea del mundo en que vivía.

A veces el aventurero lo es contra su deseo. La española inglesa se inicia con el saqueo de Cádiz por la Armada inglesa. Un personaje protagonista, llamado Clotaldo, secuestra a una niña de la aristocracia arrebatándosela a sus padres. Clotaldo es un católico virtuoso entre anglicanos, entregado a la rapiña entre católicos. Una vez más las contradicciones a las que nos somete Cervantes, por un lado se exalta la virtud del catolicismo y por otro nos dice que es un delincuente (un católico como Dios manda no anda secuestrando niñas ajenas). Catolicismo y anglicanismo son dos religiones opuestas. El anglicanismo responde a la veleidad, al antojo de un monarca inglés al que le niegan la posibilidad del divorcio e inventa esta religión para legalizar su separación. Es una religión a “doc”, para un individuo, que luego asumió todo un pueblo a fin de marcar una diferencia respecto a los demás. Los irlandeses, hablando la misma lengua, siguen otra religión simplemente para no llevarse bien; otros pueblos lo hacen con la lengua. Es curioso que en una época como la nuestra, que se exalta la solidaridad por todas partes, nos empeñemos en el egoísmo colectivo marcando las diferencias en nombre de la religión o de la lengua para fastidiarnos la vida unos a otros (en principio fue la religión, hoy continua en contados lugares; luego fue la raza entre judíos y arios; y hoy en numerosos lugares es la lengua).

Siempre hay cosas que pueden servir para joder la vida a los demás. Eso es lo que nos dice Cervantes en esta novela: cómo el uso de la religión y el uso de la política. Clotaldo, ladrón entre católicos, es un hipócrita entre anglicanos porque finge una religión que en realidad no profesa. Su superior el conde de Lester exige que se devuelva a sus padres la niña raptada, pero la niña no aparece porque él la oculta y la lleva a Inglaterra donde la da en adopción. Además, rompe promesas de matrimonio que había dado a su hijo, al que iba a casar con la chica robada, Isabela. Su hijo quería casarse con ella, pero él quería casarlo con Clisterna una noble escocesa (un protagonista muy poco ejemplar de una novela ejemplar). Son las contradicciones con las que juega Cervantes: un católico que roba, que secuestra niñas, que falta a la palabra dada, que vive entre anglicanos engañándoles de su fe. Lo hace para sobrevivir, pero ya el propio Agustín de Ipona, padre de la iglesia, decía que la mentira no estaba justificada nunca, pero es que además va contra la ética y la moral. Dice el narrador, “aficionado Clotaldo a la hermosura de Isabela, aunque cristianamente...”, dando a entender que el cristianismo tolera el secuestro, sentía un afecto cristiano y se la arrebató a sus padres...

Recaredo, el hijo de Clotaldo no renuncia jamás a su compromiso matrimonial con Isabela, a pesar de que su padre le pone por delante a otra pretendienta y le envenenan a su prometida hasta el punto de convertirla en un auténtico monstruo y que está a punto de morir. Recaredo hace creer a sus padres que muere asesinado entre Florencia y los estados del Vaticano y nunca más vuelve a contactar con ellos. De Roma se viene a España, no vuelve a Inglaterra (mucha gente hace esto, se viene a España y nunca vuelve a Inglaterra).

La reina de Inglaterra, había hecho comandante a Recaredo de una flota, y le somete a una serie de pruebas, como saquear a los barcos cristianos. Aventuras que él no desea, episodios que busca para recuperar a su prometida. Recaredo se niega a atacar a los barcos cristianos y busca a los musulmanes o a los otomanos. En su viaje tiene un enfrentamiento con el conde Arnaldo, donde lo dan por muerto, aunque como hemos dicho sobrevive. Después es capturado en Argel, como Cervantes, por piratas berberiscos y lo llevan a un campo de concentración. Tras su liberación por frailes trinitarios, como Cervantes, pero por una cantidad irrisoria, por muy poquito dinero, que siendo un noble supone una degradación... Finalmente, tras muchas peripecias, logra llegar a Cádiz segundos antes de que Isabela entre en un convento, pudiendo casarse con ella. Es decir que, a pesar de todos los obstáculos que la religión y la política han vertido sobre la vida de este hombre, logra controlar el desenlace de su vida y casarse con quien quiere, dando a la novela una solución secular y no religiosa, como hubiera sido si Isabela entra en el convento. Cervantes resalta una vez más lo importante que es para la mujer la elección libre del conyuge y la solución antropológica frente a la teológica, casándose con un ser humano y no con Dios, tan frecuente en su época.

Recaredo en su peregrinar recorre los tres ejes mencionados. En el circular, polícamente hablando consigue logros, es un buen militar; en el radial, recorre el mediterráneo y el atlántico, desconocidos para él; y en el angular lleva a cabo una peregrinación a Roma con el pretexto de posponer la boda que le imponen con Clisterna. La preregrinación, como en el Persiles es una farsa, ya que el fin no es religioso sino que está motivado por la astucia para dilatar o disolver el compromiso que le imponen.

La reina de Inglaterra de La española inglesa representa la veleidad de quien ostenta el poder, el capricho, el absolutismo, el autoritarismo benévolo, y al final es un personaje irrelevante. Actúa de una manera que continuamente subvierte las normas del estado que están para que las cumplan los demás, pero no la reina. Propio de un estado absolutista, las normas son para los demás.

Isabela vive su vida en tres cautiverios: el cautiverios domestico, aristocrático con sus padres secuestradores donde es tratada como una sirvienta; el cautiverio cortesano, en la corte de Inglaterra en un ambiente palaciego donde la envenenan; y finalmente envenenada la reina la manda a España pagando a unos intermediarios y llega a Cádiz hecha una piltrafa humana, pero la española se recupera y, espera siempre a Recaredo, que no llega. Agotados todos los plazos las monjas la invitan a formar parte de su congregación donde ella opta por un tercer cautiverio eclesiástico. Dice Cervantes “pero la esperanza tiene nombre secular no religioso”, te llamaré esperanza para no perderte nunca. Ella vivía esperando a Recaredo, comulgaba pero esperando a Recaredo, todo lo hacía esperando a Recaredo. Hacía todo con la razón teológica, pero pensando con la razón antropológica. Es como Penélope, espera sentada en un banco a Recaredo. A diferencia de Odiseo, aquí Recaredo llega a tiempo, triunfando el amor humano frente a las imposiciones de la religión y la política, el triunfo de la libertad secularizada.


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