En el prólogo de “Rebelión en la granja”, George Orwell escribía una frase digna de ser cincelada en el mármol: “si la libertad significa algo será, sobre todo, el derecho a decirle a la gente lo que no quiere oír”.

Cuando la leí por primera vez, pensé que tal frase podría ser un magnífico lema vital; y, siempre consideré siguiendo a Orwell que la misión de todo el que escribe no es halagar a nadie, sino desnudarse y más bien aguijonear al lector, incomodarlo, llegando incluso a molestar por escribir sobre cuestiones espinosas o sobre asuntos controvertidos. Hoy ya sé que esto es una empresa inútil y quimérica; y que, como todas las empresas inútiles y quiméricas, solo engendra a la postre melancolía. Esta melancolía se eleva exponencialmente cuando esa libertad, es manifestada en la redes sociales, pues al descubrir las ideas uno se convierte en blanco de los demás.

domingo, 6 de marzo de 2016

Patria

Fernando Aramburu radiografía treinta años de violencia en Euskadi entretejiendo las vidas de dos familias a las que un atentado de ETA situa a un lado y otro de las certezas y la ideología. Patria es un impresionante testimonio de la vida -si es que eso es vida-, en un pueblo de Euskadi de profundo abertzalismo en los alrededores de Donosti. Muchas situaciones de las que aquí se cuentan las hemos vivido los que hemos estado cerca del País Vasco o conviviendo con vascos, o de alguna manera hemos sentido en nuestra proximidad las acciones de la banda terrorista.

Patria tiene la virtud de ser algo más que una historia; es más que una novela. Son ciento ventitres artículos/capítulos que, como en “Rayuela” podríamos ordenar de diferente manera y el resultado sería el mismo. Es un encuentro con el dolor, la injusticia, el engaño, la traición, la amistad, la convicción, el perdón, el destino... Sobre todo es ese miedo a que te señalen, y ese “stasiano” dedo insinúe que no eres de la tribú. Es ese sentir y ese mirar con los ojos tapados por ese miedo que, por el adoctrinamiento, la deformación de la historia y la creencia de una superirioridad moral, te lleva a la convicción de que aquel que no sea de los nuestros resulta insalvable; y que para ser de los nuestros, no basta con haber nacido aquí, ni ser honrado, ni trabajador, ni pagar impuestos, ni dar trabajo y enriquecer tu tierra, ni siquiera acaparar todas esas cualidades juntas.

Patria es una acertada reflexión sobre la contingencia de la condición humana en situaciones extremas. Porque Patria en realidad no es una historia circunscrita a unos hechos y un territorio, ETA y el País Vasco; Patria es la parte de nosotros de la que no nos podemos desprender. Individualmente, no todos reaccionamos de igual forma, pero en esas situaciones de hostigamiento social donde la tribu te vigila y te exige, irremediablemente, siempre aparecen los demonios. Literariamente, Aramburu no es Atxaga, pero Patria se deja entender por todos, no exige conocimientos previos para ver el problema de ETA, el tremendo conflicto de vida del País Vasco

En la novela se habla de la lucha armada y el encarcelamiento de sus héroes, de la hipócrita ocultación de sus víctimas, del más que dudoso papel de la iglesia católica, de la importancia de la cuadrilla para socializar. En definitiva, lo que durante 40 años se vivió en el País Vasco y que socialmente no acaba de terminar. A medida que vas leyendo te das cuenta de los ocultos deseos de los personajes, de los miedos que sienten, de la lucha por seguir viviendo a pesar de esa losa que los aplasta, de búsqueda del perdón, etc.

Me gustaría saber cuál es la intención que animó a Aramburu a escribir Patria. Qué más da... Hacer comparaciones entre lo que se propuso y el resultado obtenido sería una tarea inútil. Como se aprecia en las anteriores lineas, aquí se alaba el resultado, pero otra cosa son las intenciones. A los que hemos vivido de cerca el problema que se plantea en la novela, inevitablemente nos surge una duda, una incomprensión, cuando las ocultas intenciones del escritor se sustituyen por efusiones emocionales y psicológicas, además de ideológicas y políticas.

Ya he insinuado algo sobre la calidad literaria, por la que creo pasaría desapercibida de no concitar entre sus páginas la temática mencionada con los equilibrios precisos. Como literatura buena, un equilibrista menos hábil, como es Bernardo Atxaga, para mí, le supera en todas sus obras. Quizás otro, con toda su razón dirá todo lo contrario. Atxaga, que escribe una literatura más programática que Aramburu, ha dicho que en unos años la gente de ETA estará en el poder y eso se verá con normalidad... Bueno, la verdad es que así lo creo yo, pero pienso que no lo veré con tanta normalidad.

He leído unos comentarios positivos de la novela de  un vasco que no sé muy bien quién es, pero que para él, los buenos son los que para mi son los malos, y esto me ha hecho reflexionar sobre la intención del autor… Sospecho que, como en el conflicto, hay dos formas muy diferenciadas de verlo, y Aramburu, ha considerado los dos tipos de lectores a los que dirigía la novela, y eso no me parece buena señal, ni ideológica, ni literaria, porque el autor debe desnudar su alma con las ambigüedades que requiere la ficción, pero sin equilibrios. Y no creo que, tras su lectura, haya muchas conversiones, sino, al contrario: los bloques enfrentados ideológicamente, antes de leer la novela, seguirán situándose en el mismo lado después de leerla, y, desgraciadamente, seguirán sin aceptar que una novela pueda estar bien escrita si va en contra del propio pensamiento. O al revés, claro.

Defender la calidad de una novela porque defiende lo mismo que yo pienso, sigue siendo un criterio tan humano como peligroso para la salud del lector que la defiende y de la literatura misma. Que un escritor consiga que el lector sienta afinidad o repugnancia por un personaje es, qué duda cabe, un acierto literario. Y Aramburu, por las respuestas producidas en sus seguidores y detractores, lo ha conseguido plenamente, pero un buen texto ha de cultivar los matices puestos en escena gracias a la ambigüedad literaria y ante la cual el lector se ve obligado a reflexionar y decidirse por sí mismo. Este ámbito de la libertad del lector no existe en Patria, porque el autor no lo permite. Al final, unos y otros, se identifican con los buenos que se supone son como tú, y desprecias a los malos porque son tu antítesis.


2 comentarios:

  1. La serie basada en la novela ‘Patria. https://comoqueporque.es/aluvion-de-solicitudes-de-baja-de-hbo-por-equiparar-asesinos-de-eta-con-victimas/?utm_source=gravitec&utm_medium=push&utm_campaign=

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  2. Con gusto he leído este artículo que me lleva a cuándo leí el libro al que siguió no mucho después LOS VENCEJOS.
    Dices..." en unos años la gente de ETA estará en el poder y eso se verá con normalidad"...esos años ya llegaron en cuestión de días...

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