En el prólogo de “Rebelión en la granja”, George Orwell escribía una frase digna de ser cincelada en el mármol: “si la libertad significa algo será, sobre todo, el derecho a decirle a la gente lo que no quiere oír”.

Cuando la leí por primera vez, pensé que tal frase podría ser un magnífico lema vital; y, siempre consideré siguiendo a Orwell que la misión de todo el que escribe no es halagar a nadie, sino desnudarse y más bien aguijonear al lector, incomodarlo, llegando incluso a molestar por escribir sobre cuestiones espinosas o sobre asuntos controvertidos. Hoy ya sé que esto es una empresa inútil y quimérica; y que, como todas las empresas inútiles y quiméricas, solo engendra a la postre melancolía. Esta melancolía se eleva exponencialmente cuando esa libertad, es manifestada en la redes sociales, pues al descubrir las ideas uno se convierte en blanco de los demás.

sábado, 19 de julio de 2014

Asado de pollo de la tata

Ingrediente para cuatro personas:

Un buen trozo de pollo por persona
Quince o veinte granos de pimienta negra
Un pimiento rojo seco
Un buen trozo de puerro
Una cebolla
Un tomate
Una zanahoria
Una hoja de laurel
Tres dientes de ajo enteros
Un vaso de vino blanco seco
Si es temporada un par de alcachofas en cuatro trozos
Dos patatas
Un vaso de agua
Aceite de oliva del bueno
Curcuma, azafran y una pizca de sal.


Preparación:


En una cacerola o sartén honda doramos el pollo por las dos partes en poco aceite. Ya dorado, con el fuego bajo, vamos añadiendo en este orden: la pimienta, el laurel, los ajos, la zanahoria cortada en cuatro trozos, la cebolla partida por la mitad, el trozo de puerro, el pimiento rojo, el tomate entero, las alcachofas y la sal. Movemos un poco, subimos el fuego y le ponemos el vaso de vino y la cúrcuma. Dejamos hervir.
Mientras pierde el alcohol doramos las patatas, cortadas en cuadros, en abundante aceite y con el fuego fuerte. En el momento que vemos que han cogido color, aunque no estén hechas las sacamos y las escurrimos.
Cuando consideremos que el vino ha perdido el alcohol le añadimo un vaso de agua y al comenzar a hervir de nuevo añadimos las patatas y el azafrán.
Bajamo el fuego, dejamos reducir un poco hasta que las patatas estén blandas. Apagamos y dejamos reposar con la tapadera puesta.

Presentación:

Suelo presentarlo como plato único acompañado del arroz mejicano que me enseñó Encarni. Al centro, para los cuatro, una ensalada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario