En el prólogo de “Rebelión en la granja”, George Orwell escribía una frase digna de ser cincelada en el mármol: “si la libertad significa algo será, sobre todo, el derecho a decirle a la gente lo que no quiere oír”.

Cuando la leí por primera vez, pensé que tal frase podría ser un magnífico lema vital; y, siempre consideré siguiendo a Orwell que la misión de todo el que escribe no es halagar a nadie, sino desnudarse y más bien aguijonear al lector, incomodarlo, llegando incluso a molestar por escribir sobre cuestiones espinosas o sobre asuntos controvertidos. Hoy ya sé que esto es una empresa inútil y quimérica; y que, como todas las empresas inútiles y quiméricas, solo engendra a la postre melancolía. Esta melancolía se eleva exponencialmente cuando esa libertad, es manifestada en la redes sociales, pues al descubrir las ideas uno se convierte en blanco de los demás.

martes, 14 de julio de 2020

La Señora Cornelia. Qué es la libertad y para qué sirve.


Federico II de Prusia dijo: “Mis vasallos y yo hemos llegado a un acuerdo: ellos dicen lo que quieren y yo hago lo que me da la gana”. Es esta una idea de libertad profundamente protestante, erasmista, para quienes la libertad está apoyada en la conciencia, una libertad de pensamiento, de sentimiento. Así alguien puede sentirse libre trabajando en un campo de concentración, porque el trabajo libera al ser humano; una libertad insoluble en el catolicismo, donde la libertad ha de objetivarse en un sistema normativo. Conceptos, como se ve, muy difertentes.

Aquí partimos de la idea de que la libertad no es cuestión solo de palabras, sino ante todo de hechos. La libertad no es una cuestión filológica, sino ontológica. Los problemas relacionados con la libertad no se resuelve hablando, se resuelven sobre la base de unos hechos objetivados en el ordenamiento jurídico: unas normas que dicen qué se puede hacer, qué no se puede hacer, y por qué.

En La Señora Cornelia, novela de ambiente cortesano en la Italia del Renacimiento, la protagonista, sin estar casada da a luz a un niño. La señora Cornelia Bentibolli no solo es madre soltera, es además madre furtiva: ha dado a luz y solo lo sabe sus asistenta, y en un momento dado, su supuesto prometido que es el Duque de Ferrara. Esta señora de la alta sociedad de Bolonia es huérfana y se ha criado junto a su hermano Lorenzo que está dispuesto a proteger su honor por medio de la sangre. Es un tema muy común en la literatura española del siglo de oro, que suele resolver estos asuntos con boda, con el convento, o con la muerte (como ocurre een el Alcalde de Zalamea, de Calderón). No se contempla otra alternativa.

Pero Cervantes no resuelve los problemas matando, busca otras alternativas para el ejercicio de la libertad (recuérdese a la pastora Marcela). La vida de la señora Cornelia se cruza con dos nobles españoles que estudian en la ciudad. Uno de ellos Juan de Gamboa, es apelado en plena calle y le dejan en su brazos un niño recién nacido, desapareciendo de inmediato la persona que se lo entrega. Don Juan lo lleva a la casa donde viven con su amigo don Antonio, quien se ha tropezado con Cornelia y la ha llevado también a la casa. Los caballeros españoles, vizcaínos por más señas, van a buscar una solución en la que la sangre no llegue al río, nada fácil en una sociedad donde los enfrentamientos en duelo es lo común para resolver conflictos.

La novela plantea la búsqueda de una solución racional a un conflicto que puede acabar en drama, pero, cervantinamente, nunca en tragedia. No se descarta la violencia pero sería el último recurso. Cervantes no es Calderón que dice que “no hay más fortuna que Dios”; Cervantes dice que cada cual se fabrica su destino, sustituyendo la idea de Dios por la razón antroplógica, donde lo primero es intentar resolver los conflictos pacíficamente, pero sin descartar la violencia como último recurso.

Don Juan y don Antonio tratan de buscar una solución pacífica. Con la información de la que cuentan, contrastan la posibilidad de ejercer la libertad, frente al determinismo que representa el código del honor, que le exige al hermano el ajuste de cuentas. Los españoles quieren resolver el problema con la razón, encontrado además para ello una relación afectiva entre el duque y Cornelia.

Dice Gustavo Bueno en “El sentido de la vida”: La libertad cuando se ejerce nunca es sin causa. La libertad ha de estar razonada o motivada por una causa que la fundamente; nadie actúa en libertad si no hay causa y un fin. Cuando Lenin pregunta, ¿libertad, para qué?, está sustantivando la libertad en aquello que podemos hacer.

La Señora Cornelia puede considerarse el origen de la novela perspectivista, movimiento que se le asocia a Ramón Pérez de Ayala en 1914, pero que en realidad Cervantes fue el precursor. Los hechos están planteados desde la perspectiva de los cinco personajes principales de la novela, una versión narrativa por cada uno:
  • Don Juan de Gamboa que recibe al niño en medio de la noche y su primera preocupación es alimentar y proteger al niño para después resolver el conflicto.
  • Don Antonio que encuentra al la madre en mal estado y la socorre.
  • Lorenzo que lo que le preocupa el el honor de su hermana.
  • Cornelia que presenta sus problemas con una total falta de libertad ante los hechos y un temor por la conclusión.
  • Y el duque de Ferrara, con una actitud dubitativa.

Cinco personajes, cinco versiones: es pues la primera novela perspectivista de la literatura mundial. Una vez más Cervantes en la vanguardia de todas la vanguardias.

Los dos personajes españoles representa la razón: en este sentido la novela es muy hispánica, los que razonan son los españoles frente a los italianos que se han metido en una situación que no saben controlar, que de haber actuado habrían arruinado la vida de Cornelia. Si la obra no acaba en tragedia es por los españoles que resuelven el conflicto. Cervantes plantea que una solución racional, mejor que el uso del código del honor.

Ya hemos dicho que no hay libertad sin causa, no hay posibilidad de elección sin causa, cuando elegimos lo hacemos por una causa, con una intención y con una finalidad. ¿Por qué razones el duque no se casa con Cornelia? Alude una razón un tanto ridícula, no quiere contrariar a su madre que quiere que se case con una aristócrata. En la Italia del siglo de oro las madres mandaban mucho y el duque le tiene más miedo, temor o respeto a su madre que a su futuro cuñado que sabe que le busca espada en mano. El racionalismo de los caballeros españoles va a detener la tragedia que parece se les viene encima, elogiando el autor a la hispanidad desde la cual se alcanza un racionalismo que difícilmente puede alcanzarse desde fuera de esta. Al respecto le dice Cornelia a su bebe al que han separado de ella:

¡aquí me veo sin ti encerrada y en poder que, a no saber que es de gentileshombres españoles, el temor de perder mi honestidad me hubiera quitado la vida!”
Y más adelante le dice a los caballeros españoles.
...me prometo todo aquello que de la cortesía española puedo prometerme, y más de la vuestra, que la sabréis realzar por ser tan nobles como parecéis.”; “… llevando un español a mi lado, haré cuenta que llevo en mi guarda los ejércitos de Jerjes. Mucho os pido, pero a más obliga la deuda de responder a lo que la fama de vuestra nación pregona.”

La España real de la época, frente a lo que era la leyenda negra, surgida precisamente en Italia y que se potenciaría en las imprentas de Holanda, que invirtió gran parte de su producto interior en hacer propaganda contra España, como afirma Ivan Pérez en su libro sobre La leyenda negra.

Define Gustavo Bueno la libertad como la lucha por el poder para liderar a los demás. Haremos aquí una definición más modesta diciendo que libertad es aquello que los demás nos dejan hacer. Los filósofos saben muy bien lo que es la libertad, pero parece ser que los filólogos lo desconocen. Pensando en los filólogos hablaremos de libertad, y basamos esta idea en tres declinaciones:
  1. Libertad genitiva. Explica o precisa el significado de libertad.
    Es la libertad de hacer cosas. Designa el poder, atribución que una persona tiene para hacer algo sin tener en cuenta las consecuencias. En la sabana la libertad dativa del león es muy superior a la que tiene la cebra; es el más fuerte el que ostenta mayor libertad (por eso me parece tan cursi, tan ridícula la frase esa que repiten algunos “quisiera ser civilizado como los animales).
  2. Libertad dativa. Designa el beneficio o perjuicio de ejercer la libertad. Pretende conseguir algo. Ahora podemos preguntarnos, respecto a esta libertad, ¿libertad para qué? Al usarla nos puede dar fama, ser considerado un héroe, pero también puede ser muy negativa para nuestros intereses. Se articula en un contexto en que ya la fuerza física no es todo; implica poseer la libertad genitiva “de hacer”, porque no se puede “conseguir algo” si no se tiene la voluntad y los recursos para hacer algo, pero tiene en cuenta al adversario (el león lo tiene fácil con la cebra, pero si el adversario es un cazador con un rifle…).
  3. Libertad ablativa. Designa las limitaciones que tenemos para ejercer la libertad.
    Supone un reconocimiento de la confrontación. La limitación de la libertad es algo que articula el estado en las sociedades modernas, donde la política es la organización del poder que articula la libertad. A cada ser humano, en relación al escalafón donde está situado, le corresponde unas posibilidades de ejercer el poder, de asumir el poder o de obedecer el poder que ejercen otros. En esa posición podemos tener la libertad física (dativa) para hacer cosas, pero ablativamente estar impedido para hacerlas. El estado con sus normas y procedimientos regula el ejercicio de la libertad (no es cuestión que yo tenga o no derecho a decidir, se tendrá derecho con respecto a la normativa del estado en que se viva. Si un estado deja de ejercer su facultad ablativa en cuanto a la libertad, pierde la organización del poder).
    También puede haber individuos que nos limiten la libertad (puede haber alguien con quien no queramos, por la causa que sea, encontrarnos, que limite nuestra libertad de movimiento; puede haber alguien que nos intimide, nos presione o nos acose -ocurre en Rinconete y Cortadillo, que un grupo de delincuentes intimida a los ciudadanos de Sevilla.

En la intención del que actúa no hay libertad sin causa, siempre tiene una motivación y una finalidad, una teleología. Lo contrario de la libertad no es la esclavitud, es la impotencia de no poder hacer nada; la libertad solo se ejerce si hay una determinación para actuar. En la novela, Lorenzo Mendigori, está determinado a actuar según el código del honor, por el contrario, es el racionalismo quien provoca la determinación de actuar por parte de los caballeros españoles. Cervantes muestra una vez más su pensamiento contemporáneo, alejado de las ideas de su tiempo: no se bate en duelo como haría Calderón si hubiera creado el personaje.

Podemos explicar la libertad según en los tres ejes del espacio antropológico de Gustavo Bueno:
Eje circular o político, en el que los seres humanos se relacionan imponiéndose mutuamente sus libertades.
Eje radial, como algo que corresponde a la naturaleza y donde no podemos intervenir (no podemos empujar a la tierra para que gire más de prisa, ni podemos hacer que los días sean de treinta horas).
Eje angular, desde el punto de vista de las creencias religiosas. En el caso del protestantismo que considera que hay un determinismo providencialista que el ser humano no puede cambiar, es Dios quien actúa y por él ocurre todo. El catolicismo sin embargo considera que el ser humano puede escoger entre el bien y el mal, y en función de su libertad de escoger será premiado o castigado. En el protestantismo la libertad está anulada por la predestinación divina, no importan sus obras.

Desde el punto de vista del materialismo filosófico, en el eje circular del espacio antropológico, consideramos como sujeto operatorio de la libertad al ser humano y conociendo la influencia o limitaciones que impone la naturaleza, así como la influencia de la idea de Dios en parte de los seres humanos, a quienes determina en su comportamiento.

En la literatura, con frecuencia nos encontramos con personajes que tienen una idea de la libertad diferente al de la época en la que operan. ¿Por qué tarda tanto Hamlet en matar a su tío Claudio?, ¿por qué ese permanente debate del “ser o no ser” en un hombre de acción? Ser lo que me obligan a ser y no quiero ser, o ser lo que quiero ser y no debo ser. Porque su conciencia está inmersa en un debate moral trascendente en virtud del cual se le exige conforme al código del honor vengar la muerte de su padre y su conciencia le advierte de una solución racional del conflicto, en virtud de la cual su tío sea juzgado conforme a derecho. Rechaza asumir una idea de libertad que no le gusta; todo el teatro de Shakespeare está lleno de estos personajes nihilistas. Ocurre con Ricardo III, que niega todos los criterios de libertad de su época y considera que tiene derecho a ocupar el trono de Inglaterra utilizando todo tipo de procedimientos, aunque sean ilegales. Ocurre con Edmundo en El Rey Lear que es un bastardo y dice que por serlo no tiene derecho a heredar legítimamente el trono de Inglaterra, que el primogénito si tiene, y se revela contra este hecho.

Ocurre también en la Celestina con personajes que niegan estas normas y desarrollan su vida al margen de la forma de libertad de su época. El personaje nihilista considera que el sujeto de la libertad es el “yo”. Esto está vigente hasta la llegada del Romanticismo. Todos los personajes de la Divina Comedia explican lo que les ha sucedido conforme a un orden moral trascendente, al cual no se enfrentan jamás porque no se reconocen competentes. Tiene que pasar la Revolución Francesa para que en la literatura aparezcan con frecuencia personajes que nieguen este orden moral y lo reemplacen por un orden moral antropológico, por un uso de la razón. Cervantes ya lo hacía.

En la actualidad el sujeto operatorio está perdiendo mucho de su libertad y no la gana Dios ni la naturaleza, sino el dios de nuestro tiempo, la Cultura. Se nos dice que para vivir hay que respetar las culturas (la lengua, las oligarquías…) Cabría volver a preguntarse ¿libertad para qué?, para meternos debajo de un burka, para practicar la ablación, para hablar una determinada lengua. Eso no es libertad, es anteponer la cultura a los hechos individuales.

¿Qué mensajes podemos ver en La Señora Cornelia? Cervantes no se pregunta, como Nietzhe, si Dios está vivo o muerto, nos dice que nuestros problemas tenemos que resolverlos los hombres. Y si la razón en la novela no se impone por la fuerza, nos dice que en la vida real sí (la educación tiene la fuerza de coacción de los exámenes y las notas; el trabajo tiene la coacción de la preparación. No niega que esta fuerza puede ser pactada: tú te matriculas, madrugas, estudias y asistes a clase y yo te apruebo). Así pues la libertad exige: Conocimiento, fuerza y voluntad.

Al final de la novela aparece un clérigo que es el que oficia la ceremonia del matrimonio. La presencia de un cura nunca es inocente en la obra de Cervantes (en todas las Novelas ejemplares, excepto en El celoso extremeño, aparece un cura). Es la interferencia del eje angular o religioso en el eje circular o humano, que complica la trama con el equipaje teológico. Dice Cervantes del cura:

...clérigo rico y curioso, solía el duque venirse desde Ferrara muchas veces, y desde allí salía a caza, porque gustaba mucho, así de la curiosidad del cura como de su donaire, que le tenía en cuanto decía y hacía.”

Parece que quiere decir que su casa, con tanto entretenimiento y recreo, es pura comedia. Otra vez la cervantina idea de que los curas están más para la vida social que para el ejercicio teológico.

Finaliza la comedia con la ofrenda de unas reliquias de oro por parte de Cornelia a los caballeros españoles que al parecer rechazan por demasiado valiosas (para que no parecieran paga). Cabría preguntarse: ¿por qué Cervantes mete una reliquia religiosa de por medio, para que sea rechazada?

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