Federico
II de Prusia dijo: “Mis vasallos y yo hemos llegado a un
acuerdo: ellos dicen lo que quieren y yo hago lo que me da la gana”.
Es esta una idea de libertad
profundamente protestante,
erasmista, para quienes la libertad está apoyada en la conciencia,
una libertad de pensamiento, de sentimiento. Así alguien puede
sentirse libre trabajando en un campo de concentración, porque el
trabajo libera al ser humano; una libertad insoluble en el
catolicismo, donde la
libertad ha de objetivarse en un sistema normativo. Conceptos,
como se ve, muy difertentes.
Aquí partimos de la idea de que la libertad no es cuestión solo de
palabras, sino ante todo de hechos. La libertad no es una cuestión
filológica, sino ontológica. Los problemas relacionados con la
libertad no se resuelve hablando, se resuelven sobre la base de unos
hechos objetivados en el ordenamiento jurídico: unas normas que
dicen qué se puede hacer, qué no se puede hacer, y por qué.
En
La Señora
Cornelia,
novela de ambiente cortesano en la Italia del Renacimiento, la
protagonista, sin estar casada da a luz a un niño. La señora
Cornelia Bentibolli
no
solo es madre soltera, es además madre furtiva: ha dado a luz y solo
lo sabe sus asistenta, y en un momento dado, su supuesto prometido
que es el Duque de Ferrara.
Esta señora
de la alta sociedad de Bolonia
es huérfana y se ha criado junto a su hermano Lorenzo que está
dispuesto a proteger su honor por medio de la sangre. Es un tema muy
común en la literatura española del siglo de oro, que suele
resolver estos asuntos con boda, con
el convento,
o con la muerte (como ocurre een el Alcalde de Zalamea, de Calderón).
No se contempla otra alternativa.
Pero
Cervantes no resuelve los problemas matando,
busca otras alternativas para el ejercicio de la libertad (recuérdese
a la pastora Marcela). La vida de la señora
Cornelia se cruza con dos nobles españoles que estudian en la
ciudad. Uno de ellos Juan de Gamboa, es apelado en plena calle y le
dejan en su brazos un niño recién nacido, desapareciendo de
inmediato la persona que se lo entrega. Don
Juan lo
lleva a la casa donde viven con su amigo don
Antonio, quien se ha tropezado con Cornelia y la ha llevado también a
la casa. Los caballeros españoles, vizcaínos por más señas, van a
buscar una solución en la que la sangre no llegue al río, nada
fácil en una sociedad donde los enfrentamientos en duelo es lo común
para resolver conflictos.
La
novela plantea la búsqueda de una solución racional a un conflicto
que puede acabar en drama, pero, cervantinamente,
nunca
en tragedia. No
se descarta la violencia pero sería el último recurso. Cervantes no
es Calderón que dice que “no
hay más fortuna que Dios”;
Cervantes dice que cada cual se fabrica su destino, sustituyendo la
idea de Dios por la razón antroplógica, donde
lo primero es intentar resolver los conflictos
pacíficamente, pero sin descartar la violencia como último recurso.
Don Juan y don Antonio tratan de buscar una solución pacífica. Con
la información de la que cuentan, contrastan la posibilidad de
ejercer la libertad, frente al determinismo que representa el código
del honor, que le exige al hermano el ajuste de cuentas. Los españoles
quieren resolver el problema con la razón, encontrado además para
ello una relación afectiva entre el duque y Cornelia.
Dice
Gustavo Bueno en “El
sentido de la vida”:
La libertad cuando
se ejerce nunca es sin causa.
La libertad ha de estar razonada o motivada por una causa que la
fundamente; nadie actúa en libertad si no hay causa y
un fin.
Cuando Lenin pregunta, ¿libertad, para qué?, está sustantivando la
libertad en aquello que podemos hacer.
La
Señora Cornelia puede
considerarse el origen de la novela perspectivista,
movimiento que se le asocia a Ramón Pérez de Ayala en 1914, pero
que en realidad Cervantes fue el precursor.
Los hechos están planteados desde la perspectiva de los cinco
personajes principales de la novela, una versión narrativa por cada
uno:
-
Don
Juan
de Gamboa que recibe al niño en medio de la noche y su primera
preocupación es alimentar y proteger al niño para después
resolver el conflicto.
-
Don
Antonio que encuentra al la madre en mal estado y la socorre.
-
Lorenzo
que lo que le preocupa el el honor de su hermana.
-
Cornelia
que presenta sus problemas con
una total falta de libertad ante los hechos y un temor por la
conclusión.
-
Y
el duque de
Ferrara, con
una actitud dubitativa.
Cinco personajes, cinco versiones: es pues la primera novela
perspectivista de la literatura mundial. Una vez más Cervantes en la
vanguardia de todas la vanguardias.
Los dos personajes españoles representa la razón: en este sentido
la novela es muy hispánica, los que razonan son los españoles
frente a los italianos que se han metido en una situación que no
saben controlar, que de haber actuado habrían arruinado la vida de
Cornelia. Si la obra no acaba en tragedia es por los españoles que
resuelven el conflicto. Cervantes plantea que una solución racional,
mejor que el uso del código del honor.
Ya hemos dicho que no hay libertad sin causa, no hay posibilidad de
elección sin causa, cuando elegimos lo hacemos por una causa, con
una intención y con una finalidad. ¿Por qué razones el duque no se
casa con Cornelia? Alude una razón un tanto ridícula, no quiere
contrariar a su madre que quiere que se case con una aristócrata. En
la Italia del siglo de oro las madres mandaban mucho y el duque le
tiene más miedo, temor o respeto a su madre que a su futuro cuñado
que sabe que le busca espada en mano. El racionalismo de los
caballeros españoles va a detener la tragedia que parece se les
viene encima, elogiando el autor a la hispanidad desde la cual se
alcanza un racionalismo que difícilmente puede alcanzarse desde
fuera de esta. Al respecto le dice Cornelia a su bebe al que han
separado de ella:
“¡aquí
me veo sin ti encerrada y en poder que, a no saber que es de
gentileshombres españoles,
el temor de perder mi honestidad me hubiera quitado la vida!”
Y
más
adelante le dice a los caballeros españoles.
“...me
prometo todo
aquello que de la cortesía española puedo prometerme, y más de la
vuestra,
que la sabréis realzar por ser tan nobles como parecéis.”; “…
llevando
un español a mi lado, haré cuenta que llevo en mi guarda los
ejércitos de Jerjes. Mucho os pido, pero a más obliga la deuda de
responder a lo que la fama de vuestra nación pregona.”
La
España real de la época, frente a lo que era la leyenda negra,
surgida precisamente en Italia y que se potenciaría en las imprentas
de Holanda, que invirtió gran parte de su producto interior en hacer
propaganda contra España, como afirma Ivan Pérez en su libro sobre
La leyenda negra.
Define
Gustavo Bueno la libertad como la lucha por el poder para liderar
a los demás. Haremos aquí una
definición más modesta diciendo que libertad es aquello
que los demás nos dejan hacer. Los
filósofos saben muy bien lo que es la libertad, pero parece ser que
los filólogos lo desconocen. Pensando en los filólogos hablaremos
de libertad, y basamos esta idea en tres declinaciones:
-
Libertad
genitiva. Explica o precisa el significado de libertad.
Es
la libertad de hacer cosas.
Designa el poder, atribución
que una persona tiene para
hacer algo sin tener en cuenta las consecuencias.
En la sabana la libertad
dativa del león es muy superior a la que tiene la cebra; es el más
fuerte el que ostenta mayor libertad (por eso me
parece tan cursi, tan
ridícula la frase esa que repiten algunos “quisiera ser
civilizado como los animales).
-
Libertad
dativa. Designa el beneficio o perjuicio de ejercer la libertad.
Pretende conseguir algo. Ahora podemos preguntarnos, respecto
a esta libertad, ¿libertad para qué? Al usarla nos puede dar fama,
ser considerado un héroe, pero también puede ser muy negativa para
nuestros intereses. Se articula en un contexto en que ya la fuerza
física no es todo; implica poseer la libertad genitiva “de
hacer”, porque no se puede “conseguir algo” si no se tiene la
voluntad y los recursos para hacer algo, pero tiene en cuenta al
adversario (el león lo tiene fácil con la cebra, pero si el
adversario es un cazador con un rifle…).
-
Libertad
ablativa. Designa las limitaciones que tenemos para ejercer
la libertad.
Supone
un reconocimiento de la confrontación. La limitación de la
libertad es algo que articula el estado en las sociedades modernas,
donde la política es la organización del poder que articula la
libertad. A cada ser humano, en relación al escalafón donde está
situado, le corresponde unas posibilidades de ejercer el poder, de
asumir el poder o de obedecer el poder que ejercen otros. En esa
posición podemos tener la libertad física (dativa) para hacer
cosas, pero ablativamente estar impedido para hacerlas. El estado
con sus normas y procedimientos regula el ejercicio de la libertad
(no es cuestión que yo tenga o no derecho a decidir, se tendrá
derecho con respecto a la normativa del estado en que se viva. Si un
estado deja de ejercer su facultad ablativa en cuanto a la libertad,
pierde la organización del poder).
También
puede haber individuos que nos limiten la libertad (puede haber
alguien con quien no queramos, por la causa que sea, encontrarnos,
que limite nuestra libertad de movimiento; puede haber alguien que
nos intimide, nos presione o nos acose -ocurre en Rinconete
y Cortadillo, que un grupo de delincuentes
intimida a los ciudadanos de Sevilla.
En
la intención del que actúa no hay libertad sin causa, siempre tiene
una motivación y una finalidad, una teleología. Lo contrario de la
libertad no es la esclavitud, es la impotencia de no poder hacer
nada; la libertad solo se ejerce si hay una determinación para
actuar. En la novela, Lorenzo Mendigori, está determinado a actuar
según el código del honor, por el contrario, es el racionalismo
quien provoca la determinación de actuar por parte de los caballeros
españoles. Cervantes muestra una vez más su pensamiento
contemporáneo, alejado de las ideas de su tiempo: no se bate en
duelo como haría Calderón si hubiera creado el personaje.
Podemos
explicar la libertad según en los tres ejes del espacio
antropológico de Gustavo Bueno:
Eje
circular o político, en el que los seres humanos se relacionan
imponiéndose mutuamente sus libertades.
Eje
radial, como algo que corresponde a la naturaleza y donde no
podemos intervenir (no podemos empujar a la tierra para que gire más
de prisa, ni podemos hacer que los días sean de treinta horas).
Eje
angular, desde el punto de vista de las creencias religiosas. En
el caso del protestantismo que considera que hay un determinismo
providencialista que el ser humano no puede cambiar, es Dios quien
actúa y por él ocurre todo. El catolicismo sin embargo considera
que el ser humano puede escoger entre el bien y el mal, y en función
de su libertad de escoger será premiado o castigado. En el
protestantismo la libertad está anulada por la predestinación
divina, no importan sus obras.
Desde
el punto de vista del materialismo filosófico, en el eje circular
del espacio antropológico, consideramos como sujeto operatorio de la
libertad al ser humano y conociendo la influencia o limitaciones que
impone la naturaleza, así como la influencia de la idea de Dios en
parte de los seres humanos, a quienes determina en su comportamiento.
En
la literatura, con frecuencia nos encontramos con personajes que
tienen una idea de la libertad diferente al de la época en la que
operan. ¿Por qué tarda tanto Hamlet en matar a su tío
Claudio?, ¿por qué ese permanente debate del “ser o no ser” en
un hombre de acción? Ser lo que me obligan a ser y no quiero ser, o
ser lo que quiero ser y no debo ser. Porque su conciencia está
inmersa en un debate moral trascendente en virtud del cual se le
exige conforme al código del honor vengar la muerte de su padre y su
conciencia le advierte de una solución racional del conflicto, en
virtud de la cual su tío sea juzgado conforme a derecho. Rechaza
asumir una idea de libertad que no le gusta; todo el teatro de
Shakespeare está lleno de estos personajes nihilistas. Ocurre
con Ricardo III, que niega todos los criterios de libertad de
su época y considera que tiene derecho a ocupar el trono de
Inglaterra utilizando todo tipo de procedimientos, aunque sean
ilegales. Ocurre con Edmundo en El Rey Lear que
es un bastardo y dice que por serlo no tiene derecho a heredar
legítimamente el trono de Inglaterra, que el primogénito si tiene,
y se revela contra este hecho.
Ocurre
también en la Celestina con personajes que niegan estas
normas y desarrollan su vida al margen de la forma de libertad de su
época. El personaje nihilista considera que el sujeto de la libertad
es el “yo”. Esto está vigente hasta la llegada del Romanticismo.
Todos los personajes de la Divina Comedia explican lo que les
ha sucedido conforme a un orden moral trascendente, al cual no se
enfrentan jamás porque no se reconocen competentes. Tiene que pasar
la Revolución Francesa para que en la literatura aparezcan con
frecuencia personajes que nieguen este orden moral y lo reemplacen
por un orden moral antropológico, por un uso de la razón. Cervantes
ya lo hacía.
En
la actualidad el sujeto operatorio está perdiendo mucho de su
libertad y no la gana Dios ni la naturaleza, sino el dios de nuestro
tiempo, la Cultura. Se nos dice que para vivir hay que respetar las
culturas (la lengua, las oligarquías…) Cabría volver a
preguntarse ¿libertad para qué?, para meternos debajo de un burka,
para practicar la ablación, para hablar una determinada lengua. Eso
no es libertad, es anteponer la cultura a los hechos individuales.
¿Qué
mensajes podemos ver en La Señora Cornelia? Cervantes
no se pregunta, como Nietzhe, si Dios está vivo o muerto, nos
dice que nuestros problemas tenemos que resolverlos los hombres. Y si
la razón en la novela no se impone por la fuerza, nos dice que en la
vida real sí (la educación tiene la fuerza de coacción de los
exámenes y las notas; el trabajo tiene la coacción de la
preparación. No niega que esta fuerza puede ser pactada: tú te
matriculas, madrugas, estudias y asistes a clase y yo te apruebo).
Así pues la libertad exige: Conocimiento, fuerza y voluntad.
Al
final de la novela aparece un clérigo que es el que oficia la
ceremonia del matrimonio. La presencia de un cura nunca es inocente
en la obra de Cervantes (en todas las Novelas ejemplares,
excepto en El celoso extremeño, aparece un cura). Es la
interferencia del eje angular o religioso en el eje circular o
humano, que complica la trama con el equipaje teológico. Dice
Cervantes del cura:
“...clérigo
rico y curioso, solía el duque venirse desde Ferrara muchas
veces, y desde allí salía a caza, porque gustaba mucho, así de la
curiosidad del cura como de su donaire,
que le tenía en cuanto decía y hacía.”
Parece
que quiere decir que su casa, con tanto entretenimiento y recreo, es pura
comedia. Otra vez la cervantina idea de que los curas
están más para la vida social que para el ejercicio teológico.
Finaliza
la comedia con la ofrenda de unas reliquias de oro por parte de
Cornelia a los caballeros españoles que
al parecer rechazan por demasiado valiosas (para que no parecieran
paga). Cabría preguntarse: ¿por qué Cervantes
mete una reliquia religiosa de por medio, para que sea rechazada?
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