“Es menester tocar las cosas con las manos para dar lugar al desengaño”.
Quijote (II,9)
“Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar”. Pasaremos y pesaremos.
Recientemente nuestro buen amigo José Ramón nos sorprendió con una canción. José Ramón, que es autor de la letra, nos tocaba el corazón porque hablaba de nosotros, de nuestra vida, de nuestro pueblo; la recibimos con una música vibrante hecha, según nos dijo, por la inteligencia artificial. A muchos, nos emocionó esa obra y me es justo dar las gracias a José Ramón porque yo fui uno de esos a los que se le erizó el cabello (del flequillo) y se le espachurró el alma al escucharla.
Más reciente aún, he podido asistir en Sevilla a la excelente exposición “Los Machado, retrato de familia”, que parece identificar la obra de Manual con la de Antonio, con una estructura impecable de la muestra, de la que he podido constatar que todo visitante sale encantado. Al final del recorrido un modesto artefacto de torpe diseño “máquina de trovar” -le llaman-, a mitad entre las cajas de los teléfonos primarios y aquellas cabezas adivinas de las ferias de nuestra infancia, nos adentraba en la poesía. Una innovación que se está poniendo de moda en la red basada en la inteligencia artificial: en cuestión de segundos, nos construyó un irregular soneto -así lo titula la máquina: "Soneto"-, sobre la base de dos palabras lanzadas al orificio o boca del artefacto.
Creo que el poema no supera el análisis lingüistico-literario. Os pongo el que le hizo a unas personas muy cercanas a este humilde servidor. Las palabras, escogidas por el errático, fueron "Lola y Pepe", -para mi sosiego, no podían ser otras después de dos días trepidantes por la ciudad andaluza llevado de la mano de estas dos personas que, a diario, me confirman padecer un acentuado síndrome de Stendhal-:
En la brisa suave de abril,
Lola lo sueña entre flores de azar
sus ojos de luna son mar
y en su risa el eco sutil
Pepe, sombra entre olivos, va,
perdido en caminos de tierra,
su corazón es fuego que aterra,
luz que al alba resplandirá.
Cantan riachuelos de ilusión,
se abrazan en el sol del ocaso
tierra y cielo en un solo abrazo.
Huellas que borran la razón,
dos almas que un destino hace
en el vaivén que nunca nace.
Le llama soneto, pero ni Garcilaso ni Quevedo lo habrían visto como tal, "un ripio" dirían los Académicos de Argamasilla. Aparte de que sus versos son de arte mayor, la métrica está poco cuidada, solamente se da el endecasílabo en el primer terceto. La rima solo es consonante a veces, tampoco el esquema sigue la habitual rima del soneto. Todo esto puede ser secundario, pues ya sabemos que hoy se puede construir un poema con cierta libertad. Pero ¿y el mensaje?, las ideas que nos hacen reflexionar, ¿dónde están? Veámoslo por encimilla:
Los dos primeros versos son surrealistas y tendrán sentido para la máquina -una máquina autológica y creacionista, sin duda-, pero poco para el lector. Se puede soñar entre flores de azahar, o con flores al azar…
El siguiente sus ojos de luna son mar, son dos prosopografías aceptables pero que no definen con corrección a la persona, ya que la luna es nocturna, es tristeza, es dolor, cuando Lola, es diurna, es alegre, es felicidad; en cuanto al mar está más acertado el vate electrónico, pues sus ojos son azules, es profunda, es pesada (a veces).
Acierta de pleno en su risa el eco sutil. Ella, por su educación, nunca reiría a carcajadas.
Y entramos con Pepe, sombra entre olivos: una evidencia, si Pepe está al sol, una licencia si está a la sombra de un olivo.
Perdido en caminos de tierra. Sin duda, y en los de asfalto también le atrapan siempre las dudas.
Luego, su corazón puede ser fuego, pero no estoy tan seguro que sea luz. Y lo de resplandirá no sé que es, quizá un gazapo artificial.
El primer terceto, también con tintes modernistas, y con acentuado expresionismo, pues veo a los protagonistas abrazados, sin cansarse y sin descansar, contemplando esos efímeros dorados del atardecer tras la Sierra Elvira. Lo que pasa es que me faltan dos comas, para estar seguro de que los que se abrazan son ellos y no el cielo y la tierra, que si lo fueran, cielo y tierra, podría ser un símil del abrazo enamorado.
Acabo con el segundo terceto: no sé dónde están la huellas que borran la razón; no sé siquiera si hay razón ("porque en amor locura es lo sensato") -poca (razón), pensarás al leer esto-. Lo de las dos almas que un destino hace, debería ser en un vaivén que nunca acaba, y no por nacer, pues el zarandeo, aun confortable, es largo ya, y no cesa. Y que no cese.
Un soneto que no finalice con una correlación como aquel que hizo Lorenzo Miranda a Píramo y Tisbe (... los mata, los encubre y resucita/ una espada, un sepulcro, una memoria./ -II,18-) siempre le falta algo. A pesar de todo podemos hacer una reflexión. Ahora son palabras y el poema puede resultar deficiente, pero, como nos han dicho reiteradamente, además de las mejoras que proporcione la ciencia, la IA puede aprender de sí misma… entonces ya no serán palabras, sino frases, y con el tiempo ideas, conceptos. Es posible pensar hasta que se podría llegar a un sistema nuevo de pensamiento, de filosofía. Habrá máquinas que debatan con otras máquinas y todo será más fácil: escribirán por nosotros -incluso peor-, pensarán por nosotros -que piensen por nosotros no será muy nuevo del todo-, trabajarán por nosotros -esto quizás hasta nos parezca bien-. Nos suplantarán sin que nos demos cuenta, y entonces nosotros nos iremos al carajo a disfrutar de las vistas, a gritar ¡tierra! con toda nuestra gozosa alma de desocupado.
También puede que eso haya ocurrido siempre y que no seamos conscientes de ello. Puede que nosotros, las personas, seamos una falsificación, una falsificación tan perfecta que nos vemos llenos de defectos, de dudas, de ataduras, de pesares, de conflictos, de trabajos… Puede que seamos entes a los que un ser superior le ha implantado recuerdos, vivencias, sentimientos, emociones; seres a los que en su inicio se les dice que “hay que ganarse el pan con el sudor de la frente”, que la vida es "un valle de lágrimas", que tenemos que hacernos mejores cada día porque venimos con defectos de fábrica, que tenemos que ir madurando porque no estamos formados, que tenemos que amar y sufrir, que la felicidad solo dura un instante. Todo nos lo creemos, o casi todo, pero luego, con los años, vemos que no mejoramos -bueno, puede que un poco al principio, pero eso es un espejismo-; con el tiempo nos damos cuenta de nuestra obsolescencia programada, que se nos van oxidando tornillos, anquilosando órganos, desapareciendo las emociones. Que nuestro mundo pasa, que nos volvemos obsoletos, y llega el día que no hay ya en el almacén ningún repuesto que nos haga funcionar. Que pasaremos, que seremos polvo -aun “polvo enamorado”, pero polvo-. Desde luego no podemos negar que si somos una falsificación, somos perfectos, pero ¿y si somos verdad?
Como dijo Antonio Machado, “lo nuestro es pasar”. Aunque yo me pregunto que cómo estamos pasando; que si en realidad estamos "haciendo caminos", "dejando estelas..." o somos solo sueño.
... leído y releído, en la última hora de un, para mí, trepidante noviembre. En un diciembre recién inaugurado trataré de expresar qué me sugiere habiendo sido testigo de lo que cuentas...
ResponderEliminar(Con permiso del tráfago...)
Gracias por escribirlo y enviarlo...
...rodeados estamos de prodigios sean del tamaño que sean. Que le dijeras a aquel artilugio tres palabras (por cierto, yo le dije Pepe, Lola y erratico, pero para no ser menos a mí ni me nombra...)y te salga un escrito así no deja de ser producido, ajeno a su calidad literaria que comentas. Me quedo con la segunda parte: estamos pasando, pasaremos, tal vez hemos pasado ya y somos el sueño de lo que fuimos etc etc..
ResponderEliminarProducido no, prodigioso quería decir..
EliminarAmigo Antonio, el “errático” siempre está presente. Siempre. Pero esta máquina no está dotada aún de sensibilidad: es todo artificio.
EliminarMagistral tu texto, lo cual no es noticia. Ahora que tanto se habla de Física y Mecánica Cuánticas, con sus partículas subatómicas, electrones, protones, gravitones, bosones, antimateria, energía que es eterna, etc., todas las dudas y escenarios que planteas son legítimos y verosímiles.
ResponderEliminarNo cabe duda de que el presunto soneto es un logro, a pesar de sus defectos formales que bien has señalado. Y además, es poesía, porque logra desvelar la belleza de lo que describe. Un par de apuntes me atrevería a proponer:
1- La formulación sintáctica que convierte los primeros versos en “surrealistas” o incomprensibles, no lo es tal, a mi “juisio”: el “lo”, pronombre personal, es clave, y evita la falla comunicativa. Ese “lo” puede referirse a ti, o a un constructo. En ambos casos tendría sentido.
2- El admirado Machado erró al decir que “todo queda”, pues la realidad es que no queda nada, absolutamente nada, todo es barrido por el turbión del tiempo.
Por lo demás, reitero mis elogios.
Gracias, amigo Miguel Ángel: como siempre tienes toda la razón en lo que apuntas. En su momento, más que en el pronombre, que también, me fijé en las palabras “entre flores de azar”, que se podría tomar por un juego fónico, una broma, un calambur, de “azar” frente a “azahar”, ya que lo correcto sería “entre flores de azahar”, referido al perfume fresco de primavera que tan bien le va al sujeto en cuestión , o bien, “entre flores al azar”, aludiendo a los caprichos del sueño…
EliminarNo cabe duda que la máquina bebe referencias machadianas, pues algo artificioso hay en ella, algo de manierismo… y ahora, al decir esto, recuerdo de nuevo al errático, con aquello, una vez comentado, del quijote-machado haciendo piruetas en Puerta de Hierro. “se enamoró del amor”.