En el prólogo de “Rebelión en la granja”, George Orwell escribía una frase digna de ser cincelada en el mármol: “si la libertad significa algo será, sobre todo, el derecho a decirle a la gente lo que no quiere oír”.

Cuando la leí por primera vez, pensé que tal frase podría ser un magnífico lema vital; y, siempre consideré siguiendo a Orwell que la misión de todo el que escribe no es halagar a nadie, sino desnudarse y más bien aguijonear al lector, incomodarlo, llegando incluso a molestar por escribir sobre cuestiones espinosas o sobre asuntos controvertidos. Hoy ya sé que esto es una empresa inútil y quimérica; y que, como todas las empresas inútiles y quiméricas, solo engendra a la postre melancolía. Esta melancolía se eleva exponencialmente cuando esa libertad, es manifestada en la redes sociales, pues al descubrir las ideas uno se convierte en blanco de los demás.

domingo, 28 de mayo de 2023

Antonio Gala: amor, tristeza, y soledad.

 


No por amor, no por tristeza,
no por la nueva soledad:
porque he olvidado ya tus ojos
hoy tengo ganas de llorar.
Se va la vida deshaciendo
y renaciendo sin cesar:
la ola del mar que nos salpica
no sabemos si viene o va.
La mañana teje su manto
que la noche destejerá.
Al corazón nunca le importa
quién se fue sino quién vendrá.
Tú eres mi vida y yo sabía
que eras mi vida de verdad,
pero te fuiste y estoy vivo
y todo empieza una vez más.
Cuando llegaste estaba escrito
entre tus ojos el final.
Hoy he olvidado ya tus ojos
y tengo ganas de llorar.



El poema se ajusta a la distribución y tipo de rima del romance, pero no a su  número de sílabas por verso, ya que aquí el autor utiliza versos eneasílabos y no octosílabos. Ese aire popular que le proporciona el romance se ve reforzado por la temática amorosa elegida —la inevitable caducidad del amor—. Para resaltar esta idea echa mano Antonio Gala de un recurso de la Naturaleza, las olas "del mar que nos salpica / no sabemos si viene o va". Y el recurso clásico a la mención de los ojos como espejo del alma, en este caso como expresión del dolor por la pérdida del amante, repetida en versos simétricos al principio y al final del poema.

Antón García Abril, ha puesto música al poema; la voz es de Ainoa Arteta.

 


Este poema remite al concepto del desamor, a la pérdida del amor. Lo hace desde una postura aparentemente estoica, que parece poco recomendable para estados depresivos, ya que la literatura no es una terapia, sino un desafío a la inteligencia.

Es un poema de llanto, porque, “no por amor, no por tristeza, no por la nueva soledad”, que nos remite a que ya hubo una soledad anterior a esta que es nueva. Pero no es por nada de eso, sino “ porque he olvidado ya tus ojos”, nos dice el poeta. Pero hay razones para sospechar que todo esto es mentira, que sí hay tristeza, que sí es por amor, y que lo que siente es por la nueva soledad, aunque el poeta no se permita reconocerlo ante sí mismo, y por eso se miente, mintiéndonos. Ni ha olvidado sus ojos, ni le ha dejado de querer; solo quiere convencerse de que lo ha superado y que puede afrontar la situación desde el estoicismo; pero todo es falso, el poeta se está autoengañando para afirmarse en un desamor que es totalmente contrario a su voluntad.

En la segunda estrofa se enfrenta a los dos referentes fundamentales: el cuerpo y el tiempo. El cuerpo que experimenta una autentica tragedia, un dolor, un dolor de amor, un amor casi morboso porque es un amor que patológicamente no supera, un amor que le resulta inolvidable; y el tiempo que está atravesado por ese amor que no se olvida, que será, cuanto menos, un recuerdo para toda la vida; es una preterición, porque si no recordara sus ojos ni siquiera los mencionaría, un amor que no se disuelve a pesar de ese “Se va la vida deshaciendo y renaciendo sin cesar”, un amor que puede más que la voluntad.

Continúa con “la ola del mar que nos salpica no sabemos si viene o va”, una metáfora alegórica, no es que no sepa si viene y va, eso es un signo literario de incertidumbre, que encierra la certeza de ese amor por el que “hoy tengo ganas de llorar” porque lo siente como una tragedia, como una catástrofe imprevisible e irreversible, como algo que no se puede recuperar. Pero también es cierto que nunca sabemos que nos va a deparar el futuro, pues del futuro nada está excluido, aunque el poeta parece esperar la superación de ese amor que ya no podrá recuperar.

La mañana teje su manto que la noche destejerá”, una nueva insistencia en el tiempo, la sucesión del tiempo, la mañana teje, la noche desteje, un oximorón temporal, una imagen que nos recuerda a Penélope, tejiendo sin cesar, mirando al mar, esperando el regreso de Ulises: el presente frente al futuro. Una reafirmación de que el recuerdo persiste. Ulises no volverá, pero si lo tuviera ante sí, lo abrazaría, lo atraería hacia él para que pudiera oler su cuerpo y, como Penelope, su corazón correría como loco porque no ha olvidado, y diría si quiero, Sí.

Al corazón nunca le importa quién se fue sino quién vendrá.” Todo el poema en pretérito simple, como dando por cerrada la acción pasada, el acento se pone en el futuro, y se afirma, entre la pausa de los doce primeros versos y los ocho últimos: Tú eres mi vida y yo sabía que eras mi vida de verdad, pero te fuiste y estoy vivo”. Una tremenda contradicción en esa vida sin vida, por que tú, mi vida, te has ido, produciendo un vacío que hay que reemplazar. La dicha cuando se va no vuelve nunca como había sido, no vuelve en su formato original, en todo caso será otra dicha distinta, y es, entonces, cuando todo empieza una vez más.”

Y los cuatro últimos versos tan apartados del clasicismo: Cuando llegaste estaba escrito entre tus ojos el final. Hoy he olvidado ya tus ojos y tengo ganas de llorar.” La estructura poética es totalmente cíclica, comienza como termina “con ganas de llorar”, porque he olvidado tus ojos, otra vez esa mentira galopante que he apuntado más arriba. Unos versos muy trágicos, en tanto que reconocen en el ser humano la fecha de caducidad de la experiencia amorosa, algo sin duda terrible, un concepto que podríamos calificar de posmoderno, “cuando llegaste estaba escrito entre tus ojos el final” (algo similar a un electrodoméstico que sale de fábrica con una obsolescencia programada); temporalidad que nunca habíamos visto entre los clásicos, para los que el amor es siempre signo de inmortalidad. Como dijo Quevedo “polvo será, más polvo enamorado”; y, como tantos otros, también podríamos poner como ejemplo el soneto que Lope dedica a la memoria de Marta de Nevares, que a pesar de su muerte, dice Lope eso de “creer que un cielo en un infierno cabe”.

¡Y es que parece tan triste este canto a un amor efímero!

Nota: Hoy ha muerto Antonio Gala, un autor de textos maravillosos en todos los géneros literarios. No he considerado mejor homenaje que hablar de él a través de un poema suyo que define lo que fue su vida, al menos, en los últimos años: soledad y autoengaño, fingiendo que estaba preparado para todo, cuando nadie está preparado para casi nada. Sé que es una consideración arriesgada, pero...


Visita a La Baltasara



1 comentario:

  1. ...una sorpresa encontrar sin aviso estas letras en nombre de aquel Antonio que tanto fue para tantos.,."el de los bastones", que decía mi madre.
    O sea, que tenemos que ir a La Baltasara...

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