En el prólogo de “Rebelión en la granja”, George Orwell escribía una frase digna de ser cincelada en el mármol: “si la libertad significa algo será, sobre todo, el derecho a decirle a la gente lo que no quiere oír”.

Cuando la leí por primera vez, pensé que tal frase podría ser un magnífico lema vital; y, siempre consideré siguiendo a Orwell que la misión de todo el que escribe no es halagar a nadie, sino desnudarse y más bien aguijonear al lector, incomodarlo, llegando incluso a molestar por escribir sobre cuestiones espinosas o sobre asuntos controvertidos. Hoy ya sé que esto es una empresa inútil y quimérica; y que, como todas las empresas inútiles y quiméricas, solo engendra a la postre melancolía. Esta melancolía se eleva exponencialmente cuando esa libertad, es manifestada en la redes sociales, pues al descubrir las ideas uno se convierte en blanco de los demás.

lunes, 19 de abril de 2021

La novela cortesana


Tiene su referencia en la narrativa breve italiana del renacimiento, un género literario que, por su extensión, está a mitad de camino entre el cuento y la novela (Boccaccio, Giraldi, Cinzio, Straparola), Su temática principal es, sobre todo, la temática amorosa más o menos conflictiva, con un final relativamente estable y diferentes desenlaces.

Naturalmente, Cervantes tiene una cita con esta producción literaria, y así se manifiesta en capítulos decisivos del Quijote, en buena parte de sus novelas ejemplares, y en la novelas de novelas que es el Persiles, en el que, como en el Quijote, se amalgama una acción principal objetivada en dos o tres personajes nucleares que están presentes a lo largo de toda la novela, y un conjunto de acciones secundarias que se suceden como diferentes cuadros. En la obra literaria de Cervantes el encuentro con la novela cortesana o sentimental se adelanta a la novela perspestivista; es decir, cuando en las vanguardias del siglo XX español, se habla de novela perspestivista de Ortega, o de Ramón Pérez de Ayala, con frecuencia se ignora la aportación de Cervantes en este sentido, que es quien introduce en España su fórmula.

Cuando en el Quijote se cuenta la historia de Luscinda, Cardenio, Dorotea y don Fernando, cada uno lo hace desde una perspectiva personal, y esto debidamente organizado es lo que constituye la novela perspectivista. Así es como Cervantes transforma la novela cortesana en una novela de perspectivas, una forma de rebajar la razón individual, apelando a un racionalismo normativo.

La novela cortesana legitima la validez de la vida cotidiana como material escénico, algo que si bien ya estaba presente en el Asno de oro de Apuleyo, o en La vida de Esopo, lo estaba en la literatura greco-romana de una forma extraordinaria, sin embargo en la literatura cervantina la novela cortesana es presentada en forma realista.

Esta novela se desarrolla al margen de la preceptiva clásica, dependiendo de la artesanía del autor, y al margen de los preceptistas tan habituales por entonces en la tragedia o la poesía.

Poco a poco se va transformando en un material antiheroico, como contrapunto de la literatura épica. Cervantes convierte los componentes extensionales en intencionales y determinantes de la propia novela. El Quijote sería incomprensible sin la novela cortesana o sentimental, de hecho, la larga estancia de don Quijote en el castillo de los duques tiene mucho de cortesano, con los episodios de Altisidora y doña Dolorida, como lo tiene la novela intercalada, El curioso impertinente, o el relato mencionado de Luscinda, Cardenio, Dorotea, y don Fernando; como la secuencia de Claudia Jerónima, cuando el caballero se está acercando a Barcelona y se encuentra con esta mujer homicida, a la que se le persigue de manera violenta.

En toda la narrativa de Cervantes aparecen episodios cortesanos. En el Persiles, el conflicto cortesano que envuelve a los protagonistas, con ese fingido peregrinar a Roma, es el mismo motor de esta novela bizantina o de aventuras.

La historia de Luscinda, Cardeño, Dorotea, y don Fernando se cuenta a la par que la narración principal del Quijote, distribuida en capítulos clave de la primera parte, como son la estancia y salida de don Quijote en Sierra Morena, teniendo la intervención de Dorotea como personaje clave. La narración de la historia comienza siendo el de una novela sentimental y acaba como una novela perspectivista, porque cada uno de los cuatro personajes presente su propia perspectiva de los hechos. Son cuatro narradores autodiegéticos que lo hacen desde sus competencias y desde su voluntad, respondiendo la narración de don Fernando a la de un noble de alto nivel; la de Dorotea, la de una mujer voluntariosa, de carácter, muy astuta, capad de manejar todo tipo de ardides; Luscinda, mostrándose como una mujer apocada, una heroína romántica; y Cardenio, mostrandose como un hombre incompetente, que renuncia a la lucha porque se siente incapaz de afrontarla, y recluyéndose en una pérdida deliberada de la razón, echándose al monte como un loco más del Quijote, al que le resulta fácil fingir que está loco, para encubrir su impotencia. Los relatos son todos muy relativos, deficientes y personales ya que ninguno de estos personajes conoce la historia en su totalidad.

La novela de El curioso impertinente la lee el cura Pero Pérez en voz alta en la venta. Poco antes de finalizar la lectura don Quijote despierta del sueño y arremete contra los cueros de vino tinto del ventero, creyendo que está luchando contra gigantes. A diferencia de la historia de Luscinda y Dorotea, no se mezcla con la narración del Quijote, sino que se manifiesta dentro de lo que es una metanarración (una narración incluida dentro de otra mediante el método de la recursividad). Con la destrucción de los cueros de vino se produce únicamente una quiebra en la lectura del curioso impertinente. La novela finaliza con un desenlace terriblemente trágico, como una advertencia de lo que puede suponer el comportamiento patológico, el peligro de las obsesiones.

La novela cortesana o sentimental es una especie narrativa dentro del género novela. Sus características son:

  • Personajes cortesanos, o urbanos de comportamientos nobles

  • Contenido amoroso, sensual. Planteando críticamente la dificultad en las relaciones sexuales.

  • Conflictos psicológicos sin implicaciones políticas más allá de lo social.

  • Desenlace abierto, desde el final feliz hasta la tragedia.

  • En los personajes domina el decoro, la ejemplaridad.

  • Hay, en la mayoría, una moraleja reprobable de los hechos desde criterios reformistas y claros elementos de la picaresca narrados de forma sofisticada.

Cervantes plantea una razón que no es autodiegética, que siempre rebasa al “yo”,y rebasa también al “nosotros”, al gremio, porque el racionalismo nunca es individual, hay que articularlo en una normativa. La razón puede ser suficiente para el grupo, pero exige serlo para el sistema (por eso la autodeterminación nunca será más que un egoísmo colectivo que va en contra del sistema).

Como siempre, la idea central que Cervantes mantiene es que todo idealismo conduce a la tragedia, todo relativismo acaba en fracaso. Dice el crítico americano Joe Ricapito: “lo que a Cervantes le gusta es destruir una situación ideal disolviendo una serie de actos medidos por la injusticia, una injusticia que el caso de El curioso impertinente se paga con la tragedia...”


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