Me gustaría hablar de la República, pero, por un motivo u otro en el que ahora no voy a entrar, las dos repúblicas que ha conocido España quedaron en un gran desastre. Sé que la pretensión de muchos españoles, dirigentes y gente del pueblo, así como la ilusión que en ellas pusieron, era buena, pero no fue suficiente...
Me he perdido muchas veces pero aquella serendipia con tu sonrisa inmarcesible me dejó, para siempre, en limerencia.
En el prólogo de “Rebelión en la granja”, George Orwell escribía una frase digna de ser cincelada en el mármol: “si la libertad significa algo será, sobre todo, el derecho a decirle a la gente lo que no quiere oír”.
Cuando la leí por primera vez, pensé que tal frase podría ser un magnífico lema vital; y, siempre consideré siguiendo a Orwell que la misión de todo el que escribe no es halagar a nadie, sino desnudarse y más bien aguijonear al lector, incomodarlo, llegando incluso a molestar por escribir sobre cuestiones espinosas o sobre asuntos controvertidos. Hoy ya sé que esto es una empresa inútil y quimérica; y que, como todas las empresas inútiles y quiméricas, solo engendra a la postre melancolía. Esta melancolía se eleva exponencialmente cuando esa libertad, es manifestada en la redes sociales, pues al descubrir las ideas uno se convierte en blanco de los demás.
domingo, 14 de abril de 2019
El beso
Me gustaría hablar de la República, pero, por un motivo u otro en el que ahora no voy a entrar, las dos repúblicas que ha conocido España quedaron en un gran desastre. Sé que la pretensión de muchos españoles, dirigentes y gente del pueblo, así como la ilusión que en ellas pusieron, era buena, pero no fue suficiente...
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