En el prólogo de “Rebelión en la granja”, George Orwell escribía una frase digna de ser cincelada en el mármol: “si la libertad significa algo será, sobre todo, el derecho a decirle a la gente lo que no quiere oír”.

Cuando la leí por primera vez, pensé que tal frase podría ser un magnífico lema vital; y, siempre consideré siguiendo a Orwell que la misión de todo el que escribe no es halagar a nadie, sino desnudarse y más bien aguijonear al lector, incomodarlo, llegando incluso a molestar por escribir sobre cuestiones espinosas o sobre asuntos controvertidos. Hoy ya sé que esto es una empresa inútil y quimérica; y que, como todas las empresas inútiles y quiméricas, solo engendra a la postre melancolía. Esta melancolía se eleva exponencialmente cuando esa libertad, es manifestada en la redes sociales, pues al descubrir las ideas uno se convierte en blanco de los demás.

miércoles, 30 de marzo de 2022

La penitencia de Sierra Morena


[…] te hago saber que no sólo me trae por estas partes el deseo de hallar al loco, cuanto tengo de hacer en ellas una hazaña, con que he de ganar perpetuo nombre y fama en todo lo descubierto de la tierra; y será tal, que he de echar con ella el sello a todo aquello que puede hacer perfecto y famoso a un andante caballero.” (DQ I, 25)


Don Quijote, saca la idea de la penitencia de Amadís, quién la hizo para mostrar su lealtad amorosa ante Oriana. Lo paródico está en que don Quijote no tiene ninguna razón para sufrirla, porque Dulcinea no se ha enfadado como ocurrió con Oriana, ni le había engañado con otro, simplemente que no la conoce, y la única manera para poder conocerla es a través de la carta que Sancho le lleva. La penitencia de don Quijote es otro ejemplo típico de la memoria literaria del caballero, que quiere hacer verdaderos los episodios que ha leído en las novelas de caballerías. Lo que confirma el caballero mismo (DQ I,25):

[…] entiende con todos tus cinco sentidos que todo cuanto yo he hecho, hago e hiciere, va muy puesto en razón y muy conforme a las reglas de caballería, que las sé mejor que cuantos caballeros las profesaron en el mundo.”

Su recreación literaria en la penitencia se puede hallar en la forma de actuar,

[…] desnudándose con toda priesa los calzones, quedó en carnes y en peñales, y luego […] dio dos zapatetas en el aire y dos tumbas […]”

Esto no se encuentra en ninguna novela de caballerías, es pura invención de la locura de con Quijote, en la que quiere superar a los caballeros andantes anteriores, para lograr que el mundo se dé cuenta del sufrimiento por su dama. Según Riquer (2003: 251) la locura mostrada aquí por don Quijote es similar a la locura que se encuentra en Orlando Furioso de Ariosto:

En cuanto a Orlando Furioso, Ariosto cuenta que, al enterarse de los amores de la hermosa Angélica con el negro Medoro, enloqueció y, medio desnudo, arrancó furiosamente árboles, enturbió las aguas de los arroyos, mató pastores y animales y realizó otros excesos. Don Quijote combina la penitencia de Amadís con la furia demencial de Orlando, y no tan sólo reza, suspira y escribe versos en las cortezas de los árboles, sino que da volteretas en camisa.” Así se describe la locura de Orlando en la obra de Ariosto (Canto 23, 121, 133, 135).

Don Quijote se toma sus acciones en serio:

[…] todas estas cosas que hago no son de burlas, sino muy de veras; porque de otra manera, sería contravenir a las órdenes de caballería, que nos mandan que no digamos mentira alguna, pena de relasos.” (DQ I, 25)

La ironía, es sin duda el hecho cómico más importante en toda la novela. Don Quijote imita los hechos que recuerda de sus lecturas, pero sus acciones son originales, gracias al elemento cómico que se halla en ellas:

[…] cuando algún pintor quiere salir famoso en su arte, procura imitar los originales de los más únicos pintores que sabe; y esta mesma regla corre por todos los más oficioso ejercicios de cuenta que sirven para adorno de las repúblicas, así lo ha de hacer y hace el que quiere alcanzar nombre de prudente y sufrido, imitando a Ulises, en cuya persona y trabajos nos pinta Homero un retrato vivo de prudencia y de sufrimiento […] ¿Ya no te he dicho […] que quiero imitar a Amadís, haciendo aquí el desesperado, del sandio y del furioso, por imitar juntamente al valiente don Roldán […]” (DQ I, xxv)

Muchas son las razones de que el caballero es consciente de la imitación, y su imaginación convierte en hechos reales:

Viva la memoria de Amadís, y sea imitado de don Quijote de la Mancha en todo lo que pudiere; del cual se dirá lo que del otro se dijo: que si no acabó grandes cosas, murió por acometellas; […] Ea, pues, manos a la obra: venid a mi memoria, cosas de Amadís, y enseñadme por dónde tengo de comenzar a imitaros.” (DQ I, xxvi)

La memoria de Amadís, cuyas acciones evoca para lograr después que sus hechos aparezcan también en un libro, y que todo el mundo los lea y los recuerde. De este modo muestra el caballero su deseo de fama. El caballero imitador convierte sus lecturas en una realidad absoluta, como hizo también con la dama de sus altos pensamientos:

[…] yo imagino que todo lo que digo es así, sin que sobre ni falte nada, píntola en mi imaginación como la deseo, así en la belleza como en la principalidad […]” (DQ I, 25)

Un poco más adelante es el autor quien alumbra la función importante que tiene la memoria del héroe, en el episodio de la carta para Dulcinea:

Sacó el libro de memoria don Quijote, y, apartándose a una parte, con mucho sosiego comenzó a escribir la carta, […]” (DQ I, 25)

La metáfora que usa Cervantes para enfocar la memoria quijotesca no podía haber sido más certera: como un libro. Metáfora que repite varias veces;

Mas ya me ha venido a la memoria dónde será bien, y aun más que bien, escribilla; que es en el librillo de memoria que fue de Cardenio, […]” (DQ I, 25)

Él [Sancho] dijo que iba escrita en un libro de memoria, y que era orden de su señor que la hiciese trasladar en papel en el primer lugar que llegase […]” (DQ I, 26)

Cervantes se burla de la memoria de Sancho cuando éste tiene que reproducir la carta de don Quijote al barbero, al cura y al licenciado. Primero dice que “He perdido el libro de memoria […]” (DQ I, 26) en que estaba escrita la carta a Dulcinea. Cuando Sancho tiene que reproducir el contenido, la memoria le falla:

No poco gustaron […] de ver la buena memoria de Sancho Panza, y alabáronsela mucho, y le pidieron que dijese la carta otras dos veces, para que ellos, ansimesmo, la tomasen de memoria para trasladalla a su tiempo.” (DQ I, 26)

Estos ejemplos muestran la importancia que tiene la memoria, no sólo para los personajes, sino también para su creador Cervantes, que tenía tanto conocimiento de las novelas de caballerías que podía burlarse de ellas constantemente en el Quijote.

Aquí, Sancho, después de haber oído hablar tantas veces de la alta dama Dulcinea, se entera de las raíces de Dulcinea: que no es más que una moza labradora que él conoce:

Y confieso a vuestra merced una verdad, […]: que hasta aquí he estado en una grande ignorancia; que pensaba bien y fielmente que la señora Dulcinea debía de ser alguna princesa de quien vuestra merced estaba enamorado, o alguna persona tal, que mereciese los ricos presentes que vuestra merced le ha enviado […]” (DQ I, 25)

Sancho, al conocer el linaje de Dulcinea, duda de la palabra de su amo, que hasta este momento había creído fielmente. Esa duda facilitará el engaño a don Quijote. Recordemos que don Quijote, antes de su penitencia, todavía relaciona la figura de Dulcinea con la de Aldonza Lorenzo:

¿Que la hija de Lorenzo Corchuelo es la señora Dulcinea del Toboso, llamada por otro nombre Aldonza Lorenzo?

Ésa es –dijo don Quijote-, y es la que merece ser señora de todo el universo.” (Ibidem)

Después de la penitencia el caballero no relacionará más a Dulcinea con Aldonza Lorenzo. Don Quijote que, como hemos comentado, decide sufrir una penitencia únicamente por imitación. Lo que Sancho no parece entender:

[…] ¿Qué causa tiene para volverse loco? ¿Qué dama le ha desdeñado, o qué señales ha hallado que le den a entender que la señora Dulcinea del Toboso ha hecho alguna niñería con moro o cristiano?”(Ibidem)

En la respuesta de don Quijote se puede hallar una gran convicción de si mismo, que le dice que sería capaz de hacer cualquier cosa que habían hecho otros caballeros andantes, y quizás aún más:

[…] si en seco hago esto, ¿qué hiciera en mojado?” (Ibidem)

Algunos momentos después don Quijote dice lo mismo de forma, más rotunda, refiriendose a la posibilidad de que Dulcinea no responda a su carta:

[…] y si fuere tal qual a mi fe se le debe [la respuesta de Dulcinea], acabarse a mi sandez y mi penitencia; y si fuere al contrario, seré loco de veras, y siéndolo, no sentiré nada” (Ibidem).

Esta frase indica que el caballero tiene cierta conciencia de que sus acciones no son tan “normales‟ para los demás, lo que caracteriza perfectamente lo que surge de la comunicación entre su realidad caballeresca, y la realidad de su tiempo.

El capítulo XXVI, cuando el caballero queda a solas, para mantener la forma de diálogo, don Quijote habla consigo mismo y expresa sus propias dudas sobre la penitencia que está haciendo. De esta manera los lectores se dan cuenta de la inseguridad del caballero, porque realmente no tiene ninguna razón –aparte de la imitación-, sobre todo si los comparamos con las razones de Amadís o la que tenía Orlando Furioso:

Así como oís estaba Beltenebros haciendo su penitencia con mucho dolor y grandes pensamientos que de continuo tenía, creyendo que si Dios por su piedad no le acorriese con la merced de su señora, que la muerte tenía muy cerca, más que la vida y todas las más noches albergaba debajo de unos muy espesos árboles que en una huerta eran allí cerca de la ermita, por hacer su duelo y llorar sin que el ermitaño ni los mozos lo sintiesen.” (Amadís de Gaula II, ll)

Visto el dolor de Amadís, no es raro que don Quijote exprese dudas sobre su imitación, que son las mismas dudas que Sancho le haba dicho:

[…] ¿para qué quiero yo tomar trabajo agora de desnudarme del todo, ni dar pesadumbre a estos árboles, que no me han hecho mal alguno? Ni tengo para qué enturbiar el agua clara destos arroyos, los cuales me han de dar de beber cuando tenga gana.” (DQ I, xxvi)

Estas dudas también aclaran un poco su estado mental: no son las dudas de un loco.

El resultado de su penitencia, también será menos satisfactorio que el de Amadís. Don Quijote lo sabe de antemano, porque nunca ha hablado con Dulcinea y a ella poco podrá importar la penitencia de lealtad amorosa. Sabe que una reacción como la de Oriana no acontecerá, aunque trata de mantener la esperanza de que Dulcinea le responda. Además, la ironía se perdería con una respuesta de Dulcinea, porque Dulcinea pasaría a otro plano de realidad. Cuando uno lee la reacción de Oriana, se da cuenta que algo similar nunca podría ocurrir con Dulcinea:

Oriana paró mientes en aquellas palabras, y bien vio, según ella le había errado, que con gran razón Amadís se quejaba, y vínole muy gran queja al corazón, de manera que allí no pudiendo estar, se fue a su cámara con vergüenza de las muchas lágrimas que a los ojos le venían.” (Amadis de Gaula II, li)

La duda de don Quijote con respecto a los motivos de la penitencia y el hecho de que Sancho nunca llegue a El Toboso para entregar la carta, son los aspectos más irónicos de este episodio. Es la primera vez que Sancho engaña a su amo, y lo puede hacer porque sabe la verdad sobre la figura de Dulcinea. Desde este momento aumentarán las situaciones y las ganas de Sancho para engañar o burlarse de su amo.

La ironía también se puede hallar en los versos de don Quijote penitente, que son burlescos y en nada recuerdan la emoción de Amadís:

Lo de pagar escote, como después, traer al estricote, ser de mala ralea, henchir un pipote, herir el amor con su azote o su blanda correa y tocar el cogote son expresiones que producen hilaridad, y no compasión ante la desgracia del caballero que llora la ausencia de su dama.”

En los episodios siguientes cuando Sancho confiesa que había perdido la carta pero que sí habló con Dulcinea, el caballero decide que quiere ver a su dama. Esto le acarrea a Sancho un problema, porque tendrá que inventar dónde estaría la casa de Dulcinea. También existe un gran peligro para don Quijote, porque esto podría romper la imagen que tiene de ella como princesa o doncella, pues todavía la relaciona con Aldonza Lorenzo y Sancho no puede conducirlo sino a la casa de una campesina. Por el miedo a que se descubra su engaño, Sancho quiere evitar a toda costa que su amo vaya a El Toboso:

[…] vuestra merced no se cure de ir por agora a ver a mi señora Dulcinea, sino váyase a matar al gigante, y concluyamos este negocio […]” (DQ I, 31)

Y don Quijote está de acuerdo con Sancho, porque tiene miedo de romper con el sueño de Dulcinea, su princesa:

Detúvose don Quijote, con no poco gusto de Sancho, que ya estaba cansado de mentir tanto y temía que no le cogiese su amo a palabras; porque, puesto que él sabía que Dulcinea era una labradora del Toboso, no la había visto en toda su vida.” (Ibidem)

Cuando finalmente deciden ir a El Toboso, ya en la segunda parte, Cide Hamete Benengeli:

[…] las pasadas caballerías del Ingenioso Hidalgo, y que pongan los ojos en las que están por venir […]” (DQ II, 8)

Se refiere al cambio mental que, con el encantamiento de Dulcinea, va a ocurrir en don Quijote, que pierde de vista la figura de Aldonza Lorenzo para reemplazarla por la moza labradora, o sea, Dulcinea encantada.

Sancho se pone más y más nervioso mientras acercan El Toboso:

[…] descubrieron la gran ciudad del Toboso, con cuya vista se le alegraron los espíritus a don Quijote y se le entristeceron a Sancho, porque no sabía la casa de Dulcinea, ni en su vida la había visto, como no la había visto su señor […]” (Ibidem)

Cervantes, poniendo el nombre de Dulcinea en lugar de Aldonza Lorenzo, sugiere que Sancho ya se ha olvidado del origen de la dama. Es significativo que entren en la ciudad por la noche, cuando será más difícil encontrar la casa de Dulcinea; quizás el autor nos está diciendo que, en realidad, ninguno de los dos desea encontrarla:

Era la noche entreclara, puesto que quisiera Sancho que fuera del todo escura, por hallar en su escuridad disculpa de su sandez.” (DQ II, 9)

Cuando don Quijote dice a Sancho que guíe al palacio de Dulcinea, se pone cada vez más nervioso y se defiende diciendo que no podrá hallar el palacio por la noche porque sólo lo ha visto una vez. Es es entonces cuando don Quijote confiesa lo que es de gran importancia sobre la figura de Dulcinea: que tampoco él la visto (anteriormente nos había dicho que sólo la había visto cuatro veces):

[…]¿no te he dicho mil veces que en todos los días de mi vida no he visto a la sin par Dulcinea, ni jamás atravesé los umbrales de su palacio, y que sólo estoy enamorado de oídas y de la gran fama que tiene de hermosa y discreta?” (DQ II, 9)

Con esto, Cervantes crea la situación perfecta para el engaño de Sancho, con el encantamiento de Dulcinea, y la imagen de la moza labradora será (durante el resto de la obra) la que permanezca en don Quijote.

El encantamiento de Dulcinea por Sancho es un truco de Cervantes para salvar al personaje, que, como todos los personajes, tiene que experimentar algún desarrollo para seguir captando la atención del lector. Es un personaje no existente que tendrá su desarrollo solo en la mente de los otros personajes. Así, Cervantes, resuelve la situación: con el encantamiento salva el mito de Dulcinea del Toboso dentro de la memoria de don Quijote y en el interés de los lectores.


Bibliografía:

- Egido, Aurora (1991) La memoria y el Quijote. (BVC)

- Ignacio Ferreras, Juan (1982) La estructura paródica del Quijote. (Taurus)

- Márquez Villanueva, Francisco (1975) Personajes y temas en el Quijote. (BVC)

- Riquer, Martín de (1967) Caballeros andantes españoles (Austral)

- Rodriguez-Luís, Julio (1966) Dulcinea a través de los dos Quijotes. (BVC)


martes, 29 de marzo de 2022

Dulcinea en la parodia y la ironía del Quijote


P
arodia e ironía son elementos fundamentales de la obra, con los que se recrea el mundo caballeresco existente en la memoria literaria de don Quijote. La parte que corresponde a Dulcinea en construir la parodia, es esencial para el pensamiento y la la memoria de don Quijote, porque, al fin de cuentas, Dulcinea es el más fino retrato de la dama caballeresca. Es lógico entonces que ella viva unicamente dentro de la locura de don Quijote, y de algunos otros personajes que han leído las novelas de caballerías también (los que no se burlan de don Quijote), como por ejemplo Cardenio (DQ I, 32). Es muy importante no perder de vista la ironía y parodia del Quijote: cuando Cervantes dice en el prólogo que la obra no es más que una invectiva contra los libros de caballerías. Eso serviría para la censura, pero todos sabemos que no es así: los libros de caballería son el código de la parodia, que usa Cervantes con tremenda ironía, para hacer de los ideales, el objeto de la parodia.

En este esquema se ve clara la parodia que hay en el Quijote:

La realidad

La parodia, o memoria caballeresca

  • Alonso Quijano

  • Aldonza Lorenzo

  • La Labradora

  • Aldonza es la personificación de lo feo.

  • Aldonza es conocida por don Quijote (al menos por que la ha visto cuatro veces) y, más importante: por Sancho.

  • Don Quijote de la Mancha

  • Dulcinea del Toboso

  • Dulcinea encantada

  • Dulcinea representa todo lo bello

  • Dulcinea no es conocida por don Quijote (que la conoce, como dice, „de oídas‟)

La realidad es lo compartido por todos los personajes, y por el lector, que en la vida real se llamaría la sociedad. Se puede comprobar que todo lo que hace don Quijote, va en contra de la realidad, y lo construye él mismo personalmente de su memoria. Esto es la parodia, o memoria caballeresca que es “ideal”, que va en contra de lo “normal”, y que hace que el Quijote sea una obra cómica. Ese sistema que construyó Cervantes dentro del Quijote es enormemente complejo.

En el caso de Dulcinea encantada (la que se cae del borrico a la entrada de El Toboso), todo el mundo sabe que se trata de una labradora, y también don Quijote la ve como una labradora cualquiera. Cuando se traga la burla de Sancho, que la labradora realmente es Dulcinea, aunque encantada, su visión personal de la realidad se altera para asociar desde ese momento la imagen que tiene de Dulcinea encantada con la labradora, la cual al final hace desaparecer por completo la imagen de Aldonza.

Para comprender la ironía y la parodia, servirá recordar la obra Doctrinal de los cavalleros, de Alonso de Cartagena, manuscrito que explica las leyes básicas de la caballería, que don Quijote, a través de una gran cantidad de libros, toma por verdaderas. Según el doctrinal un caballero debe tener cuatro virtudes:

[…] son cuatro las mayores, así como cordura e fortaleza e mesura e justicia.” Para don Quijote es esencial defender estas virtudes enfrente de todo el mundo, para poder reestablecer el orden de la caballería. Otro detalle interesante es el hecho de que un caballero no pueda ser desmemoriado. Don Quijote tiene una memoria perfecta, así que en este contexto tiene todo el derecho de llamarse caballero andante. El texto dice que los caballeros también deben leer de “los grandes fechos de armas cuando comieren”.

El caballero leyendo las aventuras de otros caballeros, para mejorarse en el oficio de la caballería. Cartagena explica cómo debe tratar el caballero a las dueñas y doncellas “fijasdalgo”. Con este aspecto uno entra dentro del mundo irónico que ha creado Cervantes:

Otrosí el su fablar non sea muy apriesa nin muy a bozes, e que pare mientes siempre en su lengua, e que nunca diga palavras torpes, e señaladamente nunca diga ningund agravio contra alguna dueña nin contra alguna donzella fijadalgo, aunque ella sea contra él, porque ay algunas dellas a las vezes ariscas.”

Don Quijote comete casi todos los errores señalados por Cartagena, sin darse cuenta de ello. Todo lo que dice sobre Dulcinea, lo hace “muy a bozes”, para que todos sepan que está hablando de su doncella, y para convencerles y convencerse de que realmente es muy hermosa, noble y de “buena sangre‟. El caballero necesita “gritar‟ la hermosura de su dama para no afirmar la existencia de Dulcinea fuera de su propia mente. Esta inseguridad está elaborada de manera fenomenal por Cervantes, usando las mujeres existentes que don Quijote va encontrando, y que le hacen cada vez más inseguro sobre su dama. Lo único que respeta don Quijote del doctrinal es el no ofender o decir “ningund agravio contra alguna dueña, […], aunque ella sea contra él, […]‟ Este mandato es mantenido por don Quijote, porque cuando Altisidora le insulta, el caballero, en ningún momento, pierde la compostura hacia ella. Don Quijote, que actúa de forma egoísta en su locura de caballero andante, y que hace todo lo posible, aunque sea una acción negativa, para lograr ese fin.

Normalmente la historia de una novela de caballerías se sitúa en el pasado, en un país lejano, extranjero o desconocido, para aumentar el elemento “fantástico” para los lectores. Dentro del Quijote no se encuentra ninguna de éstas dos características. Don Quijote vive sus aventuras dentro de España, y tampoco se trata de una historia situada en el pasado lejano. Normalmente un caballero andante es de sangre noble (o hijo de algún rey), mientras que don Quijote solo es un hidalgo venido a menos.

Algunos elementos irónicos u opuestos

Libros de Caballerías

Don Quijote

- El caballero debe ser joven

- El caballero es guapo

- El caballero tiene mucha fuerza

- El caballero es de sangre noble

- El caballero llega a ser rey


- El caballero tiene más de cincuenta años

- Don Quijote demasiado viejo para ser guapo

- Don Quijote no tiene tanta fuerza

- Alonso Quijano no lo es

- Don Quijote muere como Alonso el bueno


Se ve claramente que casi todos los opuestos están relacionados con la edad de don Quijote. Es la ironía del Quijote. Esta ironía se encuentra en los episodios en que los demás no logran a entender por qué don Quijote dice algo de cierta manera (muchas veces de forma errada), y nadie sabe qué significa.

Este sistema de la ironía paradójica se puede hallar en cualquier rincón del Quijote: La ironía en el Quijote no es solamente un procedimiento narrativo, sino un estilo; Cervantes es la ironía hecha estilo porque su propia vida le ha enseñado a manejarla, esto es, a decir lo contrario de lo que dice.

La “ironía personal” se puede encontrar en las palabras de don Quijote, cuando habla sobre aventuras de caballeros, y se equivoca con términos o con palabras. Esta ironía es irreal, porque se trata de la expresión de don Quijote, que no está compartida por los demás; los otros personajes contribuyen en esta ironía personal cuando quieren engañar o burlarse de don Quijote, porque lo tendrán que hacer de forma caballeresca.

Ignacio Ferreras (1982) ha destacado los cuatro niveles irónicos (o “mundos‟, según el crítico) que existen dentro del Quijote. Los dos tipos de ironía que acabo de describir caben a lo mejor dentro de lo que Ignacio Ferreras llama el mundo transformado (por don Quijote) y el mundo “real”. Los otros dos, el mundo fingido por otros y el mundo voluntario (construido por el personaje mismo). En mi opinión se podría juntar el mundo transformado y el mundo fingido por otros, porque el segundo no puede existir sin el primero. Además creo que el mundo transformado es esencial para entender la ironía y parodia que existe en la figura de Dulcinea; lo que llamé el aspecto irónico irreal.

Sorprende que casi nunca se mencione que El Toboso en el tiempo de Cervantes era un pueblo lleno de conversos y moriscos, y que de esto se sirvió para la parodia, y el elemento satírico que tiene el amor idealizado de don Quijote por Dulcinea. Tener una doncella es lo más importante para don Quijote, sea cristiana vieja o conversa. Esto es un tema esencial para comprender la relación paródica que existe entre ambos personajes, y la parodia constante que se crea con este dato (Fue Américo Castro quien afirmó en los años sesenta sobre el origen morisco de Dulcinea, visualizada a lomos de su borrico de tareas agrícolas propias de los últimos musulmanes).

Nunca se podrá probar que Dulcinea es morisca o no, simplemente porque ella sólo existe en la locura de don Quijote. Lo que si se puede afirmar es que causó la risa entre los lectores en la época de Cervantes, porque todo el mundo sabía que El Toboso estaba lleno de conversos y sobre todo de moriscos. Imaginemos así, el efecto cómico que tenía una frase como:

Dulcinea es principal y bien nacida y de los hidalgos linajes que hay en el Toboso, que son muchos, antiguos y buenos.” (DQ II, 32).

Estos rasgos cómicos se pierden con el tiempo, cubiertos por otros hechos históricos. La ausencia de “linajes hidalgos‟ en El Toboso también está confirmado por Rodríguez Marín, en su edición crítica de 1928:

¿Había linajes hidalgos en el Toboso por el tiempo a que puede referirse la acción del Quijote? No ciertamente. Los continuadores de Clemencín recordaron que por unas Relaciones topográficas que se conservan en la Biblioteca escurialense consta que a cierto interrogatorio hecho por orden de Felipe II en el año de 1576, los vecinos del Toboso respondieron que la mayor parte de la población era de moriscos y que no había nobles, caballeros, ni hidalgos. Son todos labradores -decían- si no es el doctor Zarco de Morales, que goza de las libertades que gozan los hijos-dalgo, por ser graduado en el Colegio de los Españoles en Bolonia, en Italia. (Apud Luis Torres, 2003)

Otro momento interesante con respecto a Dulcinea como morisca ocurre cuando don Quijote hace su penitencia:

Porque mi Dulcinea del Toboso osaré jurar que no ha visto en todos los días de su vida moro alguno, ansí como él es, en su mismo traje, y que se está hoy como la madre que la parió.” (DQ I, XXVI)

Es casi como si lo sintiera absolutamente necesario defenderse ante la posibilidad que Dulcinea podría ser morisca. Sin embargo, es una frase significante para la ironía, porque sugiere que Dulcinea (nacido en el Toboso, lugar lleno de moriscos) ni sabe de la existencia de moriscos en España; y lo que aumenta la risa aún más es lo que dice en final: “[…] que se está hoy como la madre que le parió.”, adición tan vulgar en la que no se puede encontrar ni el nivel más bajo de cortesía para la dama de sus “altos pensamientos‟, que es verdaderamente hilarante. Aquí don Quijote se muestra como noble en combinación con lo vulgar, y de esta contradicción surge el aspecto irónico. Otro lugar en que se menciona la falta de sangre noble de Dulcinea se encuentra en el episodio del interrogatorio de la duquesa:

[…] Dulcinea es hija de sus obras, y […] las virtudes adoban la sangre […]” (DQ II, 32)

Las virtudes que la otorga don Quijote vienen de su memoria literaria, con la cual puede convertir morisca en hidalga o alta dama, según quisiera.

Sánchez (1988: 19) dice sobre el aspecto de los moriscos en El Toboso:

[…], se ha considerado que hay una sátira encubierta contra los vecinos del Toboso, moriscos en su mayoría a finales del siglo xvi. Por eso Dulcinea no ha visto «moro alguno, ansí como él es. en su mismo traje», ya que los habría visto con trajes a la manera cristiana, por obligación legal en el momento.”

Otro ejemplo a la posibilidad de Dulcinea como morisca surge cuando don Quijote pregunta a Sancho cómo reaccionó Dulcinea cuando había recibido la carta:

[…] cuando llegaste junto a ella, ¿no sentiste un olor sabeo, una fragancia aromática […]” (DQ I, 31)

Este sabeo, como anota Martín de Riquer (2003:330) era de Sabá, región de Arabia famosa por su incienso. Vemos que existen muchas sutiles referencias sobre la posibilidad de Dulcinea como morisca.

Uno de los pasajes más cómicos tiene que ver con el tema de la hermosura de Dulcinea y las metáforas que utiliza don Quijote para “mostrárla‟ al mundo. Es un aspecto muy importante para la ironía como también para la memoria literaria del caballero. Nos referimos al capítulo XI de la Segundo Parte. Sancho se equivoca en una metáfora, y dice que Dulcinea tiene “ojos de perlas‟. Don Quijote le irrita mucho, oír a su escudero usar la metáfora para una parte del cuerpo equivocada, y reprocha a Sancho por su descuido metafórico:

Mas, con todo esto, he caído, Sancho, en una cosa, y es que me pintaste mal su hermosura; porque, si mal no me acuerdo, dijiste que tenía los ojos de perlas, y los ojos que parecen antes son de besugo que de dama; y a lo que yo creo, los de Dulcinea deben ser de verdes esmeraldas, rasgados, con dos celestiales arcos que les sirven de cejas; y esas perlas quítalas de los ojos y pásalas a los dientes; que sin duda te trocaste, Sancho, tomando los ojos por los dientes.”(DQ II, 11).

Aunque está haciendo su amonestación a Sancho, él mismo comete los errores literarias que hemos señalado anteriormente, haciendo surgir la ironía. Las metáforas que usa don Quijote aquí le sirven para mostrar su punto de vista de la hermosura real (según él) de Dulcinea: no es que Dulcinea tenga cejas, tiene algo mucho más bello: “[…] dos celestiales arcos […]” y la realidad Quijotesca lo lleva a un plano aún más lejos, porque los celestiales arcos les sirven de cejas. Los ojos no son “como‟ verde esmeraldas; lo son. Esto es justamente el mundo transformado en que vive don Quijote. Se podría decir que Dulcinea es la dama literaria hecha carne en la memoria de don Quijote:

[…] bástame a mí pensar y creer que la buena de Aldonza Lorenzo es hermosa y honesta; y en lo del linaje importa poco, que no han de ir a hacer la información de él para darle algún hábito, y yo me hago cuenta que es la más alta princesa del mundo. […] y píntola en mi imaginación como la deseo, así en la belleza como en la principalidad […] (DQ I, 25).

 

Bibliografía:

- Avalle-Arce, Juan (2002) Nuevos deslindes cervantinos. (BVC)

- Egido, Aurora (1991) La memoria y el Quijote. (BVC)

- Ignacio Ferreras, Juan (1982) La estructura paródica del Quijote. (Taurus) 

- Márquez Villanueva, Francisco (1975) Personajes y temas en el Quijote. (BVC)

- Riquer, Martín de (1967) Caballeros andantes españoles (Austral)

- Rodriguez-Luís, Julio (1966) Dulcinea a través de los dos Quijotes. (BVC)



lunes, 28 de marzo de 2022

La creación de Dulcinea


 

[…] en un lugar cerca del suyo había una moza labradora de muy buen parecer, de quien él un tiempo anduvo enamorado, aunque, se entiende, ella jamás lo supo ni se dio cata dello. Llamábase Aldonza Lorenzo.” (DQ I, 1)

Antes del primer capítulo ya conoce el lector el amor idealizado de don Quijote por Dulcinea. En versos preliminares ya se canta su belleza y sus buenos modales. Todo lo que es Dulcinea se sabe por las palabras y pensamientos de un solo personaje: don Quijote. Dulcinea cumple todos los requisitos de la tradición literaria: poseía, suave musicalidad; su nombre mantiene con “dulce” una relación significativa; y se sitúa en el mismo plano de vaguedad y lejanía que Florisea, Arbolea, Cariclea, Febea y otros nombres de heroínas celebradas por la novela y el teatro del siglo XVI”. Nos dice el autor:

[…] nombre, a su parecer, músico y peregrino y significativo, como todos los demás que a él y a sus cosas había puesto.”(DQ I, 1)

El cambio del nombre debe contener algún significado; entre Aldonza y Dulcinea existe, según Cervantes, un nexo semejante al de Quijano con Quijote. Ese cambio acentúa la parodia, porque en la época de Cervantes Aldonza y Dulce nombraba a la misma persona. Además, implica para don Quijote un cambio de personalidad del personaje: con ello convierte una aldeana fea en una princesa bella. Así, con el cambio de nombre, los contemporáneos de Cervantes entendían muy bien la parodia.

Una de las más importantes características de los caballeros andantes era tener una doncella (difícil de alcanzar) en la mente durante las luchas o los largos viajes que solían hacer. Sin una buena dama sería imposible ser caballero andante. Podría decirse que Dulcinea encarna el poder y el alma de la existencia de don Quijote:

[…] porque el caballero andante sin amores era árbol sin hojas y sin fruto y cuerpo sin alma.” (DQ I, 1)

Pero, ¿por qué don Quijote necesita a Aldonza Lorenzo?, ¿podría haber imaginado a Dulcinea, sin basarse en ningún modelo? Intentaremos descubrirlo: Si Dulcinea del Toboso sólo hubiera existido dentro de la imaginación de don Quijote, sin tener ninguna base en la realidad, Sancho nunca habría sabido que podría apuntar a la primera aldeana que vea como si fuera Dulcinea. El hecho de que Dulcinea tiene su raíz en una persona existente, conocida por Sancho, hace posible el encantamiento y luego el acercamiento entre amo y escudero. Por esto se puede comprobar que Aldonza Lorenzo es el truco cervantino: don Quijote no necesitaría a Aldonza, le bastaría imaginarse una princesa linda y bella sin fundamento en realidad. La labradora logra la quijotización de Sancho, y luego, la curación de la locura de don Quijote. Sería imposible lograr estos dos movimientos o cambios psicológicos de los personajes principales sin la existencia de Aldonza Lorenzo.

Sobre la identidad de Aldonza Lorenzo no se sabe mucho, lo único, y tal vez más importante, es que se trata de una mujer que existe en el mundo real y actual de Alonso Quijano. De esto Sancho da algunas pistas al lector cuando se da cuenta de que Dulcinea no es una princesa, sino una dama construida en la mente de su amo:

¡Vive el dador, que es moza de chapa, hecha y derecha, y de pelo en pecho, y que puede sacar la barba del lodo a cualquier cavallero andante, o por andar, que la tuviere por señora!” (DQ I, 25)

Estas palabras funcionan para la risa del lector, y para acentuar el bajo linaje de Dulcinea. Además, este episodio es muy importante, porque, por ese conocimiento, Sancho podrá, más tarde, burlar a su amo.

La diferencia entre ambas mujeres es enorme: Dulcinea representa todo lo bello, Aldonza Lorenzo lo feo y grotesco. Don Quijote la convierte en la más alta princesa del mundo, pero los otros personajes no han cambiado la visión que tienen de Aldonza: Sancho la conoce, su visión es la verdadera y aunque quisiera, no puede cambiar de opinión. Pero hay algo muy importante dentro de la transformación mental de don Quijote, porque con la creación de Dulcinea, él mismo se transforma por completo para ser “don Quijote‟, el caballero andante, y sólo después de esto puede dejar a su identidad “original‟, Alonso Quijano: don Quijote emerge de Alonso Quijano, como Dulcinea es la figura idealizada de Aldonza Lorenzo. Obsérvese también la semejanza entre los nombres “Alonso‟ y “Aldonza‟ y entre “don‟ (Quijote) y “Dulcinea‟ Los dos nombres se igualan y marcan la vida de don Quijote antes de hacerse caballero andante. En ésto Dulcinea no tiene ninguna parte activa, ella simplemente es el molde del que el caballero construye su quimera caballeresca.

Es notable la importancia que tiene El Toboso aquí: Alonso Quijano (real), antes de ser don Quijote, vive en “un lugar de la Mancha,” (imaginario) mientras que su Dulcinea (imaginaria) vive en El Toboso (un lugar real). Podría significar que el lugar de donde viene don Quijote antes de hacerse caballero andante no tiene tanta importancia, comparado con el lugar en el que se perfeccione como caballero andante: El Toboso.

Don Quijote se acuerda de Aldonza y sobre ese recuerdo la convierte en una dama preciosa, que él tendrá que proteger y defender, no importa cuales sean las circunstancias. Tal invención le permite, además, ignorar su inhibición, que se disfraza con la noble apariencia de fidelidad a la única y perfecta bienamada. No parece que Alonso Quijano estuviera enamorado de Aldonza, porque cuando le dice a Sancho:

[…] que en todos los días de mi vida no he visto a la sin par Dulcinea, ni jamás atravesé los umbrales de su palacio, y que sólo estoy enamorado de oídas y de la gran fama que tiene de hermosa y discreta.” (DQ II, 9)

Se ve claramente que Aldonza juega un papel muy pequeño en la construcción de Dulcinea. Sobre todo el aspecto de estar enamorado de oídas y de la gran fama es una referencia directa a la literatura caballeresca, porque ¿de dónde, si no de las novelas de caballerías, vendría entonces la gran fama que tiene Dulcinea? Creo que el suponer que Alonso ya estaba enamorado de Aldonza daría demasiada importancia a esta figura como personaje, que funciona como truco cervantino para lograr el acercamiento y la amistad entre don Quijote y Sancho. Lo único que sabemos es que:

[…] había una moza labradora de muy buen parecer, de quién él un tiempo anduvo enamorado, aunque, según se entiende, ella jamás lo supo, ni le dio data dello.” (DQ I, 1)

Estas palabras “un tiempo” indican que el enamoramiento es algo que pertenece al pasado y que eso no es el caso ahora. Podría ser que su anterior enamoramiento le ayudara a construir mejor a Dulcinea, pero no creo que juegue un papel tan importante dentro del resto de la obra. Don Quijote en su subconsciente sabe que Ducinea solo existe en su imaginación. Don Quijote duda de la existencia de Dulcinea en el encuentro con Altisidora, incluso parece que siente pena por no haber podido disfrutar de la ocasión, como hubieran hecho los demás:

La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos […]” (DQ, II, 28)

Se refiere a la limitada libertad en el amor de su oficio de caballero andante. No tiene miedo a lo sexual, sino a errar en lo caballeresco. También prefiere a la Dama de sus sueños sobre la bellísima Dorotea, dando valor al ideal sobre la belleza sensible. Y por el mismo camino, más que por los buenos modales, van sus hechos cuando dice a la duquesa

Más venturosa y más conocida será en el mundo Dulcinea por haberla alabado vuestra grandeza que por todas las alabanzas que puedan darle los más elocuentes de la tierra.” (DQ, II, 44)

No es que don Quijote lleve la duquesa a un plano más alto de lo que tiene Dulcinea, sino que la duquesa es una persona real, que verdaderamente existe dentro de la obra, mientras que don Quijote se siente cada vez más inseguro sobre la existencia de Dulcinea.

La frustración sexual de don Quijote, se podría explicar con las leyes de la caballería que conllevan una gran admiración para cada doncella existente. Es más bien una actitud obsesiva caballeresca, que hace que don Quijote quiera aumentar el fuego en los pechos de las doncellas que os miran […]” (DQ II, 57), y la inseguridad sobre la dama imaginaria Dulcinea. Como que el caballero no logra evocar esos sentimientos amorosos en ellas, los inventa para ganar más credibilidad como caballero andante. Por eso el caballero queda tan asombrado y perplejo cuando finalmente Altisidora se “enamora‟ de él. El mero hecho afirma su existencia caballeresca, porque los caballeros andantes solían tener muchas doncellas tras ellos. Y cuando don Quijote dice que quiere tener hijos de Dulcinea

[…] de cuyo feliz vientre saldrían […] sus hijos […]” (DQ I, 46)

Está hablando de la memoria caballeresca, que tiene que sobrevivir para la posteridad, como es el caso en Las sergas de Esplandían, en que el hijo de Amadís se hace cargo del trabajo principal: hacer caballerías. Don Quijote simplemente tiene miedo a la posibilidad que los caballeros andantes (en su tiempo ya extinguidos) desaparezcán para siempre, tanto en la literatura como en la vida cotidiana.

Ese es el aspecto de la idealización caballeresca y renacentista con que don Quijote construye a Dulcinea. Ella ha de ser más que una dama para que don Quijote se pueda enamorar: la imagen que el caballero tiene de Dulcinea es tan ideal que ella nunca aparece en la obra.

La suposición que don Quijote estaba enamorado Aldonza, después de haberla convertido en Dulcinea, sólo se podría sacar por el envío de la carta, con un mensajero real, al lugar en que realmente vive. Pero, más bien, creo que el hecho, permite que don Quijote pueda realizar su penitencia en soledad; y es, además, una prueba para Sancho, que tiene que hacer de cartero. El escudero tendrá que inventar la solución sobre la inexistencia de Dulcinea, con la imagen existente de Aldonza Lorenzo. Parece ser el primer obstáculo que Cervantes, a través de don Quijote, pone en el camino de Sancho; algo que, sin duda, servirá en el futuro para mantener y aumentar la tensión irónica entre amo y escudero.

 

 

Bibliografía:

- Egido, Aurora (1991) La memoria y el Quijote. (BVC)

- Eisenberg, Daniel (2002) La biblioteca de Cervantes: una reconstrucción. (BVC)

- Márquez Villanueva, Francisco (1975) Personajes y temas en el Quijote. (BVC)

- Riquer, Martín de (1967) Caballeros andantes españoles (Austral)

- Rodriguez-Luís, Julio (1966) Dulcinea a través de los dos Quijotes. (BVC)