Este es el verso que torpemente han borrado del cementerio de la Almudena y que me sirve de título para esta entrada. Expresa un sentimiento de unión del poeta con la naturaleza, una de esas grandes ideas que no se pueden borrar porque siempre "retoñan". Esa percepción me ha hecho leer despacio algunos poemas de Miguel Hernández, como si el resultado de la acción política, en mi caso, hubiera conseguido lo contrario que pretendía. En el poema, "Para la libertad", al que pertenece el verso con el que he titulado este atrevido texto, subyace de forma personal la misma idea de libertad, unidad, familia, que de forma más universal muestra el poeta en "Madre España", poema en el que se pregunta por cuestiones muy actuales, de esas que nos mueven la silla. Por eso he decidido enfrentarme a estos versos en los que pocos críticos han reparado.
Poema compuesto en el fragor de la batalla de una guerra incívica, en el que se manejan unos conceptos que bien podrían venir de un filosofo. Y es que eso es, al cabo, la buena poesía, una personal y profunda reflexión con determinado ritmo, una reflexión que si carece de ideas no es nada, apenas un sonido o un desafío emocional, que con fondo es también un desafío al intelecto, algo que, para bien o para mal, nos retuerce las tripas.
Es un poema de corte clásico, con estrofas de tres versos alejandrinos y un cuarto verso de pie muy quebrado, compuesto por solo una palabra, que en diez de las trece estrofas es "madre", para referirse a España, en un clamor que nos dice que todos somos hijos de la misma madre, España.
El poema: «Madre España
Abrazado
a tu cuerpo como el tronco a su tierra,
con todas las raíces y
todos los corajes,
¿quién me separará, me arrancará de
ti,
madre?
Abrazado
a tu vientre, ¿quién me lo quitará,
si su fondo titánico da
principio a mi carne?
abrazado a tu vientre, que es mi perpetua
casa,
¡nadie!
Madre:
abismo de siempre, tierra de siempre: entrañas
donde
desembocando se unen todas las sangres:
donde todos los huesos
caídos se levantan:
madre.
Decir
madre es decir tierra que me ha parido;
es decir a los muertos:
hermanos, levantarse;
es sentir en la boca y escuchar bajo el
suelo
sangre.
La
otra madre es un puente, nada más, de tus ríos.
El otro pecho
es una burbuja de tus mares.
Tú eres la madre entera con todo
su infinito,
madre.
Tierra:
tierra en la boca, y en el alma, y en todo.
Tierra que voy
comiendo, que al fin ha de tragarme.
Con más fuerza que antes,
volverás a parirme,
madre.
Cuando
sobre tu cuerpo sea una leve huella,
volverás a parirme con más
fuerza que antes.
Cuando un hijo es un hijo, vive y muere
gritando:
¡madre!
Hermanos:
defendamos su vientre acometido,
hacia donde los grajos crecen
de todas partes,
pues, para que las malas alas vuelen, aún
quedan
aires.
Echad
a las orillas de vuestro corazón
el sentimiento en límites,
los efectos parciales.
Son pequeñas historias al lado de ella,
siempre
grande.
Una
fotografía y un pedazo de tierra,
una carta y un monte son a
veces iguales.
Hoy eres tú la hierba que crece sobre
todo,
madre.
Familia
de esta tierra que nos funde en la luz,
los más oscuros muertos
pugnan por levantarse,
fundirse con nosotros y salvar la
primera
madre.
España,
piedra estoica que se abrió en dos pedazos
de dolor y de piedra
profunda para darme:
no me separarán de tus altas
entrañas,
madre.
Además
de morir por ti, pido una cosa:
que la mujer y el hijo que
tengo, cuando pasen,
vayan hasta el rincón que habite de tu
vientre,
madre.
Miguel Hernández. De: «Poemas sociales de guerra y muerte»
Comentario muy subjetivo del poema
Digo
que contiene ideas muy actuales, pero eso lo digo yo, tú puedes ver
lo contrario, que también
pasa. Otros ven conforme a la doctrina que practican.
La primera estrofa es un símil de la naturaleza con la unidad social española. El tronco del árbol con todas sus raíces es algo indisoluble, eterno, con una idea de España por encima de modas y avatares políticos. ¿Quién me arrancará de ti, madre? ¿Una premonición, una duda, una certeza, una lucha?
En la segunda estrofa se siente dentro de la propia matriz y vuelve con la pregunta que es como un desafío, ¿quién me lo quitará?, siendo tan grande, tan titánico, refiriéndose a la historia misma de España, de su propia casa; para llegar a la conclusión de que nadie, pase lo que pase, se lo arrebatará. España siempre será su casa. Y a España la define con un calificativo: "titánico", que es como decir enorme, colosal. Yo veo aquí la certeza de la historia: España fue el primer estado moderno del mundo, al que no califica ni de bueno ni de malo, solo titánico.
En la siguiente, la tercera, mantiene el desafío a esos ilusos que por intereses espurios quieren romperla: nadie podrá apartarlo de su casa que es España, de la que se siente hijo, y donde se unen todas las sangres. ¿Que sangres? Todas, las de un bando y las del otro; las de su historia, la sangre romana, judía, árabe, cristiana… Todas estas sangres dieron origen a la unidad política de España como nación, como imperio cuando solo había feudos en el mundo.
En las dos estrofas siguientes vuelve, y precisa: decir madre es decir tierra que me ha parido y donde se unen todas las sangres… España no es de nadie, de ningún grupo, es de todos, también de los otros.
En la siguiente se aborda la vertebración del Estado, y habla de América, una burbuja de tus mares. Es la España de ultramar que tanto envidiaron los franceses y los ingleses. Tú eres la madre de todos, el imperio que comprende la península, las islas y América, con la riqueza tan importante de una lengua en común, que es como una tecnología propia, que nos une, y nos identifica.
Después plantea la superación de todos los conflictos, con un concepto de regeneración, consecuencia de la imposibilidad de destruir España. Con más fuerza que antes, volverás a parirme. Y es que España ha resurgido varias veces. -En la guerra de la independencia la nobleza estaba vendida a los franceses, como ahora la política esta vendida al egoísmo de los nacionalismos; antes fue el pueblo quien trajo la regeneración-. ¿Quién lo hará ahora? Hernández apela a ella sin ningún misticismo, a pesar de que toda su educación la recibió en los curas de Orihuela.
En la siguiente se refuerza la idea de regeneración y aparece la de libertad: español serás, aunque español muerto, de donde resurgirá de sus mismas cenizas, y gritando siempre ¡madre!, o lo que es lo mismo ¡España!
En la siguiente estrofa hace un llamamiento a todos a defender la unidad de España frente al fascismo, frente a todos los fascismos que crecen por todas partes, “los grajos malos que crecen por todas partes”. Es una lucha por una sociedad definida políticamente donde lo peor es la división.
Después nos exhorta a olvidar cualquier rencilla, echar de vuestro corazón los sentimientos parciales, que lo que importa es España, siempre grande, dice al final de la estrofa. Son tan grandes estos versos que algún consejero de Franco los debió leer y de ahí lema de “Grande y libre”, un claro plagio a las ideas de Hernández, -advierto que esto es una ironía, que algunos se lo toman todo al pie de la letra-.
Y nos dice que todo puede reducirse a una fotografía, a una carta, a un monte, a cualquier símbolo, una bandera… Pero al final lo importante, lo principal eres tú, madre. España. En la que todos quieren fundirse en luz para salvarte
España,
piedra estoica que se abrió en dos pedazos. Todos
soportamos ese sufrimiento de la España que se estaba partiendo,
pero de la que no pudieron
separarnos, aunque ahora sintamos un viento frio que nos susurra que todo empieza de nuevo.
Al
final implora por su familia, quiere que el sacrificio de su vida, su muerte
por España, sirvan para que su mujer y su hijo tengan su sitio en
ella. Siente y quiere unidos a la familia y al estado, a los que identifica, sintiendo con amargura las amenazas, de las que tiene que defenderlas, si es preciso, hasta con su propia vida.
¿Quién nos separa de España? Esa pregunta nos la debemos hacer muchos españoles hoy día.
Pepe, indistintamente de que se esté o no de acuerdo con la interpretación que realizas, lo que sí observo es tu exquisita sensibilidad para re-elaborar las metáforas y las imágenes con las que Miguel Hernández nos describe con emociones ambivalentes - tristes y esperanzadoras- a "su" Madre España.
ResponderEliminarMiguel Hernández, como buen materialista, está apegado y se siente parte e hijo de la tierra. En este caso, ese "trozo" de tierra que denominamos España, a la que se siente unido/"enraizado" como el árbol y en cuyo inmenso vientre ha sido engendrado.
Le duele esa España de grajos (no olvidemos que estamos en una España dividida) que acometen al vientre de la otra, su España, abogando por expulsarlos a otros aires en donde la malas alas vuelen: "defendamos su vientre acometido,hacia donde los grajos crecen de todas partes, pues, para que las malas alas vuelen, aún quedan aires."
El título de esta entrada, "Soy como el árbol talado que retoña", me recuerda a la sentencia de Hegel, refiriéndose a la muerte de Sócrates: "la injusticia del que aplica la Ley podrá matar al individuo, pero su conocimiento, su mensaje brotarán "(retoñará) eternamente".
Gracias, Pepe, por tus apasionantes escritos. Siempre nos invitan a la reflexión y a otear los temas de distancias que no habíamos previsto.
Gracias Joaquín, te agradezco mucho el comentario. Además me gusta y comparto, a pesar de la idea que hay de Hernández asociada a su rebaño de cabras, el componente materialista de su poesía, como comparto esa asociación con Sócrates, que también dio su vida por la verdad, la libertad y la democracia. Si, la democracia, a pesar de que ningún dirigente luchaba por ella en nuestra guerra civil- si muchos gran parte del pueblo-. Una vez desatada la guerra se sabía que el resultado sería una dictadura de uno y otro color.
ResponderEliminar..uf, menudo estudio, menuda disección de esta profunda poesía...gracias
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