"Es un espíritu redimido y purificado del fango de la materia por don Quijote; es el primero y mayor triunfo del ingenioso hidalgo (…). Don Quijote se educa a sí propio, educa a Sancho, y el libro entero es una pedagogía en acción, la más sorprendente y original de las pedagogías, la conquista del ideal por un loco y por rústico, la locura aleccionando y corrigiendo a la prudencia mundana, el sentido común ennoblecido por su contacto con el ascua viva y sagrada de lo ideal." Marcelino Menéndez Pelayo, en "Cultura literaria de Cervantes y elaboración de El Quijote"
Siento fascinación por la novela, y la siento por el héroe que la protagoniza, aunque por precisar debería haber dicho “el antihéroe”. Pero a mí el personaje que más me fascina es Sancho (yo adapté y fui Sancho en un sainete). Sancho representa la sensatez frente a don Quijote, el noble venido a menos, que es quien se ridiculiza. Sancho no se puede reducir a lo cómico: la dignidad de Sancho está muy por encima de eso.
Es un personaje que sufre las consecuencias del juego de don Quijote. El escudero que, por su linaje, honradez y realismo, es uno de los personajes más débiles de la novela. Sancho aguanta, sufre el desvarío de su señor, la burla de los nobles, se tiene que azotar por algo que no cree, y tiene que soportarlo sin apelar a la libertad que da la protección y dignidad de la nobleza, ni a la picaresca con la que sortean los villanos la legalidad.
Sancho es grotesco por lo que hacen de él, y lo es, no porque cometa errores, sino porque son los otros quines yerran. En el gobierno de Barataria, se espera de Sancho que se corrompa, que actúe caprichosamente, pero los que están corrompidos son los que quieren manejarlo… Sancho se toma en serio el ejercicio de una justicia, que es ficticia para todos menos para él. En Barataria lo tratan como a un bufón de la corte, pero sale enaltecido de todas las situaciones burlescas a las que es sometido por la clase noble ociosa, y, en definitiva, son los nobles los que se ponen en ridículo.
Cervantes es el primer autor que dota de dignidad a la gente humilde ante el sufrimiento; antes de él nunca habían sido protagonistas de la tragedia -solo a los nobles se le reconocía legitimidad en el sufrimiento, y los villanos solo servían para la comedia -, y Cervantes, en La Numancia, hace que un pueblo entero se suicide. Cervantes rompe todo esto, y uno de estos seres humildes en el que se reconoce una legitimidad en el sufrimiento y en la humillación es Sancho Panza. Cuando los duques introducen a don Quijote y a Sancho en el palacio ducal, cambian las normas del juego en la novela, siendo los duques quienes manejan los hilos y don Quijote y Sancho pasan a ser el objeto de las burlas; Sancho es maltratado por todos y sus respuestas, como gobernador, están dadas desde la astucia, nunca desde la picaresca, que no puede, como tampoco desde el conocimiento: un verdadero logro de Cervantes.
Si, Sancho es maltratado por todos, incluso por el narrador, que es un cínico y un fingidor que miente tanto como habla. Constantemente está diciendo que Sancho es tonto, pero ya quisieran muchos gobernadores tener la inteligencia de Sancho; decir que Sancho es tonto, o que es mezquino, es ser un mentiroso, un tramposo, porque es falso. Sancho actúa con inteligencia: renuncia al poder de la ínsula, aunque sea un poder ficticio; renuncia al abuso en la política; cuando se encuentra con el morisco Ricote que le ofrece parte de su dinero, fruto de la usura, a cambio de contar con su colaboración en el ejercicio de la delincuencia, no se deja corromper, le dice que él haga lo que quiera y que le deje vivir. Acaba de dejar el gobierno y ahora demuestra que no tiene ambiciones económicas. Eso no es ser un tonto; ojalá todos lo políticos de mi país fueran como él. Si ser honrado es ser tonto, ¡bienaventurados los tontos! Pero los tontos no son como Sancho Panza, los tontos son enormemente útiles para dividir un estado.
Sancho Panza no es un egoísta, no es nacionalista, no es ni feminista, ni machista, no necesita ser animalista para tratar con su rucio, no necesita de la posmodernidad para entender su vida… Sancho es un villano al que solo le protege su astucia, no sabe leer, no sabe escribir, ni firmar, pero es un hombre honrado, que no miente, ni es malicioso, ni es cínico, que sufre todo lo que le cae encima: los azotes, las burlas, el manteo… Es, además, el único que siempre y desinteresadamente ayuda a su amo. Mientras los demás se burlan de él, Sancho siempre va a socorrer a don Quijote, en una muestra de humanismo y sentido de la solidaridad, de ética, que pocos personajes de la literatura han alcanzado. Veamos al respecto algunos ejemplos:
Dice el caradura del narrador de Sancho en el capítulo 30 de la segunda parte:
“...porque, maguer era tonto, bien se le alcanzaba que las acciones de su amo, todas o las más, eran disparates, y buscaba ocasión de que, sin entrar en cuentas ni en despedimientos con su señor, un día se desgarrase y se fuese a su casa.”
¿En qué es tonto Sancho? ¿En ayudar a su amo; en apoyar a un anciano que incurre en unas locuras? ¿Es acaso más listo el licenciado Sansón Carrasco, que no es capaz de hacer entrar en razón a don Quijote si no es utilizando la violencia, y divirtiéndose a su costa?
En el capítulo 13 de la segunda parte tenemos otro ejemplo de cómo Sancho ayudaba a don Quijote:
“Miraba Sancho la carrera de su rucio y la caída de su amo, y no sabía a cuál de las dos necesidades acudiría primero; pero, en efecto, como buen escudero y como buen criado, pudo más con él el amor de su señor que el cariño de su jumento...”
Más adelante, en el capítulo 13, le dice al escudero del Caballero del Bosque:
“...por esta sencillez le quiero como a las telas de mi corazón, y no me amaño a dejarle, por más disparates que haga.”
Viene a decir, que cuando se quiere a una persona no se le abandona nunca, por disparates que haga. Eso es lealtad y compromiso ético, tan poco frecuente en los seres humanos.
Pero, como se ha apuntado antes, Sancho es un hombre débil, que se convierte en un personaje cómico cuando es nombrado gobernador de Barataria, donde es burlado, caricaturizado, pero que responde con una gran dignidad que desautoriza a sus burladores, siendo ellos, a la postre, quienes hacen el ridículo.
Sancho es inconvertible en un personaje carnavalesco, Sancho no es un personaje cómico, Sancho no es un personaje de Moliere; Sancho no es sespiriano, no es Falsat, el personaje más valioso de Shakespeare no le llega a Sancho ni a la suela de las alpargatas. Sancho es el único personaje literario al que Froid jamás podría haber psicoanalizado; no tiene nada que psicoanalizar. Sancho se va de la ínsula porque descubre la burla, la degeneración de las élites, y no puede soportarlo. Sancho podría hacerse el tonto, y vivir a cuerpo de gobernador, pero no lo acepta; no se deja corromper, no se deja convertir en un fantoche, algo a lo que si presta Falsat.
Dedicado a mi tocayo por sus coplillas populares
Leo el Quijote cada cuantos años. Ya me va llegando la hora de volver a leerlo y, si cada vez que lo leía encontraba detalles en los que no había caído antes, qué no encontraré tras leer tus páginas...Muchas Gracias
ResponderEliminarTan lúcido como siempre. Pepe, eres el mejor comentarista que Cervantes pudo imaginarse. Un abrazo
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