En el prólogo de “Rebelión en la granja”, George Orwell escribía una frase digna de ser cincelada en el mármol: “si la libertad significa algo será, sobre todo, el derecho a decirle a la gente lo que no quiere oír”.

Cuando la leí por primera vez, pensé que tal frase podría ser un magnífico lema vital; y, siempre consideré siguiendo a Orwell que la misión de todo el que escribe no es halagar a nadie, sino desnudarse y más bien aguijonear al lector, incomodarlo, llegando incluso a molestar por escribir sobre cuestiones espinosas o sobre asuntos controvertidos. Hoy ya sé que esto es una empresa inútil y quimérica; y que, como todas las empresas inútiles y quiméricas, solo engendra a la postre melancolía. Esta melancolía se eleva exponencialmente cuando esa libertad, es manifestada en la redes sociales, pues al descubrir las ideas uno se convierte en blanco de los demás.

martes, 31 de marzo de 2020

Marcela, un espejismo de libertad


Tomamos a Grisóstomo y Marcela, para hablar del amor y la libertad, cuestiones ambas muy dramáticas. Grisóstomo y Marcela son dos personajes que se disfrazan de pastores y deciden llevar esa vida de libertad en el monte con las cabras.


Grisóstomo es de familia noble, un buen estudiante en Salamanca que oye hablar de la belleza de Marcela y decide hacerse pastor para seducirla.


Marcela, igualmente de familia alta, decide hacerse pastora para eludir las dos únicas alternativas que el siglo de oro deparaba a las mujeres: un casamiento impuesto por la familia, o el convento. Marcela no quiere ni la una ni la otra y opta por la libertad de cuidar cabras en el monte.


Estos episodios nos resultan muy simpáticos a todos los lectores porque hablan de amor y libertad, dos palabras inflamables a la experiencia humana; las gentes nos emocionamos cuando oímos hablar de amor o libertad, sin embargo estas dos palabras casi siempre resultan en exceso dramáticas, y dudo de cual de las dos será más dramática, si la libertad o el amor. No hay más que fijarse en Romeo y Julieta de Shakespeare, que es la obra que tenemos como el prototipo del amor, siendo en realidad una tremenda tragedia que dura solo tres días y acaban más de media docena de personajes muertos, entre ellos los protagonistas, ¿qué historia de amor es esa que tantas muertes acarrea en tan poco tiempo?


Grisóstomo y Marcela, ambos de familias nobles que, contrariamente al pueblo llano, viven con sus caprichos o con sus idealismos. El, un brillante estudiante en Salamanca que oye hablar de la belleza de Marcela, y decide hacerse pastor para seducirla. Ella, bella, caprichosa y consentida por su tío cura con quien se ha criado, decide hacerse pastora para evitar el convento y el matrimonio que no parecen seducirle. Repetimos que en el siglo de oro no había otras salida para las mujeres sino el convento o el casamiento por imposición familiar.


Ambos llegan a ser pastores, pero son pastores fingidos, son nobles que juegan a a ser pastores. Marcela no quiere saber nada de Grisóstomo, que tampoco le seduce mucho, o nada, que esto no queda muy claro. Y el joven estudiante al sentirse rechazado opta por el suicidio, que es una forma radical de protesta. Con esta acción que realiza el inteligente estudiante, -notesé la irónia cervantina-, escandaliza y pone a todo el mundo en contra de Marcela, que de forma alienada la culpan del suicidio de su enamorado. En este punto hay que tener muy presente que el Concilio de Trento, celebrado unos años antes de que la novela saliera a la luz, había prohíbido el suicidio en la literatura; pero Cervantes, como en La Numancia que hizo que se suicidara a toda una población, se lo pasó por… Vamos que lo sorteó con sutileza.


Pero volvamos a dónde estábamos. Marcela, en el entierro, desde un peña alta a la que sube para que todos los pastores alienados la vieran, lanza un profundo mensaje de autodefensa para legitimar su posición, diciendo que no está obligada a querer por imposición. En esto parece tener razón, podíamos apostillar.
 

Este discurso convierte a Marcela en adalid del feminismo y la libertad, pero si analizamos críticamente este episodio, y nos preguntaremos, ¿qué libertad hay cuidando cabras? , todo este argumento se viene abajo.


Como decía Baruch Spinoza que, con raíces burgalesas, de mi pueblo del norte, Espinosa de los Monteros (además sus padres siempre le llamaron Benito, nombre muy común aún hoy día en esta localidad), nació unos años después que Cervantes, y a Cervantes se le considera por su pensamiento el Spinoza de la literatura. Decía que el ser humano es libre en la ciudad, en el estado, porque dentro del estado hay unas normas que regulan que sea posible la libertad. Por otro lado Aristóteles dice que el ser humano tiene como fin vivir en la “polis”, vivir conforme a derecho en la ciudad. El ser humano no está diseñado para vivir en una isla desierta, no está diseñado para el idealismo de Rouseau, no está diseñado para ser un Robinson Crusoe, no está diseñado para buscar la libertad en el monte, sino para vivir en una sociedad organizada políticamente. La vida alternativa al estado que plantea Marcela renunciando a unos hábitos, a unas costumbres y una ley es un retroceso, una involución, porque lo contrario a libertad no es poder hacer algo, es la impotencia de no poder hacer nada, ya que no se dispone de posibilidades para hacerlo, en el monte o en una isla desierta no se puede hacer nada, la mayor posibilidad de hacer algo lo proporciona la sociedad organizada.


Así que Marcela en este episodio está actuando en nombre de un espejismo, no de la libertad. Lo que ofrece Marcela no es una vida libre, es una vida anulada, con menos posibilidades incluso que en el convento. Así que por eso digo que todo lo que plantea Cervantes es algo muy diferente a lo que parece ser a primera vista.

3 comentarios:

  1. Poema que me envía mi amigo Teodoro Martín Molina sobre el CAPÍTULO XIV. Final del discurso de Marcela

    Nací libre como el viento,
    para vivir libre yo
    escogí la soledad
    de los campos bajo el sol:
    árboles destas montañas
    en mi compañía son,
    en aguas claras de arroyo
    en ellas me miro yo,
    con árboles y con aguas
    tengo comunicación.
    Al que miró mi hermosura
    y de mí se enamoró
    con el verbo le he quitado
    toda esperanza de amor;
    y si todos los deseos
    la esperanza sustentó,
    no habiendo dado a Grisóstomo
    ninguna esperanza yo,
    bien se puede aquí decir
    que aquello que a él le mató
    fue su porfía infinita
    y no mi crueldad feroz.
    Y si a mí se me hace cargo
    de lo honesto que pensó
    y por ello era obligada
    a igualar su devoción,
    digo que en este lugar
    do sepultura se abrió
    la bondad de sus deseos
    aquí me la descubrió,
    le dije yo que los míos
    eran solamente dos:
    vivir en la soledad
    y que fuese posesión
    de nuestra madre la tierra,
    mas no de ningún varón;
    si él con este desengaño
    en su porfía siguió
    ¿qué mucho que se anegase
    en mitad de su intención?
    Su impaciencia y su deseo
    a Grisóstomo mató,
    ¿y por qué se ha de culpar
    mi honesta moderación?
    Si conservo mi limpieza
    en estos prados en flor,
    ¿por qué la he de perder
    entre brazos de varón?
    Riquezas propias yo tengo,
    ajenas no quiero yo;
    no gusto de sujetarme,
    tengo libre condición;
    a nadie quiero o aborrezco;
    mi verbo a nadie engañó;
    ni burlo, ni yo entretengo
    a quien me solicitó.
    De zagalas desta aldea
    quiero la conversación,
    me recreo con mis cabras
    y las cuido con tesón.
    Con solo ver las montañas
    mi deseo se agotó,
    y si de aquí se saliera
    buscaré la salvación
    contemplando la hermosura
    del cielo que Dios nos dio.

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  2. Teodoro me añadía este comentario:
    "Muy interesante tu punto de vista. Aunque yo creo que la libertad no tiene porque circunscribirse al criterio aristotélico."

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    1. Y yo le digo a mi amigo Teodoro, que estoy de acuerdo con él únicamente que yo quiero tomar partido alejándome del idealismo alemán y acercándome en este sentido a Benito Espinosa, o Baruch Spinoza. Teodoro en la vida los valientes, no se parapetan,toman partido, en las armas y en las letras.

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