En el prólogo de “Rebelión en la granja”, George Orwell escribía una frase digna de ser cincelada en el mármol: “si la libertad significa algo será, sobre todo, el derecho a decirle a la gente lo que no quiere oír”.

Cuando la leí por primera vez, pensé que tal frase podría ser un magnífico lema vital; y, siempre consideré siguiendo a Orwell que la misión de todo el que escribe no es halagar a nadie, sino desnudarse y más bien aguijonear al lector, incomodarlo, llegando incluso a molestar por escribir sobre cuestiones espinosas o sobre asuntos controvertidos. Hoy ya sé que esto es una empresa inútil y quimérica; y que, como todas las empresas inútiles y quiméricas, solo engendra a la postre melancolía. Esta melancolía se eleva exponencialmente cuando esa libertad, es manifestada en la redes sociales, pues al descubrir las ideas uno se convierte en blanco de los demás.

martes, 18 de noviembre de 2014

La verdad sobre la muerte de Federico García Lorca


Artículo de Francisco Cuaresma.

En los últimos años, los historiadores Miguel Caballero y Pilar Góngora han aportado una serie de datos muy importantes para conocer y entender toda la trama que rodeó el asesinato del poeta granadino. Datos desconocidos durante muchos años sin los que no se puede construir el puzzle de lo ocurrido en agosto de 1936. No deja de ser sorprendente que hasta hace unos pocos años no se hayan descubierto estos datos, pues sobre Lorca se han escrito ríos de tintas durante décadas. Y no es menos sorprendente que una vez descubierto estos nuevos datos, se orillen de manera intencionada a la hora de hablar de la muerte del poeta. Choca esto bastante con ese presunto interés de determinados investigadores e historiadores por la figura de Lorca.

Con este artículo no se pretende hacer utilización política de la figura de Lorca; simplemente se van a detallar una serie de circunstancias que rodearon su muerte y que se han pasado por alto durante estos años para no destruir el mito del poeta de izquierdas.

El último viaje a Granada

La noche del 13 de julio de 1936, el día del asesinado de Calvo Sotelo, Federico García Lorca cogería el que sería su último tren con destino a Granada, donde sería asesinado apenas un mes después. Aquella noche quedó sellado el destino del poeta, pero lo cierto es que la trama de su muerte había empezado a tejerse muchos años atrás.

Habría que trasladarse incluso 50 años antes de aquella fatídica noche veraniega de 1936 para conocer la verdad sobre la muerte del poeta, fruto de los enfrentamientos entre las tres familias más poderosas de la Vega de Granada: Los García Rodríguez, familia del padre del poeta; Los Roldán, primos del poeta, y los Alba.

La familia de Federico, desde finales del siglo XIX, era una de las más poderosas de la zona, contando con grandes extensiones de terreno e importantes negocios. En esa época, las tres familias se casan entre ellas para aumentar su poder económico y social, llegando por ello a ser primos en la época de la guerra. El padre del poeta era un verdadero tiburón para los negocios.

A principios del siglo XX, empezaron a proliferar en la Vega de Granada los negocios de remolacha azucarera. García Rodríguez, el padre de Lorca, se convierte en 1904 en accionista de la azucarera Nueva Rosario. Los Roldán harían exactamente lo mismo en el año 1909, convirtiéndose en accionistas de una nueva fábrica que se creó con el nombre de San Pascual. En ese momento, García Rodríguez compra todas las tierras que rodean la fábrica de los Roldán para evitar su expansión. Años más tarde, en 1931, Federico García Rodríguez presenta una denuncia por contaminación de las aguas del río y logra paralizar la producción de San Pascual, consiguiendo así que toda la venta de remolacha vaya a parar a la fábrica de Nueva Rosario, de la que él era accionista. Aquello provocó un enfado enorme entre los Roldán.

Ambas familias parecían perseguirse: donde está una, termina estando la otra. Hay muchísimas coincidencias en el espacio físico y temporal que provocan roces. Podríamos afirmar que la vida de ambas familias eran paralelas. La rivalidad entre ambas familias llega a unos extremos ridículos, hasta el punto de que los Roldán se mudaron a Granada capital después de haberlo hecho la familia del poeta.

En 1918, Alejandro Roldán Benavides, miembro del partido conservador Acción Popular, se presentó como concejal al ayuntamiento de Granada por el distrito de San Idelfonso. La comisión provincial encargada de velar por el normal desarrollo de los comicios, anuló los resultados de las elecciones en aquel distrito, ya que quedó demostrado que un grupo de personas armadas entró en el colegio electoral y manipuló los votos a favor de Alejandro Roldán. Federico García Rodríguez, que era concejal por el partido liberal de Maura, formaba parte de aquella comisión, votando a favor de anular el resultado de las elecciones. Uno de los tres votos contrarios a anular los comicios fue el del abogado Juan Luis Trescastro, miembro del partido Acción Popular. Desde entonces, Trescastro sería una persona muy cercana a los Roldán.

Otra de las coincidencias de ambas familias tiene lugar en la universidad. Federico y Francisco García Lorca estudiaron derecho en la universidad de Granada, al igual que su primo Horacio Roldán (hijo de Alejandro). Profesor de todos ellos fue Fernando de los Ríos, que en un futuro sería ministro de la Segunda República. En el año 1922 se graduarían Francisco y Horacio, haciéndolo Federico un año después. A Horacio Roldán le calificaron el examen final con un simple aprobado, mientras que a Francisco García Lorca le otorgaron un sobresaliente. Con los años, Miguel Caballero y Pilar Góngora han analizado los expedientes de los 2 alumnos y han llegado a la conclusión de que el sobresaliente de Francisco fue exagerado, mientras que el aprobado de Horacio fue menor de la nota que realmente merecía. Además, al parecer, el padre de García Lorca intervino para que aprobasen la carrera a su hijo Federico, ya que el poeta no era precisamente buen estudiante. Todo ello haría aumentar el sentimiento de inquina de los Roldán hacia la familia de García Lorca.

El gobernador civil tras el 18 de julio fue José Valdés, siendo el principal responsable de las detenciones y la represión posterior. Valdés era vecino de Horacio Roldán, teniendo una relación fluida con la familia rival de Lorca.

Otra figura importante en todo este entramado fue la del capitán Antonio Fernández Sánchez, número dos del gobernador militar Valdés y hombre de su máxima confianza. Horacio Roldán, enemigo declarado de los García Lorca, estaba casado con su hermana. Por ello, los Roldán, enemigos de la familia García, mantenían una estrecha relación con Valdés, jefe militar de los sublevados en la provincia de Granada.

A mediados de 1936, García Lorca culmina su afamada obra La casa de Bernarda Alba, un drama basado en la «sexualidad andaluza». La famosa obra del poeta fue publicada justo antes del estallido de la guerra civil y trataba sobre la vida de Francisca Alba, matriarca de la familia, y sus hijas. En la obra no se dejaba en buen lugar a los Alba, familia cercana a los Roldán. Fue la gota que colmó el vaso.

El poeta tuvo la osadía de dar a los protagonistas de la obra los mismos nombres que tenían los miembros de la familia en la vida real. Al parecer, la madre del poeta y su hermano Francisco pidieron al autor de Yerma que cambiase los nombres de los personajes. Federico se negó. Este hecho provocó un gran enfado tanto en la familia Alba como en los Roldán. Eran dos familias muy cercanas, que habían estrechado uniones matrimoniales entre miembros de ambos clanes. Debido a las uniones matrimoniales que durante años se habían producido entre los García Rodríguez, los Roldán y los Alba, José Benavides (Pepe el romano en la obra) era tío de Horacio Roldán.

El día 9 de agosto, se produce en la huerta de San Vicente un registro por parte de las autoridades y algunos civiles que le acompañaban. En ese grupo se encontraban los hermanos Roldán y José Benavides, que inspiraba el personaje de ‘Pepe el Romano’ en la obra ‘La Casa de Bernarda Alba’.

Lorca, al ver que su vida estaba en peligro, abandonó la casa familiar para mudarse temporalmente a la casa de su amigo Luis Rosales, poeta afiliado a Falange y miembro de una familia formada por importantes ‘camisas viejas’ de Falange. Tanto él como su familia creyeron que en casa de unos ‘camisas viejas’ de Falange su vida no correría peligro. Allí se alojó desde el 9 de agosto hasta el 16, día de su detención.

La denuncia

El hombre que denunció a García Lorca fue Ramón Ruiz Alonso, afiliado durante muchos años al partido Acción Popular y diputado de la CEDA entre 1933 y 1936. Un dato curioso sobre este personaje es que era el padre de la famosa actriz Emma Penella. Ruiz Alonso fue tipógrafo del periódico El Ideal de Granada, del que eran importantes accionistas los Roldán. Además, Ruiz Alonso y Roldán mantenían cierta amistad porque los dos habían sido compañeros en Acción Popular. Por otra parte, hace unos años, los historiadores Miguel Caballero y Pilar Góngora pudieron comprobar que Juan Luis Trescastro era padrino de una de las hijas de Ruiz Alonso. Es decir, uno de los enemigos acérrimos de la familia del poeta tenía una relación estrecha con el hombre que denunció a Lorca.

¿Qué llevó a Ruiz Alonso a poner la denuncia? Además de su relación de amistad con enemigos declarados del poeta, era un hombre que tenía cierto resentimiento porque había perdido su escaño por Granada en las elecciones de 1936. De alguna manera quería hacer carrera política en el nuevo régimen que se vislumbraba. Y qué mejor manera que cobrarse una pieza como García Lorca. Por otra parte, Ruiz Alonso había tenido algunas desavenencias anteriormente con la familia Rosales, la familia de falangistas que tenía oculto a Lorca. Todo ello sin olvidar la rivalidad que existió durante los años 30 entre la CEDA y la Falange.

El día 16 de agosto, se produjo la detención de García Lorca. Los que encabezaban el tropel eran Ramón Ruiz Alonso y Juan Luis Trescastro. Ambos eran muy amigos y al mismo tiempo tenían una estrecha relación con los Roldán.

Finalmente, el poeta fue fusilado la madrugada del 18 de agosto entre las localidades de Víznar y Alfacar. Entre los que formaban del escuadrón de fusilamiento se encontraba Juan Luis Trescastro, que fue el que iría presumiendo por las tabernas de Granada de haberle dado a Lorca «tres tiros en el culo por maricón». El hombre que durante tantos años había sido rival de su padre vería en directo la muerte del autor de Bodas de sangre.

Como se puede ver, todos los enemigos de la familia García Lorca estaban relacionados entre sí. Y a su vez todos ellos tenían una relación fluida con los responsables del golpe de Estado en la provincia de Granada.

Todos los datos enumerados hasta ahora han sido conocidos gracias a las investigaciones de Miguel Caballero y Pilar Góngora, dos historiadores apasionados del mundo lorquiano que han dedicado muchos años de su vida a investigar la obra, vida y muerte del poeta.

Con todos los datos anteriormente expuestos cae por sí solo el discurso simplista y sesgado de que Lorca murió exclusivamente por causas políticas. Tuvieron más peso en su muerte los enfrentamientos con los Roldán-Alba que cualquier otra circunstancia.

La verdad sobre la muerte de Federico García Lorca (II)

Una vez narrados los datos aportados por Caballero y Góngora, voy a enumerar una serie de datos igualmente fríos y objetivos que han sido de sobra conocidos durante décadas pero que siempre se han orillado a la hora de hablar de la muerte del poeta.

Durante años, se ha hablado en inmensidad de ocasiones sobre las amistades de Lorca con políticos y escritores de izquierdas, ocultando su amistad con destacados líderes derechistas. Es cierto que el poeta se movía en círculos sociales y culturales de tendencia izquierdista, pero no es menos cierto que García Lorca tenía grandes amigos en la derecha. Probablemente la mayoría de los que están leyendo este artículo desconozcan la gran amistad que unía a Lorca con Alfonso García-Valdecasas, uno de los fundadores de Falange. A él le dedicó Thamar y Amón, uno de los poemas del Romancero Gitano.

También tenía una buena amistad con Alfonso Ponce de León, miembro destacado de Falange. Ponce de León, pintor vanguardista, llegó a ser jefe de Propaganda y Prensa de Falange. A petición de Lorca, fue el escenógrafo y figurinista de La Barraca, la compañía teatral creada por el poeta andaluz. Ponce de León fue detenido por unos milicianos izquierdistas en la puerta de su domicilio, apareciendo su cadáver unos días después en una cuneta. Ambos amigos fueron víctimas de esa inmensa capacidad del ser humano para el horror.

José Bello, fallecido en 2008 a la edad de 104 años, coincidió con García Lorca en la residencia de estudiantes, donde ambos entablaron buena amistad. En una entrevista realizada en 2006, Bello aseguró que Lorca «era el hombre más apolítico del mundo». Según Bello, Lorca no era «ni de derechas ni de izquierdas», pero en caso de decantarse por alguna tendencia, el poeta lo haría por la derecha, ya que su padre era uno de los grandes terratenientes de Granada.

También hay historiadores que afirman que el poeta granadino mantenía una relación de amistad con José Antonio Primo de Rivera. Otros lo niegan tajantemente porque no existen pruebas fehacientes de esa amistad. El testimonio principal en el que se basa esta supuesta amistad es el del poeta Gabriel Celaya, de ideología comunista, que afirmó que Lorca y el fundador de Falange eran amigos y se veían todos los viernes. Lo cierto es que la gran mayoría de investigadores que han indagado en el universo Lorca han omitido toda referencia a esta posible amistad, posiblemente para no destruir el mito de poeta de izquierdas y antifascista.

En cuanto al asesinato por su condición sexual, puede que hubiese algo de eso, pero desde luego no fue la causa fundamental. La homofobia era un sentimiento relativamente frecuente en la España de la época, también entre las personas de izquierdas. Pero en caso de influir en la muerte del autor de Yerma, desde luego no fue una de las razones fundamentales.

No fueron pocos los homosexuales que vieron proliferar sus carreras durante el franquismo. Sin ir más lejos, Emilio Aladrén, quien fue compañero sentimental de Lorca y considerado su gran amor, descubrió el éxito como escultor en los primeros años del franquismo. Hasta su muerte, triunfó haciendo bustos a diversos dirigentes del régimen. Otro de los romances de Lorca fue el famoso pintor Salvador Dalí. El máximo representante del surrealismo no ocultó nunca sus simpatías por el franquismo, etapa en la que cosechó innumerables éxitos.

Rafael de León, poeta y compositor, fue otro conocido de García Lorca. Abiertamente homosexual, estuvo en la cárcel durante la guerra civil en el bando republicano por sus ideas derechistas y monárquicas. Durante toda la dictadura franquista vivió las mieles del éxito, convirtiéndose en un primer espada de la canción española y maestro de grandísimas tonadilleras y cantantes de copla.

El compromiso político de Lorca

Respecto al tan cacareado compromiso político de Lorca, él rechazaba todo lo relacionado con la política, como dejó de manifiesto en alguna entrevista. Nunca se podrá ver una reivindicación partidista en sus versos. Tampoco participó en mítines políticos ni pidió el voto para ninguna formación, como sí lo hizo el también poeta Rafael Alberti. En una entrevista llegó a afirmar: «Soy católico, comunista, anarquista, libertario, tradicionalista y monárquico; soy hombre del mundo y hermano de todos…». Realmente eso era Lorca: un poco de todos y de nadie al mismo tiempo.

Por otra parte, no tiene sentido que a un hombre al que se le atribuyen tan firmes convicciones ideológicas no tomase partido de forma decidida en unos momentos de gran tensión y polarización política como eran los meses previos a la guerra. Además, una vez estalló el conflicto bélico, nunca intentó huir de Granada hacia el bando republicano.

Con este artículo tampoco pretendo lanzar la idea de que Lorca era hombre de derechas, pues no hay pruebas para afirmar tal cosa. Lo que sí es cierto es que su padre era un gran terrateniente y afiliado al partido liberal de Maura, por el que fue concejal en el ayuntamiento de Granada.

Fuese cual fuese la causa de su muerte, lo cierto es que Lorca fue víctima —una de muchas— de aquel tsunami que partió España en dos y que dejó tantas heridas entre compatriotas. Una tragedia que permitió que salieran a flote muchos odios larvados durante años y que muchos aprovecharon para saldar deudas y resarcir odios del pasado. En muchas ocasiones no se ondearon banderas políticas, sino las del odio, miedo y el resentimiento. Aquellas heridas permanecieron abiertas durante décadas, costando otras tantas que cicatrizaran. Por ello, ningún político debería jugar al irresponsable juego de desenterrar odios pasados por pura estrategia electoral.

En el caso de Lorca, su obra es tan inmensa y rica que no deberían importarnos las causas de su muerte. Debería ser patrimonio de toda España y no una bandera política. Él lo hubiese querido así.

Nota: No conozco a Francisco Cuaresma, pero sí conozco bien a dos amigos 
que me han recomendado el artículo, Miguel Angel, y Manuel, quien me regaló 
un bello poema dedicado  a mi pueblo. Ambos son verdaderos especialistas en 
la vida y obra de Federico, y uno de ellos, no quiero adelantar nada, en los próximos 
años nos va a sorprender a todos con pruebas irrefutables sobre el poeta...

martes, 4 de noviembre de 2014

Pollo con granada

Ingredientes para cuatro personas
2 pechugas de pollo
4 cebolletas
1 guindilla
Medio vaso de vinagre de manzana
3 cucharadas de salsa de soja
2 cucharadas de semillas de sésamo
2 granadas
Aceite de oliva virgen

Preparación
Desgranamos las granada y la reservamos.
En una sartén, con un chorreón de aceite, salteamos las pechugas de pollo cortada en cubos y la cebolla picada en juliana. La cebolla ha de ser abundante para que el pollo salga jugoso. Cuando la cebolla comience a transparentarse añadimos la guindilla bien picada o una cayena y bajamos el fuego para que no se queme la cebolla.
Movemos un poco y añadimos el vinagre y dejamos que se evapore en parte.
Añadimos las semillas de sésamo y la salsa de soja y mezclamos todo bien.
Echamos un cuarto de los granos por encima y apagamos el fuego. El resto de la granada se pone en la mesa y que cada comensal añada los mismos a su gusto.

El truco de esta receta es que ha de salir jugosa, por eso hay que ser generoso con la cebolla, el vinagre y la soja. La granada la podríamos poner toda con el guiso y calentarla, pero he visto que tiene más éxito echándola fresca por encima a gusto de cada uno. Así el contraste con el resto de los ingredientes es más sugerente.
La receta me la ha pasado mi amigo Salvador García Valdearenas.

Presentación
Esto es cosa de cada unos. Se podría poner en un molde, cubierto por los granos de la granada.