En el prólogo de “Rebelión en la granja”, George Orwell escribía una frase digna de ser cincelada en el mármol: “si la libertad significa algo será, sobre todo, el derecho a decirle a la gente lo que no quiere oír”.

Cuando la leí por primera vez, pensé que tal frase podría ser un magnífico lema vital; y, siempre consideré siguiendo a Orwell que la misión de todo el que escribe no es halagar a nadie, sino desnudarse y más bien aguijonear al lector, incomodarlo, llegando incluso a molestar por escribir sobre cuestiones espinosas o sobre asuntos controvertidos. Hoy ya sé que esto es una empresa inútil y quimérica; y que, como todas las empresas inútiles y quiméricas, solo engendra a la postre melancolía. Esta melancolía se eleva exponencialmente cuando esa libertad, es manifestada en la redes sociales, pues al descubrir las ideas uno se convierte en blanco de los demás.

miércoles, 1 de enero de 2025

Reflejos del Quijote en Juegos de la edad tardía

                 


 La mayoría de las personas son una copia de otras.”

Oscar Wilde

 
En el reposo de los días sin fiesta de estas fiesta de Navidad que aún nos envuelven, he terminado Juegos de la edad tardía de Luís Landero, un libro que hace tiempo estaba en cola, un libro que todo aficionado al Quijote no puede pasar por alto. Luís Landero es un autor que sobradamente merece ya el "Cervantes". Como tantos otros autores que me han tocado la fibra, desde que leí El huerto de Emerson -o tal vez pudo ser Lluvia fina o El balcón en invierno-, realizo mis lecturas tomando florilegios por el jugo que encuentro en sus líneas. Ahora que reparo, me complace saber que aún me quedan unas cuantas obras de Landero por leer de forma activa.

Esta intertextualidad(*) en las dos novelas se manifiesta mediante la cita o la alusión. Revisando mis notas (florilegios me gusta más), aunque puede haber más, he contado en las anotaciones diez citas y cinco claras alusiones en relación con el Quijote. Me costará muy poco referirlas.


CITAS:

1. En el capítulo 4, página 59 lix Olías muere, repitiendo las pautas que rodean el fallecimiento de Alonso Quijano punto por punto:

A la medianoche, el o se confesó de haber aceptado favores del demonio, y parecía haber recuperado la clarividencia. […] En el batiburrillo último le llamó a Dios Alvar Núñez, hizo una solemne renuncia del an y murió pronunciando su propio nombre, Félix Olías”.

También Alonso Quijano se confiesa antes de morir:

Hizo salir la gente el cura, y quedóse solo con él, y confesóle” (Q. II, 74; 1134)

Recupera la clarividencia:

Dadme albricias, buenos señores, de que ya no soy don Quijote de la Mancha, sino Alonso Quijano, a quien mis costumbres me dieron renombre de Bueno”. (Q. II, 74; 1133)

Hace una solemne renuncia de su afán:

Ya soy enemigo de Amadís de Gaula y de toda la infinita caterva de su linaje; ya me son odiosas todas las historias profanas de la andante caballería; ya conozco mi necedad y el peligro en que me pusieron haberlas leído; ya, por misericordia de Dios, escarmentando en cabeza propia, las abomino”(Q. II, 74; 1134)

Y muere pronunciando su propio nombre:

... soy agora, como he dicho, Alonso Quijano el Bueno”. (Q, II, 74; 1133)


2. En el capítulo 11, página 168 Gregorio le dice a Angelina que él hubiera deseado tener un hijo, para que cuando se muriese se hablase de él:

Lo peor de morirse es no dejar nada detrás, ni siquiera un hijo”.

Cuando Angelina le responde que los hijos también se mueren, Gregorio pone el ejemplo de que los nombres no mueren:

Ahí tienes a Platón o a Cervantes”.

Faroni para él puede ser la garantía de inmortalidad, el sello exclusivo de clasicismo que otorga a estos dos grandes sabios.


3. En el capítulo 12, página 183 Gregorio se siente angustiado porque no le salen las cuentas de los versos, como a su padre no le salían las de la vida, y comprende que tardará años en terminar su poema épico dedicado a Alvar Núñez Cabeza de Vaca.

Fue a por la enciclopedia” (183) y constató que, de los ingenios preclaros que conoce, solo Cervantes comenzó a destacar cuando bordeaba la edad de jubilación: “tenía casi sesenta años cuando empezó el Quijote”.


4. En el capítulo 13, página 201, Gil se muestra reticente a casarse con su novia porque su nombre, Socorrito, le parece ridículo. Gregorio le anima a cambiárselo por “Aurora, o Alicia, o Vicky”, y como Gil expone sus dudas argumentando que Socorrito no aceptaa la alteración onomástica, aquel le responde:

Pues se lo impones. Don Quijote, por ejemplo, le cambió el nombre a su amada y le puso Dulcinea”.

Gil aduce reticente que de nada valdría, porque él es un desastre y ninguno de los dos iba a alterar su esencia inculta y baja por el simple cambio de un nombre. Sin embargo, nos consta que desde que él ha consentido en llamarse Dacio Gil Monroy su vida ha cambiado: ya se atreve a poner en sus tarjetas que es qmico y pensador, para regocijo de su maestro, Faroni.


5. En el capítulo 14 página 207, cuando Gregorio y Gil dialogan sobre la belleza sica y la belleza espiritual, Gregorio sostiene la idea de que la del espíritu siempre sale vencedora, y se apoya en el siguiente juicio:

Hombre, date cuenta que ha habido escritores mancos y cojos, conquistadores enanos y filósofos jorobados, y sin embargo sus espíritus eran grandes y sin defectos”.

En la página 208, para sostener esa idea y animar al pusilánime Gil, Gregorio señala que los grandes hombres también tenían defectos físicos:

Platón, por ejemplo, era muy feo de cara, y ya ves qué gran filósofo fue. Y Cervantes no tenía dientes, y así muchos”.


6. En el capítulo 14, página 214 dialoga Gregorio con Angelina, a quien está intentando convencer de que en poesía todo es posible sin incurrir en mentira: la metáfora, la impostura y el pseudónimo. Para ello acude a buscar la ayuda de un libro: “Trajo el Quijote y le enseñó los prólogos”. A continuación le dice a su mujer:

¿Te das cuenta? Todo esto también es inventado. Lo que pasa es que tú no entiendes de estas cosas. El arte todo es mentira, como en el cine. ¿O es que las novelas de la radio que tú oyes son verdad?”.


7. En el capítulo 14, páginas 291-292, Gregorio se imagina cómo azotaría a Gil, que tantos problemas le está trayendo con su fe inquebrantable en Faroni:

No estabas contento con las pirámides, ¿eh?, pues ¡toma pirámides!; ¿no querías café?, pues ¡toma café!; las noticias que recibías del mundo se te antojaban pocas, ¿no?, pues ¡aquí tienes más!, y ¡éste por Marilín!, ¡éste por Hemingway!, ¡éste por el poema épico!, ¡éste por el dinero que he gastado en tu causa!, ¡éstos por todas las desgracias que me has hecho pasar!”, y cuando se dio cuenta estaba en medio de la habitación, asestando golpes inmisericordes en el aire”.

La escena nos recuerda ineqvocamente la de don Quijote acuchillando a los cueros de vino:

Y en la derecha, desenvainada la espada, con la cual daba cuchilladas a todas partes, diciendo palabras como si verdaderamente estuviera peleando con algún gigante”. (I, 35; 392)

Y, como no, a los azotes que recibirá el buen Sancho para el desencantamiento de Dulcinea.


8. En el capítulo 21, página 308, ya en la tercera parte de la novela, Gregorio intenta convencer a Gil de la necesidad de un cambio radical en su vida:

Tienes unos ahorros, ¿no? Pues entonces coge el primer avión sin preguntar a dónde va. Acepta tu destino. O vete a París de bohemio. De verdad, no merece la pena serle fiel a un o o a una casa”.

Para afirmarse en su verdad y reconvenir a Gil por su escaso talante aventurero, le replica:

Don Quijote tenía cincuenta años cuando se fue de casa”.

A esto repone Gil que don Quijote estaba loco y era un valiente y él, ni lo uno ni lo otro.


9. En la página 348 don Isaías intenta explicarle a Gregorio lo que es un acto de fe:

¿Tú has leído el Quijote? ¿Solo a medias? Pues bien, allí podrás leer cómo Sancho le preguntó a su amo si el caballo Clavileño no encubriría en el fondo una burla. Y don Quijote dijo más o menos que ésa era una cuestión que solo incumbía a los burladores, porque a ellos dos nadie podría quitarles la gloria del intento. Ese es un acto de fe”.

Dice el Don Quijote:

Tapaos, Sancho, y subid, Sancho; que quien de tan lueñes tierras envía por nosotros no será para engañarnos por la poca gloria que le puede redundar de engañar a quien del se fía; y puesto que todo sucediese al revés de lo que imagino, la gloria de haber emprendido la hazaña no la podrá oscurecer malicia alguna”, (II, 41; 887).

En definitiva, le anima a lanzarse al afán, que queda justificado en el intento mismo de alcanzar lo sublime, de asumir el fracaso como un elemento necesario de la gloria de quien se quiere fiel a sí mismo y a sus nobles ideales. Esta misma idea la encontramos en la página 184:

Aunque no escriba nada, pensó Gregorio, qué grandeza hay en estar aquí, persiguiendo un ideal”.

Y, más adelante, viendo que su deseo de terminar su poema épico sobre Cabeza de Vaca será inútil:

Ha de bastar con el empeño”.


10. En la página siguiente, sigue don Isaías con su discurso, hasta llegar al argumento de que el destino que nos toca a cada uno debemos asumirlo con la máxima dignidad. De nuevo, el modelo de tal actitud es don Quijote, que se identifica con Jesucristo:

Es muy difícil encontrar a alguien que, como Cristo con la cruz o don Quijote con sus armas, soporte la carga justa y esencial que le ha asignado su destino”.

El cotejo de las menciones expcitas de aspectos relacionados con el Quijote o con Cervantes parece demostrar, intencionada o no, la relación de Juegos de la Edad tardía con el Quijote. Probablemente la influencia estética y estructural, inconsciente al principio, va tomando conciencia a medida que la obra avanza afirmándose en homenaje y parodia.

 

ALUSIONES:

La alusión es una forma menos explícita y menos literal que la cita o el plagio. En ella nos encontramos un enunciado en el que vemos una relación con otro de otro texto. Valgan como ejemplo entre las muchas localizables las siguientes:

1. En las páginas 49 y siguientes el abuelo de Gregorio suelta un elevado discurso a los obreros que construyen la nea férrea. Aunque la parodia del Génesis es evidente y explícita (“Dios hizo las aguas y las culebras, por imitación de las estrellas nacieron los peces, el aire silbaba tanto que salieron pájaros, la tierra se llenó de fieras y lombrices y de entre la espesura surgió el hombre expulsado, con los ojos brillantes de voluntad y experiencia. Su voz sonaba con fatídica monotonía de profeta”), el tono y el destinatario lo acercan al discurso de la edad dorada con el que don Quijote deleita a los cabreros en el capítulo XI de la primera parte: como él, encuentra por fin un público dispuesto a convertirlo en orador. Más adelante Antón Requejo volverá a parodiar este discurso: “¡Ay, eran los tiempos idos […], cuando las lechuzas entraban en las casas y se bebían las capuchinas, cuando las culebras hipnotizaban a los pájaros y los gatos enfermos de amores iban a oler la flor del lilo, cuando la gente hablaba en verso y los caminantes se alumbraban con farolillos de sandía! Eran los tiempos de los zorros sabios, cuando todaa en los montes se daban las fábulas y los animales andaban de pleitos y asambleas. Los horóscopos, entonces, los hacían las mariposas, de su propio instinto”. Y continuará con el homenaje Gregorio, cuando suspire por un maravilloso mundo futuro de resonancias anarquistas que supondría la satisfacción del mismo Durruti: “Algún día no habrá que trabajar para comer. Todo lo harán las máquinas. No habrá ricos ni pobres, ni ladrones, ni policías, ni gobiernos ni nada”.

2- En la página 56, Gregorio se atreve a poner “nombres nuevos a los lugares de siempre: el Parque de los Once Pétalos, la Encrucijada del Escudo y la Avispa o el Árbol de la Primavera Triste, que era la acacia”. Los nombres parecen en la nea de las mejores y más disparatadas novelas de caballería.

3- En la página 291, el narrador reproduce los pensamientos de Gregorio así: “Había querido ayudar al pobre, hacer feliz a Gil, redimirlo incluso de sus miserias a riesgo de empeñar la vida propia en empresas tan generosas como descabelladas”. Los ecos cervantinos son obvios, tanto en el fondo (el deseo de salvar al desdichado arriesgando la vida en el esfuerzo), como en la forma (especialmente por el empleo de la palabra “empresa”).

4- Cuando en la página 157 Gregorio, el día de Nochevieja, con la euforia que a veces precede a la depresión, se dedica a rebautizar a sus vecinos (Diógenes Casiano, Octaviano Murillo Quesada, doña María Cristina Celeste…) nos encontramos por un lado con uno de los apellidos que a punto están de corresponderle a Alonso Quijano (Quesada), y por otro con uno de los hábitos quijotescos de calificar a las personas con nombres que parezcan adecuados y razonables para sus nuevas virtudes o sus nuevos estados.

5- En la página 227 nos cuenta que se va a ir de viaje a Quínola con su jefe, Crispín Pallavoy. Esta invención, con nombre ridículo incluido, nos recuerda las estrambóticas historias de caballería en las que se ve envuelto don Quijote, y los disparatados nombres con que tales libros bautizaban a sus personajes, como el gigante Caraculiambro, señor de la ínsula Malindrania, o los encantadores Esquife o Arcalaús.

 



(*) Intertextualidad es la relación de copresencia entre dos o más textos, que se manifiesta como la presencia efectiva de un texto en otro. Esta relación puede manifestarse de tres formas, la cita, el plagio y la alusión.


Referencias. Las citas y alusiones son de:

- Cervantes, Miguel. Don Quijote de la Mancha. Planeta. Ed. Martín de Riquer. 1980

- Landero, Luís. Juegos de la edad tardía. Catedra, letras hispánicas 2018.