En el prólogo de “Rebelión en la granja”, George Orwell escribía una frase digna de ser cincelada en el mármol: “si la libertad significa algo será, sobre todo, el derecho a decirle a la gente lo que no quiere oír”.

Cuando la leí por primera vez, pensé que tal frase podría ser un magnífico lema vital; y, siempre consideré siguiendo a Orwell que la misión de todo el que escribe no es halagar a nadie, sino desnudarse y más bien aguijonear al lector, incomodarlo, llegando incluso a molestar por escribir sobre cuestiones espinosas o sobre asuntos controvertidos. Hoy ya sé que esto es una empresa inútil y quimérica; y que, como todas las empresas inútiles y quiméricas, solo engendra a la postre melancolía. Esta melancolía se eleva exponencialmente cuando esa libertad, es manifestada en la redes sociales, pues al descubrir las ideas uno se convierte en blanco de los demás.

sábado, 18 de junio de 2022

"Todo amor es fantasía"

En agradecimento a la visita a Baeza del 16 de junio de 2022

 

“Estos días azules y este sol de la infancia”

No voy a reproducir la obsesiva imagen que me dejó un texto dudoso de un “Machado-Quijano”: un hombre que supera los cincuenta, aburrido un poco de las letras y sugestionado por la carne en una segunda juventud, que se convierte en un "caballero", que, a la desesperada, acaba de bajar de la sierra segoviana, decidido a hacer penitencia bajo la lluvia de Puerta de Hierro, y siempre dispuesto a realizar unas cuantas piruetas sobre los riscos del parque, que impresionen a su dama que lo mira tras los visillos de la ventana de su casa familiar: “Guimar-Dulcinea”. No, amigo, ese es un tópico que ya nunca repetiré...

Sí comenzaré con escepticismo, mostrando un poco de duda de todo aquello que aquí se diga, y lo haré con ideas y palabras del mismo Antonio Machado, sacadas de sus Proverbios y Cantares:

En mi soledad
he visto cosas muy claras,
que no son verdad.

El poeta poco había cantado en vida a Leonor: La insinuación del amor cuando, quizás celoso del barberillo que la pretendía, decide revelarle sus sentimientos, dejándole, como olvidado en una mesa, un fragmento de una poesía:

y la niña que yo quiero

¡ay!, prefiriera casarse

con el mocito barbero.

Una referencia, en el poema A un olmo seco, a la Leonor enferma. En los versos finales, en una línea intimista, Machado ruega a un Dios -no sólo deista y panteista, sino también un Dios "revelado en el corazón", inalcanzable por medio de la razón- a espera de la curación de su mujer como otro milagro parecido al que ha experimentado ese olmo al que “con las lluvias de abril y el sol de mayo / algunas hojas verdes le han salido”. Llenos de sentida emoción dicen esos versos:

Mi corazón espera

también, hacia la luz y hacia la vida,

otro milagro de la primavera.

Un romance, recoge con gran dramatismo el mismo momento de la muerte de Leonor. La contenida voz de Machado, reduce ese momento trascendental a la categoría de cotidiano, a la ruptura de “algo muy tenue” que se quiebra con toda facilidad. Las palabras parecen moverse silenciosamente por los versos, al igual que la muerte por la casa, casi de puntillas:

Una noche de verano
—estaba abierto el balcón
y la puerta de mi casa—
la muerte en mi casa entró.
Se fue acercando a su lecho
—ni siquiera me miró—,
con unos dedos muy finos,
algo muy tenue rompió.
Silenciosa y sin mirarme,
la muerte otra vez pasó

delante de mí. ¿Qué has hecho?
La muerte no respondió.
Mi niña quedó tranquila,
dolido mi corazón,
¡Ay, lo que la muerte ha roto

era un hilo entre los dos!

El concepto “niña” en la poesía de Antonio Machado no tiene nada que ver con la edad. Para él, el niño, la niña, lo infantil, es lo más noble de lo humano: “Una mujer para un hombre, —escribe a Guiomar— como yo al menos, es siempre una niña.” “Yo también, a pesar de mis impurezas, y de mi larga experiencia de la vida, me siento a veces niño, sobre todo cuando estoy a tu lado. Y lo más grande del amor consiste en esto; que hace revivir en nosotros lo infantil, que es lo más noble de lo humano.” Pero, para él, Leonor era la “niña”; con Guiomar es él quien se siente “niño”.

También escribe varios poemas llenos de dolor, soledad, y emoción. En este aflora el sentimiento religioso:

Señor, ya me arrancaste lo que yo más quería.
Oye otra vez, Dios mío, mi corazón clamar.
Tu voluntad se hizo, Señor, contra la mía.
Señor, ya estamos solos mi corazón y el mar.

En otros se debate entre la fe y la razón: el corazón, contra la cabeza, luchan en el interior del poeta:

Dice la esperanza: un día
la verás, si bien esperas.
Dice la desesperanza:
sólo tu amargura es ella.
Late, corazón... No todo
se lo ha tragado la tierra.

O, en este otro: Soria y la mujer que tanto quiso y a la que en vida apenas le cantó, irrumpen ahora, soñadas, con tanta fuerza que al sentirlas tan verdaderas el poeta duda si todo se lo habrá tragado la tierra. Leonor es el tú (pronombre) o el tu (adjetivo posesivo), evocación soñada de un pasado vivido, verdadero:

Soñé que tú me llevabas
por una blanca vereda,
en medio del campo verde,
hacia el azul de las sierras,
hacia los montes azules,
una mañana serena.

Sentí tu mano en la mía,
tu mano de compañera,
tu voz de niña en mi oído
como una campana nueva,
como una campana virgen
de un alba de primavera.

¡Eran tu voz y tu mano,
en sueños, tan verdaderas!...

Vive, esperanza, ¡quién sabe
lo que se traga la tierra!

La mano se convierte en el símbolo nostálgico del apoyo, del respeto, de la generosidad. Curiosamente, cuando tanto se sigue insistiendo en la condición de niña de Leonor, Antonio Machado destaca el hecho de que fuera ella, Leonor, su mujer: “quien asentó mis pasos en la tierra”, dirá en Campos de Castilla (poema CXLI).

Mas hoy… ¿será porque el enigma grave

me tentó en la desierta galería,

y abrí con una diminuta llave

el ventanal del fondo que da a la mar sombría?

¿Será porque se ha ido

quien asentó mis pasos en la tierra,

y en este nuevo ejido

sin rubia mies, la soledad me aterra?

No sé, Valcarce, mas cantar no puedo;

se ha dormido la voz en mi garganta,

y tiene el corazón un salmo quedo.

Ya sólo reza el corazón, no canta.

Y en Baeza, donde el poeta deja paso al filósofo -bueno, esto es una forma de decirlo, pues en Machado poesía y filosofía son absolutamente inseparables-; pero es cierto que llevado por su melancolía, a fuerza de meditar en sus paseos de Baeza, nacen Abel Martín y Juan de Mairena. En Baeza evoca las tierras de Soria y a Leonor. Es la única vez en la obra de Machado que Leonor aparece con su nombre: la tristeza, el dolor, la soledad y la amargura atenazan al poeta, en una de la poesías más grandes de literatura española. Una silva asonantada, que dice:

Allá, en las tierras altas,
por donde traza el Duero
su curva de ballesta
en torno a Soria, entre plomizos cerros
y manchas de raídos encinares,
mi corazón está vagando, en sueños...
¿No ves, Leonor, los álamos del río
con sus ramajes yertos?
Mira el Moncayo azul y blanco; dame
tu mano y paseemos.
Por estos campos de la tierra mía,
bordados de olivares polvorientos,
voy caminando solo,
triste, cansado, pensativo y viejo
.

Es palpable la aspereza de las primeras impresiones, y, de hecho, lo que Machado escribe durante los meses iniciales de Baeza está dominado por la presencia obsesiva de Soria y de Leonor. En el poema dirigido a Xavier Valcarcel, escrito probablemente a finales de 2012, Machado alega su dificultad de poetizar, dado su estado de ánimo, lanzado inopinadamente al "ventanal de fondo que da a la mar sombría" –esto es, a la presencia cercana de la muerte ineluctable–, para añadir:


¿Será porque se ha ido

quien asentó mis pasos en la tierra,

y, en este nuevo ejido.

sin rubia mies, la soledad me aterra?

La alusión a Leonor y su pérdida es transparente. Con este espíritu profundamente abatido y enajenado compone Machado en Baeza algunos de los poemas en que mejor desnuda su intimidad.

O, cuando escribe a su amigo José María Palacio un poema en forma de carta, en el que junto a la evocación de Soria en primavera, recuerda a su mujer y el cementerio en el que está enterrada, “El Espino”, y le pide que le lleve unas flores en su nombre.

Con los primeros lirios

y las primeras rosas de las huertas,

en una tarde azul, sube al Espino,

al alto Espino donde está su tierra…

En junio de 1928, Pilar Valderrama viaja a Segovia y, como era su intención, consigue iniciar una casta amistad profesional con el poeta. Esto parece que podemos darlo por seguro, me refiero a lo de la “casta amistad”. Lo que ocurrió realmente entre Pilar y Antonio Machado no lo sabemos, pero, como dice el “errático”, eso no debe preocuparnos.

Como apunta Concha Espina en su libro, De Antonio Machado a su grande y secreto amor, 1950: “todo parece indicar que Pilar Valderrama nunca estuvo enamorada de Machado”. Añadiendo que fue diestra en el arte de “marear la perdiz”.

Si la lírica es el cauce más idóneo para transmitir la expresión de los sentimientos, aquí queda dicho todo. También podemos comparar los diferentes amores de Machado, pero como eso lo han hecho otros con más fundamento, lo voy a saltar, insinuando algo solo de pasada, y sin mencionar el complejo de Edipo atribuido a don Antonio. Pero hay algo que si me atrevo a afirmar: su obra sustenta a su vida con mucha mayor fuerza que su vida a su obra.

Sabemos la transformación que produjo en el poeta Pilar Valderrama, y podemos afirmar que, como Dulcinea para la existencia de don Quijote, Guiomar, fue lo "necesario inalcanzable" para Machado. El nombre de Guiomar usado como una señal trovadoresca, parece oponerse al de Leonor, igualmente de resonancias medievales. Leonor exaltada en la muerte, Guiomar, en vida, con igual emoción en la nostalgia que en la presencia.

Amor imposible que desde su nacimiento supieron mantenerlo secreto. Durante muchos años ella fue considerada una creación literaria del poeta. Los siguientes versos ayudaron a fortalecer esa opinion:

Guiomar , Guiomar,

mírame en ti castigado:

reo de haberte creado,

ya no te puedo olvidar.

Hasta que Concha Espina descubriera en 1957 la identidad de Pilar Valderrama, al encontrar el siguiente soneto de Machado, y relacionarlo con un elogioso artículo de prensa que en su día había hecho Machado de Esencias, un libro de poemas de Pilar Valderrama:

Perdón, Madona del Pilar, si llego
al par que nuestro amado florentino,
con una mata de serrano espliego,
con una rosa de silvestre espino.

¿Qué otra flor para ti de tu poeta
si no es la flor de la melancolía?
Aquí, sobre los huesos del planeta
pule el sol, hiela el viento, diosa mía,

¡con qué divino acento
me llega a mi rincón de sombra y frío
tu nombre, al acercarme el tibio aliento

de otoño el hondo resonar del río!
Adiós: cerrada mi ventana, siento
junto a mi un corazón… ¿Oyes el mío?

En una carta de Machado a Pilar le habla de lo insaciable que es el amor romántico, y Pilar le contesta con los siguientes versos:

Amor es un siempre ¡siempre!

la sed que nunca se acaba

del agua que no se bebe.

Cancionero íntimo. Esencias


Pienso, pese a la opinión de Gibson en Ligero de equipaje, que Machado, que era un escéptico, supo pronto el alcance de sus reales devaneos versus su ideal amor con Pilar Valderrama. Por eso, consciente o no, de su necesidad para la creación literaria, la transformó en Guiomar, y el vate se dejó llevar por el espejismo poético. Se enamoró del amor (No olvidemos eso de "todo amor es fantasía" y que en Machado todo es metafísico; así que pudo ser un amor a la manera del unamuniano "Augusto" en Niebla). Pudo comenzar deslumbrado por el acercamiento en Segovia de la musa, y, cuando lo comprendió todo, que no había nada que hacer, que no pasaría de un amor cortés -aceptemos que Machado tonto no era-, decidió fingir en lo necesario. Eso los poetas lo saben hacer muy bien, y además es muy fructífero para su creación. Nadie podrá negarle eso a don Antonio. Pilar Valderrama, pienso, fue para Machado una mujer con la que tomaba café en el rincón de un discreto bar de Cuatro Caminos, y le daba consejos sobre su indumentaria; Guiomar, sin embargo, fue su musa, la dama que en esos años le hizo sentirse “caballero”.

Machado, en los versos siguientes que aluden a una visita que le hace el poeta durante unas vacaciones veraniegas de Pilar en San Sebastián o Hendaya, dónde, como en Puerta de Hierro, observa a la amada desde la destemplanza, pero con una mirada cargada erotismo:

I

... ¡Sólo tu figura,

como una centella blanca

en mi noche obscura!

Y en la tersa arena,

cerca de la mar,

tu carne rosa y morena,

súbitamente, Guiomar.

En el gris del muro,

cárcel y aposento,

y en un paisaje futuro

con sólo tu voz y el viento;

en el nácar frío

de tu zarcillo en mi boca,

Guiomar, y en el calofrío

de una amanecida loca;

asomada al malecón

que bate la mar de un sueño,

y bajo el arco del ceño

de mi vigilia, a traición,

¡siempre tú!

Guiomar, Guiomar,

mírame en ti castigado:

reo de haberte creado,

ya no te puedo olvidar.

«Otras canciones a Guiomar CLXXIV»

Comenta Mairena: “la creación aparece todavía en la forma obsesionante del recuerdo. A última hora el poeta pretende licenciar a la memoria, y piensa que todo ha sido imaginado por el sentir”. Imaginado, es decir, creado, fingido en definitiva. Para esta clase de amor venia preparándose desde mucho antes y la teoría erótica que lo fundamenta está explicita, por boca de su heterónimo Abel Martín, en las páginas de su Cancionero Apócrifo:

Huye del triste amor, amor pacato,

sin peligro, sin venda ni aventura,

que espera del amor prenda segura,

porque en amor, locura es lo sensato.

No cabe duda de que el amor de Antonio Machado por Guiomar fue sincero, completo y anhelado en todo momento. Sin embargo, su materialización en Pilar Valderrama fue imposible de principio a fin. Los versos finales citados por Mairena no podían expresar con más claridad la pretensión a última hora de Abel Martín:

II

Todo amor es fantasía;

él inventa el año, el día,

la hora y su melodía,

inventa el amante y, más,

la amada. No prueba nada

contra el amor que la amada

no haya existido jamás.

No hay nada más quijotesco que estos versos, que nos llevan a la creación de Guiomar-Dulcinea: lo "necesario inexistente", como lo llamó Luís Rosales. La evidencia de que su relación nunca ha sido la que él hubiera deseado y su escepticismo le muestran que la única realidad es la conciencia creadora que ha sido capaz de inventar, partiendo del ser, Pilar Valderrama, a una fingida «Guiomar».

La presencia de Guiomar se mantendría constante en el recuerdo de Machado; en medio del fragor de la contienda, surgen los versos doloridos del poeta en una despedida emocionada en la que Machado nos habla de su separación de Guiomar, y nos hace una salvedad entre el amor de ella y de él. A ella su ausencia la acompaña, mientras a él le causa dolor su sólo recuerdo. Esto implica que sentía que su amor por ella, era más fuerte que el que ella le profesaba. Y la guerra se convierte en su adversario, es la espada que da el tajo fuerte y le pone punto final a su relación:

De mar a mar, entre los dos la guerra,

más honda que la mar. En mi parterre

miro a la mar, que el horizonte cierra.

Tú, asomada, Guiomar, a un finisterre,

miras hacia otro mar, la mar de España

que Camoéns cantara, tenebrosa.

¡Acaso a tí mi ausencia te acompaña.

A mi me duele tu recuerdo, diosa.

La guerra dio al amor el tajo fuerte.

Y en la total angustia de la muerte,

con la sombra infecunda de la llama

y la soñada miel de amor tardío,

y la flor imposible de la rama

que ha sentido del hacha el corte frío!.

Así, como Alonso Quijano convierte a Aldonza Lorenzo en Dulcinea, para sostener a don Quijote, el profesor de francés, poeta, y autor de dramas de cierto éxito, a través de Pilar Valderrama, crea a Guiomar, para que el vate se verifique y se encuentre consigo mismo: una realidad creadora y necesaria, para el Machado literario que ha llegado a nosotros de esta forma tan magistral como lo ha hecho.

Acabo con una silva, para mí, la expresión poética por excelencia del poeta, que parece asumir que todo está perdido, pero que sugiere no abandonar del todo la esperanza:

Abre el rosal de la carroña horrible
su olvido en flor, y extraña mariposa,
jalde y carmín, de vuelo imprevisible,
salir se ve del fondo de una fosa.
Con el terror de víbora encelada,
junto al lagarto frío
con el absorto sapo en la azulada
libélula que vuela sobre el río,
con los montes de plomo y de ceniza,
sobre los rubios agros
que el sol de mayo hechiza.
se ha abierto un abanico de milagros
-el ángel del poema lo ha querido-
en la mano creadora del olvido...

… … … … … … … …

La línea de puntos suspensivos que rematan el poema parecen enigmáticos. En su significación caben todas las hipótesis. Es una reflexión sobre el amor, sobre el ansia de amor que hace imperativa la poesía; imágenes de putrefacción y terror inusitados en Machado; un hipérbaton gongorino que suscita reminiscencias de la manera de algunos poemas de Soledades (este sapo absorto en el espectáculo de la libélula azul). Y, al final, nos propone un “abanico de milagros” hecho posible nada menos que por “el ángel del poema”, y una personificación del olvido que permite que éste tenga «mano creadora». Estos versos son mucho más que cualquier resumen prosaico. Y tienen, como tiene siempre la poesía de verdad, un misterio indescifrable. Resuenan dentro de nosotros.



 


Prometo: algún día iré a Collioure y, por él, llevaré flores de tres colores



Biografía consultada. Poesías completa de Antonio Machado, y:

Ángeles, José. (1977). Estudios sobre Antonio Machado. Barcelona: Ariel.

Concha Espina, De Antonio Machado a su grande y secreto amor (Madrid: Lifesa, 1950).

Gibson, Ian, Ligero de equipaje. (2006). La vida de Antonio Machado. Madrid: Aguilar.

Moreiro, J, M.ª. 1982. Guiomar, un amor imposible de Machado. Madrid: Espasa-Calpe

Valverde, José María. (1975). Antonio Machado. Madrid: Siglo XXI.


viernes, 10 de junio de 2022

El mito de Cortés

Publicación de gran repercusión en el hispanismo que supone un avance a la hora


de interpretar contemporáneamente la figura de Hernán Cortés, en contra de muchas tesis actuales. Es un libro que ha estructurado la materia en tres apartados, y que se leen con gran facilidad.

  1. El hombre y sus reliquias. Analiza la figura de Cortés desde el punto de vista personal, humano e histórico, incluidas las peripecias que afectaron a su cadáver, una vez fallecido. No es una biografía es una crítica objetiva enfocada no desde el punto de vista moral, sino desde el conocimiento: Quién era Cortés, qué hizo, y cómo cabe interpretar lo que hizo.

  2. Se analiza la persona de Cortés a través de su presencia en las artes. La publicación está enriquecida con numerosas imágenes, ilustraciones, pinturas, y grabados sobre su presencia en España y en hispanoamérica.

  3. La desmitificación de las innumerables mentiras vertidas sobre Hernán Cortes, tanto de manera positiva como negativa. Separa a Cortes de la carga mítica e ideológica para ofrecer de él una imagen lo más certera posible desde el punto de vista histórico.

Iván Vélez que es arquitecto, nos transmite la idea de que el arte es un embellecedor de la realidad, a la que, con frecuencia, falsea al embellecerla. Así con gran precisión, el autor, lo que intenta es poner las cosas en su sitio, por encima de los debates ideológicos o historicistas que no conducen a ninguna parte, tratando de mostrarnos la realidad sin marcar tendencia alguna.

La figura de Cortés es extraordinariamente compleja al ser multidisciplinar. Cortés fue militar, político, jurista, y con una dimensión épico literaria enormemente importante. En las cuatro cartas que se conservan de Cortés podemos ver un paralelismo con Julio César, que narra sus propios hechos bélicos, hechos que fueron tomados como referencia por el fundador del Derecho Internacional, Francisco de Vitoria. Cortés, veinte años antes está protagonizando unos hechos que no pueden ignorarse desde el punto de vista de la constitución de esta disciplina o filosofía del derecho.

Iván Vélez, limpia la dimensión mítica para llegar con precisión a los aspectos esenciales. Heine, el poeta alemán escribió de Cortés estos versos:

En su cabeza el laurel llevaba

y espuelas de oro

en sus botas brillaban;

pero no era héroe,

ni tampoco caballero.

No era más que de bandoleros,

era el caudillo…

Chorradas que solo se pueden decir desde el pedestal romántico idealista alemán, al que nada importa el rigor de historia: exaltar o degradar hechos que no se pueden desmentir de una época determinada y que únicamente definen es al autor de la literatura, no al protagonista de los hechos, y por supuesto nada ayudan a conocer la realidad. Como dijo Marx, los intelectuales son aquellos que saben las cosas a medias cuando hablan de la realidad.

Cortés fallece a los 62 años de edad el 2 dic 1547, el mismo año en el que nace Cervantes. A los 37 años ya había protagonizado lo esencial de sus hazañas bélicas y políticas.

Iván Vélez comenta unas declaraciones de Indalecio Prieto, personaje nada sospechoso de ser de derechas, en Méjico, el 28 de noviembre del 47, ya en el exilio:

Mejicanos, os habla un español que por carecer de toda representación puede hablaros con toda libertad. Un español nada más, pero un español nada menos, y por consiguiente un hermano vuestro. Quién puede negar la grandeza de la obra de España en América, y quién puede negar la grandiosidad de esa misma obra en las tierras de Méjico, los templos, los palacios, las casas andaluzas y extremeñas de tipo colonial, esa arquitectura maravillosa, las soberbias catedrales… En tanto todo eso subsista, España estará aquí y la huella de su genio resultará imborrable. Pensemos que el odio destruyera tanta muestra del genio español, tendrían vuestros literatos que romper las plumas con que escriben en castellano y vosotros enmudecer… En tanto que habléis este idioma no podréis borrar la huella de lo español”

Cómo ha cambiado la izquierda al hablar de España. Palabras que sin dudarlo suscribiría hasta Franco. Con lo que es evidente que contemporáneos contrarios políticamente pueden tener más en común (Franco e Indalecio Prieto) frente a terceras realidades que correligionarios extemporáneos. Zapatero, Sánchez o Iglesias, probablemente no compartiría esta opinión, porque la izquierda actual no es soluble en la idea de España, con todo el conflicto que conlleva.

Continúa Prieto:

¿Qué es, sino español, el magnífico respeto a la inteligencia y a la sabiduría que figura en vuestras fórmulas sociales cuando decís: Sr. Ingeniero, Sr. Licenciado…? Esa es una vieja costumbre española, que en nuestra patria fue extinguiéndose. ¿Qué es, sino española, vuestra delicada cortesía, que tiene, aun entre las clases humildes, extraña expresión?... Yo, que no milito en la Iglesia Católica, y que acaso crea que ésta perdió mucho de su pureza fundacional inspirada en las doctrinas de Cristo, ahogándola, en parte, entre la pompa excesiva de sus ritos, afirmo que la Iglesia Católica ha sido y es una soberbia congregación de abnegaciones y un ejemplo excelso de disciplina. Pues bien, este hombre descreído no puede menos de reconocer la inmensa superioridad de la religión católica sobre los cultos idolátricos practicados por las razas que poblaban México cuando el país fue conquistado, porque en los altares católicos no hay inmolaciones, no se sacrifican vidas humanas, no se depositan, en holocausto a los ídolos, dioses o no de la guerra, corazones palpitantes de hombres a quienes al pie del ara se les desgarraban las entrañas para el sacrificio. Idioma, costumbres, cultura, religión, todo eso trajo España a México. Pero, además, cualesquiera que sean las salpicaduras crueles de la conquista, y que se hayan repetido durante la dominación –¿qué conquista y qué dominación están libres de ellas?– queda aquí un testimonio irrecusable del sentido humano que tuvo la empresa española. ¿Cuál es ese testimonio? Los millones de indios que todavía pueblan el territorio mexicano. España no los exterminó, sino que respetó su vida.

https://www.clublibertaddigital.com/ideas/historia-espana/2019-01-31/ivan-velez-cortes-en-mexico-un-tema-complicado-87073/

Solo voy a añadir que esto, me gustaría, que lo leyeran los socialista actuales...

Mexico, cuando llegaron los españoles estaba constituido en tribus enfrentadas entre sí en constantes luchas. Hernán Cortes, con muy pocos recursos, con apenas 300 hombres, 16 caballos, y ciertas alianzas con alguna de esas tribus, consigue dominar al poderío de Moctezuma, que sometía y sacrificaba a otras tribus. Cortes sigue el procedimiento de la reconquista, pactando con diferentes partes enfrentadas al poder, para ir desarrollando su programa político. Cortés no lo tuvo nada fácil: tengamos en cuenta que un español en el tiempo que cargaba un arcabus le llovían más de 80 flechas envenenadas de los indios de Moctezuma. Los indios se contaban por miles, y además estaban en su terreno. También ha de enfrentase, política y militarmente, a los suyos, a Diego de Velázquez, que dominaba el virreinato desde Cuba, y a Pánfilo de Narvaez, su lugarteniente, saliendo triunfador en todos estos conflictos.

Ese paraíso terrenal del que nos habla el indigenismo y la leyenda negra no existía: “los dioses aztecas tenían ansia de carne humana, sobre todo de corazones frescos, y el no satisfacer ese ansia podía, según su creencia, acarrear la destrucción del mundo. El sacrificio humano era la ceremonia más frecuente de la casta sacerdotal azteca. La mayoría de los sacrificado eran hombres jóvenes llevados a Tenochtitlan, la capital azteca:

“… Cuatro sacerdotes la agarraban por las extremidades, y la colocaban hacia arriba, a continuación, un quinto sacerdote, abría el pecho de la víctima, le extraía el corazón, que aún latía, y lo restregaba por la cara de la divinidad, que presidía la ceremonia, luego, los ayudantes, echaban a rodar el cuerpo por los peldaños de las pirámides truncadas. La cabeza la atravesaban de lado a lado por una vara de madera y la exponían en una estructura preparada al efecto, junto a los cráneos de las víctimas anteriores”. (Martin Hardy. Los aztecas)

Así era el paraíso terrenal que franceses, holandeses e ingleses vendieron al mundo, y que muchos españoles han comprado, con la leyenda negra. Ultimo la cita de Martín Hardy, que dice lo siguiente:

El banquete antropofágigo proporcionaba a los guerreros cantidades sustanciales de carne, en recompensa de su éxito en el combate. Cortés encontró en la plaza principal los cráneos de 136.000 victimas, había dos torres hechos de cráneos y mandíbulas que no contabilizaron, algo que no tiene parangón en la historia de humanidad.

Cuando Cortés y Moctezuma se encuentran se da un choque entre dos sociedades muy diferentes: la azteca basada en el mito, la magia, una religión luminosa primaria, basada en dioses zoomorfos, y una técnica primitiva; y la de los españoles caracterizada por lo que llamaríamos una determinada ideología, por considerar que el mito de los aztecas, que tanta sangre derramó entre su pueblo, ha de ser desmitificada (la inmortalidad no se alcanza por comer corazones humanos frescos), una cultura que considera que la magia es un falsa ciencia, una religión articulada en una teología, el catolicismo, que es, desde el punto de vista filosófico, la más racional de todas las religiones (esto lo critica mucha gente, pero es así, la religión católica, es, por su articulación, la más racional de todas, otra cosa es que, en ocasiones, se haya utilizado mal la razón). La escolástica es una filosofía construida por el catolicismo, ¿qué religión ha construido un filosofía con este poder racional? Otra cosa es que nos guste o no nos guste; se hizo para imponer una disciplina. La dialéctica entre sociedades es evidente: los españoles de esa época son incompatibles con la antropofagia y con los sacrificios humanos. El conflicto fue violento porque para llevar a cabo, por militares, la transformación de una sociedad tan diferente no es posible hacerlo de otra manera.

La teoría del estado de Gustavo Bueno, exige tres capas: la capa basal, que gestiona el territorio y a sus habitantes; la capa conjuntiva, que es una capa inmanente, interior, transversal donde se van organizando las diferentes instituciones del estado (educación, justicia, sanidad, industria, agricultura); y la capa cortical o disyuntiva, que limita las fronteras entre un estado y otro (poder militar y diplomático). Los aztecas no tienen capa cortical, no conocen el límite de su territorio, no colindan con otros pueblos, los que tienen a su alrededor los tienen sometidos, y no conocen lo que hay más allá, suponen que hay algo..., de donde podrá venir algún día el dios Quetzalcóatl.

España, como imperio generador, impuso su fuerza y su tecnología para prohibir los sacrificios humanos, y, no cabe duda, eso benefició, a miles de aztecas que no fueron ejecutados. Si los españoles no hubieran enseñado su lengua a los aztecas, jamás se hubieran independizado, porque, entre otras cosas, no hubieran podido leer a Voltaire, ni a Rouseau, porque éstos no se habrían traducido al náhualt, lengua que filológicamante puede ser muy importante, pero de proyección limitada. La iglesia aprendió las lenguas indígenas para preservar su mundo, y que no se abrieran a otros conocimientos, pero esa no fue la política española, que actuó como estado generador, imponiendo su tecnología, con una lengua que situaba a los habitantes de esos territorios en la misma posición que los de la península, porque España no construyó nunca colonias, sino que fundó ciudades españolas articuladas en provincias, como en la península: aquellos territorios no eran de España, sino que eran España. Dice Lucas Alaman, en sus Disertaciones sobre la historia de Mejico (1844):

A diferencia del que otras naciones han seguido en sus colonias no se las consideró como establecimientos productivos, sino que se las hizo participes de todo lo que había en la metrópoli. En el imperio ingés fueron considerado bajo dos diferentes aspectos, unos solo tenían en cuenta los intereses de los emigrado ingleses, exterminando prácticamente al personal nativo, en otros territorios de mayor población y desarrollo solo se atiende a sacar de ella la mayor utilidad posible...

El arte y la literatura funciona como un deformador de la realidad, es una construcción sofisticada que convierte a los protagonistas en figuras de diseño, donde lo irreal se impone sobre lo real, y que, en opinión de Vélez, conviene restaurar.

Buscamos aquí desmitificar a Cortés. En en el siglo XVI se construye un Hernán


Cortés heroico, su hazañas se vierten en las crónicas, que perdurarán en gran parte en el XVII (Gracian, anticipándose al romanticismo inglés de Los héroes de Carlyle, escribe su obra, El héroe, ensalzando las virtudes que debe tener la vida de políticos y militares. La obra de Gracian fue traducida al francés en el mismo siglo XVII, censurando, en la traducción, todos los pasajes donde se ensalzaba el triunfo de la nación española (así se construyó la ilustración francesa). Durante el siglo XVIII, siglo de la revancha inglesa, holandesa, y francesa, persiste la falsificación de Cortés, irrumpiendo, de manera muy explícita, la leyenda negra. Cadalso, en sus Cartas marruecas (carta 9), discute la carta 68 de las Cartas persas de Montesquieu, sobre Cortés

Créeme, Gazel, créeme que si me diesen a escoger entre morir entre las ruinas de mi patria en medio de mis magistrados, parientes, amigos y conciudadanos, y ser llevado con mi padre, mujer e hijos millares de leguas metido en el entrepuentes de un navío, comiendo habas y bebiendo agua podrida, para ser vendido en América en mercado público, y ser después empleado en los trabajos más duros hasta morir, oyendo siempre los últimos ayes de tanto moribundo amigo, paisano o compañero de mis fatigas, no tardara en escoger la suerte de los primeros. A lo que debesañadir: “que habiendo cesado tantos años ha la mortandad de los indios, tal cual haya sido, y durando todavía con trazas de nunca cesar la venta de los negros, serán muy despreciablesa los ojos de cualquier hombre imparcial cuanto nos digan y repitan sobre este capítulo, enverso o en prosa, en estilo serio o jocoso, en obras columinosas o en hojas sueltas, loscontinuos mercaderes de carne humana”.

En el XIX se produce la desmembración de España y la constitución de las naciones políticas, tanto en España (1812 con a Constitución de Cádiz. España se constituye antes como imperio, el primero de la edad moderna, que como nación política), como en hispanoamérica, donde dejan de ser españoles, muchos de ellos en contra de su voluntad, y surgen las naciones que hoy conocemos: México, Colombia, Argentina, Chile, Uruguay, Perú…

En el siglo XX, la figura de Cortés está mitificada por el indigenísmo. Una corriente introducida y, sobre todo, potenciada por el mundo anglosajón, principalmente norteamericano con el fin de destruir el hipanismo. Cuando se defiende el indigenismo, se está defendiendo la política exterior anglosajona, y no a los indígenas, como muchos creen (hay que tener en cuenta la genealogía y la intención última). Ya no hay razas puras, en el hispanismo no las hay desde hace muchos años; se ruede reivindicar la mitología idealista indigenista, que son los caminos de la nostalgia y la barbarie, pero la realidad es otra muy diferente, y es que realmente, materialmente, tenemos nuestra sangre mezclada, y que, gracias a los españoles, hace muchos años que, en Mexico, no se comen corazones humanos frescos, para salvar al pueblo ( y es un hecho que los que hoy critican a los españoles, lo hacen gracias a que los españoles impidieron en su día que sacrificaran a sus padres).

Ejemplos de la desmitificación de Cortés en el estudio de Ivan Vélez. Todos estos mitos son destrozado por Vélez, con el único fin de restaurar la realidad. El mito de Cortés no pasa de ser una cuestión fenomenológica inicial:

  • La quema de las naves. Vélez afirma que es un mitología iniciada por Cervantes de Salazar, que la presenta como un gran episodio épico. En realidad fue la inutilización de las mismas para evitar deserciones, entre el reducido grupo de guerreros que lo acompañaban.

  • Un Cortés que no acata las normas del imperio español. Es cierto que tuvo enfrentamientos con los propios españoles, el caso de Diego de Velázquez, o de Páfilo de Narváez, a los que vence en sus disputas por controlar el poder. Pero Cortés no es un traidor a la patria, no es un Lope de Aguirre.

  • Un Cortes cruel, sanguinario y asesino. La guerra es una prolongación de la política, pero, Vélez aclara que, cortés no practicó la violencia como un capricho personal. No se puede presuponer que Cortés era algo diferente a los demás de su época, en la que muchos de los problemas se resolvían matando. Moctezuma no untaba con fragancias las flechas que les lanzaba, sino con venenos muy motíferos. En Francia, un siglo después de Voltaire, después de la revolución, se seguía marcando con hierros candentes a los presos

  • La leyenda negra acusó a Cortés de ser el asesino de su propia esposa, Catalina Suárez, que apareció muerta en el lecho conyugal, para liarse con su amante. ¿Verdad o mentira?, lo cierto es que no hay prueba alguna.

  • Cortés identificado con una divinidad azteca, con Quetzalcóatl. Vélez demuestra que esto es imposible de mantener, porque los mismos hechos la desautorizan:

    • Si Cortés hubiera asumido esta identidad, debería haber asumido, igualmente, las prácticas de antropofagia y canibalismo exigidos en los sacrificios humanos, cuestiones imposibles con Cortés y el catolicismo.

    • La relación mantenida entre aztecas y españoles fue vaciando de contenido esta identidad mitológica. Moctezuma, en el contexto de una relación política, ofreció a Cortés tributos. Si lo hubieran considerado un dios le hubiera ofrecido sacrificios.

    • Como la idea de centauros que tomaron al principio de los españoles; con el tiempo se dan cuenta que pueden matar a los caballos, separados de su jinete. Lo que no quita que Cortés se beneficiara, en el principio, de esa creencia. La relaciones entre unos y otros fueron clarificando y destruyendo los mitos iniciales.

  • Cortés como destructor irreflexivo de una religión y una cultura. La realidad es que reemplaza a una religión luminosa, mitológica, de culto a animales y humanos, por una religión articulada en una teología, una filosofía confesional. El catolicismo es una religión teológica, articulada en una filosofía idealista, pero racional. No una religión primaria que representaba a sus dioses, con iconos construidos con semillas amasadas con sangre de niños recién nacidos (Claro, Cortés no trabajaba en ningún museo, y nunca se planteó preservar el arte precolombino; aún no se hablaba en esa época del mito de la cultura).

Concluyo con la misma idea de Vélez de que hay juzgar a Cortés en su momento histórico. Destruye por la fuerza una religión barbara, para imponer una racional, el catolicismo. Esto, desde visiones actuales del ateísmo, nos puede parecer una barbaridad; pero lo que hace es imponer una filosofía políticamente correcta para su época; hoy día desde posiciones estatales y gremiales se imponen ideologías y cuestiones políticamente correctas, por encima de otras que, probablemente, pronto las desfasen, o sean suplantadas por unas nuevas. En el siglo XVI, no existe la idea de tolerancia como la hay hoy, dónde, el eufemismo, “tolerancia cero”, implica cierta intolerancia, pues con ese giro anglosajón lo que se propugna es: esto está de moda, yo voy con la moda, esto es lo correcto.


 
Para María Fidalgo Casares, doctora en Historia, Hernán Cortés supera a Alejandro Magno, como personaje de importancia histórica por: Crear un imperio de la nada, Crear un nuevo Estado español de la nada y ser el impulsor de que hoy 600 millones de personas hablen español y que México sea la nación más católica del mundo, además de haber preservado la cultura prehispánica que está presente en América.

No solo preservó la cultura, sino la sociedad. Un siglo después de Cortés sólo había en México 10.000 oriundos de España. Nueva España era una mestización continua entre la antigua nobleza azteca y la cultura azteca.

Cortés tuvo 11 hijos y 6 fueron mestizos. Él luchó para que el Papa los reconociera como hijos legítimos y les casó con la nobleza. El hijo que tuvo con Malinche se educó con Felipe II. En tanto que Jefferson, presidente estadounidense, venerado como padre de la nación y defensor de la libertad, vendió a todos los hijos que tuvo con una esclava.

Hernán Cortés, incluso «empodera» a las mujeres cuando convierte a Malinche en su intérprete, una función impensable en una mujer en aquellos tiempos y circustancias

Que la historia no lo ha reconocido así por intereses de países ajenos, montándole cuatro leyendas negras:

  • La hostigada por Bartolomé de las Casas, entre otros, que le odiaba profundamente.

  • La leyenda negra de Orange.

  • Los mexicanos que echaron tierra sobre su figura para separarse de España.

  • La leyenda negra de los norteamericanos que entre otras finalidades quieren implantar el inglés en todo el continente.

Por otro lado había muchos envidiosos dentro de la corte de Carlos I, y este llegó a prohibir los libros de Hernán Cortés, a pesar de que siempre le fue completamente fiel al emperador. Y ahora hay otras leyendas negras, como el indigenismo.

Fidalgo añade que La leyenda negra es una grandísima mentira..., pero que ya estamos acostumbrados a lo que llaman «la visión de los vencidos». También lo vemos en otros capítulos de la historia reciente española.


Textos consultados:

- Alaman, Lucas. Disertaciones sobre la historia de Mejico (1844): Alicante : Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2014.     

 - Cadalso, José. Cartas marruecas. 1827. Biblioteca virtual Miguel de Cervantes

- Fidalgo Casares María. Bocetos para Historia. https://www.zendalibros.com/author/maria-fidalgo/                                          

 - Vélez, Ivan. El mito de Cortés. 2016. Nuevo ensayo

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